Nota
Mentira la verdad: Cómo defienden los medios al modelo extractivo
Los medios como la tercera pata entre las empresas extractivas y los gobiernos que las protegen. Silencios, mentiras, publinotas, omisiones, cambios de posición y otras paradojas del oficio de informar. POR DARÍO ARANDA
Telenoche (noticiero de Canal 13) publicita durante 20 minutos la explotación minera en Santa Cruz. María Laura Santillán no esboza ni una objeción.
Infobae silencia las críticas contra Barrick Gold. Y, junto con Clarín, Perfil y La Nación, difunden publicidad empresaria en formato de «nota».
Página12 minimiza las consecuencias de YPF-Chevron y el fracking en Vaca Muerta.
Chequeado (sitio que se autoproclama «verificador» del discurso público) lava la cara a la multinacional Unilever y los alimentos nocivos.
Empresas y gobiernos tienen aliados al momento de justificar (o silenciar) la avanzada en los territorios.
Silencio y publinotas
La chequera para pauta publicitaria es generosa, y también la pauta de los gobiernos. Desde el derrame de Barrick Gold en San Juan en 2015, el portal de noticias Infobae (propiedad de Daniel Hadad) fue el que de forma sostenida dio cuenta de cada noticia. Pero hubo un cambio drástico a mediados de 2017. La empresa canadiense comenzó una campaña de publicidad con la singular forma de «noticias» sobre el accionar minero. Algunos títulos: «El trabajo de una mujer minera a 4850 metros de altura», «El geólogo-runner que entrena a 5000 metros de altura y cruzó Los Andes corriendo», «La sorprendente historia de una mujer que maneja gigantescos camiones de minería». Media docena de «notas». Con un breve y confuso aviso de «espacio no editorial», eufemismo de publicidad.
Infobae, uno de los sitios de información más leído, no volvió a publicar noticias críticas a la minería.
Clarín y Perfil también son parte de las publi-notas, el antiperiodismo. «El detrás de escena de la minería: cómo se trabaja en la Cordillera de Los Andes», fue el título de Clarín el 5 de junio pasado. Y explicaba: «La operación minera sanjuanina comenzó a trabajar en temporada invernal en el corazón de la Cordillera, maximizando la seguridad de sus trabajadores a través de una mejor tecnología». Un mínimo subtítulo anunciaba que se trataba de un «contenido producido por Brand Studio para Minera Andina del Sol (Barrick Gold)»: forma burda de no decir publicidad.
El diario Perfil puede hacer gala del «periodismo de anticipación». Publicó la misma nota el 31 de mayo, con el título «cómo se vive el invierno en una mina a 4.000 metros de altura y 35° bajo cero». Incluyó una galería de imágenes del yacimiento y
un primer párrafo grandilocuente: «Un impresionante operativo se despliega en Mina Veladero, donde el frío y la nieve no impiden que miles de trabajadores sigan operando el yacimiento que genera el 25% del PBI de la provincia de San Juan».
Las mineras, mediante sus agencias de publicidad, escriben los artículos. Los diarios la publican.
La Nación también tiene publinotas: «Desafío eco YPF: la iniciativa para que las escuelas técnicas construyan autos eléctricos». El 25 de octubre.
Y el agronegocio no pierde el tiempo. «Notas periodísticas» de Infobae: «Agricultura digital: cómo es el futuro cercano del agro argentino», entrevista del 22 de octubre al jefe de Investigación y Desarrollo de Bayer, Bob Reiter. El 26 de octubre tituló: «BioArgentina: un evento para conocer los startups científicos más prometedores del país», publicidad de las empresas transgénicas nucleadas en la Cámara Argentina de Biotecnología (CAB), presidida por Hugo Sigman, CEO de Grupo Insud.
Botón de muestra
Famatina y Chilecito, en La Rioja, contaron con extensas coberturas de diarios porteños (mal llamados «nacionales») en 2012. Los canales de noticias tenían móviles en el lugar, transmitían mediodía y noche. El foco era el ambiente, la población y el no a la megaminería.
Lo que ayer era cuestionado hoy es publicitado: «Oro puro, un secreto en la montaña. Así se extrae y se produce oro en la Argentina», fue el título del informe que Telenoche puso al aire el 22 de octubre de 2018. Con enviado especial a Santa Cruz y música grandilocuente, entrevistó al director ejecutivo de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), Gustavo Koch, que se explayó en los supuestos beneficios para la provincia y el país. Muestran una explosión. La describen como segura, controlada. El periodista Rodrigo Alegre no cuestiona a los empresarios.
Siempre el eje es lo económico. «Las exportaciones crecieron 1000 por ciento en diez años», destaca el zócalo de la televisión.
De regreso al piso, María Laura Santillán, muy crítica en 2012 durante la lucha de Famatina, no esboza críticas. Las empresas mineras lograron lo imposible: que el Grupo Clarín encuentre una «buena noticia» en la provincia bastión del kirchnerismo.
Maristella Svampa, intelectual que desde hace más de una década denuncia el modelo extractivo, estaba viene el noticiero. «Fue toda una loa a la megaminería, casi 20 minutos de prime time. Imágenes de Santa Cruz, detonaciones, prolijos geólogos y jefes de algún sector de la mina que explican pacientemente ante un periodista bisoño, que solo está ahí para hacer centros, cómo se extrae, cómo se hace la lixiviación. Y cuando los periodistas en el piso se preguntan con tono casi infantil acerca de cuáles son los pro y los contras, ya que ‘la minería es una actividad muy controversial’, vemos una entrevista a un economista de la UBA, titular de ‘contabilidad ambiental’, que comienza diciendo que él ve antes que nada los ‘pro’ de la minería en la creación de trabajo y menciona como ‘contra’ solo el hecho de que las
compañías se llevan el mineral a sola declaración jurada. Ninguna voz discordante, la ausencia de problematización es total».
Svampa es una de las autoras del libro «15 mitos y realidades de la minería trasnacional», donde se desarma todos los argumentos de las empresas. ¿A qué se debe este tipo de informes televisivos». Svampa se anima a una hipótesis: «¿Cuánto dinero debe estar poniendo la CAEM en medios televisivos, radiales (Radio Con Vos, una de las FM más escuchadas de Buenos Aires) y de prensa escrita para publicitar una de las actividades extractivas más resistidas en el país y del mundo».
Pablo Quintana es cordobés. En 1997 dejó el diario más influyente de la provincia (La Voz del Interior) y se mudó a Esquel, donde comenzó a trabajar en el diario El Chubut. Todo funcionaba bien hasta fines de 2002, cuando la lucha entre la comunidades y la minera Meridian Gold entró en estado de definición (en marzo de 2003, votación mediante, el 82 por ciento rechazó la instalación de la empresa).
Quintana comenzó a recibir presiones por sus notas sobre minería, le rechazaban propuestas y, en noviembre de 2003, lo echaron sin causa. El periodista trabajó como free lance, estuvo al frente del informativo de la FM Comunitaria Kalewche (hasta el año pasado), sigue escribiendo artículos y también es docente. Observa con detalle el avance del modelo extractivo, las luchas comunitarias y el rol de los medios de comunicación.
«Los medios hegemónicos de comunicación continúan desnudando sus propias miserias y en gran medida siguen reproduciendo atropellos que tienen como impacto el mismo calibre que ejecuta el Estado y el mercado sobre los territorios y, por ende, los pobladores», denuncia Quintana. Y da como ejemplo lo sucedido con el Pueblo Mapuche y la desaparición de Santiago Maldonado: «Construyeron un nuevo actor social, colocando a los mapuches como temibles terroristas en la Patagonia, esas mismas empresas se encargaron de ningunear las moviliziaciones sociales que en la región se viene gestando desde el año 2002, después de que fuera encendida la llama de resistencia contra la megaminería en Esquel».
Explica que la estrategia del discurso mediático es «eclipsar todo lo que represente el discurso social y público en torno a la problemática minera». Recuerda que el diario El Chubut dejó de publicar, meses antes de la votación de 2003, noticias sobre el rechazo a la minería. El diario tomó como línea editorial el mensaje de “desarrollo” y “progreso” que impulsaban mineras y funcionarios.
«Los grandes medios tienen una mirada sesgada, cargada de intereses más que nunca. Ahora e Chubut vuelven a instalar en agenda el intento de imponer la megaminería», resume Quintana. Describe que los medios comerciales tienen entre sus principales fuentes a la dirigencia política, que es la misma desde hace décadas, que cambia de prominero a ambientalista según esté en el Gobierno o en la oposición.
Ya sabe cómo actúan las grandes empresas periodísticas, pero no deja de indignarse por la manipulación. «Pareciera que la verdad ya no existe, se generan consensos direccionados desde ciertos
estratos de poder para establecer que determinadas ideas pasen como verdaderas. En Chubut podríamos decir que el poder político y el poder económico está empecinado en hacernos creer que la minería cuenta con consentimiento y, mal que les pese, la actividad extractiva sigue sin licencia social», afirma Quintana.
Fracking
En 2012, luego de la estatización parcial de YPF y la alianza con Chevron para explotar Vaca Muerta, comenzó una campaña mediática coordinada entre gobiernos (Nacional y de Neuquén), empresas (YPF lo encabezó, pero fue seguida por todas las grandes petroleras) y un actor «técnico-científico»: el IAPG (Instituto Argentina del Petróleo y el Gas).
«Vaca viva», fue la tapa el diario Página12 el 20 de diciembre de 2012. «Debe ser una causa de todos», tituló en un extenso artículo en el interior. Todo lo referido a Vaca Muerta estuvo bajo la sección Economía, comandada por Alfredo Zaiat y Raúl Dellatorre. En seis años, fue amplificado el discurso de YPF (el CEO durante el kirchnerismo, Miguel Galuccio, contó con amplios espacios). Casi nula fue la cobertura a la situación del Pueblo Mapuche (con represiones incluidas), las denuncias de las asambleas socioambientales, ni los hechos de contaminación.
«Fracking seguro» fue el eslogan empresario. Y periodistas, desde lo más diversos medios comerciales y desde el escritorio de Buenos Aires, repitieron el relato.
Marcelo Zlotogwiazda estaba al frente del programa «la vuelta de Zloto» en radio Del Plata. En pleno debate por Vaca Muerta comenzó a contar con el auspicio de Chevron.
Este periodista le preguntó en ese momento. Zlotogwiazda fue tajante: «No escucho la tanda y no sé quiénes auspician». Cuando se le precisó que figuraba la petrolera estadounidense, el periodista retrucó: «Cuando pase algo en Vaca Muerta, lo daremos».
Si hubiera explotado medio Neuquén, seguramente la noticia hubiera estado en el programa radial. Y el fracking nunca fue tema de agenda.
Y pasaron cosas (denuncias de violación de derechos indígenas, entre otras), pero desde el programa nunca se dio cobertura.
«El impacto ecológico de Vaca Muerta es un mito», afirmó Galuccio el 24 de julio de 2013 en el diario La Gaceta de Tucumán. Repitió el eslogan en todo micrófono que se le acercara.
El diario El Cronista alertó el 2 de septiembre de 2014: «Exploto un pozo de YPF en Vaca Muerta». La agencia de Noticias Anred y el medio cooperativo de Neuquén 8300 fueron espacios donde siempre aparecieron los continuos derrames (llamado «incidentes» por las empresas). Van decenas de hechos de contaminación.
El Observatorio Petrolero Sur (Opsur) es un espacio de referencia en la investigación y comunicación respecto a las consecuencias del modelo petrolero. «Las fuentes de los grandes medios de comunicación son los CEOs y gerentes petroleros, los funcionarios de Nación y Provincia. Rara vez se habla con quienes viven en los territorios. Cuando aparecen mapuches suelen ser como sujetos de criminalización. Lo mismo pasa con los trabajadores o desocupados que piden empleo, siempre aparecen como sujetos de conflictos», afirma Martín Alvarez Mullally. Lo resume: «El periodismo comercial toma los parámetros que las corporaciones imponen».
Explica que el IAPG es una «usina generadora de argumentos y lineamientos políticos que, junto con YPF y otras petroleras, intervienen de lleno en ámbitos educativos y de comunicación para lograr consenso social».
Alvarez Mullally precisa que otra forma de acotar el debate es llevarlo a aspectos técnicos. Como si fuera sólo cuestión de ingenieros, profesionales y no de personas que sufren las consecuencias o que tienen otros conocimientos. «O hacen eje en la inversión, el trabajo, aspectos económicos ‘positivos’. Pero nunca de los impactos económicos negativos, como los subsidios que el Estado da a las petroleras, el endeudamiento público, la infraestructura que todos los ciudadanos financian a las multinacionales. Cercenan el debate y los medios rara vez dan cuenta de eso, mucho menos de los aspectos sociales», destaca.
Recuerda que el estado neuquino aumentó su deuda pública un 200 por ciento desde que está Vaca Muerta en explotación. Otro dato negativo: el último balance de Tecpetrol (petrolera del Grupo Techint) muestra que el 30 por ciento de sus ganancias proviene de subsidio directo del Estado, de los argentinos. Esas informaciones no suelen aparecer en los diarios de mayor venta.
Relata el efecto rebote: cuando algún medio de Buenos Aires publica alguna crítica y ahí sí los medios de la región retoman el tema. Aunque aclara que no suele haber notas de denuncia del fracking. «La pauta que tienen las petroleras se sabe es muy fuerte. Eso se traduce en notas favorables, publinotas que se pueden leer en Clarín y La Nación, entre otros, todo con un discurso muy grandilocuente de inversiones», cuestiona.
Diario Río Negro
Lorena Riffo es docente en la carrera de comunicación social en la Universidad Nacional del Comahue y becaria doctoral de Conicet en el Instituto Patagónico de Estudios de Humanidades y Ciencias Sociales (Ipehcs). En su tesis de maestría analizó el rol del diario Río Negro (el más vendido de Patagonia norte) en el marco de la avanzada del fracking.
Distingue entre el rol de la empresa y el trabajador de prensa. Marca las mayores responsabilidades desde los editores hacia arriba en la línea de mando editorial.
El diario Río Negro cuenta con un suplemento semanal de «Energía», repleto de publicidades de las multinacionales petroleras. Riffo destaca que la línea editorial aparece bien en la tapa, donde nunca figuran las organizaciones que denunciaron los impactos de Vaca Muerta (Multisectorial contra el Fracking, Asamblea Permanente por el Agua de Comahue, Pueblo Mapuche), pero si aparecían artículos dentro del suplemento.
También señala es sucedió en reiteradas oportunidad que periodistas del Río Negro pasaron a trabajar para YPF. El más resonado, Rodolfo «Quique» Chávez, de editor jefe del suplemento de Energía pasó a gerente de Asuntos Externos de la refinería de Campana, escribe en la revista de la empresa que publicita el
fracking y multiplicó (varias veces) su salario. A Chávez lo reemplazó Roberto Aguirre. Duró poco tiempo en el periodismo: también pasó a YPF, como coordinador de comunicación de la petrolera. Lo mismo sucedió con el periodista Mauro Schreiber, que pasó de la crítica Radio Universidad Calf a ser gerente de Relaciones Institucionales de YPF.
Riffo recuerda que en 2012 y 2013 las asambleas socioambientales comenzaron a realizar recorridas por las zonas petroleras, «toxitour», donde los comunicadores podían ver insitu la contaminación de las empresas. Desde el territorio, las publicidades de las petroleras se ven como mentiras. Algunos periodistas comenzaban a cambiar de percepción. Veían la contaminación en primera persona.
«YPF terminó haciendo recorrida con periodistas en 2014. Los llevaba a un pozo modelo que habían armado, todo listo, perfecto», recuerda Riffo.
Es la recorrida a la que fueron, siempre invitados por YPF, los periodistas de los diarios porteños.
Juez y parte
Chequeado.com es un sitio de noticias que se ufana de ser «la verificación del discurso público». Cuentan con columnas fijas en el diario La Nación, las FM Radio Con Vos, y las Am Radio 10 y Nacional. Los integrantes de Chequeado suelen estar invitados a noticieros y programas de televisión.
Toman una afirmación (puede ser política, económica, deportiva) y luego de «chequear» distintas fuentes sentencian si es «verdadero», «falso» o «engañoso».
Muchos periodistas (sobre todo de radio) recurren a Chequeado como si su voz fuera la verdad absoluta. En realidad el propio periodista debiera hacer ese trabajo básico de la profesión: chequear la información (pero es más fácil, y de mala praxis, descansar en un tercero como Chequeado).
El 15 de octubre publicaron un artículo titulado «¿Qué son los alimentos procesados?» (gaseosas, aguas saborizadas, cereales azucarados, salchichas y embutidos, snacks). Relativizaron las consecuencias de ese tipo de alimentos. La propia nota lleva al «blog nutrición», financiado por la multinacional Unilever, referente de alimentos ultraprocesados (algunas de sus marcas son Knorr y Hellmann’s).
Soledad Barruti, autora de los libros Malcomidos y el reciente Mala Leche, estaba entre sorprendida y enojada por la nota de Chequeado-Unilever. Explica que desde hace más de una década existe una crisis de obesidad infantil, que incluso pone en riesgo la salud pública. Aclara que para prevenir se debe legislar severamente y gravar con impuestos a los productos nocivos y discernir qué es un alimento del que no lo es. La Organización Mundial de la Salud impulsa esa medida, que tiene en alerta a las grandes multinacionales de productos alimenticios.
«La nota de Chequeado se posiciona muy fuerte anulando el concepto de ‘ultraprocesados’. Eso ya es una toma de posición. Habla de alimentos y dice que todos los alimentos son procesados. Sí, más bien. Una legumbre que vos tenés en tu casa tiene un tratamiento de recolección, empaquetado y demás, pero no es lo mismo que una galletita que tiene 15 ingredientes. Uno es un alimento mínimamente procesado y el otro es ultraprocesado y nocivo para la salud», advierte Barruti.
Cuestiona que Chequeado niega información contundente sobre las consecuencias de los alimentos ultraprocesados (como los producidos por Unilever). «Toma partido del lado de las empresas porque está financiado por una marca y sostenido desde lo ‘científico’ por una persona, Mónica Katz, que desde hace mucho tiempo intermedia para que esos mensajes de las marcas llegue sin cuestionamientos», denuncia. Y aclara que en estos momentos se da una disputa en la que las empresas se niegan, y ejercen fuerte lobby, para evitar el rotulado frontal en los alimentos (que en los paquetes aparezca claro qué elementos tienen y si es ultraprocesado o no).
En esa disputa es clave el rol de los medios de comunicación y, aclara Barruti, el rol de actores como la Sociedad Argentina de Nutrición, de «la que Katz forma parte y hacen negocios con las marcas, incluso poniendo el sello en productos que atentan contra la salud nutricional».
Barruti se indigna en cómo en temas de salud pública intervienen las marcas y, con medios y periodistas aliados, posicionan información. «Hay un claro conflicto de intereses al estar financiado por una empresa y con una profesional que se presenta en medios y no aclara su vínculo con las compañías. Y una organización como Chequeado debiera estar libre de intereses para dar información certera. ¿Si no que estamos chequeado? ¿Chequeamos información o chequeamos el mensaje según la marca que financia?», cuestiona Barruti.
Referido al modelo extractivo, Chequeado.com tiene una línea de conducta. Rara vez cuestiona a las empresas mineras, petroleras y de agronegocio.
El 3 de septiembre de 2013, en pleno debate por la instalación de YPF-Chevron en Vaca Muerta, «chequearon» al gobernador de Neuquén, Jorge Sapag, y su frase «nosotros tenemos la ley ambiental más exigente de la República». Calificó como «verdadera» la definición, adoptó términos empresarios como «incidentes» (a derrames contaminantes), cita como fuente confiable al Instituto Argentina del Petróleo y el Gas (IAPG, lobbystas de las empresas), también entrevista a Horacio Franco (socio fundador del Estudio Franco Abogados, que trabaja para el sector empresario, y ex gerente de la multinacional Dupont). En base a esos entrevistas, Chequeado afirma que el fracking no contaminará acuíferos y que consume poca agua. Firmado por Matías Di Santi y Ariel Riera, no aporta voces críticas sobre la actividad ni menciona la distancia existente entre la ley escrita y el incumplimiento permanente de las normas en Neuquén.
Chequeado.com cuenta con financiamiento de Barrick Gold, Coca Cola, Unilever, Danone, Arcos Dorados (McDonald’s), Gas Natural, Grupo Insud, Gustavo Grobocopatel, Dow, Exxon Mobile, Ledesma, Axion, Metrogas, Nidera, Pampa Energía, Pan American Energy, Petrobras, Shell, YPF, Techint y Syngenta. Todas grandes empresas de la alimentación y el extractivismo.
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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