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Sabiduría del valle: Entrevista a Marcos Pastrana, referente indígena

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Desde Tafí del Valle, Tucumán, este diaguita de 72 años realiza una lectura histórica de la realidad nacional y global de los pueblos originarios. Interpela a la democracia representativa, critica la economía, el Poder Judicial y el extractivismo. Pasado y presente indígena. Por Darío Aranda.
Nacido el 5 de febrero de 1946, su nombre completo es Marcos Benito Jesús Pastrana. Marcos por su padre, Benito por “pedido” del dueño de la estancia donde trabajaba su madre, y Jesús porque una tía rogaba al supuesto hijo de Dios que Marcos nazca vivo.
El apellido, común en los Valles Calchaquíes, proviene de España. Marcos Pastrana mismo realizó la genealogía y explica que data de 1600 en el norte argentino. Su abuelo Eustaquio nació en 1892, en Tafí del Valle, donde se casó con Gabriela Romano. El matrimonio tuvo nueve hijos, entre ellos el padre de Marcos. Su madre, María Clara Flores, hija natural de Felipa Flores, desde los 9 años vivió y trabajó en una estancia. Recién pudo salir a los 20 años, cuando se casó.
Con tres meses de vida, Marcos Pastrana tuvo su primera zafra: toda la familia se trasladaba a pelar caña de azúcar al Ingenio San Pablo. Tiene recuerdos de niño, ya a los 6 y 7 años, de ir a caballo rumbo al ingenio.
De su madre recuerda que le enseñó a leer. Ella pudo llegar hasta 4° grado y solía decirle que debía estudiar “para ser alguien”. Marcos lo reflexionó ya de adulto: “Con el tiempo me di cuenta que ya era alguien: era un originario de esta tierra”.

Políticos de Estado

Pastrana no recuerda buenos momentos del Estado argentino para los pueblos indígenas, aunque sí de mayor o menor participación. Lo que no duda es que, desde la vuelta de la democracia, esta es la peor etapa: “La política pública del Estado está declarada a combatir y si es posible terminar de desterritorializar a los pueblos originarios”, sintetiza. Cita como ejemplo la represión al Pueblos Mapuche, pero aclara que lo mismo sucede en el norte del país, centro y en cada lugar donde una comunidad lucha. Y recuerda que no se trata sólo del gobierno nacional, sino también a los gobernadores.
Pastrana aborda distintos tópicos. Da una vuelta de rosca y reinterpreta conceptos que parecen estáticos para el pensamiento conservador. “Desde lo económico el desastre es absoluto. Aquí hay que aclarar que la economía no es solo la financiera, la acumulación de divisas, sino también todo lo que hace a la administración de bienes comunes de un pueblo. Economía es agua, es aire, son los ríos, es el monte nativo. Y eso no está en agenda de los responsables de políticas públicas”. Para abordar la situación ambiental invita a visitar Andalgalá (donde desde hace veinte años opera Minera Alumbrera), los pueblos fumigados, y las zonas con pasteras o petroleras. “El resultado está a la vista: pueblos contaminados, territorios desmembrados por la acción de las multinacionales”, describe.
El sabio diaguita define que el discurso científico y político oficial choca de frente con la realidad porque ambos proponen desde el discurso actividades no contaminantes y prometen bienestar, pero eso jamás sucede. Recuerda el rol del Poder Judicial, donde jueces y fiscales incumplen leyes locales y tratados internacionales que protegen a los pueblos indígenas. En paralelo, dice, “mucha legislación se adapta especialmente para favorecer a las multinacionales y los terratenientes”. Como mal ejemplo de “justicia” o referencia de “injusticia” cita a la Corte Suprema de la Nación, que en septiembre pasado falló contra el Pueblo Mapuche y anuló personerías jurídicas de seis comunidades de Neuquén. Destaca que se escudó en un error del propio Estado (personificado en el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) que perjudicó a los pueblos indígenas. “Los jueces supremos deciden ignorar y desvirtuar la cuestión de fondo, que es la preexistencia indígena al Estado argentino. Eso hace el máximo tribunal del país: desconoce derecho”, se enoja y sigue: “La democracia está desnaturalizada en su esencia. Hay una crisis muy grande de representatividad. Los representantes supuestamente del pueblo son solo representantes corporativos de partidos políticos y de multinacionales. No son políticos, no son gobernantes, ni son ni funcionarios: son gerentes ejecutores de las multinacionales y de los terratenientes”.

La iglesia y el viaje

«Decían que éramos pobres: hoy me doy cuenta cuán ricos éramos y seguimos siendo. Muy desde niños cultivábamos, traíamos leña, practicábamos nuestros saberes, hacíamos fuego, iba al cerro a caballo. Éramos sujetos de una cultura comunitaria ancestral y colaborábamos con lo familiar”, rememora Pastrana la infancia en Tafí del Valle. Entre las bases comunitarias-familiares estaban “no mentir, no robar, dar según la posibilidad, y escuchar a los ancianos”.
El punto de quiebre fue a los 11 años, cuando cursaba 5° grado. “Luego del bautismo, para liberarme de un pecado que no cometí, vino la primera comunión. Seguir ese proceso de evangelización, para que me vayan completando como persona”, dice entre mezcla de ironía y lamento. Previamente, recuerda, le “impusieron” ser ciudadano argentino.
Los curas franciscanos daban la catequesis a las 15 horas, el mismo horario en el que los niños del valle iban a buscar la hacienda al cerro, momento de diversión, juego, libertad. “Se nos hacía pesado ir al catecismo, que nos imponía obligaciones y mandamientos, pero había que ir”, precisa Un día Marcos le preguntó al cura qué pasaría si aprendía todo el libro de catequesis. La respuesta fue una oportunidad: “No venís más”. Pastrana pasó todo el día y parte de la noche estudiando. Gastó dos velas. Y al sábado siguiente, rindió una suerte de examen, y se libró de catequesis.
Pero sobrevino lo inesperado: el cura habló con la madre de Pastrana. Le dio media beca para estudiar en la capital provincial. Y, contra su voluntad, fue a la ciudad. “Así fue que me desarraigué. Dejé todo lo que quería. Mis amigos, mi familia, mis animales, mis perros, mis juegos. Todo lo que era la vida, el amanecer en el valle con toda su magia. Y llegué donde todo es artificial, lleno de esquinas en escuadra, hostil, individualista”, recuerda.
Conoció la discriminación que lo marcó para siempre. “Era el indio, el sucio. Todas las acepciones más bajas de la escala social se me notificaban día a día, hasta agresiones físicas y cosas que no vale la pena recordar”, lamenta.
Vivía en una pensión. De noche lloraba y pensaba en los buenos momentos que pasaba en el valle. Las notas eran bajas. Quería volver a Tafí. La madre le había dicho que no debía pelear porque el cura le había hecho un favor con la beca, y la buena conducta era una obligación. Eso también le daba impotencia.
Planeó una fuga para escapar de la discriminación. Tenía una bicicleta. Calculó un día de pedalear hasta un pueblo intermedio, llevar dos panes y agua para luego cortar camino entre los cerros.
Hasta que llegó una carta de su madre. Le avisaba que comenzaba la zafra, que estarían en un ingenio más cerca. Todos los viernes podría visitar a la familia.
Comenzó a defenderse de las agresiones. Se peleaba. Perdía más de lo que ganaba. No reivindica la violencia, pero enfrentó la discriminación como pudo. Permaneció en la escuela.
En la campaña política de 1953 tenía 9 años; le quedó grabado el recuerdo de candidatos que arrojaban golosinas desde un camión. Los niños debajo peleaban por la dádiva. No le gustó. Años más tarde entendió por qué: “La política partidaria no evolucionó nada; al contrario, involucionó. Las viejas monarquías sólo cambian de disfraz”.
En los mismos años fue el desencanto con la Iglesia. “Yo no sentía nada. No quiero hacer con esto una descalificación sobre la religión, pero mi cosmovisión y ancestralidad dormida no entendía ni aceptaba esa forma de dominación”, explica. Señala que la situación ante la discriminación escolar y frente al catolicismo lo marcó. Ese rechazo fue el comienzo del despertar de la cosmovisión diaguita, el ser indígena que nunca muere.
El punto vital en su vida, el “renacer”, fue conocer a José Flores, quechua de Perú. Lo señala como “padre espiritual, maestro en todo sentido”. Advierte que será la única persona que nombrará en las dos horas de charla, aunque afirma que son decenas las personas que lo guiaron en la militancia. Le enseñó sobre cosmovisión indígena, mató el ego, marcó caminos.
Pastrana ya estaba desengañado de la política partidaria, tenía asumida la identidad indígena, pero le costaba la práctica cotidiana. Le pidió a Flores documentación, bibliografía para estudiar, conceptualizar y saber qué hacer. Flores le respondió de forma simple y profunda: “Tus libros no están en las bibliotecas. Tus libros están en las comunidades. Ahí tienes todo lo que debes saber. Tienes que leer en el alma de tu pueblo”.

En qué creemos

Las críticas de Pastrana apuntan al ordenamiento del Estado nación, a los tres poderes y la forma de funcionamiento y hasta su legitimidad-falsa representatividad. Y contrapone los pilares del Pueblo Nación Diaguita, que comienza por una “doctrina filosófica”: la cosmovisión. “En qué creemos”, resume. Un orden cósmico donde cada pieza tiene una función, un rol, “responsabilidades dentro de la maravillosa cadena de mantención de la vida”. Aclara que el sistema de gobernanza diaguita responde a una filosofía de vida, por eso es participativo, asambleario y representativo.
En el aspecto económico el concepto básico es no depredar, no atacar la biodiversidad. La idea madre es el “Sumaj Kawsay” (buen vivir), donde se protegen y comparten los bienes comunes. Se cuidan para las generaciones futuras. “Si lo comparamos con el Estado-nación moderno vemos que el hombre se pone en la cabeza de la pirámide, se cree lo más importante. ¿Y cuál es su doctrina filosófica? El paradigma es el dinero, la opresión, la acumulación de la riqueza y la dominación, la contaminación y desaparición de culturas. Para muchos eso es el desarrollo”, ironiza. Precisa que los pueblos indígenas tienen en el centro al buen vivir.
Explica que las recreaciones de los saberes crean territorios, y así lo pueblos desarrollan cultura. “Por nuestra resistencia y perseverancia mantenemos nuestra doctrina filosófica, y eso nos mantiene vivos”, asegura. Señala que la sociedad urbana se encuentra aturdida por el sistema y se le dificulta identificar dónde nacen sus injusticias. En el caso de los indígenas es más claro por la centralidad del espacio de vida. Pastrana resume: “El territorio es por lo que luchamos porque es por lo que existimos”.
Pastrana habla de forma pausada, en voz baja, con sentimientos y conceptos profundos surgen en el medio de la oración más imprevista. “Los territorios son el alma de las culturas. Al perder el vínculo territorial se van aculturando nuestros hijos”, lamenta.
Apunta a la población hacinada en grandes ciudades, en lo que evalúa como una competencia feroz entre unos y otros, “donde es muy difícil practicar valores que son esenciales para los pueblos originarios”. Define a la ciudad como emblema y cuna del capitalismo.
Pastrana explica que el extractivismo tiene relación con “el nuevo orden mundial, que apunta a desmembrar territorios y estados nacionales”. Ejemplifica con la Ofemi (Organización Federal de Estados Mineros), integrada por representantes de los tres poderes del Estado, donde de norte a sur establece que la Cordillera de Los Andes es “una provincia geológica minera, establecida así desde la década del 90 en un congreso empresario-gubernamental en Canadá”.
“Durante la colonia hubo un reparto de regiones y riquezas. El capitalismo actual reconfigura nuevamente el mapa de América, hay un nuevo reparto por intereses económicos, las multinacionales legislan por nuestros legisladores, quienes muy cómodamente sentados en sus cuerpos colegiados sirven a los intereses de esas empresas sin ningún recato”, denuncia.
Afirma que en la práctica sucede que los gobernadores y legisladores “están de rodillas” ante las multinacionales, que les dictan leyes y sentencias que provienen de centros de poder de países de primer mundo.
Una buena: ante el panorama complejo, resalta que se vive un avance desde lo filosófico, lo espiritual y lo intelectual, cuestiones indivisibles dentro del Pueblo Diaguita. “Nuestra cultura, nuestra cosmovisión, es la única valla de contención que tenemos para resistir”, explica. Destaca el intercambio de saberes entre asambleas socioambientales (muchas en la Unión de Asambleas Ciudadanas -UAC-) y pueblos originarios, que se nutren mutuamente.
Un espacio de pensamiento y lucha donde se encontraron fue la “Cumbre Latinoamericana del agua para los pueblos”, organizada por los Pueblos Catamarqueños en Resistencia y Autodeterminación (Pucará, que reúne a asambleas la provincia) y realizada en San Fernando del Valle de Catamarca en octubre pasado. Allí Pastrana recordó que el modelo actual anula el saber y privilegia el poder del dinero. Y advirtió: “No hay derechos humanos si no se respeta la naturaleza”.

Alerta Tucumán

La Unión de la Nación del Pueblo Diaguita (UNPD) nuclea a decenas de comunidades indígenas de Tucumán, Catamarca y Santiago del Estero. Siempre en lucha por el territorio, desde 2009 también exigió justicia por el asesinato del comunero diaguita Javier Chocobar, víctima del empresario Darío Amín y los ex policías Humberto “El Niño” Gómez y José Valdivieso.
El 12 de octubre de 2009 llegaron hasta la comunidad indígena Chuschagasta y, en el marco de una disputa territorial, asesinaron de un disparo a Chocobar. El Poder Judicial demoró nueve años en realizar el juicio. Los acusados esperaron la sentencia en libertad, a pesar de estar filmado el momento mismo del asesinato. Finalmente, en octubre pasado los tres acusados fueron condenados a prisión.
La avanzada empresaria, con complicidad política y judicial, es una constante de norte a sur. La comunidad indígena del Valle de Tafí, donde pertenece Pastrana, emitió un comunicado en noviembre pasado que aborda la coyuntura, pero también el pasado. En base a documentación histórica, fija la fecha de 1617 como el inicio del “despojo y usurpación” de los territorios y el trabajo indígena esclavo. Muchas de esas tierras aún hoy están en manos de la élite tucumana. “Es necesario señalar que el Poder Judicial actual, que dicta sentencias, es parte de esa élite”, describe el comunicado.
Y puntualiza: “Denunciamos que lo sucedido el día 15-11-18 en la Base Costa I, ante el fallido intento de usurpación de terrenos comunitarios por parte del empresario Critto, no es más que la repetición de todo los hechos desgraciados y trágicos que se registran en territorios de Comunidades Indígenas de todo el país, fruto de una mala praxis jurídica, ideología hegemónica y una carencia absoluta de políticas públicas que necesariamente debe resolver el Estado Argentino como principal responsable”.
Recuerda la vigencia del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (que establece numerosos derechos a los pueblos indígenas), el artículo 75 inciso 17 de la Constitución Nacional y la Ley 26160 (que debiera frenar los desalojos). Y dice que ante “la mala praxis jurídica, la ideología hegemónica y una carencia absoluta de políticas públicas (para los pueblos indígenas)”, la comunidad diaguita de Tafí se expidió: “Nos vemos compelidos a desconocer y resistir toda disposición o sentencia judicial violatoria de la legislación vigente”.
Declararon el territorio indígena de Tafí del Valle en emergencia jurídica, administrativa, social, cultural, ambiental y económica. “Desde nuestro territorio gritamos a todo el mundo: la tierra es nuestra madre y pertenecemos a ella. Nadie nos puede desarraigar de nuestra Pacha”.
Finaliza el documento con un grito de lucha y esperanza: “Jallalla. Jallalla. Jallalla”.

Portada

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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