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18F: los sonidos del silencio en la marcha por Nisman

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Se realizó la marcha en homenaje al fiscal Alberto Nisman. Los convocantes, la gente que fue, los diálogos, los silencios y las sorpresas. Las otras voces sobre el tema, fuera del cuadrilátero gobierno-oposición: derechos humanos del presente (Vanesa Orieta), la palabra del pueblo mapuche (Jorge Nawel), Esquel (Marta Sahores) y la mirada de una educadora, Cristina Devita.

18F: los sonidos del silencio en la marcha por Nisman

Marcha del silencio. Foto: Télam


Diez minutos antes de las 6 de la tarde, hora convocada para la marcha en homenaje al fiscal Alberto Nisman organizada por un puñado de sus colegas, se largó la lluvia. Una dama sin edad, coqueta con su paraguas rosa, se resignó: “Es la maldición kirchnerista”. Alguien dijo: “Ojalá que se vayan”, pero ella contestó: “No, acá no vinimos para que se vayan. Que se queden hasta el último día, porque si se van antes encima van a presentarse como víctimas”. El paraguas rosa se sacudía con cada palabra, amenazando ojos ajenos.
La Policía Metropolitana cotizó generosamente la marcha en 400.000 personas, y la Federal calculó mezquinamente 50.000. El oficialismo le rebaja el tamaño, pero si la marcha hubiese sido propia, y bajo la lluvia, hubiera sido catalogada como una epopeya griega.
Hubo ciertas geometrías: un recorrido recto desde Congreso a Plaza de Mayo, un cuadrado o corralito dentro del cual caminaron los convocantes, lluvia oblicua, fiscales y políticos sinuosos.
Fue visible cierta homogeneidad social relacionada con ese enigma llamado clase media. Y fue notable también la enorme presencia del abanico generacional que va desde el medio siglo de vida hasta la tercera edad.
Salvo excepciones, los jóvenes de la marcha representaron una minoría que no bajaba de 40 o 45 años. Y la mayoría de veteranas y veteranos aguantaron la lluvia persistente bajo la lenta marcha de 10 cuadras. Hubo relativo silencio, algunas veces se cantó el Himno, algunas veces se gritó “justicia” y otras “Nisman”. En muchos momentos se masificó un prolongado aplauso.
Verónica, que trabaja en una empresa marítima: “Este acto es impresionante y ordenado. Vinimos a rendir homenaje a un fiscal. El gobierno no lo hizo, y hasta la Presidenta pareció burlarse al decir que dejaba el silencio para la marcha y la alegría para el gobierno. No entiendo la alegría cuando estamos hablando de una muerte”.
Los bares, incluido Mu.Punto de Encuentro, fueron refugio para algunos que huían del primer aguacero fuerte. Diálogo de dos hombres canosos:
-Vamos a ver, con esta marcha, qué hace la cerda.
-¿La cerda? No, no, nosotros la llamamos de formas peores.
-Uy, perdón, no soy de acá, vine del campo, entonces soy más delicado.
Un par de señoras se sacudían el agua. La que tenía más botox dijo: “Increíble, no había taxi para venir. Tuvimos que llegar en subte”. Asombrada, aunque sin poder estirar más las cejas, reveló: “Yo no sabía. ¿Vos viste el calor que hace ahí abajo en el subte? ¿Cómo hace la gente para viajar?”
En la vereda de Avenida de Mayo al 1400 una señora sub 60 con smartphone y paraguas al tono reclamaba: “Roberto, venime a buscar”. Silencio. “¿Y qué subte me decís que tome, Roberto?”. Silencio. “No, nunca ando por estos lugares Roberto. Vení por favor”. Habrá que resetear la idea de que la Argentina termina en la General Paz: tal vez haya encogido y finalice en Rivadavia. No se supo si Roberto logró zafar del reclamo telefónico.
A los 15 minutos de iniciada la lluvia, Jorge ya estaba vendiendo bolsas de plástico que servían como poncho-piloto a 20 pesos, y su compañero Diego tenía en la mano derecha un revoltijo de billetes mojados que no alcanzaba a guardar, cual personaje de Breaking Bad. “La embocamos con los pilotos. ¿La marcha? No me interesa nada. Yo vine a vender”.
La marcha era lenta, encabezada por una camioneta de la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación (UEJN). El copiloto a cargo del micrófono planteaba: “Ciudadanas, ciudadanos, este acto es de todos, demostremos que podemos marchar en paz y unidos por el fiscal Pablo Nisman”, en referencia a Alberto Nisman. “Ciudadanas, ciudadanos, el acto es de todos, pero córranse por favor que no podemos pasar, y cuidado con la camioneta”.
Unos metros más atrás se acercaba el corralito de los fiscales convocantes. Un señor con sus lentes y sus bigotes blancos mojados: “¿Por qué van ahí separándose del resto? ¿Qué tenemos, sarna?” Su señora, al lado: “Está perfecto”, dijo, y al tenerlos cerca les gritó: “¡Fuerza fiscales!” Los citados seguían su caminata con un gesto ante las cámaras acorde a la convocatoria. Se sumó la ex esposa de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado con sus hijas, en lo que resultó tal vez la presencia más fuerte y genuina dentro de ese corralito.
El grupo iba precedido por patovicas que empezaron a intentar acelerar la marcha. “Pero qué me empuja este negro” dijo un señor corrido de su lugar, en referencia a uno de los guardias. Los patovicas gritaron varias veces: “Córranse por favor, que viene la familia de los fiscales”. Más allá de que ostensiblemente no sabían de qué hablaban, la frase puede ser releída no como un error, sino como un involuntario editorial político.
Ya de noche la movilización llegó a Plaza de Mayo. Hubo velas encendidas, y la gente no permaneció sino que tomaba a la izquierda para desconcentrarse velozmente por Diagonal Norte.
En un bar estaban María Inés, María Laura y María Delia, tres primas todas en el rango de los 70-80 años. Casi no hicieron falta preguntas:
-Nos mojamos bastante pero estamos sinceramente felices. Salimos desde Palermo y no nos importó mojarnos.
-Lo que pasa es que se pide que no haya más tragedias como la de Nisman, basta de impunidad, y está el hartazgo de la gente que viene a decir basta de corrupción, basta de impunidad, basta de atropellos.
-Yo le digo, este es un país hermoso, era el granero del mundo. Cuando yo era chica llegué a tener institutriz in-gle-sa, y eso que mi padre era un chacarero. Y mi hijo que falleció hace poco, siendo ingeniero agrónomo, era menos que un peón. ¿Qué me dice?
-No sé.
-Mire, lo que falta aquí es libertad. Nos quieren someter.
-¿De qué modo la quieren someter?
-¡En todo! Los jóvenes no trabajan en lo que quieren. Entonces no hay libertad. El Himno es un rock. La escarapela no se conoce. En un país fantástico, estamos en el 5º mundo por los gobernantes que tenemos.
-¿Qué opina de los opositores que tenemos?
María Inés calla. María Laura toma la posta:
-Lo último que se pierde es la ilusión. Yo veo que alguien hace obras y digo: vamos a tirarnos a la pileta.
-Se refiere a Macri.
-Sí, porque si un gobernante hace obra, gestión, es lo mejor. Las bicisendas, el Metrobús. Y es darle la oportunidad a alguien distinto. Y que no haya más impunidad.
-Pero Macri intentó colocar en la Metropolitana a una de las personas acusadas de encubrimiento por lo de la AMIA, el comisario Palacios.
-Y bueno, por eso digo tirarte a la pileta. Pero al menos a ese lo sacaron. Macri arma buenos equipos de trabajo. Y por eso lo va a votar toda la gente que anda por acá.
Tres personas que opinaron cosas similares contestaron “no te lo puedo decir” cuando les pregunté por su trabajo o actividad. Si se descarta que sean agentes secretos, es posible que la marcha haya estado bastante poblada por empleados del gobierno de la Ciudad. El que sí lo reconoció fue Eduardo: “Estamos como indignados. Si no respetás la esencia del ser humano, ¿cómo hablás de derechos humanos?”. Luego dijo, textualmente y moviendo los brazos: “La Argentina tiene una falta de cualitividad que hace que tengamos una democracia que no es como la europea, que implica grados culturales en los que se le da a la gente sociológicamente su tiempo para que se lleve el contexto de cómo está educada la sociedad”. Inundado en mis propios zapatos, empecé a aceptar que tal vez sea cierto: el periodismo es un sacerdocio.
Una señora pasó, performáticamente, con una mordaza negra, para las fotos, pese a lo cual seguía hablándole a su marido, el único silencioso de la familia.
Mariana, una de las que no puede decir de qué trabaja: “Aquí vi ciegos, vi gente con bastón, con sillas de ruedas, movilizándose pese al diluvio. Creo que todos marchamos por la desprotección que muestra que maten a un fiscal que estaba por denunciar al gobierno. Aquí mucha gente piensa que a Nisman lo mandaron matar, o que no lo protegieron lo suficiente. Es cierto que el Poder Judicial también tiene sus peros, porque una causa como la AMIA no puede estar 20 años sin que se avance nada. ¿De qué tamaño son los cajones de los jueces para tener un expediente 20 años? Lo bueno hoy fue que los políticos que vinieron, ni se notaron”.
En Avenida de Mayo, un vendedor se quejaba: “Este público no es de choripán”. Una señora, como para desmentirlo, se acercó, pidió uno y dijo: “A nosotros no nos lo regalan. Lo compramos”, dijo con orgullo engulléndose el choripán bajo lo que a esa altura era una garúa de despedida.

Otras voces

Mientras la marcha parecía centrar todas las miradas, ¿cómo ven el presente experiencias que están trabajando en diferentes territorios, en diferentes realidades, que casi nunca son reflejadas en los medios oficialistas ni opositores? lavaca propuso estos contactos con Jorge Nawel, vocero del pueblo mapuche, Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, Cristina Devita, fundadora de la escuela de gestión social Creciendo Juntos, y Marta Sahores, de la asamblea de Esquel.

Fiscales, mafias, barrabravas

Luciano Arruga es el adolescente desaparecido cuyo cadáver se encontró el año pasado. Su hermana, Vanesa Orieta, se ha transformado en un referente de las nuevas generaciones que discuten y encaran el tema de los derechos humanos del presente. En viaje hacia Buenos Aires, Vanesa dijo a lavaca:
“Una cosa tiene que ver con lo que es el pedido de esclarecimiento de lo que ocurrió, que eso lo tiene que realizar la justicia, una investigación eficiente que nos permita saber que ocurrió con el fiscal Nisman. Pero aquí creo que se están jugando otras cuestiones. Escuchábamos hace un tiempo al que fue ex ministro de seguridad Calos Stornelli el que llama a la gente a marchar. Pero también sentimos que tiene que ver con una movida que intenta desestabilizar, no voy a decir al gobierno de turno, sino a la misma democracia. Son personas que han tenido cargos dentro del gobierno, que lo que han hecho fue darle mucho más poder a las policías mafiosas, como en el caso de Stornelli. Gente que no ha aportado para nada a la resolución de hechos terribles que hubo por en la provincia de Buenos Aires, que tiene que ver con la inseguridad. Un hombre ligado a barrabravas, que hoy le pide al sector político un mayor compromiso y acompañamiento. Así que lo que uno siente es una contracción muy grande”.
“Aquí se están trabajando otros temas que no tiene que ver con el esclarecimiento de lo de Nisman, sino con sacar ventaja para posicionarse con sus políticas de derecha. En ese sentido nos parece que hay que estar atentos, hay que informarse y tener una mirada propia, objetiva y por sobre todas las cosas sincera, no especulativa como es este caso, y entender que lo que se juega aquí en este momento es el futuro de todos nosotros y la democracia”.
“Los medios monopólicos de la derecha lo que están haciendo es aprovechar por supuesto también este hecho para afianzar su poder, seguir implementando medidas de control en una sociedad que está bastante dañada por el miedo que le provocan diferentes hechos de inseguridad. Este es un hecho más que se utiliza para seguir generando temor en nuestra sociedad mientras no toman otros hechos emblemáticos de nuestro país como han tomado ese caso”.
“Es grave lo de Nisman porque es una persona que estaba investigando un hecho terrible que ocurrió en nuestro país, pero siempre la investigación iba en beneficio de unos pocos. Y lo que uno entiende es que tiene que ver con una cuestión de clase. Las clases altas, poderosas, son los que generan esa marcha y los que seguimos denunciando hechos de inseguridad nunca somos escuchados ni por los medios, ni sectores políticos ni judiciales. Los judiciales y los fiscales salen a marchar para pedir que se garantice la justicia. Ellos deberían garantizarla. Uno se siente desamparado y no encontramos la forma de canalizar nuestro dolor y angustia en los poderes judiciales ni políticos. Y los medios monopólicos, como siempre, se ocupan de las noticas que les sirven a ellos, que generan miedo en la gente, y desestabilizan a los gobiernos que no cumplen exactamente con lo que ellos disponen”.

El gobierno que viene

Desde Neuquén el mapuche Jorge Nawel dijo a lavaca: “Nosotros nos hemos mantenido al margen de este debate no porque no tengamos una opinión, sino porque creemos que todo lo que está pasando con la muerte del fiscal y toda la disputa ente gobierno y oposición es un reflejo claro de las instituciones que están cada vez más degradadas. Porque esta situación muestra un sistema jurídico degradado, absolutamente oscuro, lleno de interrogantes hacia la sociedad civil. Y eso para nosotros no es nuevo, porque la justicia para nosotros está degradada desde su misma naturaleza porque responde a los factores del poder. A los pueblos indígenas nos han oprimido, nos han avasallado nuestro territorio. Y muestra también una degradación del sistema político, porque no es ni participativo, ni democrático, ni representativo, por lo menos de los intereses más populares. También del poder legislativo, que se ha convertido en cualquier cosa menos en un espacio de participación y representación”.
“En la última década los pueblos indígenas hemos sido marginados, destruidos, somos totalmente periféricos a la agenda que manejan los poderes tanto político, legislativo o judicial. Y no solamente estamos señalando al gobierno actual, sino a todos los que lo antecedieron”.
Sobre la oposición: “Creemos que lo que se viene después del gobierno de Kirchner es un gobierno todavía más discriminador. Entonces creemos que vamos a vivir momentos todavía muchos más duros. Y creo que van a ser momentos mucho más genuinos, porque vamos a estar peleando todos contra un claro enemigo de los sectores populares. Fueron tiempos de mucha confusión para los sectores populares y los movimientos sociales porque hay un doble discurso. Pero con el próximo gobierno va a ser diferente la disputa y la pelea que vamos a tener”.
El pueblo mapuche continúa reclamando por el avasallamiento que sufren sus territorios por parte de la industria petrolera, bajo la tecnología de la fractura hidráulica o fracking.

Condolencias y media asta

Desde Esquel, Mara Sahores, una de las fundadoras de la Asamblea vecinal que logró detener el proyecto de minería de oro en la región: “A nivel nacional y a nivel político la verdad que la muerte de Nisman no se sabe mucho como fue, pero que vino después fue mucho maltrato del poder político, porque se sabía amenazado. Lo menos que se podría haber hecho es poner la bandera a media asta, o dar las condolencias a la familia. Eso le critico por supuesto al poder político. Ellos saben por qué lo hacen y tendrán que explicarlo en algún momento. En cuanto a Esquel, no estoy de acuerdo en marchar por este tema porque si bien envío mis condolencias y me parece un desastre que estas cosas pasen en Argentina, no coincido con muchos de los políticos convocantes a la marcha. Me hace acordar a épocas muy nefastas donde estas marchas llevaban a otra cosa, no a precisamente a lo que se enuncia”.
“Pero además hay otra cosa que me preocupa y es el tema de que la justicia o los servicios de inteligencia han estado todo este tiempo con el gobierno y fallando en su accionar, es decir, no han actuado como deberían frente a tantísimas muertes y violaciones a los derechos humanos que han ocurrido en esta época. Sin ir más lejos lo que en estos días se ve con los qom en Formosa”.
“Además, si ganara a nivel nacional la oposición, Esquel quedaría igual o peor. Desde Massa, Macri y hasta Scioli, tienen intereses con la minería. Yo no creo más en el partidismo, en esta democracia entre comillas. Creo que la democracia en el mundo está en picada fuerte y que tiene que terminar de estrolarse contra el piso, porque tiene que surgir otra democracia, la verdadera, la que surge del pueblo. No sé si lo veré, pero siento que es lo que se viene”.
Toda la provincia de Chubut continúa movilizada promoviendo la prohibición de la megaminería a nivel provincial.
Cristina Devita es una de las fundadoras de la escuela de gestión social Creciendo Juntos, de Moreno: “A veces me tomo la política y la vida con humor. Y pensé en esta marcha, y el ‘yo soy’ usado todo el mundo. Parece que el verbo ser, el soy, ya no es más lo que sos sino lo que te dicen que tenés que ser. Entonces se me ocurría ir a la marcha y decir ‘no soy Nisman, soy Cristina’. Pero ahí iba a tener serios problemas, ataques. Pero resulta que yo soy Cristina. Y me parece que no quieren que seamos lo que queremos ser”.
“Yo vivo donde estoy, así que pienso donde piso. Te puedo decir a veces con los medios pasa que me pudre estar escuchando todo el tiempo lo mismo. Y que no hay otra noticia. Se instala una noticia. Te marcan la agenda. Yo mucho no sé qué es eso, y me gustaría que el periodismo de todo tipo informara de otras cosas, porque se están haciendo cosas interesantes en otros lugares. Y tenemos voz, pero nadie nos pone micrófono. Si me decís a nivel país, hoy iba en tren a Luján, se armó una pavada que empezaron todos a decir: ‘los ferroviarios son todos chorros, si hay un gremio que no labura son los ferroviarios’. Otro dijo: ‘Asi estamos’, y otro agregó: ‘hay que matarlos a todos’, y otro terminó diciendo ‘con los militares estábamos mejor’. Esa charla la escuché hoy. Se me pararon los pelos. Es todo un clima de queja, cuando siento que estamos haciendo esfuerzos enormes todos por la educación y de esas cosas tendríamos que hablar. Y que no nos marquen la agenda, para que encima ande tanta gente quejándose todo el tiempo”.

Fotos: CC BY-NC-ND 3.0 – M.A.ƒ.I.A

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Memoria, verdad, justicia y Norita

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Partidaria de los besos y los abrazos, reivindica la sonrisa como principal bandera de lucha. Cumplió 94 años este 22 de marzo y hace siempre que puede la ronda de Madres de Plaza de Mayo, hoy ya en silla de ruedas. Vida, obra y endorfinas de una mujer que ha acompañado a fábricas recuperadas, pueblos originarios, comunidades afectadas por el extractivismo, jóvenes y mujeres en situaciones de violencia, todo como una continuidad en la defensa de los derechos humanos. El clítoris, el cannabis y las autodefiniciones. Esperando el 24 de marzo, compartimos esta nota y retrato, publicada originalmente en la revista MU 138 (2019, todavía tiempos macristas). El movimiento, la calle, y lo que ella piensa (y hace) frente a la historia y los futuros posibles.

Texto: Sergio Ciancaglini

Nora revisa su cartera en la que lleva el pañuelo blanco, el verde, crema de cannabis medicinal, una lata de sardinas y la agenda en la que anota sus hiperactividades cotidianas, entre otros secretos. Está también su DNI: 0.019.538. Ríe: “Fui de las primeras en la cola para sacarlo. El otro día, por un trámite, los empleados de un banco me dijeron que la máquina no podía interpretar un número tan bajo”.
Estamos en la sede de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora. Envolvemos las masitas que no alcanzamos a engullir y que se incorporan a la cartera de Nora para llevárselas a una amiga. Luego guarda un par de carpetas, limpia la mesa de papelitos y me pide que cierre las persianas y puertas del balcón que da sobre Piedras al 100, Buenos Aires. Ya tiene el llavero en la mano esta señora que no puede ser interpretada por las máquinas. Chequea que esté todo ordenado. Empieza a apagar las luces que iluminan salones, oficinas y paredes atiborradas de recuerdos de las Madres, homenajes, reconocimientos, diplomas y tres imágenes: Azucena De Vincenti, Mary Bianco y Esther Careaga: sus apellidos de casadas pero sobre todo, el de sus hijos e hijas. Fueron las madres secuestradas en diciembre de 1977 en un operativo organizado por la ESMA, que culminó con 12 desapariciones incluyendo a dos religiosas francesas.

Memoria, verdad, justicia y Norita

El saludo de Nora en una de las marchas actuales, con la foto de su hijo, la bandera de los 30.000 detenidos-desaparecidos, y el acompañamiento de una nueva generación.


Nora se pone el ponchito de barracán, agarra la cartera, el bastón, y cumple con el rito según el cual el último –la última- apaga la luz. Y cierra la puerta con llave.
La escena podría parecer un tanto melancólica, pero es al revés.
Al cerrar esa puerta, da media vuelta y abre un mundo.
Nora se transforma en Norita, que en lugar de ser un diminutivo resulta un aumentativo, una clave, un código de acción.
Sale Nora de Madres y entra Norita a la calle, las plazas, las ciudades, los pueblos, las rutas, las fábricas, la naturaleza, los conflictos.
Entra a sus verdaderos lugares de acción: lo público, los espacios donde ocurren las cosas, o donde las cosas se manifiestan escapando de los encierros y del silencio.
Lo mismo sucede cada vez que sale de su casa en Castelar, llena de muñecas, libros, plantas y recuerdos, se toma un micro hasta la estación (evita los taxis y es ajena a las aplicaciones uberísticas), luego el tren Sarmiento, luego el subte A o lo que haya que abordar para ir a donde quiere ir.
Su estrategia consiste en intentar estar donde haya injusticias, violencias, crímenes, abusos, discriminaciones, psicopatías estatales o privadas y otras desventuras nacionales que son del orden de lo clásico: nunca pasan de moda.
Logra materializar ese acompañamiento con una eficiencia casi incomprensible. Ana María Careaga (desaparecida a los 16 años estando embarazada e hija de aquella madre secuestrada en la iglesia) cuenta que una vez le dijeron al sacerdote pasionista Carlos Sarracini que Nora parece Dios, porque está en todas partes. El cura no se mosqueó con la comparación y subió la apuesta: “Sí, pero a Nora se la ve”.
“Cuando dicen esas cosas me estremecen –corcovea Nora–, me da un poco de vergüenza. Siento que son como abrazos para darme fuerza, pero no me generan soberbia ni nada. Lo que digo es sencillo. Si no es para pelear contra la injusticia, los organismos de derechos humanos, ¿para qué estamos?”.

Memoria, verdad, justicia y Norita

Sobre la magia y el clítoris

Plaza de Mayo, jueves, 15.30.
Las Madres están partidas desde 1986, pero allí están. Girando siempre en sentido inverso al de las agujas del reloj, como para recuperar el tiempo perdido por tanta muerte, cada uno de los dos grupos (Asociación y Línea Fundadora) en el extremo opuesto de ese círculo alrededor de la Pirámide de Mayo que culmina con una estatua que representa a la Libertad. La libertad está inmóvil, mientras la memoria, la verdad y la justicia rondan alrededor.
Bajo una placa descansan las cenizas de Azucena Villaflor de De Vincenti, quien junto a las otras dos madres desaparecidas fue arrojada viva por los militares desde un avión al mar. La marea luego devolvió los cuerpos a la costa de Santa Teresita en enero de 1978.
En Línea Fundadora la única madre que ronda hoy -y sin bastón- es Nora, acompañada por unas 80 personas. El grupo crece de golpe porque se agregan como un borbotón unos 40 guardapolvos blancos de chicas y chicos de una primaria de Lugano que la rodean y marchan junto a ella con la bandera en la que se lee “30.000 detenidos desaparecidos. ¡Presentes!”.
Llora y ríe Norita porque al ver a los chicos se le agitaron la emoción y la alegría, lloran también las maestras y varios que disimulan. Los chicos la miran asombrados. Tres vueltas más tarde, ella se acerca a un micrófono con parlante. Este jueves habla de:
La impunidad estatal y judicial alrededor del atentado a la AMIA.
El proyecto de “servicio cívico voluntario” de Gendarmería para niños (editorializa diciendo: “Qué bestias”).
Recuerda junto a Beverly Keene, de Diálogo 2000, que la solitaria Madre de Ledesma (Jujuy) Olga Arédez, denunció en 2001 la creación de una policía infantil (niños uniformados que eran instruidos con armas de juguete). Y que en 2012 el gobierno de Cristina Kirchner ordenó cerrar 74 cuerpos de Gendarmes Infantiles en 17 provincias, que reunían a más de 6.879 niños.
De paso mencionan que Olga –que reclamó toda la vida por las desapariciones ocurridas durante el apagón en Libertador General San Martín- murió en 2005 por la contaminación de bagazo producida por Ingenio Ledesma. “Para abaratar costos no ponían los filtros en las chimeneas, y eso la intoxicó”, explica Nora.

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Denuncia cómo le prohibieron a su compañera de Madres LF, Vera Jarach, quien además es sobreviviente del Holocausto, dar una charla en el Colegio Nacional de San Isidro (“a lo mejor prefieren que vayan los de Gendarmería a dar clases de derechos humanos”).
Habla sobre una de sus obsesiones, el Hospital Posadas y la situación de sus trabajadores y pacientes (“el Estado achica y achica, es lo único que hace: hay que ir a acompañarlos”).
Informa que trabajadores de la textil Sport Tech, que estuvieron en la ronda y ocuparon durante dos años la fábrica quebrada en defensa de sus puestos de trabajo fueron autorizados como cooperativa, por el juez Horacio Robledo, a hacerse cargo de la empresa.
Presenta a gremialistas de Fabricaciones Militares (“no les tengan miedo, nada que ver con los milicos, son divinos”) movilizados contra los despidos y el achicamiento.
Recibe a Sergio Martínez, uno de los fundadores de El Algarrobo, asamblea de Andalgalá que con su movilización logró frenar la instalación del proyecto megaminero a cielo abierto Agua Rica. Sergio cuenta: “Hace poco cumplimos 500 marchas, cada sábado, reivindicando los derechos humanos, territoriales, a la salud y a la vida”.
Anticipa Norita el lanzamiento de una campaña para denunciar la deuda externa (y eterna) “porque hay gente que se queja en la verdulería, pero no entiende que lo que le pasa es consecuencia de que se están llevando los dólares y las riquezas, y cada dólar se paga con hambre en nuestro país”.

Memoria, verdad, justicia y Norita


Repudia por enésima vez la ilegal detención de Milagro Sala desde enero de 2016 (“no le encuentran nada y la someten a tortura psicológica las 24 horas del día”).
El tono de Nora es tan serio como lo sugieren los temas de los que está hablando; dice que el gobierno es “negacionista, inmoral y ladrón”, y oscila entre esas definiciones y el relato de lo que está sintiendo. “Hoy no hay buenas noticias para dar”, le dice a la gente que la escucha. “La buena noticia fueron esos chiquitos que vinieron de Lugano”.
Agrega: “No nos volvamos locos. Cada día me acuesto pensando ¿qué mal van a hacernos mañana? Es como que con cada acción, con cada decisión, quieren humillar. No lo logran, porque nos tienen que resbalar las cosas que dicen y hacen”.
La mujer y la gente se miran. “Siento que esta Plaza es mágica. Me siento feliz aquí. Me da pudor decirlo, con tantos desastres que pasan, pero es lo que siento viendo que tantas personas vienen, se encuentran, se abrazan, se reconocen”.
En ese momento repite tres veces: “30.000 detenidos desaparecidos y desaparecidas” y todos contestan “¡Presente!”. Y luego: “Ahora y siempre”. Nora, separando bien las sílabas, pronuncia tres veces la siguiente palabra: “Ven-ce-re-mos”.
Caminando hacia su bar favorito sobre Avenida de Mayo, para tomar un café que es parte del ritual de los jueves, quiere decirme algo sobre la magia, pero la detiene un grupo de chicas para saludarla y un joven, uniendo las palmas de las manos, pronuncia: “Gracias por existir”. Dice ella que jamás la cuestionaron ni la increparon por la calle. “Una sola vez, en una marcha por Cromañón, había un tipo muy borracho que me dijo de todo. Pero me había confundido con Estela de Carlotto. Que nos confundiera ya te muestra lo borracho que estaba”.
Otro grupo la reconoce, la saluda y le pide fotos. En los últimos tiempos cuando está en confianza Nora propone sonreír a la cámara diciendo “clítoris” en lugar de “whisky”.
Sigue la caminata y ella no pierde el hilo de lo que quería contar: “La magia no nace porque sí. La tenés que crear con tu espíritu. El espíritu de ver el lado bueno de la vida. Si no hacés magia con lo que te pasa, es imposible sentir que lo que hacés está bien, que te genera alegría. Sentir que no estás entre los mafiosos”.

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Comerse un pasaje

La primera vez de las Madres en Plaza de Mayo fue el sábado 30 de abril de 1977. El 15 había desaparecido Gustavo Cortiñas, el hijo mayor de Nora, secuestrado en la estación Castelar cuando iba a tomar el tren a las 8.45 rumbo a su trabajo en la Comisión de Valores. Militaba en la Juventud Peronista. Flaco, sonriente, bigote setentista, pelo largo.
En la casa de Nora hay una foto en la que se lo ve mirando a los chicos de la Villa 31, en la que militó con el padre Carlos Mugica. “Tiene un gesto que me parece dolorido y comprometido con lo que está viendo. Pero fijate los chiquitos, son iguales a los que ves hoy en las villas”. Se queda pensando: “Nuestros hijos luchaban por la justicia social. Pero hoy la brecha entre ricos y pobres es todavía mayor que cuando se tomó esta foto”.
Para esa mujer que había tenido que amoldarse al rol de ama de casa y profesora de alta costura, la desaparición del hijo representó el fin de muchas cosas. “Fue dejar la casa y salir a buscarlo. Y fue para todas igual. Mujeres comunes que no éramos de la academia, ni de los grupos de pensamiento. Pero hoy entiendo que ahí ya fuimos feministas. Ahí empezamos a romper”.
Aquel sábado inicial había pocos paseantes en Plaza de Mayo. Y 14 mujeres. Azucena propuso entonces ir los viernes. Nora, mientras tanto, buscaba en comisarías, en juzgados, hasta que empezó a ver a otras mujeres haciendo lo mismo, marcadas por la misma desesperación, que le contaron de las reuniones en la Plaza. Nora se sumó a la tercera. “Una madre muy católica y muy supersticiosa dijo que el viernes era mala suerte, día de brujas. Otra dijo que los lunes era día de lavar y limpiar. Quedó el jueves”. Acordaron las 15.30, salida de los bancos, el mayor tránsito de público en la zona. Las Madres nacieron para no ser parte de otros organismos ni partidos políticos. No tenían oficina: la crearon en la Plaza, sin techo ni puertas ni ventanas, para verse, intercambiar información, y hacerse ver. La policía dijo “circulen”, y jamás dejaron de hacerlo. En octubre de ese 1977 nacerían los pañuelos blancos, como modo de reconocerse entre la multitud durante una marcha a Luján: en realidad eran los pañales de tela (no existían los descartables) que guardaban para sus nietos, convertidos en un símbolo histórico de los derechos humanos.
Relata Nora que los varones y esposos no intervenían porque el horario era de trabajo. “Pasaba otra cosa. Al ver a los milicos algunos padres decían ‘yo le dije a mi hijo que no se metiera’ y cosas así. Entonces eso no servía. Las madres no hacíamos esas cosas”. Confrontaban. El lugar común indica que el dolor enceguece, pero Nora es de las que piensan distinto: “El dolor nos hizo ver. Nos fortaleció, y nos ayudó a ser claras”.
Empezó a entender algunas charlas que había tenido con su hijo: “Una vez me dijo: ‘¿Sabés que te pasa, mamá? Te falta calle’. Aprendí, ahora me pasé de calle” reconoce. “Más que en los libros, la concientización está en la calle. Esto significa moverse siempre. Y no pensar dos veces”.
Recuerda que fue varias veces presa con las Madres. “Una vez, los policías pararon un micro, bajaron a toda la gente y nos llevaron. En la comisaría teníamos dos variantes: pagar 30 centavos, o pasar 5 días de cárcel por escándalo en la vía pública. Había madres que decían “métanme presa, así me llevan con mi hijo”. Pero los tipos querían que pagásemos. Cuando me tocó, le di 60 centavos. ‘No señora, le dije 30’ me dijo, y le contesté: cóbrese lo de la semana que viene”.
Otra de esas detenciones ocurrió un día antes de un viaje que Nora debía hacer a Brasil con la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chicha Mariani. “Esa vez nos llevaban en patrulleros. Abrí la puerta y me quise tirar, pero el policía me agarró. Si no, me mataba; era la desesperación por escaparme. De golpe me di cuenta de que tenía el pasaje a Brasil. Yo creía que era algo clandestino, que si descubrían eso no sé qué iba a pasar y entonces lo agarré, lo fui rompiendo en pedacitos, y me lo comí”. El viaje finalmente se hizo, en plena digestión del pasaje, con Nora y Chicha intentando denunciar lo que se vivía y se moría en el país.
Moverse, salir, romper, confrontar, escandalizar, chocaba con la noción de familia tradicional y hogareña, y con su marido Carlos. “Los viajes, las marchas, las búsquedas. Y él tenía una cosa de celos. Hubo algunas veces que pensamos separarnos. Murió en 1994. Creo que no hubiera soportado todo lo que hago ahora. Pero bueno: la desaparición de Gustavo había sido un cambio total. Me largué a hacer lo que tenía que hacer. Y eso fue no volver atrás nunca más”.

Del Mundial al cannabis

Nora recuerda que usaban la parte del Café Tortoni que da a Rivadavia, durante el Mundial 78, para encontrarse con jugadores (“creo que eran holandeses, no recuerdo los nombres”) y periodistas extranjeros. O lo que vivió su querida Mirta Baravalle: “El marido estaba muy mal con la desaparición de la hija (Ana) y no podía creer que parecía que no pasaba nada mientras en el país había desaparecidos. El día de la final que ganó Argentina, después del partido se puso peor y se murió de un infarto mientras todo el mundo seguía festejando”.
Las Madres son un símbolo de muchas cosas, empezando por la valentía. Resulta casi de ficción imaginarlas plantadas en la Plaza frente a la Casa Rosada tomada por Videla & afines, infiltradas por Astiz y la ESMA, ignoradas y silenciadas, o en el mejor de los casos tratadas como “madres locas” por los diarios que se atrevían a mencionarlas. Nora agregó algo a su currículum disruptivo: en 1978 fue hasta la Mansión Seré, centro clandestino de detención y torturas, simulando ser una interesada en comprar el lugar para instalar un hogar de ancianos.
“No era que buscaba a mi hijo ahí, pero sabía que había gente. Entré al predio y hablaba en voz alta. No sé qué quería: hacer ruido. Que si había alguien supiera que había gente afuera. Un milico dijo ‘despachen a la señora’ pero yo seguía diciendo que me mandaban de la Municipalidad o cualquier cosa, y vi una canilla con manguera al lado de una ventanita que se ve que daba a un sótano, donde estaban los desaparecidos. Cuando se recuperó como Centro de Memoria, contaron que me habían escuchado, sin saber quién era”.
El alegre caos que es cada conversación con Nora, ahora en su casa, cambia de rumbo porque va a preparar café. Desde que cumplió 82 años le divierte decir que es mínima, vital y móvil.
Mínima: nunca escondió la edad, pero se niega a revelar cuánto mide. “Ni a mis nietos se los digo”. En el jardín hay una pequeña piscina de dos metros de largo y uno de profundidad. Nora guiña un ojo: “Me meto con salvavidas”.
Vital: parece inagotable, aunque no lo es. Sufrió hace dos años un ínfimo ACV. “Hablé dos horas después de eso en un acto, y parada. Ni yo lo puedo creer. Pero es un compromiso con nuestros hijos y nuestras hijas. No es un sacrificio para nada. Cada día es estar donde hay una injusticia”.
Móvil: sus idas y vueltas a Castelar en micros, trenes y subtes son una especie de gesta cotidiana en la cual la casi nonagenaria dama va a veces arrastrada por la multitud. “El otro día bajaba del tren. En el medio del gentío un chico que iba a subir me vio, tenía un chocolate, me dijo ‘gracias por todo lo que hacés’, me lo dio y subió. Me quedé en el andén con el chocolate llorando de emoción. Ni sé el nombre. Solo sé que era un chico del oeste”.
Hace dos años un golpe en el empeine le repercutió en un fuerte dolor de rodilla, y los médicos le dijeron algo fantasmal: tenía que dejar de marchar. Problema de meniscos. “Te imaginás, yo lo que tengo son menisquitos”. Por eso fue al debate en el Senado sobre el aborto seguro legal y gratuito en silla de ruedas. La actual vicepresidenta Gabriela Michetti la saludó educadamente al verla, y más tarde ordenó que le prohibieran el ingreso al recinto, por lo que Nora vio el debate por televisión en el despacho de Pino Solanas.
“El año pasado me regalaron la crema de cannabis y me la empecé a poner en la pierna. De a poquito, te diría que en un mes o dos, dejó de dolerme totalmente, y pude volver a caminar con bastón primero, y cada vez mejor”. Del pronóstico de inmovilidad Nora pasó a abandonar la silla de ruedas, el bastón parece cada vez más un adorno, y no deja de estar en todas partes. “Ahora en vez de bombones me regalan cannabis”. En el jardín, además de la santa rita, las azaleas y los potus, crecen dos robustas plantas de marihuana.

Feminismo, grieta y hambre

Tiene docenas de muñecas que le han regalado, varias son Noritas con pañuelo blanco y hay una con pañuelo verde. Muestra una remera con una frase que ha hecho célebre: “Ser feminista es una cosa bárbara”. El lema forma parte del Norita Fútbol Club (Las Noritas) equipo femenino que participa en la Liga Nosotras Jugamos. En la delantera de Las Noritas juega su nieta Lucía. “Y yo pedí que me den la 10”, explica la abuela, que además está asombrada porque ha sido llamada a dar una charla por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
¿Qué es lo peor que vivió, además de la desaparición de Gustavo? “La desaparición de las tres madres. Veías que los militares no se saciaban ni con los miles que se habían llevado”.
¿Lo mejor? “La resistencia de la gente, de los pueblos. Si no fuera por la resistencia pacífica y prudente que tiene este pueblo ya estaríamos con las patas de los norteamericanos acá adentro. Hay espacios que parecen pequeños pero que van frenando, sin saberlo, los avances de la derecha”.
Reconoce que fue un dolor también la separación de Madres, en 1986. “Algunas nunca dejamos de sentir que no tendría que haber ocurrido. Pero había mucha diferencia sobre las metodologías y nosotras, en Línea Fundadora, queríamos ser horizontales e independientes”. No quiere hablar demasiado sobre las diferencias en la propia Línea Fundadora. “Lo que reivindico es esa independencia, la mirada crítica. En el anterior gobierno creían que la crítica era mala leche, y eso no es cierto. Yo reconozco que lo que se hizo con el tema de derechos humanos fue histórico. No pensábamos que íbamos a ver a los genocidas juzgados. Pero eso no quiere decir que una se calle cuando hay cosas como el apoyo al modelo extractivo, o poner a (César) Milani al frente del Ejército”, explica, críticas que hizo extensivas a la Ley Antiterrorista, el pago de deuda externa, la tragedia de Once, el INDEC, el Proyecto X, y toda área atacada por políticas oficiales, el modelo científico con Lino Barañao al frente, el modelo sojero, la minería a cielo abierto, la violencia institucional, la discriminación a los pueblos originarios, entre muchos etcéteras que hicieron que no fuera ella de las participantes en los actos emitidos por cadena nacional. “Nuestra función es otra desde siempre: es ser independientes de los partidos y del Estado”.
Cuenta que su nieto Damián, el hijo de Gustavo, fue siempre partidario de la gestión kirchnerista. “Pero yo decidí que no voy a perder amigos, familiares ni ideales por la política partidista. Entonces hablábamos de cualquier otra cosa. Pero desde que está este gobierno sí que volvimos a hablar de política”, dice riéndose.
Sobre lo electoral: “Estoy mirando. No decidí qué hacer”. Una pista: en una de las últimas elecciones Nora fue con un marcador. Tomó una boleta y escribió: 30.000 detenidos desaparecidos. No al extractivismo. No a la persecución a las comunidades indígenas. No a la deuda externa impagable, inmoral y odiosa. “Lo puse en el sobre y voté. Me lo habrán anulado. No importa, saben que estuve ahí”, cuenta. “Y digo sí a la justicia, a la verdad, a la memoria, a la resistencia, a los juicios hasta que se condene al último genocida y a la recuperación de la identidad de todos los jóvenes que fueron niños apropiados por el terrorismo de Estado”.
En el área de derechos humanos cree que la gran cuenta pendiente es que se conozcan los archivos militares. “Es una burla que no los entreguen. Registraban todo, hay pruebas, y eso permitiría saber qué ocurrió con cada persona desaparecida. Pero es una decisión política que ningún gobierno quiso tomar”.
¿Cuál es su principal preocupación hoy? “El hambre. Estamos cada vez peor. Más hambre, pobreza, desocupación. Es una época de destrucción. Pero no tenemos que dejar que nos llegue el odio. Hay que resistir, pero no tenemos que perder la sonrisa, que nos hace fuertes: es lo mejor que podemos tener”.
Está perpleja Norita porque su biznieta Camila, 9 años, le dijo que los besos y los abrazos contagian gérmenes. “Pero el abrazo y las caricias estimulan las endorfinas que son lo que dan ganas de vivir. Cuando alguien está enfermo, lo acariciás, le das la mano y eso es terapéutico por las endorfinas. Así que en eso sí que tengo partido: soy partidaria de los besos y los abrazos”.

La ley

Las Madres son cada vez menos. “El año pasado murieron cuatro. Las sentimos mucho”. ¿Cómo imaginar las cosas cuando ya no queden Madres? “Yo no me imagino nada. Nunca digo que esto va a ser así o asá Lo que creo es que siempre hubo etapas con determinadas personas que vivieron y luego murieron. Es la ley de la historia, y de la vida. Ojalá nunca más tenga que haber Madres porque hay genocidios y represiones. Pero en nuestro caso, de algún modo estaremos en la Plaza. Y entonces habrá que ver qué es lo que nace” dice sin miedo y sin nostalgia, haciendo bailar esa sonrisa alimentada en la calle con abrazos y resistencia, besos y valentía, magia y endorfinas.

Memoria, verdad, justicia y Norita
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La Ronda, en la mirada de Nora Lezano

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Sexta entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo. Esta cobertura, realizada por Nora Lezano, corresponde al ritual del jueves 14 de marzo.

La Ronda es una iniciativa autogestiva coordinada por la editora Claudia Acuña y la fotógrafa Alejandra López. Todas las semanas, unx fotografx registra la ceremonia de circular alrededor de la Pirámide de Mayo, que se sostiene hace más de 40 años.

Todo el material colaborativo será entregado a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos.

“Nunca había estado en una Ronda.

Le pedí a una amiga que me acompañara. Sentí que se jugaba por un lado algo emotivo inmenso y por el otro el miedo a lo incontrolable. Jamás hago fotos en la calle justamente porque adentro de un estudio puedo controlar todo. Antes de salir para la Plaza dejé en mi casa un llanto espeso. El día estaba nublado. Ese llanto tenía la exigencia de haberme comprometido a resolver algo desde un lugar del que no estoy acostumbrada pero también el nerviosismo de saber que iba a vivir una experiencia de la que iba a salir profundamente atravesada”.

“Y así fue que me hice parte de esa ceremonia, fluyendo en círculos con mi cámara, acompañando esa fuerza indestructible del sostener. Donde nada importaba más que SER esa RONDA”.

Sobre Nora Lezano

Fotógrafa y artista visual.

Comienza a desarrollar su trabajo en la década de los 90. Sus retratos de músicos constituyen una parte representativa de su obra.

De 1992 a 2008 trabajó como fotógrafa institucional del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En los años 2000 y 2001 la Secretaría de Cultura y Comunicación de la Nación le encargó las coberturas de los ciclos “Argentina en vivo 1 y 2”, el “Festival Internacional de Jazz”,  la “1era. Semana Argentina en Madrid”, “La historia en su lugar” y “Música clásica en los caminos del vino”.

Trabajó como fotógrafa, directora, iluminadora y videasta para proyectos performáticos, de artes visuales y cinematográficos.

Publicó en forma independiente el libro Sin sueño se duerme también y Communitas (Planeta) -en coautoría con E. García Wehbi-.

FAN, la retrospectiva de sus años en el rock, se presentó desde el 2015 a la actualidad, en la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario, el Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata, el Museo Boggio de Chivilcoy, la Biblioteca del Congreso Nacional, la Casa de la Cultura de Entre Ríos; el Centro Cultural San José, de Olavarría,  el Museo de Bellas Artes de La Plata, el Espacio Contemporáneo de Arte Eliana Molinelli de Mendoza, la Planta Alta de la Estación Belgrano, en Santa Fe y en la Universidad Nacional de Quilmes.

Junto a las fotógrafas Andy Cherniavsky e Hilda Lizarazu, en el Palais de Glace, presentó la muestra LOS ÁNGELES DE CHARLY, una celebración a la obra de Charly García.

INVENTARIO, que incluyó una serie de objetos, fotografías y material fílmico y sonoro del archivo personal de la artista, además de una performance, se presentó en la Bienal de Performance 2019.

Desde 1996 sus fotos ilustran el suplemento RADAR del diario Página/12 y desde el año 2015 realiza las fotos de los calendarios de la Fundación Viva la Vida por el Bienestar Animal.

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Nota

La Ronda, en la mirada de Martina Perosa

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Quinta entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, que se propone transmitir el valor de la constancia, de los pies en el espacio público, de la gota a gota que horada la piedra, la no violencia contra la violencia, su valor social, su peso histórico, sus 40 años de coreográfico diseño: media hora, todos los jueves. Esta cobertura fue realizada por la fotógrafa y artista visual Martina Perosa.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

La Ronda, en la mirada de Martina Perosa

“Desde hace tiempo me interesa la relación entre fotografía y movimiento. Hay un trabajo que me parece muy interesante, que me inspiró en esta búsqueda, que es la serie fotográfica de Muybridge que logra documentar el rápido trote de un caballo en el aire. Mediante esta serie intentaba demostrar, frente a la teoría opuesta de algunos periodistas deportivos, que hay un momento de la carrera en el que los cuatro cascos del equino están en el aire. Esas series en movimiento abrieron una nueva discusión en la historia de la fotografía, que incluso dieron comienzo al cine”.

La Ronda, en la mirada de Martina Perosa

“Siempre me interesaron estos cruces interdisciplinarios entre las diferentes ramas artísticas como el cine, la fotografía y la danza. Pensando la ronda de Plaza de Mayo, me punzaba mucho la idea de coreografía. Una repetición constante todos los jueves, durante cuarenta años, por media hora. Una serialidad. Una duración y tiempo concreta. En un espacio determinado. Unos cuerpos, y una relación entre ellos, con una calidad de movimiento que a lo largo de los años fue mutando según el contexto: explosivo, suave, sutil. Y una música que hilvana el movimiento, los sonidos de la calle y el grito popular”.

La Ronda, en la mirada de Martina Perosa

Sobre Martina Perosa

Artista visual, nacida en la ciudad de Buenos aires. Su formación se centró en distintas disciplinas artísticas, que hoy confluyen en su obra. Estudió cine, indagó en el teatro, la performance y danza contemporánea y luego se especializó en talleres de fotografía y  clínicas de obra. Esta multiplicidad de intereses le permitió construir una mirada interdisciplinaria sobre la fotografía con un principal interés en el movimiento, y en la potencia de la imagen para construir ficción y contar historias. En 2019 editó su primer fotolibro “Shinsekai”, finalista del Premio Publicación Latinoamericano en el FELIFA 2021 y en diciembre 2023 editó su segundo fotolibro Proyecto Dallas.

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