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“¿Cómo quieren pasar a la historia?”: la pregunta de las estudiantes a Diputados por el #AbortoLegalYa

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En el día en que se tomaron 13 colegios en la Ciudad, más de 20 jóvenes de diez secundarios distintos se reunieron en MU para hacerles llegar a los Diputados la carta que exige #AbortoLegalYa. Sus relatos –y sus acciones-trazan una línea muy clara de reclamos que van desde la urgente aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral hasta cómo frenar la violencia machista, haciendo pie en el aborto. La razón de las tomas, las amenazas de las autoridades y gobiernos, y la voz lúcida de la Generación Verde que está a la altura de la Historia: “No les tiene que temblar la mano para votar: tienen todo nuestro apoyo”.

“¿Cómo quieren pasar a la historia?”: la pregunta de las estudiantes a Diputados por el #AbortoLegalYa

Las estudiantes de diez colegios de Buenos Aires entregan la carta con más de mil firmas a las diputadas Donda y Ferreyra.
Foto: Martina Perosa


Hay reuniones históricas que parecen pasar desapercibidas, pero que suelen transformar eso que llamamos, en mayúsculas, la Historia. Hoy, más de 20 estudiantes de escuelas secundarias de Buenos Aires -en general delegadas de los centros de estudiantes- se reunieron en MU para pedirles a los diputados y diputadas que voten a favor del aborto legal. La excusa fue la entrega de la Carta que una semana antes habían comenzado a firmar también en MU, y que durante estos días siguió sumando firmas en cada colegio. El resultado: más de mil  mujeres de diez colegios distintos –“y siguen”, dicen-, que hoy fueron entregadas a las diputadas Victoria Donda y Araceli Ferreyra, de Corrientes, que se acercaron a recibir la Carta y escuchar a las jóvenes.

Qué dijeron

Las jóvenes estudiantes son la noticia del día, pero no por este encuentro histórico (con diputadas, pero sobre todo entre ellas), sino porque en muchos de sus colegios los estudiantes decidieron hacer una toma, vigilia o “pernoctazo” hasta el miércoles en que se decida la votación. La causa: mostrar el contundente apoyo del estudiantado de los secundarios a favor del aborto legal, que se visibilizó en una inédita toma conjunta, pero que no es novedad ni capricho.
En una consulta impulsada por la Federación Universitaria de Buenos Aires, la Coordinadora de Estudiantes de Base, la Coordinadora de Estudiantes Terciarios y la Federación de la Universidad Nacional de las Artes, 30.000 estudiantes se pronunciaron recientemente a favor del aborto legal en todo el país. Un 90% del total de consultadxs.

“¿Cómo quieren pasar a la historia?”: la pregunta de las estudiantes a Diputados por el #AbortoLegalYa

Las jóvenes reunidas en MU, compilando las planillas de firmas de los distintos colegios previo al encuentro con diputadas.
Foto: Martina Perosa


Las estudiantes vienen sosteniendo este reclamo desde hace años, no sólo como una bandera sino como una realidad palpable día a día: a fuerza de atender dolorosas historias de abortos, abusos y violencias, y de paliar al final el incumplimiento de la Ley de Educación Sexual Integral, sancionada hace 12 años, pero de escaso cumplimiento en las aulas.
Hasta el cierre de esta nota eran 13 las escuelas tomadas por estas precisas e históricas razones. Y al menos otras siete escuelas votaron una serie de medidas también para mostrar su apoyo a los diputados que voten por el aborto legal.

Las tomas y los temas

En el Carlos Pellegrini la toma se votó tres veces: en la asamblea de la mañana, en la asamblea de la tarde y en la asamblea de la noche. Dos carteles decoraban la puerta de la calle Alvear abierta a medias, sosteniendo los principales reclamos: “Aplicación de la ESI” y “Aborto Legal Ya”.
La votación, calcula Natalia, vicepresidenta del Centro de Estudiantes del Pellegrini, tuvo un apoyo de más de 500 estudiantes, que votaron una vigilia desde el 11 hasta el 14 de la votación en el Congreso. Ese día, los varones se quedarán en el colegio, mientras las mujeres harán la vigilia pero frente al palacio legislativo.
La escuela pionera en plantear la toma como medida para empujar el aborto legal fue el Yrurtia, de Parque Avellaneda, y además del Pellegrini le siguieron el colegio Julio Cortázar, la escuela técnica Fernando Fader, el Mariano Acosta, la Escuela de Cerámica N° 1, el Normal n° 6, el Normal n° 1, el Instituto De Enseñanza Superior en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández”, la escuela Rodolfo Walsh y la Escuela Osvaldo Pugliese. Otros dos colegios también realizaron vigilias, pero del lado de afuera del edificio.

“¿Cómo quieren pasar a la historia?”: la pregunta de las estudiantes a Diputados por el #AbortoLegalYa

Foto: Martina Perosa


“Se venía pensando en el pernoctazo y como vimos la situación complicada en Diputados, decidimos pernoctar a partir del último módulo de cada colegio”, explica Agostina del colegio Cortázar, donde calculan que la votación para la toma fue de 100 votos a favor contra 8 en contra.
En el Pugliese, cuando las jóvenes entraron a MU, todavía la asamblea estaba decidiendo la medida. Las chicas adivinaban la decisión final: “Se va a tomar”. Y las otras respondían: “Bien, fuerza”.
En una ronda improvisada, mientras se juntan las firmas de los diez colegios que llegaron a reunirse hoy, las jóvenes comparten sus experiencias: “En el Acosta la rectora duerme con los chicos”, cuentan la excepción. “En el Pellegrini el rector también está a favor del aborto y permitió las asambleas”, relatan.
Las chicas comparten que en otras siete escuelas las asambleas votaron en contra de la medida de la toma, pero que acompañarán con la vigilia del miércoles en el Congreso. Uno de los argumentos: “Decían que era quitarles días a los trabajadores del establecimiento… ¡Las trabajadoras del colegio también abortan! Entiendo el lugar de presión que tienen los directivos pero no deberían separarse de esta lucha porque no es solo estudiantil, sino docente y de toda la comunidad educativa y los cuerpos gestantes”.
En la ronda también salta la indiginación ante dos casos concretos: en el coelgio Fader y en el Buenos Aires el agua apareció cortada de manera sincrónica el día de la asamblea decisiva. La interpretación es clara como el agua: “Suspendieron las clases por agua para vaciar las asambleas”. En el Manuel Belgrano tocó justo la desinfección, igual que en el Yrurtia, donde los jóvenes igual avanzaron.
Actas, ausentes, intimidación de los directivos. Las chicas relatan todo tipo de trabas institucionales y hasta amenazas que bajan desde el Ministerio de Educación porteño. El Lenguitas es otro caso: “Hay amenaza de usar el protocolo antitomas”, relatan las jóvenes a lavaca. Ese protocolo exime a los rectores de la responsabilidad de las tomas y la traslada a los padres de las chicas y chicos. “Eso perjudica a los colegios menos organizados”, analizan y cuentan que, si bien la medida se encuentra trabada por la Justicia, el rumor que baja de arriba es que podría entrar en vigencia este miércoles 13 ante una nueva reunión de las autoridades. La toma no es un impedimento: las del Lenguitas decidieron hacer una peña el miércoles, y quizá un pernoctazo de cara a la votación.
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Jóvenes del Pellegrini, en la puerta del colegio.
Foto: Martina Perosa


Una joven del Manuel Belgrano de Barracas cuenta desde adentro: “Hicimos pañuelazos, nos movimos mucho para hacer medidas para el miércoles y hoy teníamos pactada una asamblea. Se dio que, de un día para el otro, el viernes a las 16:20 cuando nos estábamos yendo, nos avisan que el lunes hay una desinfección en el colegio”. La jugada habla de las maniobras de las autoridades para evitar las tomas: “En el Buenos Aires nos pasó lo mismo”, cuenta otra. “Dijeron que no había agua y suspendieron las clases, y por eso las asambleas. Igual nos quedamos afuera haciendo vigilia”. Cortázar: “Nosotras el miércoles hacemos asamblea para ver qué medida tomamos. Queremos pernoctar o hacer una juntada o ir a la vigilia”.
Pellegrini: “No es la primera toma que hacemos por estos reclamos. Está en particular es por el proyecto de ley que se va a votar el miércoles, pero ya hicimos una toma multitudinaria en colegios que tuvo como principal reclamo la Ley de Educación Sexual Integral. Nos estamos organizando como movimiento estudiantil para que el proyecto efectivamente salga porque es la séptima vez que estamos impulsando”.
Lenguas Vivas: “La educación sexual nos la pusimos al hombro. Durante el verano tuvimos que organizar un movimiento de mujeres en el que teníamos que denunciar a nuestros propios compañeres que ejercían violencia. Y este año se vino toda una ola verde, feminista, que hizo que ya las personas de primer año vinieran con el pañuelo: es muy emocionante, y a la vez nos da un dolor impresionante cargar estas cosas sobre nuestras espaldas”.
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Foto: Martina Perosa

Las mujeres contra el Estado

Recapitulemos: en al menos 20 colegios de la Capital Federal se están gestando asambleas que no plantean otra alternativa que aprobar la ley de aborto legal. ¿Por qué sucede esto en este sector social? Recapitulemos: “Somos las que abortamos en la clandestinidad, somos las que no recibimos educación por parte del Estado: ya es hora”.
Las jóvenes retoman la (in)experiencia de la Ley de Educación Sexual Integral por algo bien concreto: saben lo que es ver parir una ley y que nunca se cumpla. “No hay que ser conformista porque hay que ver si se cumple y cómo se aplica si sale la ley de aborto”, aseguran. Retomando los debates legislativos de voces a favor y en contra, argumentan: “¿Escuchamos decir que salvemos vidas y que ahora les preocupa la educación sexual? Hay una ley que hace 12 años está y nunca les importó”.
Juanita, del Cortázar, se formó como promotora en salud sexual para poder impartir clases a sus compañeras. Es decir, para poder hacer lo que el Estado no hizo por ella y por ellas. Dice: “La ESI no sólo es métodos anticonceptivos. Son todas las cuestiones relativas a la sexualidad, entre ellas el aborto. No es sólo entregar pastillas”. Y cierra: “No puede ser que la salud sexual la hagamos nosotras y no el Estado”.
Otra joven pone el dedo en la llaga: “Hacemos todo lo posible para no llegar al aborto y el Estado hace todo lo posible para que nos embaracemos. Se preocupan cuando somos madres, por el embarazo adolescente, pero les falta el antes y el después. Falta el aborto”.
Otra: “Aparecen cuando es nuestra decisión, pero antes no nos ayudan a no quedar embarazadas”.
Las chicas cruzan datos: “En nuestro colegio no hay embarazadas, pero no porque no haya embarazos: los hay, y abortamos”. Una acota: “Eso es porque es de clase alta”. En el colegio García Lorca, de Paternal, Sofía calcula un promedio: 3 de cada 10 estudiantes tienen hijos. “Lo que no tenemos son denuncias de violencia: eso nos preocupa más”. Otra suma: “En nuestro colegio una embarazada se tuvo que cambiar de colegio por vergüenza. El padre, no”.
Juanita retoma el hilo del reclamo: “Autogestionamos la salud. Me capacité en promoción de salud para darle contenido a mis compañeros: el Estado no me contó ni cómo poner un preservativo. Y cuando interviene, interviene mal”.
Sofía, del Lorca: “No es normal que tengamos que usar el 90% de nuestro tiempo en reclamar derechos básicos”.

“¿Cómo quieren pasar a la historia?”: la pregunta de las estudiantes a Diputados por el #AbortoLegalYa

Foto: Martina Perosa


Juanita: “Nos enfrentamos a situaciones que no estamos capacitadas. Por ejemplo, en mi colegio denunciaron a la persona con la cual yo construía el centro de estudiantes y me había postulado. Y me encontré haciéndome cargo de una situación de la cual no podía, porque emocionalmente no me daba. En el Cortázar estuvimos años pidiendo un puesto de psicólogo y no nos daban, y se consiguió finalmente. Luego armamos un gabinete interdisciplinario desde una perspectiva de género. Todas esa cuestiones llevan a que nos tengamos que responsabilizar nosotras y ocupar un gran bache: el del Estado”.
Agostina, también del Cortázar: “La realidad es que las comisiones de género y espacios de mujeres nos damos cuenta que no damos a basto. No nos la psiquis ni el cuerpo para cubrir estas problemáticas. No tenemos educación sexual ni protocolos contra la violencia que aseguren nuestra salud en colegios. Tenemos casos de preceptores que acosan a compañeras de primero y segundo año, tenemos violencia, relaciones tóxicas todo el tiempo, en todos los años, en todos los cursos. Todo el tiempo estamos nosotras poniendo el cuerpo en situaciones de las que somos víctimas. Nos sentimos orgullosas en ser promotoras de salud, pero no es nuestro deber ni nuestra responsabilidad: es la de ustedes”.
“¿Cómo quieren pasar a la historia?”: la pregunta de las estudiantes a Diputados por el #AbortoLegalYa

Foto: Martina Perosa

El reclamo en 10 frases

Reunidas frente a las diputadas Victoria Donda y Araceli Ferreyra, las jóvenes hacen una ronda para contar las experiencias colegio a colegio. Deciden hablar todas, dicen, porque “no vinimos acá a hacer número: somos representativas y tenemos algo que decir”.
La clase, entonces, se da vuelta: las diputadas escuchan, en silencio. Las jóvenes les hablan a ellas, pero el mensaje que quieren hacer llegar tiene –y lo dicen- otros destinatarios: los diputados que están dudando o votarán en contra del aborto legal.
A ellos y ellas, entonces, las estudiantes les dirigen palabras que no son consignas, sino miradas lúcidas y claras:

  • “¿Van a hacer algo o no van a hacer nada?”
  • “¿Cómo quieren pasar a la Historia? Pueden pasar a la Historia como que hicieron algo por los derechos de las mujeres, o  como cómplices de 500 mil muertes”.
  •  “Si no se aprueba nadie se va a su casa”.
  • “Ya no estamos en los´50: nosotras ya superamos el tabú, lo podemos decir”.
  • “Estamos mostrando la fuerza del reclamo. Ustedes pueden ignorarlo o verlo. A pesar de que voten en contra nosotras abortamos igual. Sólo les pedimos que legislen”.
  • “El embarazo adolescente no arrasa con nuestros estudios: arrasa con nuestras vidas”.
  • “La potencia nuestra es que ellos no van al colegio hace mil años y nosotras sabemos los abusos, los abortos, las embarazadas”.
  • “No los tiene que temblar la mano para votar. Tienen todo nuestro apoyo”.
  • “Estamos a la altura. Hay que ver si ustedes también”.

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Romo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”. José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, profesores, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Romo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

Un abrazo contra la motosierra

Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando fue el atentado fue este hospital el que recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

Un abrazo contra la motosierra

Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El Hospital Escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimentan la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

Un abrazo contra la motosierra

Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

Un abrazo contra la motosierra

Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo: -No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

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Una muela, zapatos blancos y un charco. Un edificio llamado Máquina de escribir. Flores amarillas frente al mar, un dibujo de puño y letra. Lo narco las drogas. Su paso por Buenos Aires y la señora que venía de la verdulería. La memoria, lo real, las mujeres, el ambiente, el fin de la humanidad. El Nobel, los diluvios, las pestes, las guerras eternas. Las respuestas de la vida frente a los sordos poderes de la muerte. La cordialidad, la generosidad, el humor. Hace diez años murió Gabriel García Márquez, dicen. Lavaca publicó esta nota -estos recuerdos- aquel día, cuando se conoció la última noticia sobre ese escritor que nunca dejó de sentirse cronista, y decía que el periodismo es el mejor oficio del mundo.

Texto: Sergio Ciancaglini, lavaca.org
El señor Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo:
-No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

Yo sabía que García Márquez había rechazado contactos con un enviado de Times, con periodistas de la televisión japonesa, y con suecos indescifrables. Un humilde cronista argentino quedaba naturalmente fuera de juego. Le respondí que lo compadecía, y que frente a un dolor de muelas no había argumento, clemencia, ni ruego que esgrimir de mi parte. Cuando me estaba despidiendo desolado, me detuvo:
-Pero a las 3 de la tarde puede ser. Voy antes al dentista, a ver si lo soluciona.
Esa historia revolotea en mi cabeza desde hoy, cuando estaba con Osvaldo Bayer grabando el programa de radio Decí Mu, y nos interrumpió el teléfono. Osvaldo atendió, dio media vuelta, anunció: “Murió García Márquez”, y me dejó alborotados los ojos, las neuronas y el corazón.
Revolotea la historia porque aquella tarde me encontré con un escritor que cambió la historia de la literatura, que había ganado el Nobel, pero que fue capaz de decirme: “Todo eso está muy bien, pero yo me siento periodista”. Quisiera contar lo que aún no he olvidado de aquel encuentro para mí inolvidable.
García Márquez volvió efectivamente a las 3 de la tarde, bajó de su Mercedes, y miró preocupado el charco oceánico que un aguacero de Cartagena de Indias, Colombia, le había instalado en la playa de estacionamiento. Llevaba zapatos blancos, pantalones blancos y guayabera blanca, como cantante de sábado televisivo. Cruzó el charco apoyándose en los tacos. Al llegar a la otra orilla nos dijo “pasen por favor” a mí y al fotógrafo, enviados por una de las autodenominadas “revistas de actualidad” a cubrir las noticias sobre un asunto entonces llamativo, letal para los colombianos e incomprensible para nosotros: el narcotráfico.
No existían los celulares ni Internet, o sea que todo esto se ubica en la prehistoria de 1984, con la carambola de estar en el charco correcto, y de que un dentista providencial había rescatado del dolor a su paciente. García Márquez nos hizo subir. El edificio tenía balcones escalonados hacia la playa: lo llamaban Máquina de escribir. El departamento tenía dos ambientes, con vista al mar, una verdadera máquina de escribir (¿Olivetti, Remington, dónde estará la revista donde publiqué la nota?). El escritorio miraba al mar. Y había flores amarillas que siempre conviene tener a mano, explicó, para ahuyentar a la mala suerte.
Me planteó que no aceptaba hablar si lo grababa o si tomaba notas. Me dijo algo más o menos así: “No me gustan los grabadores, prefiero que conversemos con libertad, y que todo dependa de tu atención. Luego tú escribirás lo que te parezca, y eso es un beneficio para mí: los periodistas me mejoran. La memoria mejora a la realidad”.

Gabo en Argentina
La publicación original de Cien años de soledad ocurrió en Argentina gracias a una editorial llamada Sudamericana, que ya no existe. Fue en mayo de 1967, plena dictadura de Juan Carlos Onganía, y el lanzamiento fue acompañado por una entrevista realizada por Ernesto Schóo, editada por Tomás Eloy Martínez y publicada en tapa por la revista Primera Plana que dirigía Jacobo Timerman.
García Márquez me contó que el éxito del libro fue inmediato. “Ahí, en Buenos Aires, empezó todo”, me dijo. Sudamericana había dispuesto editar 5.000 ejemplares, lo que para Gabo era un despropósito y el augurio de un fracaso para el libro de un desconocido escritor colombiano. Pero esa primera edición se vendió en 15 días, y la segunda fue de 10.000 ejemplares. En junio Gabo llegó a Buenos Aires. Me contó que viajó con Mercedes Barcha, su esposa: “Estábamos en un café y vimos pasar a una mujer que llevaba la bolsa de sus compras, con lechugas y tomates y Cien años de soledad”. La pareja fue al Instituto Di Tella a ver una obra de Griselda Gambaro, y el público los ovacionó de pie. Mientras él me lo contaba, todavía asombrado, yo recordaba que eran tiempos de The Beatles, revolución cubana, hippies, peronismo clandestino, rebeliones nacientes y todos los embriones de cambio, desventuras y utopías que se desplegarían en los años siguientes.
Cien años de soledad fue el libro de la época, y de varias generaciones. Tengo las dos ediciones que mis padres compraron para poder leerlo en simultáneo. Macondo era una patria. Entre la feria y la intelectualidad, miles de libros seguían vendiéndose y además se exportaban. El éxito se contagió en Europa, esto avivó el interés por otros autores (Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa) y estalló el llamado boom de la literatura latinoamericana. “Buenos Aires fue generosa conmigo. Nunca volví. No sé por qué. Tal vez por una superstición: a un lugar donde todo fue tan perfecto, quizás convenga no volver” me dijo, o creo que me dijo, mirando el Caribe.

Periodismo, droga y entusiasmo
Aquel día de 1984 García Márquez me contó una novela que estaba intentando escribir. No tenía título. Al año siguiente la reconocí ya publicada: me había anticipado El amor en los tiempos del cólera. Pero me dijo que pese a todo se seguía sintiendo fundamentalmente un periodista. “Escribo literatura como periodismo, con método. Todos los días intento tener dos páginas listas” me dijo sobre algo que hoy habría que traducir a unos 5.000 caracteres. “Tienen que estar impecables, sin tachaduras. Y tengo un truco: siempre dejo escrito el comienzo de lo que pienso escribir al día siguiente, para que me resulte más fácil comenzar”. Pero varias veces explicó esa idea de no diferenciar ambos oficios. “La crónica es como un cuento o una novela sobre algo real”. Algo más: “Tanto en la literatura como en el periodismo hay que ganarse al lector, capturarle el interés para que se quede leyendo”.
Planteó una teoría sobre las redacciones de periódicos y revistas: para él están puestas de cabeza, invertidas. El staff de las publicaciones ubica en el rol principal a directores y jefes que engordan junto a un escritorio y editorialistas que monologan desde su propia jaula.
“Pero ese esquema debería ser exactamente a la inversa. Los cronistas son quienes cumplen la labor principal porque son los que están afuera, donde las cosas ocurren”. En vista del contexto colombiano le pregunté si alguna vez se había drogado para escribir y me contestó: “No me hace falta. Yo nací drogado”.
Un detalle: fue la única vez en mi vida que pedí un autógrafo. En Cartagena sólo conseguí un ejemplar de El coronel no tiene quien le escriba. Le expliqué que no era para mí sino para mi novia. “¿Se llama la señorita?” Se lo dije. Dibujó un tallo, cinco pétalos, y escribió: “Para Claudia, con una flor. Gabo 84”.

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Aquel día, además, me regaló los seis tomos de su obra periodística, publicados por la editorial Oveja Negra. Y organizó todo para que, una vez en Bogotá, un auto con su chofer fuera a buscarnos al hotel para llevarnos al aeropuerto. “Así van más tranquilos” dijo, y nunca supe si se le había cruzado alguna sombra para disponer ese viaje. Nunca pude evitar recordarlo como una persona amable, entusiasta, alegre, generosa.
Con el tiempo entendí que esa cordialidad, ese entusiasmo, ese interés por el otro, era un modo ético y hasta político de pararse frente a la vida.

Ideas
En sus obras periodísticas pude leer las primeras crónicas que publicó en El Universal, de mayo de 1948, cuando era un chiquilín de 21 años. La primera celebra que se suspendió el toque de queda militar, al que define como símbolo de una decadencia. “Con este mundo materializado donde los peces de colores tienen que abrirle agua a los submarinos, con esta civilización de pólvora y clarines, ¿cómo se nos puede pedir que seamos hombres de buena voluntad?” y plantea que quizás ahora la gente pueda ir a dormir mansamente “antes de que los relojes doblen la esquina de la medianoche”. Luego escribe sobre indios, negras, retratos de la ciudad y de la época. Escribió sobre cine, sobre deportes, sobre todo. La pasión por conocer y por contar lo que el mundo estaba desplegando ante sus ojos.
A fines de los 50 García Márquez participó en Cuba con los argentinos Jorge Massetti, Rodolfo Walsh y Rogelio García Lupo en los primeros pasos de Prensa Latina, idea que puso en marcha Ernesto Guevara, hasta que el lado soviético de la vida isleña desplazó a este elenco por otro más dócil.
García Márquez nunca perdió la afinidad con el propio Fidel Castro. El director argentino Eduardo Mignogna contaba que cierta vez, invitado a La Habana, estaba comiendo con García Márquez cuando el propio Fidel cayó de improviso y comenzó a hablar con sabiduría de crítico sobre la historia del cine argentino, mientras Gabo se quedaba irremediablemente dormido en un rincón. Pero más allá del sueño o de los discursos de Fidel, García Márquez se plantó en defensa de Cuba como una cuestión cultural y estratégica frente a los Estados Unidos y la densa idea de controlar vida y obra del resto del continente.

Las ventajas de la vida
Cuando me contó la noticia, le pregunté al propio Osvaldo Bayer sobre Gabo: “Tenía mi edad, pero yo aprendí de él. Es el mejor escritor que ha tenido Latinoamérica. Aprendí con él a amar la literatura, ver las cosas que se pueden hacer y crear. Para mí fue un hombre que luchó por la libertad, o sea un libertario, y cumplió la misión que tiene un intelectual: escribir para todos, para mejorar la sociedad, y para seguir soñando”.
De todas las ideas y escritos de Gabo, frecuentemente abominados por las academias, no resulta demasiado conocida su exposición al recibir el Nobel de Literatura en 1982, llamado La soledad de América Latina, que resulta un manifiesto por la descolonialidad, para usar términos actuales. “La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia” dijo ante la academia sueca. Repasa los golpes de Estado, crímenes y matanzas ocurridos en el continente. “Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”.
Al recibir el Nobel de Literatura, García Márquez hacía periodismo sobre la realidad del continente, incluyendo la situación argentina: “Ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto, 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi 120 mil, que es como si hoy no se supiera donde están todos los habitantes de la cuidad de Upsala. Numerosas mujeres encintas fueron arrestadas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aun se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 muertes violentas en cuatro años”.
Otro concepto: “La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios”.
Y otro: “Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte”.
Se preguntó por qué le habrían dado a él semejante distinción, y postuló que se trató de un homenaje a la poesía: “En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte”.

Mujeres, aborto y ambiente
Cuando le preguntaron sobre las prioridades de la humanidad para las próximas décadas, propuso que las mujeres asuman el manejo del mundo. “Alguien dijo: ‘si los hombres pudieran embarazarse, el aborto sería casi un sacramento’. Ese aforismo genial revela toda una moral, y es esa moral lo que tenemos que invertir. Sería, por primera vez en la historia, una mutación esencial del género humano, que haga prevalecer el sentido común –que los hombres hemos menospreciado y ridiculizado con el nombre de intuición femenina- sobre la razón –que es el comodín con que los hombres hemos legitimado nuestras ideologías, casi todas absurdas o abominables”.
Y luego plantea: “La humanidad está condenada a desaparecer en el siglo XXI por la degradación del medio ambiente. El poder masculino ha demostrado que no podrá impedirlo por su incapacidad de sobreponerse a sus intereses. Para la mujer, en cambio, la preservación del medio ambiente es una vocación genética. Es apenas un ejemplo. Pero aunque sólo fuera por eso la inversión de poderes es de vida o muerte”.
Son solo ideas sueltas para pensar, discutir, y leer, ahora que el reloj dobló no sé qué esquina, tras la malparida noticia sobre la muerte de Gabriel José de la Concordia García Márquez, hace unas cuantas horas de soledad.  

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Nota

La Ronda en la mirada de Lucía Prieto

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Sexta entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa Lucía Prieto. Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Cuando Alejandra López y Claudia Acuña me propusieron hacer este registro pensé  en el concepto de ronda, en la perfección del circulo, en lo mandálico de la continuidad, que no se distingue dónde termina y dónde comienza otra vez. Pensé en los jueves a lo largo de los años, en lo infinito, en la necesidad de lo grupal para que su movimiento sea fluido, en la potencia de lo colectivo. Las madres convirtieron la orden de circular en una astuta rebeldía infinita, que como todo lo que conlleva movimiento, es también transformadora. 

Fue, entonces, la idea de continuidad y de legado la que me hizo construir mi relato en el diálogo entre la juventud y las madres.

Entre esxs jóvenes están NIETES que así ,en inclusivo, se definen cómo la tercera generación en lucha: “Somos nietes de los 70 e hijes de la lucha de los 90“. Nacieron desde la necesidad de mantener viva la memoria y como las madres, entendieron que la fuerza de la resistencia reside en lo colectivo.

La Ronda en la mirada de Lucía Prieto

Sobre Lucía Prieto

Nací en 1984 en la ciudad de Buenos Aires, pero crecí y me crié en el Oeste del conurbano

bonaerense. Desde 2004 resido y trabajo en CABA. Me dedico a la fotografía hace más de 12

años y, aunque mi formación fue primariamente autodidacta, tuve la suerte de encontrarme con muchxs  maestrxs en el camino. Mis ejes de trabajo y mis intereses se centran en los feminismos, los derechos humanos y las problemáticas socioambientales.

La Ronda en la mirada de Lucía Prieto
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LA NUEVA MU. La vanguardia

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