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Diario del aborto en el Senado 24-7-2018

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Otra jornada intensa en las audiencias en el Senado por el Aborto Legal. Nueve horas de exposiciones donde coincidieron el actual Ministro de Salud de Mauricio Macri con el ex Ministro de Salud de Néstor Kirchner. Ambos a favor. Además, las experiencias internacionales de un país un una gran capital de Latinoamérica que legalizaron: Uruguay y Ciudad de México. El poeta Bullrich y el anticlerical Pichetto, senadores estelares. Y el fuego verde presente y futuro de Juana Garay. Pasó de todo. 

Por Pablo Marchetti

Una presentación saludable

Si esto fuera un espectáculo con entrada paga, los organizadores estarían exultantes, pues no les quedaría más remedio que colgar el cartel más deseado, el más preciado, el más codiciado: “No hay más localidades”. Pero esto es un plenario de comisiones en la Cámara de Senadores, donde expone gente a favor y en contra de la legalización del aborto.
El salón Iliia está lleno de gente desde el comienzo, no entra más nadie, es la jornada más convocante de todas. No es para menos: hoy habla el Ministro de Salud, Adolfo Rubinstein. Rubinstein habla como ministro de un gabinete que está partido en dos en cuanto al tema. Y en un Senado en el que el partido del que forma parte también está dividido, aunque la mayoría de sus senadores está en contra.
“Yo vengo de la investigación y siempre he tenido un gran respeto por los datos –arranca Rubinstein-. Y todos son datos serios, sólidos. Entiendo que los datos a veces pueden ser más o menos sólidos. Pero la decisión está tomada por los datos rigurosos”.
Rubinstein mostró powerpoint y tiró datos. Muchos datos. Datos del Ministerio de Salud, de la Organización Mundial de la Salud. Datos sobre hospitalizaciones por abortos complicados, sobre muerte materna, sobre presupuesto, sobre lo que sea. Y habló también de los datos que faltan, por la ilegalidad.
También hizo referencia a la educación sexual, a los anticonceptivos y hasta habló de la continuidad durante su gestión de políticas implementadas desde el Gobierno anterior. Luego mostró el mapa del mundo, con los países donde es legal y los países donde no. Y siguió con una comparación de la situación entre estos países.
Una hora y media duró la presentación de Rubinstein, entre la ponencia y las respuestas a las preguntas que le hicieron senadoras y senadores. Muy claro lo del Ministro de Salud. Muy saludable.

El informe completo que mostró el Ministro de Salud en el Congreso a favor del #AbortoLegal

Pichetto, el hereje

“Excelente presentación, Ministro –fue el piropo del senador Miguel Ángel Pichetto a Rubinstein-. Si yo hubiera estado en contra no hubiera podido preguntar nada. Usted hizo un aporte significativo con tantos datos que dio. Y hay que reconocer también el aporte del presidente Macri al habilitar este debate. Si yo fuera de Cambiemos me sentiría orgulloso”.
Terminó de hablar Pichetto y Esteban Bullrich tomó la palabra: “Es una gran noticia que el senador Pichetto se haya vuelto macrista. Sobre todo ahora que tenemos que tratar el presupuesto”, chicaneó el senador de Cambiemos.
Pichetto esperó un rato para contestarle. Más precisamente, hasta después de que habló Ginés González García. “Quiero recordar que cuando usted repartió preservativos –dijo Pichetto en referencia a Ginés- el obispo castrense Baseotto sugirió atarlo a una piedra y tirarlo al río. Del mismo modo que se opuso la Iglesia al reparto de preservativos en África, cuando la gente se moría de sida”.
“No me volví macrista –continuó Pichetto-. Y tengo un gran respeto por el senador Bullrich, que me parece un hombre honesto. Pero si fuera macrista destacaría esto de mi Presidente, como me sentiría orgulloso de la presentación que hizo el ministro Rubinstein”.
La senadora María Cristina Fiore le pidió a Pichetto que no le faltara el respeto a la Iglesia, pero el senador peronista por Río Negro insistió: “Es imprescindible que la Iglesia entienda cuál es el rol de la mujer hoy en la sociedad, que comprenda los cambios que estamos viviendo. Y que asuma que tuvo una posición retrógrada respecto del divorcio vincular, el matrimonio igualitario y ahora, con el aborto legal”.
Sí, leyeron bien: eso lo dijo Pichetto, no Susy Shock.

Pago a proveedores

“Yo hice el juramento hipocrático y me acuerdo bien”, arrancó el rector de la Universidad Católica Argentina, Miguel Schiavone, como respuesta venenosa a Rubinstein, que había dicho que no recordaba qué decía el juramento hipocrático, pues no importaba, porque era cosa del pasado.
“La principal causa de muerte en la Argentina es la pobreza -generalizó Schiavone-. Las mortalidades materna e infantil, y el aborto, son una cuestión de salud pública sólo porque son parte de un país inmerso en la pobreza. Esta ley atenta contra la solidaridad social y cultiva el individualismo”.
Schiavone hizo una presentación clásica en las filas de los antiderecho: arrancó tranquilo, sugiriendo mesura, y terminó mostrando la verdad sobre los verdaderos intereses que sostiene. “Esta ley condiciona nuestro futuro mucho más que cualquier acuerdo o préstamo internacional”, expresó, volviendo al recurso remanido de vincular a la legalización del aborto con un pedido foráneo.
Para concluir dio cátedra de la igualdad de género según los antiderecho, cuando le preguntaron por el rol del hombre dentro de esta ley: “El hombre deberá ser el proveedor del hogar, así como la mujer es la proveedora del niño por nacer, primero, y en el niño pequeño, después. El hombre actual colabora en el hogar porque la mujer necesita realizarse como persona”, explicó.
Lo que se dice un tipo amplio. Y quien piensa otra cosa es una feminazi.

Gol uruguayo

Lo siento mucho. Díganme machirulo, si quieren. Llámenme hijo del heteropatriarcado, acúsenme de haber abandonado la dieta de la deconstrucción. Piensen lo que quieran. Pero se me hace inevitable la comparación futbolera. Por un lado, puede hablarse de garra charrúa. Por otro, puede decirse que Leonel Briozzo ganó, gustó y goleó.
Briozzo es médico ginecólogo y empezó su charla pidiendo disculpas a sus pacientes, porque hoy no iba a poder atender. El doctor es el jefe de servicio de la Maternidad Augusto Tourenne del Hospital de la Mujer del Centro Hospitalario Pereira Rossell, el más importante en esa especialización en Montevideo. Y allí atiende de lunes a sábado, desde las 8 de la mañana.
Además de su trabajo como médico, Briozzo fue Subsecretario de Salud durante la presidencia de José Pepe Mujica, y uno de los grandes responsables de la legalización del aborto en el Uruguay. Curioso: para su presentación en el Congreso luce una corbata celeste. Aunque en su caso parece más vinculada con la camiseta de su Selección que con el color antiderecho.
La presentación de Briozzo estuvo cargada de datos, con powerpoint, y fue contundente respecto de lo que había pasado en el Uruguay con el aborto legal. “Hoy somos el segundo país con menos muertes maternas, superado sólo por Canadá”, arrancó.
“En nuestro país, con la ley también disminuyeron las enfermedades maternas y la mortalidad infantil –continuó Briozzo-. Y también disminuyeron los abortos, cosa que sucede en general con los países en los que se legaliza el aborto. Y digo en general porque hay excepciones, como Cuba, donde el aborto no disminuyó con la legalización, que sucedió al comienzo de la revolución”.
También destacó otros aspectos de la legalización y derribó algunos mitos: “No es cierto que las mujeres pobres abortan más. Como decimos del otro lado del charco, ‘esto es algo que pasa en las mejores familias’. La legalización terminó también con el estigma que había sobre la mujer”.
Uno de los temas centrales del debate, en general, fue la objeción de conciencia. “No tuvimos problemas en ese sentido –explicó Briozzo-. La ley ayudó a que tengamos más y mejores profesionales, en todo sentido. También en cuanto a la formación ética. La idea es que no importa lo que pienso, sino lo que necesita el paciente. Por supuesto que hay objetores de conciencia. Pero quienes no pueden hacer un aborto por convicciones personales son conscientes de que tienen que buscar a quien lo haga”.
Briozzo explicó que con el aborto tampoco se fue afectada la tasa de natalidad de su país. “Sé que esto es algo que a ustedes aquí en la Argentina les puede parecer irrelevante, pero en un país con 3 millones 400 mil habitantes es algo importante”, aclaró.
En cuanto a otro de los temas centrales del debate, el “gasto” que le ocasionaría al Estado afrontar el aborto legal, el doctor Briozzo dio cifras concretas: “Cada aborto cuesta en promedio unos cien dólares”. La cifra surge del hecho de que el 96% de los abortos en el Uruguay son farmacológicos ambulatorios y el 3% son farmacológicos institucionalizados. Sólo el 1% restante requieren internaciones producto de complicaciones.
“Los 100 dólares son producto del medicamento y de la atención médica –explico Briozzo-. Y esto es porque tenemos que importar el Misoprostol. Pero me enteré que aquí en Santa Fe lo están empezando a fabricar. Si esto sucede, mi país podría ser el primero en comprarles, con lo cual se podrían abaratar los costos”.
A Briozzo le preguntaron si no creía que la vida comenzaba con la concepción. “Concepción es un concepto religioso –respondió-. En medicina hablamos de fecundación. Desde luego que la vida del feto es invaluable. Para mí el feto es un paciente más. Siempre que la madre así lo establezca, por supuesto. Porque la madre es la única que puede representar a ese paciente”.
Por último, Briozzo dijo que legalizar el aborto no soluciona nada si no se llevan adelante también programas de educación sexual y reparto de anticonceptivos. Y explicó cómo había sido esa experiencia en su país. “Nosotros somos pro vida y ese derecho no voy a permitir que me lo quite nadie”, concluyó el ex Subsecretario de Salud del Uruguay.
Ni Edinson Cavani la hubiera clavado así, en el ángulo.

Ay, paisito

Al diputado uruguayo Gerardo Amarilla le tocó el triste papel de ser la contracara de Briozzo y explicar por qué en su país el aborto legal había sido un fracaso. La exposición de Amarilla fue muy útil para demostrar que existe algo más ridículo que oponerse a la legalización del aborto. Y es oponerse al aborto cuando ya es legal.
Amarilla no aportó datos claros, todo fue muy confuso, hasta que llegó una pregunta que permitió entender de qué iba su exposición: “Para mí la mujer que aborte debería ir presa”, aseguró. Y cerró con broche de oro en un tono conspiranoico que cada tanto aparece entre los antiderecho: “La legalización del aborto es una estrategia de la ONU para reducir la población mundial”, afirmó. Lógico, si no fuera por la ONU, Uruguay no sería un paisito, sino un paisote.

The Bullrich horror show

El senador Esteban Bullrich llegó temprano al salón Illia y se quedó sentado varias horas escuchando. Bullrich fue el primer Ministro de Educación de Mauricio Macri y logró un gran triunfo electoral al vencer a Cristina Fernández de Kirchner en los comicios para senadores en la Provincia de Buenos Aires, el año pasado.
El ex ministro tiene una militancia destacada en lo que los antiderecho llaman “defensa de las 2 vidas”. Hace unos meses, Bullrich se hizo famoso también como poeta, cuando publicó en su cuenta de Facebook el poema “Yo te amo, mamá”, en el que realizó una operación de enorme destreza literaria, al escribir en primera persona desde el punto de vista de un feto.
Después de chicanear a Pichetto, el senador y ex ministro tomó la palabra para cuestionar al Ministro de Salud de su propio Gobierno, de su propio partido. Este enfrentamiento de posiciones es algo que se da naturalmente, sobre lo que no hay mucho cuestionamiento social. Es más, es visto como un acto democrático, de sano disenso. ¿No debería haberse observado, entonces, del mismo modo el “voto no positivo” de Julio Cobos cuando se votó la 125, hace diez años?
Luego de dejar claro que “la vida comienza en la concepción”, que estaba allí para “la defensa de las 2 vidas” y que había que elegir el largo plazo, el ex ministro Bullrich, de Cambiemos, le preguntó al actual ministro Rubinstein, de Cambiemos: “¿No estamos eligiendo el camino más fácil? “Coincido en que hay que elegir el largo plazo, porque la solución de fondo es la prevención –respondió Rubinstein- El problema es el mientras tanto”.
Pero el verdadero gran momento de Bullrich fue cuando cruzó a su colega, el senador chaqueño Eduardo Aguilar. Se realizaba la ronda de preguntas a Ernesto Beruti, obstetra del Hospital Austral.
Beruti había plantado bandera de entrada: “Un embrión es un ser humano, es evidente”. Y después cometió una de las mayores aberraciones propias de los militantes antiderecho: se refirió al derecho a la vida de los “bebes”. Sí, así, sin tilde. Beruti habló de “bebes” en lugar de “bebés”. El horror.
“Estoy convencido de que una mujer que aborta no es una asesina, sino una víctima –aclaró Beruti- . Si no fuera así, estaríamos creando un problema. A la mujer que se hace un aborto hay que ayudarla, hay que acompañarla, no mandarla a la cárcel”.
Cuando le tocó preguntar, el senador Aguilar expresó: “Usted habla de acompañamiento, pero si el aborto es ilegal, nadie va a admitir que abortó por miedo a ir a la cárcel. Y si nadie dice nada, no puede haber ningún tipo de acompañamiento”. Beruti no llegó a contestar porque antes habló el senador Esteban Bullrich.
“Si es por eso, a los adictos habría que darles droga en los hospitales y controlarlos, acompañarlos”, dijo el ex Ministro de Educación de este gobierno. El mismo Gobierno que tiene como ministro de Salud a Rubinstein. Una joya. O, mejor dicho, un verdadero poema.

Una desigualdad sin igual

“Este es un debate sobre la desigualdad –aseguró Nora Maciel, investigadora de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Noreste, en Corrientes-. Sobre la desigualdad entre mujeres ricas y mujeres pobres, sobre la desigualdad entre hombres y mujeres, y es también un debate sobre la salud pública en el marco de esa desigualdad”.
“El cuerpo de las mujeres se concibe como propiedad del Estado, como envase o como incubadora –continuó Maciel-. Lo que molesta al sistema patriarcal es el empoderamiento de las mujeres”.
Breve, contundente. Sin igual.

Voto ministerial

El salón Illia seguía lleno para esperar a la segunda estrella del día. Ya había pasado un Ministro de Salud en ejercicio, Adolfo Rubinstein, ministro del presidente Mauricio Macri. Ahora era el turno de un ex Ministro de Salud, el del presidente Néstor Kirchner. Ginés González García se había expresado a favor de legalizar el aborto hace años, siendo ministro, inclusive cuando las posibilidades de debatir una ley parecía un tema de la ciencia ficción.
“Hoy el lugar de venta del mercado negro de Misoprostol es internet, es Mercado Libre –afirmó Ginés-. Pidieron que no se lo llamara por ese nombre, entonces le cambiaron un par de letras o lo llaman de otra forma. Pero no se puede evitar eso, lo sabemos bien. Es imposible de controlar”.
“Hay abortos de ricas y de pobres, no es lo mismo –continuó el ex ministro-. Esta ley implicaría una reducción de la brecha social. Legalizar es la política más eficaz para igualar derechos de las personas”.
Ginés habló de lo “saludable” que resultaba el movimiento social que se generó en torno al pedido de legalización del aborto. “Esta es la manera de cambiar la historia –expresó-. Tenemos que entender que si queremos parecernos al Primer Mundo tenemos que empezar a implementar las políticas que llevan adelante ellos”.
“Con todo respeto, yo quiero parecerme a Europa, no a África –agregó el ex ministro-. Y por favor, dejemos de lado las teorías conspirativas. Dejemos de decir cosas como que la ONU quiere bajar la tasa de natalidad. La ONU la integran todos los países del Mundo. Nosotros somos parte de la ONU. Además, la ONU puede sentar posiciones, pero de ninguna manera dar consejos”.
Entonces llegó el momento de las preguntas. Y entonces reapareció Bullrich, el poeta. “La democracia tiene una deuda con la desigualdad, no con el aborto –dijo el senador-. Además, las leyes no son mágicas”. “No, las leyes no son mágicas –reconoció Ginés-. Pero pocas veces una ley puede causar efectos tan inmediatos como esta. Mire si no lo que pasa en Rosario, con la implementación del protocolo”.
La presentación de Ginés terminó con un largo elogio de Pichetto, “un reconocimiento por su tarea como ministro de Néstor Kirchner”.
Ginés González y Pichetto, corazón/ acá tienen los pibes para la liberación. O la interrupción, como prefieran.

El modelo: Rosario, la ciudad del aborto legal

Arrancó el fetito

El obstetra Adolfo Etchegaray apeló al hit embrionista, al “una que sepamos todos” del fetismo organizado. No con la palabra, sino con algo que vale más que mil palabras: la imagen. El tipo arrancó su charla, sacó el control remoto, peló powerpoint y ahí aparecieron las imágenes de ellos, los fetos. Pero el tipo fue más allá y se despachó hasta con fotos de bebés gateando.
Su aporte fue más de lo mismo, pero el fetismo se vio conmovido por esos bracitos, esas piernitas, ese corazoncito latiendo, todo ahí, en diminutivo, porque se sabe que el diminutivo vuelve todo más benévolo.
Si el diminutivo se aplica a la comida, se bajan las calorías o el nivel de grasas saturadas. Todo el mundo sabe que un choricito o una mollejita tienen menos colesterol que un chorizo o una molleja. Pero si el diminutivo se aplica a los seres vivos se gana en ternura: un perrito conmueve más que un perro; una abuelita más que una abuela; y bebito más que un bebé. Y, en ese sentido, el feto es la apoteosis del diminutivo.
Después de una exposición donde empleó el término “feticidio”, concluyó: “El aborto sólo busca suprimir al discapacitado”. Con lo cual se supone que estaríamos incurriendo en discapaciticidio. O sea, terminar con los discapacitaditos.
La del martes fue una jornada internacional. Después de la contundente ponencia sobre la situación en el Uruguay, llegó el momento de la Ciudad de México. Hace once años que la ciudad más poblada de un país de habla hispana tiene legalizado el aborto.
El sistema federal de México hace que esta ciudad sea el único estado (de las 32 entidades federativas del país) que tiene aprobado el aborto. Puede pensarse que se trata de una ciudad, porque lo es. Pero lo cierto es que sólo en la ciudad de México viven 9 millones de habitantes. Que llegan a 23 millones si se suman los 14 que viven en ciudades satélite.
Sólo la ciudad tiene casi el triple de habitantes del Uruguay. Y todo el casco urbano, la mitad de habitantes que toda la Argentina. En suma, es sólo una ciudad. Pero en términos de la cantidad de gente, bien podría pensarse en todo un país.
El médico obstetra mexicano Patricio Sanhueza fue muy didáctico sobre cómo funcionaba el sistema mexicano. Y en su exposición con powerpoint hasta mostró fotos de las manifestaciones que hubo en México para reclamar el tratamiento de la ley. Cualquier similitud con la marea verde de la Argentina no es pura coincidencia.
Lo más llamativo de la exposición de Sanhueza fue su permanente invocación al consenso y al diálogo que había precedido al tratamiento y la implementación de la ley. Inclusive habló varias veces de “los sectores más conservadores”, que se vieron contemplados y quienes llevaron adelante un programa de adopción.
“Me parece injusto hablar de gasto para hablar de la salud de una mujer –afirmó Sanhueza-. En este caso me parece fundamental aprender a escuchar. Y si hay algo que ha sido fundamental en el tratamiento y la implementación de la ley es que hemos aprendido a escuchar”.
Como ejemplo de aprender a escuchar, Sanhueza contó el caso de una chica de 15 años que llegó acompañada de su madre y su abuela. La madre y la abuela le decían que aborto, pero la chica dijo que no, que ella estaba de novia con el chico de la tienda y que quería tener al chico porque quería “ser señora”. “Es terrible todo lo que tiene para decirnos esto como sociedad”, dijo el médico mexicano.
Cuando le consultaron sobre las extranjeras que llegaban a México para hacerse un aborto, Sanhueza fue categórico: “Vienen algunas, es cierto. Y sobre todo, vienen muchas mujeres de otros estados. Pero eso es irrelevante. También viene mucha gente a los hospitales de México a atenderse por otros problemas de salud. Es algo lógico que sucede en toda gran ciudad”.
En tu cara, fetista. Canta y no llores.

Feminismo chabón

No ando por la vida con el pañuelo verde. Tengo una posición clarísima a favor del Aborto Legal, Seguro y Gratuito desde siempre, apoyé desde el nacimiento la lucha de la Campaña, hice pública siempre mi posición. Pero desde el nacimiento de la Marea Verde prefiero quedarme un poco al margen. No porque haya cambiado mi posición. Simplemente porque soy un tipo, un hombre, un varón blanco y heterosexual. Un chabón.
Tengo cierto pudor de sobreactuar un reclamo que tiene que ver con la soberanía del cuerpo de la mujer. Me manifiesto a favor del aborto donde me convoquen, pero no me gusta la estridencia en esta lucha. Discuto, sí, y mucho, con chabones que están en contra. Pero no ando por la vida con un estandarte que no me corresponde. Porque no quiero protagonizar una lucha que no es mi lucha.
Que se entienda: es mi lucha, como lo es toda lucha que tiene que ver con la igualdad de derechos. Pero mi lugar aquí es el de acompañante. Estoy para acompañar, para preguntar si hago falta, para decir: “Cuenten conmigo para lo que sea”. No para decir qué es lo que hay que hacer. Digo esto porque creo que es clave para entender lo que, creo, fueron desde lo argumentativo dos buenas ponencias sobre el aborto.
El médico y ex titular del PAMI, Carlos Regazzoni, y el abogado constitucionalista Fernando Toller dieron argumentos sólidos y en ningún momento derraparon con tráfico de fetos, complots internacionales, genocidios como el nazismo o cosas por el estilo.
Regazzoni pidió un sinceramiento en la discusión: “En ambos casos, en ambas posturas, estamos hablando de cosmovisiones. El argumento, sea cual sea, será un argumento ético, no médico. Antes que una cuestión de salud pública, esta es una discusión filosófica, de valores”.
“En los países centrales se bajó la tasa de mortalidad materna por la economía, no por el aborto –afirmó Regazzoni-. Si queremos parecernos a ellos, pensemos en cambiar la economía. El aborto es un problema de salud pública porque la pobreza es un problema de salud pública. Los sectores más pobres son los que tienen más hijos, aquí y en los países más avanzados”.
Toller, por su parte, se dedicó a destrozar punto por punto el proyecto de ley, argumentando lo que, según él, son “disparates jurídicos”. Habló más de una hora (el tiempo estipulado para cada expositor es de siete minutos) y fue categórico al respecto. Tanto, que cualquiera que no sepa nada de derecho (como un servidor) se sintió apabullado por sus argumentos.
El problema de Regazzoni y de Toller es que son dos tipos, dos varones blancos y heterosexuales. Dos chabones. Como yo. Dos tipos que, además, no se permiten entender qué es lo que está pasando con las mujeres. No como entidad, como enunciado. Como realidad concreta, como cuerpos en movimiento, como puesta en valor, en deseo, en gestación y en acción.
Regazzoni y Toller tienen razones sólidas propias de un mundo que ya no es. Ni en los valores ni en las leyes. Ni en la medicina ni en las relaciones sociales. Un mundo que es el mundo en el que crecimos y nos desarrollamos. Un mundo en el que existimos y aprendimos a ser. Y un mundo que tenemos que cambiar. Ni siquiera hablo de cambiar al mundo. Hablo de cambiar nosotros, nosotras, nosotres.
Nos están reclamando un cambio. Las mujeres nos están mostrando cosas que están mal, nos están pidiendo a gritos un cambio, una nueva mirada, una nueva manera de comportarnos, de ser. Y, como decía Sanhueza sobre la experiencia en México, este es un momento de escuchar.
Los chabones llevamos miles de años diciéndoles a las mujeres cómo debe ser el mundo. Pensemos en los filósofos, en los médicos, en los abogados y jueces: todos tipos marcando las pautas de cómo debe ser la sociedad.
No hablo de dejar de opinar. Hablo de escuchar. Hablo de respeto.

El futuro llegó

“Somos un fuego verde que recorre América latina. La maternidad será deseada o no será. Y como familia elegimos tener miles de hermanas”. Juana Garay conmueve con sus palabras apasionadas, de consignas incendiarias, cargadas de futuro, como decía Gabriel Celaya sobre la poesía. Palabras que arrancan parafraseando al Manifiesto Comunista de Marx y Engels, y continúan citando a Eva Perón.
Juana es la presidenta del Centro de Estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires. Tiene 17 años, está en quinto año. “Ustedes pueden discutir si las jóvenes debemos o no abortar pero les tengo una mala noticia: ya lo hacemos”, dice Juana que tiene puesta una camisa a rayas verdes y blancas. Sí, el verde de los pañuelos vuelve magnética su imagen.
“A las mujeres nos golpean, nos violan, nos matan –aseguró Juana-. Por eso emergimos en las plazas, en las escuelas, en los trabajos. Sabemos que vamos a vencer. Pero no por milagro, sino porque estamos militando esto. Estamos haciendo una revolución”.
A la hora de las preguntas, la senadora Inés Brizuela, contraria a la ley, felicitó a Juana por pelear por sus convicciones: “En eso estamos del mismo lado, aunque no coincidamos en el planteo y tengamos distintos métodos”, expresó la senadora. Y para contestarle, la dirigente estudiantil eligió un tono conciliador, lejos de estridencias y apostó a lo que viene.
“Los métodos diferentes que usted plantea tienen que ver con la diferencia generacional –respondió Juana Garay-. Entiendo sus valores, pero hoy esos valores cambiaron. Los jóvenes pensamos de otra manera. El aborto legal es un reclamo generalizado en nuestra generación. Tenemos valores distintos y la ley debe ser pensada para esa sociedad, para mi generación y las generaciones que vendrán”.
Gracias, Juana. El futuro ya llegó.

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La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Séptima entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa de lavaca Lina Etchesuri.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Ese jueves hacía 38 grados de calor pero parecían 43. El calor quemaba y picaba.

Faltaba el aire, el que había estaba caliente y la humedad pegoteaba.

El día que acompañé a la Ronda haciendo fotos para este proyecto, fui descubriendo imágenes a medida que los pasos y las sillas de ruedas daban vuelta como siempre, hace 2392 jueves.
La ronda siempre me emociona. Mucho. Las miro a las madres y veo proyectada las fotos de sus hijxs en su mirada, hacia delante, repitiendo Presente como un mantra de presencia y resistencia. Lxs veo a ellxs en imagen, mirando de frente en su juventud detenida. Veía a Elia, que ronda en silla de ruedas, con la foto de su hijo Hugo Meidan, desaparecido el 18 de febrero de 1977, hace 47 años, y pensaba si ese día hizo tanto calor, si la luz tenía esta misma inclemencia.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

En las rondas transcurre un tiempo extraño, persistente y atemporal. Las hermanas abrazan las fotos de sus desaparecidxs, gritan sus nombres con contundencia, caminan junto a las madres, junto a nosotrxs.

Transforman el tiempo y la imagen en un futuro posible.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Sobre Lina

Soy Lina Etchesuri. Fotógrafa, editora y docente

Soy parte de la cooperativa Lavaca desde hace más de 12 años donde hago todo lo que me describe y más. Me hace sentir muy orgullosa y feliz.

Estudié con Filiberto Muganini en el Rojas durante los 90s. Hice la carrera de fotógrafa en la Escuela de foto y artes visuales de Avellaneda, durante el 2001 y los años siguientes. 

Me seguí formando en talleres visuales con mi querida Julieta Escardó y muchxs más.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Viajé haciendo fotos durante algunos años: conocí al subcomandante Marcos y le saqué una foto en la que se está riendo. Estuve en Cisjordania, Palestina, durante 3 meses, viviendo retratando la vida bajo la ocupación. 

Junto con algunas personas y amigxs fundamos MAFIA en 2012, un colectivo de fotógrafxs que sigue hasta hoy.

Coordino talleres de foto e imagen.

Soy mamá de Fermin.

Y me encanta hacer todo lo que hago.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Melo y Ricardo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

Un abrazo contra la motosierra

La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

Un abrazo contra la motosierra

Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

Un abrazo contra la motosierra

Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

Un abrazo contra la motosierra

La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de $150 mil por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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Nota

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo: -No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

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Una muela, zapatos blancos y un charco. Un edificio llamado Máquina de escribir. Flores amarillas frente al mar, un dibujo de puño y letra. Lo narco las drogas. Su paso por Buenos Aires y la señora que venía de la verdulería. La memoria, lo real, las mujeres, el ambiente, el fin de la humanidad. El Nobel, los diluvios, las pestes, las guerras eternas. Las respuestas de la vida frente a los sordos poderes de la muerte. La cordialidad, la generosidad, el humor. Hace diez años murió Gabriel García Márquez, dicen. Lavaca publicó esta nota -estos recuerdos- aquel día, cuando se conoció la última noticia sobre ese escritor que nunca dejó de sentirse cronista, y decía que el periodismo es el mejor oficio del mundo.

Texto: Sergio Ciancaglini, lavaca.org
El señor Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo:
-No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

Yo sabía que García Márquez había rechazado contactos con un enviado de Times, con periodistas de la televisión japonesa, y con suecos indescifrables. Un humilde cronista argentino quedaba naturalmente fuera de juego. Le respondí que lo compadecía, y que frente a un dolor de muelas no había argumento, clemencia, ni ruego que esgrimir de mi parte. Cuando me estaba despidiendo desolado, me detuvo:
-Pero a las 3 de la tarde puede ser. Voy antes al dentista, a ver si lo soluciona.
Esa historia revolotea en mi cabeza desde hoy, cuando estaba con Osvaldo Bayer grabando el programa de radio Decí Mu, y nos interrumpió el teléfono. Osvaldo atendió, dio media vuelta, anunció: “Murió García Márquez”, y me dejó alborotados los ojos, las neuronas y el corazón.
Revolotea la historia porque aquella tarde me encontré con un escritor que cambió la historia de la literatura, que había ganado el Nobel, pero que fue capaz de decirme: “Todo eso está muy bien, pero yo me siento periodista”. Quisiera contar lo que aún no he olvidado de aquel encuentro para mí inolvidable.
García Márquez volvió efectivamente a las 3 de la tarde, bajó de su Mercedes, y miró preocupado el charco oceánico que un aguacero de Cartagena de Indias, Colombia, le había instalado en la playa de estacionamiento. Llevaba zapatos blancos, pantalones blancos y guayabera blanca, como cantante de sábado televisivo. Cruzó el charco apoyándose en los tacos. Al llegar a la otra orilla nos dijo “pasen por favor” a mí y al fotógrafo, enviados por una de las autodenominadas “revistas de actualidad” a cubrir las noticias sobre un asunto entonces llamativo, letal para los colombianos e incomprensible para nosotros: el narcotráfico.
No existían los celulares ni Internet, o sea que todo esto se ubica en la prehistoria de 1984, con la carambola de estar en el charco correcto, y de que un dentista providencial había rescatado del dolor a su paciente. García Márquez nos hizo subir. El edificio tenía balcones escalonados hacia la playa: lo llamaban Máquina de escribir. El departamento tenía dos ambientes, con vista al mar, una verdadera máquina de escribir (¿Olivetti, Remington, dónde estará la revista donde publiqué la nota?). El escritorio miraba al mar. Y había flores amarillas que siempre conviene tener a mano, explicó, para ahuyentar a la mala suerte.
Me planteó que no aceptaba hablar si lo grababa o si tomaba notas. Me dijo algo más o menos así: “No me gustan los grabadores, prefiero que conversemos con libertad, y que todo dependa de tu atención. Luego tú escribirás lo que te parezca, y eso es un beneficio para mí: los periodistas me mejoran. La memoria mejora a la realidad”.

Gabo en Argentina
La publicación original de Cien años de soledad ocurrió en Argentina gracias a una editorial llamada Sudamericana, que ya no existe. Fue en mayo de 1967, plena dictadura de Juan Carlos Onganía, y el lanzamiento fue acompañado por una entrevista realizada por Ernesto Schóo, editada por Tomás Eloy Martínez y publicada en tapa por la revista Primera Plana que dirigía Jacobo Timerman.
García Márquez me contó que el éxito del libro fue inmediato. “Ahí, en Buenos Aires, empezó todo”, me dijo. Sudamericana había dispuesto editar 5.000 ejemplares, lo que para Gabo era un despropósito y el augurio de un fracaso para el libro de un desconocido escritor colombiano. Pero esa primera edición se vendió en 15 días, y la segunda fue de 10.000 ejemplares. En junio Gabo llegó a Buenos Aires. Me contó que viajó con Mercedes Barcha, su esposa: “Estábamos en un café y vimos pasar a una mujer que llevaba la bolsa de sus compras, con lechugas y tomates y Cien años de soledad”. La pareja fue al Instituto Di Tella a ver una obra de Griselda Gambaro, y el público los ovacionó de pie. Mientras él me lo contaba, todavía asombrado, yo recordaba que eran tiempos de The Beatles, revolución cubana, hippies, peronismo clandestino, rebeliones nacientes y todos los embriones de cambio, desventuras y utopías que se desplegarían en los años siguientes.
Cien años de soledad fue el libro de la época, y de varias generaciones. Tengo las dos ediciones que mis padres compraron para poder leerlo en simultáneo. Macondo era una patria. Entre la feria y la intelectualidad, miles de libros seguían vendiéndose y además se exportaban. El éxito se contagió en Europa, esto avivó el interés por otros autores (Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa) y estalló el llamado boom de la literatura latinoamericana. “Buenos Aires fue generosa conmigo. Nunca volví. No sé por qué. Tal vez por una superstición: a un lugar donde todo fue tan perfecto, quizás convenga no volver” me dijo, o creo que me dijo, mirando el Caribe.

Periodismo, droga y entusiasmo
Aquel día de 1984 García Márquez me contó una novela que estaba intentando escribir. No tenía título. Al año siguiente la reconocí ya publicada: me había anticipado El amor en los tiempos del cólera. Pero me dijo que pese a todo se seguía sintiendo fundamentalmente un periodista. “Escribo literatura como periodismo, con método. Todos los días intento tener dos páginas listas” me dijo sobre algo que hoy habría que traducir a unos 5.000 caracteres. “Tienen que estar impecables, sin tachaduras. Y tengo un truco: siempre dejo escrito el comienzo de lo que pienso escribir al día siguiente, para que me resulte más fácil comenzar”. Pero varias veces explicó esa idea de no diferenciar ambos oficios. “La crónica es como un cuento o una novela sobre algo real”. Algo más: “Tanto en la literatura como en el periodismo hay que ganarse al lector, capturarle el interés para que se quede leyendo”.
Planteó una teoría sobre las redacciones de periódicos y revistas: para él están puestas de cabeza, invertidas. El staff de las publicaciones ubica en el rol principal a directores y jefes que engordan junto a un escritorio y editorialistas que monologan desde su propia jaula.
“Pero ese esquema debería ser exactamente a la inversa. Los cronistas son quienes cumplen la labor principal porque son los que están afuera, donde las cosas ocurren”. En vista del contexto colombiano le pregunté si alguna vez se había drogado para escribir y me contestó: “No me hace falta. Yo nací drogado”.
Un detalle: fue la única vez en mi vida que pedí un autógrafo. En Cartagena sólo conseguí un ejemplar de El coronel no tiene quien le escriba. Le expliqué que no era para mí sino para mi novia. “¿Se llama la señorita?” Se lo dije. Dibujó un tallo, cinco pétalos, y escribió: “Para Claudia, con una flor. Gabo 84”.

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Aquel día, además, me regaló los seis tomos de su obra periodística, publicados por la editorial Oveja Negra. Y organizó todo para que, una vez en Bogotá, un auto con su chofer fuera a buscarnos al hotel para llevarnos al aeropuerto. “Así van más tranquilos” dijo, y nunca supe si se le había cruzado alguna sombra para disponer ese viaje. Nunca pude evitar recordarlo como una persona amable, entusiasta, alegre, generosa.
Con el tiempo entendí que esa cordialidad, ese entusiasmo, ese interés por el otro, era un modo ético y hasta político de pararse frente a la vida.

Ideas
En sus obras periodísticas pude leer las primeras crónicas que publicó en El Universal, de mayo de 1948, cuando era un chiquilín de 21 años. La primera celebra que se suspendió el toque de queda militar, al que define como símbolo de una decadencia. “Con este mundo materializado donde los peces de colores tienen que abrirle agua a los submarinos, con esta civilización de pólvora y clarines, ¿cómo se nos puede pedir que seamos hombres de buena voluntad?” y plantea que quizás ahora la gente pueda ir a dormir mansamente “antes de que los relojes doblen la esquina de la medianoche”. Luego escribe sobre indios, negras, retratos de la ciudad y de la época. Escribió sobre cine, sobre deportes, sobre todo. La pasión por conocer y por contar lo que el mundo estaba desplegando ante sus ojos.
A fines de los 50 García Márquez participó en Cuba con los argentinos Jorge Massetti, Rodolfo Walsh y Rogelio García Lupo en los primeros pasos de Prensa Latina, idea que puso en marcha Ernesto Guevara, hasta que el lado soviético de la vida isleña desplazó a este elenco por otro más dócil.
García Márquez nunca perdió la afinidad con el propio Fidel Castro. El director argentino Eduardo Mignogna contaba que cierta vez, invitado a La Habana, estaba comiendo con García Márquez cuando el propio Fidel cayó de improviso y comenzó a hablar con sabiduría de crítico sobre la historia del cine argentino, mientras Gabo se quedaba irremediablemente dormido en un rincón. Pero más allá del sueño o de los discursos de Fidel, García Márquez se plantó en defensa de Cuba como una cuestión cultural y estratégica frente a los Estados Unidos y la densa idea de controlar vida y obra del resto del continente.

Las ventajas de la vida
Cuando me contó la noticia, le pregunté al propio Osvaldo Bayer sobre Gabo: “Tenía mi edad, pero yo aprendí de él. Es el mejor escritor que ha tenido Latinoamérica. Aprendí con él a amar la literatura, ver las cosas que se pueden hacer y crear. Para mí fue un hombre que luchó por la libertad, o sea un libertario, y cumplió la misión que tiene un intelectual: escribir para todos, para mejorar la sociedad, y para seguir soñando”.
De todas las ideas y escritos de Gabo, frecuentemente abominados por las academias, no resulta demasiado conocida su exposición al recibir el Nobel de Literatura en 1982, llamado La soledad de América Latina, que resulta un manifiesto por la descolonialidad, para usar términos actuales. “La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia” dijo ante la academia sueca. Repasa los golpes de Estado, crímenes y matanzas ocurridos en el continente. “Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”.
Al recibir el Nobel de Literatura, García Márquez hacía periodismo sobre la realidad del continente, incluyendo la situación argentina: “Ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto, 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi 120 mil, que es como si hoy no se supiera donde están todos los habitantes de la cuidad de Upsala. Numerosas mujeres encintas fueron arrestadas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aun se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 muertes violentas en cuatro años”.
Otro concepto: “La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios”.
Y otro: “Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte”.
Se preguntó por qué le habrían dado a él semejante distinción, y postuló que se trató de un homenaje a la poesía: “En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte”.

Mujeres, aborto y ambiente
Cuando le preguntaron sobre las prioridades de la humanidad para las próximas décadas, propuso que las mujeres asuman el manejo del mundo. “Alguien dijo: ‘si los hombres pudieran embarazarse, el aborto sería casi un sacramento’. Ese aforismo genial revela toda una moral, y es esa moral lo que tenemos que invertir. Sería, por primera vez en la historia, una mutación esencial del género humano, que haga prevalecer el sentido común –que los hombres hemos menospreciado y ridiculizado con el nombre de intuición femenina- sobre la razón –que es el comodín con que los hombres hemos legitimado nuestras ideologías, casi todas absurdas o abominables”.
Y luego plantea: “La humanidad está condenada a desaparecer en el siglo XXI por la degradación del medio ambiente. El poder masculino ha demostrado que no podrá impedirlo por su incapacidad de sobreponerse a sus intereses. Para la mujer, en cambio, la preservación del medio ambiente es una vocación genética. Es apenas un ejemplo. Pero aunque sólo fuera por eso la inversión de poderes es de vida o muerte”.
Son solo ideas sueltas para pensar, discutir, y leer, ahora que el reloj dobló no sé qué esquina, tras la malparida noticia sobre la muerte de Gabriel José de la Concordia García Márquez, hace unas cuantas horas de soledad.  

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