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Mapuche vs. las corporaciones: comienza el juicio por extradición a un lonko

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Este miércoles comienza en Esquel el juicio de extradición a Facundo Jones Huala, el lonko mapuche detenido tras la represión desatada en la recuperación de tierras que la comunidad había iniciado en estancias de Benetton. Se espera una fuerte movilización social, que incluso llega hasta las calles porteñas con una concentración frente a la Casa de Chubut. Jones Huala habló con lavaca desde la cárcel y contó por qué se considera un preso político: “Acá no se está enjuiciando a una persona, sino a la lucha de un pueblo”.
El teléfono suena en el pabellón 5 de la Unidad Penitenciaria Federal N°14 de Esquel.
-Pabellón 5 –contesta una voz.
-Buenos días, quisiera hablar con Facundo Jones Huala.
-Soy yo.
Facundo Jones Huala es el lonko del lof mapuche del Departamente de Cushamen, en el paraje Vuelta del Río, una recuperación de tierras ancestrales que la comunidad inició el 13 de marzo de 2015 en una de las estancias de la multinacional Benetton. Sufrieron persecuciones, amenazas, represiones y una causa que intentó aplicarles la Ley Antiterrorista.
Esa reclamo sumó un capítulo el 27 de mayo de este año, cuando un violento despliegue de efectivos policiales, Gendarmería y GEOP se llevó detenido a Jones Huala por un pedido de captura desde Chile. Ese mismo día, horas después y con el lonko ya preso, las fuerzas policiales volvieron a la recuperación y desalojaron a golpes y gases lacrimógenos. Hubo heridos y detenidos, y dos mujeres con cuatro niños –el menor de 1 mes, el mayor de 8 años- pasaron la noche a la intemperie, con 10 grados bajo cero, custodiadas por Gendarmería.
Este miércoles comienza en la sede del Escuadrón N°36 de Gendarmería Nacional la audiencia por la solicitud de extradición efectuada por Chile para juzgar a Jones Huala por los delitos de incendio, tenencia ilegal de armas de fabricación artesanal y municiones e ingreso clandestino al territorio chileno.
Jones Huala, que atiende a lavaca desde la prisión, se define como un preso político.
Desde la cárcel
Jones Huala fue uno de los mapuche que habló con MU cuando esta revista viajó a Esquel para hacer un reportaje del reclamo. MU estuvo en la recuperación y habló con el lof que la Justicia provincial perseguía por terrorista (https://www.lavaca.org/notas/violento-desalojo-a-una-comunidad-mapuche-en-esquel-se-llevaron-a-mujeres-y-ninos-a-la-rastra/). Esa misma causa vinculaba dos procesos que en Esquel interpretan como las caras de una misma moneda: la cuestión indígena y el extractivismo. En el marco de ese proceso judicial se descubrió que un agente de inteligencia espió ilegalmente a activistas, vecinos y asambleístas del movimiento No a la Mina.
Ahora Jones Huala habla desde la cárcel. Dice que llega al juicio con la “moral alta”, confiando en la movilización en la calle. En Esquel hay volanteadas y pintadas que los días previos fueron anticipando el comienzo de la audiencia, mientras en la Ciudad de Buenos Aires se convoca a una concentración en la Casa de Chubut (Sarmiento 1172) a las 11, misma hora del juicio.
-¿Cómo evalúas todo lo que ha ocurrido? La detención, las represiones, la movilización
Yo lo interpreto como un mayor grado de conciencia, de organización o reorganización de las comunidades mapuche, mientras del otro lado está la respuesta opresora de los estados opresores y las empresas para salvaguardar sus intereses. La respuesta judicial es política. No le queda otra al Poder Judicial que responder con las únicas herramientas que tiene: la judicialización es una herramienta política. Y eso viene en yunta con la represión, que también es política, acompañada por una gran campaña mediática de la prensa burguesa contra el movimiento mapuche autónomo las comunidades en resistencia, que van alimentando el fantasma de terrorismo. Pero no es así: lo que acá está pasando es la criminalización de una respuesta política, filosófica, ética. Eso pasa cuando hay actores políticos conscientes de la acción. Es la represión de los estados al servicio del capital. Ahora mismo la ciudad de Esquel está totalmente militarizada por el juicio. Han llegado camiones de gendarmes, fuerzas especiales, infantería, GEOP, policía federal, gente de la AFI (Agencia Federal de Inteligencia), hay drones. Es un despliegue impresionante.
-¿Por qué pensás que ocurre ese despliegue?
-Aquí se está persiguiendo una propuesta política de un pueblo que se levanta y es consciente de ese derecho, de ese proceso de politización, que implica un ejercicio y una práctica de nuestros derechos territoriales. Eso es lo que asusta al estado. Y si bien nosotros no planteamos una propuesta de toma de poder huinca (término mapuche para referirse a los conquistadores), sí planteamos una reconstrucción del poder mapuche. Nuestra propuesta cultural es política, entendiendo la cultura como forma de vida y no como folklore. Es un proceso de reconstrucción del mundo mapuche, y a eso le temen. La ley mapuche es lo que reivindicamos como práctica política: no es escrita y plantea una situación de armonía y equilibrio entre todos los elementos de la naturaleza. En este momento estamos más fortalecidos que nunca, cada vez más unidos y hay un proceso de conciencia cada vez más creciente, tanto en el campo como en la ciudad. Hasta en la misma policía. El otro día hubo unos lamien (hermanas) que estaban pegando carteles y la policía las detuvo, pero la oficial se puso a llorar y les pidió disculpas porque era nieta de un lonko y dijeron que la detención era una orden de arriba de detener a cualquiera que hiciera acciones públicas a mí. Hasta en esos lugares se van generando todo un proceso de conciencia.
La criminalización
El conflicto que origina esta causa es la lucha mapuche por la defensa del río Pilmaikén contra la instalación de centrales hidroeléctricas, en Chile. “Todo comienza cuando a la machi Millaray Huichalaf, la autoridad política, filosófica y ética, la cara visible de la lucha, le producen un allanamiento donde son 6 las personas detenidas: una de ellas fue Facundo, donde tuvo que cumplir 8 meses de prisión preventiva en un penal de alto riesgo”, explica Sonia Ivanoff, abogada de Facundo Jones Huala. “Luego cumplió arresto domiciliario, y no se presentó a los juicios que se hicieron. Por eso ordenan extraditarlo”.
Ivanoff: “Es importante tener en cuenta que en el juicio de extradición no se analizan los delitos de fondo: sólo es cuestión de evaluar si se dan ciertos elementos para permitir o no la extradición. No es extraditable, por ejemplo, si se trata de un delito político, si existen vulneraciones a las garantías del debido proceso, si hay persecución por raza, religión y nacionalidad”.
La abogada se refiere, entre otros, al inciso d) del artículo 8 de la llamada “Ley de cooperación internacional en materia penal”, que establece que la extradición no procederá cuando:

  • “El proceso que motiva la extradición evidencie propósitos persecutorios por razón de las opiniones políticas, la nacionalidad, la raza, el o la religión de las personas involucradas o hubiese motivos fundados para suponer que esas razones pueden perjudicar el ejercicio del derecho de defensa en juicio”.

Ivanoff sostiene que otra de las variables es que pueda ser juzgado por esos delitos en Argentina. “Como defensa ofrecimos elementos de cargo para repeler la extradición, tanto a nivel documental como testimonial. Hemos ofrecido un cuerpo de pruebas que nos van a permitir de alguna manera confirmar que Facundo tiene el carácter de preso político, porque de lo que se está hablando es la criminalización de la defensa de un derecho territorial”.
Quién es el terrorista
La recuperación mapuche motivó una denuncia de Benetton por “usurpación” que la Justicia provincial activó bajo el encuadre de la Ley Antiterrorista. Esa interpretación fue desestimada por el Juzgado Federal de Esquel, a cargo del doctor Guido Otranto, el mismo que tendrá en sus manos este miércoles la decisión de la extradición. La causa por terrorismo pasó luego a la Corte Suprema, que en nueve líneas rechazó la interpretación de la justicia provincial.
Según el dictamen del Procurador Fiscal ante la Corte, Víctor Abramovich:

  • “Los acontecimientos bajo análisis están enmarcados en una protesta llevada adelante en reclamo de derechos sociales, lo que ameritaría aplicar, eventualmente, la excepción prevista en el artículo 41 quinquies del Código Penal, en la medida que prevé que ´las agravantes previstas en este artículo no se aplicarán cuando el o los hechos de que se traten tuvieren lugar en ocasión del ejercicio de derechos humanos y/o sociales o de cualquier otro derecho constitucional´”.

Martiniano Jones Huala, integrante de la red de apoyo a la recuperación, fue uno de los imputados en esa causa. Es decir, para la Justicia provincial era  un “terrorista”. Fue absuelto. ¿Qué piensa de esta situación? Dice a lavaca: “Llegamos fortalecidos, hemos sumado mucha gente, al juicio viene por ejemplo el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. Es un juicio que no debería hacerse, está fuego de lugar. Pero es el precio que tenemos que pagar por el lugar donde vivimos. Ni siquiera es un problema racial con los terratenientes, sino que el problema comienza cuando tocás sus intereses. Ahí se transforman”.
Desde la red de apoyo no creen casual el despliegue de las diversas fuerzas en Esquel en la semana del juicio de extradición. “Están pasando por las calles colectivos llenos de gendarmes de otros puntos del país, la GEOP ya está instalada y todos los días hay helicópteros que pasan a vuelo rasante sobre la ciudad. ¿Justo esta semana?”, dicen a lavaca.
Martiniano: “En mi cabeza no está la extradición. Sería un paso en falso grave de la justicia. Hoy es Facundo, pero mañana puede ser cualquier otro. La sociedad no se tiene que hacer la distraída”.
La defensa es política
Facundo Jones Huala, desde la cárcel: “Esto es un movimiento político filosófico ancestral que se está levantando. Acá no se está enjuiciando a una persona, sino a la lucha de un pueblo, que es colectivo. Pase lo que pase, el pueblo mapuche va a seguir creciendo en el ejercicio de nuestros derechos. En mi expectativa yo me apoyo en la gente. Consiga lo que consiga va a ser el resultado de la movilización política y social, y voy a basar mi defensa en una defensa política. No me interesa si me llevan a otro lado o me dejan acá: voy a seguir levantando mi voz, siempre aportando a la lucha como un militante y una autoridad mapuche”.
-¿Cómo fueron estos tres meses en prisión?
-Sigo estudiando, elaborando política, analizando la realidad, tratando de aportar al proceso desde afuera y ser un canal de expresión de todo lo que sucede. Es lo que uno intenta: seguir siendo un actor político en la cárcel. Aquí hay mapuche por causas comunes y la idea es hacerle entender que es una lucha por todos, incluso los mismos agentes del servicio penitenciario. Son mapuche. Es parte de la misma historia de colonialismo y opresión. En ese sentido es muy positivo todo lo que se puede llegar a generar. Hay una situación de organización y de concientización que se expresa en el ejemplo del policía: si a un oficial le tiembla la mano y duda de su condición, nuestra lucha no es tan desacertada. Tiene mucho contenido, no sólo político, sino mucho contenido humano. Y logramos lo que siempre planteamos, al menos a nivel local: un debate político en la sociedad.
¿A qué te referís con defensa política?
-Yo estoy preso por causas políticas. Y lo único que no es extraditable son los delitos políticos. La cárcel y los tribunales son tribunas políticas para poder expresar los deseos y propuestas políticas de nuestro pueblo. Esto no es algo nuevo: ya lo hizo Fidel en Cuba, Mandela, muchos militantes anarquistas, vascos, que han utilizado los tribunales como tribuna política. De ser acusados a ser acusador. Hay un análisis objetivo, certero: nadie nos puede rebatir a nosotros que somos la mano de obra de la oligarquía, que tiene relación con las empresas, el Estado, las multinacionales, los medios. Por eso hay que invitar a la gente a comprometerse, a la gente mapuche a volver a su raíz, a involucrarse con sus comunidades. Y a los pueblos originarios a buscar soluciones a los conflictos en torno a sus dinámicas, sus propias culturales, y al resto del pueblo a alentar y a construir nuevos proyectos políticos. Las revoluciones son posibles. Yo me reivindico como un político revolucionario mapuche. Y hay que cambiar la opresión a la que han sometido a todos nuestros pueblos. Buscar la felicidad, la armonía, la fraternidad y reconstruir ese poder político dentro de nosotros mismos.

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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

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Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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