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Operación Pergamino: la verdad de la mentira

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Vecinos bonaerenses fueron convocados para un “estudio” sobre el impacto de los agroquímicos. Financiado por los ministerios de Agricultura y Ciencia de Nación, los investigadores de la UBA no analizaron los químicos más utilizados por el agro actual, no entregaron los estudios que pueden detectar los plaguicidas y ocultaron sus vínculos con las empresas del sector. Por Darío Aranda para lavaca.org

Una inédita operación en favor de los transgénicos y agroquímicos se realizó entre científicos de la Universidad de Buenos Aires (Facultad de Agronomía y Farmacia y Bioquímica), funcionarios de Pergamino, el actual ministro de Ciencia de Buenos Aires, Jorge Elustondo, y empresas del agronegocios. Bajo la promesa de estudios científicos en la población, omitieron buscar los químicos denunciados (glifosato, atrazina, 2-4-D), ocultaron conflictos de intereses, negaron resultados a la población afectada y minimizaron la contaminación en base a análisis sesgados: “Son niveles muy bajos de plaguicidas, no representan ningún tipo de riesgo”
Las empresas e instituciones que celebraron la maniobra, bajo el sello de “Agrolimpio”, son la Sociedad Rural, la Asociación de Productores de Siembra Directa (Aapresid), la Cámara de agroquímicos (Casafe), Consorcio Regional de Experimentación Agrícola (CREA), empresas de aeroaplicación, la Federación de Distribuidores de Insumos y la Asociación de Ingenieros Agrónomos del Norte de Buenos Aires (Aiamba).
La Asamblea por la Protección de la Vida, la Salud y el Ambiente cuestionó el accionar de científicos y funcionarios y cuestionó la investigación: “El estudio resulta totalmente incompleto porque no contempla los productos de mayor uso actual. La comunidad no tuvo acceso a los resultados escritos. Sólo se tuvo acceso a lo que los investigadores comentaron en su visita y a los resultados individuales de sangre. Tampoco hubo un resultado de escrito del análisis de agua”, explicó Jorge Dauach, de la Asamblea.

Pergamino

Pampa Húmeda. Las tierras más productivas y preciadas del país. Allí está Pergamino, noroeste bonaerense, a 220 kilómetros de Capital Federal, 105 mil habitantes y 300 mil hectáreas. El 60 por ciento tiene soja. El otro 20 por ciento, maíz transgénico y trigo. Desde 1997 es la “Capital Nacional de la Semilla”. Allí están Monsanto, Palaversich, Produsem, Sursem, Rizobacter, Dreyfus, Agronort (distribuidor oficial de Bayer CropScience,  Dow, BASF y Don Mario) y Gesagro (representante de Syngenta). Las pocas empresas que no están en Pergamino, se radican a 140 kilómetros, en Venado Tuerto.
La Asamblea por la Protección de la Vida, la Salud y el Ambiente nació en 2013. Herejes que denunciaban las consecuencias del modelo agropecuario (desde fumigaciones hasta las consecuencias sociales) en una ciudad donde todo se mueve a ritmo “del campo”.
Redactaron un proyecto de ordenanza para limitar las fumigaciones. Solicitaron 500 metros para las aspersiones terrestres y 3000 metros para las aéreas.
Muy rápido salió al cruce “Agrolimpio”, un conjunto de instituciones que son parte del negocio: Sociedad Rural, Aapresid, Casafe, CREA, empresas de aeroaplicación y la Federación de distribuidores de insumos. También sumaron su apoyo la Asociación de Ingenieros Agrónomos del Norte de Buenos Aires (Aiamba), sectores de la Universidad Nacional del Noroeste de la provincia de Buenos Aires (Unnoba), sectores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la abogada, Analía Balbarani. La propuesta de Agrolimpio: 100 metros para los químicos más tóxicos y sin distancia para los “banda verde” (glifosato y atrazina, entre otros).
El intendente, Héctor Cachi Gutiérrez, y 18 concejales (de un total de 20) se inclinaron por la propuesta empresaria pero en un intento de “conciliación” establecieron 100 metros de distancia para todo agroquímico. Agrolimpio pidieron el veto a la ordenanza y distancia cero para el glifosato.

La salud en riesgo

Desde la Asamblea exigieron mayor distancia de protección, cuestionaron el intento de veto y continuaron con campañas de difusión sobre los riesgos de los agroquímicos. En junio de 2014 realizan una charla con la investigadora Delia Aiassa, de la Universidad Nacional de Río Cuarto. Aiassa, integrante del Grupo de Genética y Mutagénesis Ambiental (GEMA), confirmó el daño genético en poblaciones expuestas a agroquímicos, antesala de distintas enfermedades, entre ellas el cáncer.
El intendente Omar Pacini (asumió en diciembre de 2013 y finalizó el mandato en 2015) retrucó con el anuncio de “un estudio científico” que daría cuenta del estado sanitario en Pergamino. Remarcó la participación de la Facultad de Agronomía y de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (ambas de la Universidad de Buenos Aires) y de los ministerios de Agricultura y de Ciencia de la Nación.
“Consideramos que somos un Municipio saludable, pero de cualquier manera tenemos que corroborar a través de estudios científicos que esto así sea. Para nosotros es un gusto que gente como estos profesionales vengan a trabajar a Pergamino”, explicó Leandro Peñaloza, secretario de Salud del Municipio, cuando presentaron el inicio del trabajo.
Estuvo acompañado de la directora de Estadísticas y Epidemiología, Adriana Torriggino; el secretario de Producción, José Apesteguía; el director ejecutivo del Instituto de Ética Legal de la Facultad de Agronomía, Jorge Elustondo; y las investigadoras de la Cátedra de Toxicología y Química Legal de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, Edda Villaamil Lepori y María Irigoyen.
Elustondo anunció que contaban específicamente con el apoyo del ministro de ciencia, Lino Barañao, y de las autoridades del Ministerio de Agricultura de Nación.
Villaamil Lepori explicó la metodología de trabajo: “Queremos evaluar qué es lo que pasa y cuál es el impacto de los agroquímicos que se están utilizando, principalmente con lo que tiene que ver con los cultivos transgénicos, tanto en el ambiente como en la salud humana. Es importantísimo tener datos del uso, de cómo se aplica y de los probables niveles de exposición en la población humana. Queremos evaluar los alimentos y algunas cuestiones en sangre y orina”.
María Irigoyen señaló que “la estrella es el glifosato, el malo de la película o no, pero nosotros vamos a estudiar a la gente el impacto sobre su salud de todos los componentes, no solamente del glifosato”.
Explicaron que tomarían muestras de suelo, agua, y analizarían sangre y orina de la población.

Investigando la investigaciòn

Desde la Asamblea comenzaron a inquietarse a mediados de 2015, cuando los resultados no aparecían. Pidieron información al Municipio y no tuvieron respuesta.
En diciembre de 2015, Pedro Courtial (de la Asamblea) comenzó a buscar por Internet. Ya había pasado un año de la toma de muestras y no tenían ningún resultado (su esposa fue una de las voluntarias  del análisis de sangre y orina). Y llegó la sorpresa: una de las científica referentes del estudio,Villaamil Lepori, había presentado en septiembre parte de los resultados de la investigación en el XIX Congreso Argentino de Toxicología. Pero nunca les había informado los resultados a la comunidad afectada.
El resumen señala que se encontraron con mayor frecuencia los agroquímicos DDT, endosulfán y y metilclorpirifós. En sangre se encontró DDT, heptacloro, aldrin, endosulfán, metilclorpirifós  y cipermetrina. En agua se encontró también DDT, clorpirifós y cipermetrina, entre otros. Todos químicos usados décadas pasadas, persistentes y con numerosa bibliografía que da cuenta de esa presencia en las zonas agrícolas. Por lo cual, dentro del ámbito académico, no es novedad su aparición en estudios.
El trabajo señala que esos fueron los “plaguicidas hallados”, pero no señala cuáles fueron los químicos buscados.
Científicos de cuatro universidades públicas (UBA, Río Cuarto, Litoral y La Plata) explicaron a lavaca que es “una obviedad” buscar químicos como el DDT porque la novedad sería no encontrarlo en tierras agrícolas de Argentina. Por contraposición, señalaron que hay que buscar los químicos que se usan en la actualidad.

Reclamo y respuesta

La Asamblea cuestionó de inmediato a las autoridades municipales. Había pasado más de un año de la extracción de sangre y entrega de muestras de orina, y nunca les habían dado los resultados.
A las 48 horas, el Municipio y los científicos dieron a conocer los resultados en el Concejo Deliberante. El diario La Opinión de Pergamino realizó una crónica detallada. Olga Heredia, de la Facultad de Agronomía de la UBA, inició la charla con un agradecimiento a Aapresid (empresarios del agro) por colaborar en la toma de muestras de agua y suelo. Luego precisó que encontraron niveles “bajos” de glifosato en agua en base a “parámetros internacionales de nivel máximo de 700 PPB (microgramos por litro)”. La investigadora no aclaró que no hay consenso científico sobre el nivel máximo del herbicida en agua. Mientras Estados Unidos acepta 700 PPB, la Unión Europea sólo permite 0,1 PPB.
Reconoció que hubo casos con niveles altos pero lo atribuyó a “alguna excepción que puede atribuirse a una contaminación puntual. En general son niveles muy bajos, no representan ningún tipo de riesgo”. Respecto al agua de red (de consumo humano), afirmó que “se ha encontrado (glifosato) en algunas muestras, pero a niveles bajos”.
No aclaró qué niveles son bajos ni en cuántas muestras se detectó la contaminación.
Edda Villaamil Lepori explicó que utilizaron un análisis  llamado “colinesterasas”, que implica evaluar las enzimas que se inhiben por los químicos. “Confirmamos la hipótesis de que hay una exposición a insecticidas no relacionados con la actividad agropecuaria y posiblemente al uso doméstico. Son niveles bajos y no significa intoxicación”, afirmó.
Resaltó la presencia de DDT y, respecto al agua, sostuvo que existen “niveles bajos de plaguicidas (…) y no se han encontrado niveles elevados de glifosato”.
Nunca se entregaron los estudios completos a la población y tampoco explicaron que el análisis de “colinesterasas” es principalmente para intoxicaciones agudas (que se producen en el momento de la manipulación) y no para afectaciones crónicas (prolongadas en el tiempo), para lo cual debieran hacerse pruebas genéticas, como hacen investigadores de las universidades de Río Cuarto y el Litoral, entre otras.
Tampoco se entregaron los estudios de orina, donde es más factible encontrar glifosato y su metabolito AMPA, que es el principal producto de la degradación del glifosato (el herbicida se transforma, principalmente por acción de enzimas bacterianas del suelo, en AMPA).

Los responsables

El principal referente en la firma del convenio fue Eduardo Pagano, que figura como “investigador responsable”. Es uno de los referentes del agronegocios de la UBA, ex vicedecano de la Facultad de Agronomía y desde su cátedra en la universidad trabaja junto a la semillera Don Mario. Integra la Comisión Nacional de Biotecnología (Conabia), espacio responsable de la aprobación de los transgénicos en el país, en base a estudios de las propias empresas y con expedientes confidenciales.
También sobresale Jorge Román Elustondo, uno de los impulsores del estudio. Ingeniero agrónomo, oriundo de Pergamino y era -al momento de la investigación- director del Instituto de Ética y Calidad Agroindustrial de la Facultad de Agronomía de la UBA. Una serie de muestras fueron tomadas en cercanías de su campo, donde impulsa el barrio cerrado “Chacras de Pergamino”, de 76 hectáreas.
Los resultados positivos, “niveles bajos de plaguicidas”, son otro argumento favorable al momento de vender los lotes.
Elustondo es un férreo impulsor del modelo de agronegocios. El 10 de diciembre asumió en el gobierno de María Eugenia Vidal como ministro de Producción, Ciencia y Tecnología, desde donde articula con con su par de Agroindustria, Leonardo Sarquís (ex gerente de Monsanto).
En julio pasado, Vidal dividió el Ministerio. Nombró al intendente de San Miguel, Joaquín De La Torre en Producción y Elustondo quedó a cargo del Ministerio de Ciencia.
Operación Pergamino: la verdad de la mentira

Habla una de las responsables: “No pudimos hacerlo por problemas de equipamiento”

Edda Villaamil Lepori es doctora en toxicología y titular de la cátedra de Toxicología y Química Legal de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA. En 2009 formó parte del cuestionado “informe sobre glifosato”, una maniobra de Lino Barañao para mantener el uso de glifosato. El trabajo fue denunciado por utilizar bibliografía sesgada, equiparar estudios de Monsanto (la principal empresa involucrada) con trabajos de científicos independientes y por la total ausencia del principio precautorio, exigencia legal de que, ante incertidumbre, prevenir consecuencias en la salud y el ambiente.
Villaamil Lepori fue una de las firmantes de ese cuestionado trabajo. También tiene relación con el Instituto Internacional de Ciencias de la Vida (ILSI), que cuenta entre sus socios directos a las multinacionales de agroquímicos y transgénicos Bayer, Dow Agro Sciences, Syngenta y Monsanto. Villaamil Lepori es integranta de la Subcomisión de Fitosanitarios de ILSI.
“¿Conflictos de intereses? ¿Por qué? En ILSI yo tengo libertad para decir lo que pienso”, respondió ante la pregunta de tener relaciones con empresas químicas y realizar estudios que podrían inculparlas.
En diálogo con lavaca reiteró los resultados de los estudios, aceptó que (en las muestras de sangre) no buscaron glifosato, atrazina ni 2-4-D (los químicos más utilizados en la actualidad) y reconoció que no hicieron los análisis en orina. Lo atribuyó a un “impedimento técnico”. La investigadora señaló que este trabajo es una continuidad del realizado en 2009 sobre glifosato (impulsado por Lino Barañao) y que, en este caso, también fue impulsado por el Ministerio de Ciencia.
Los análisis que no se pudieron hacer son estudios importantes al momento de estimar el impacto de químicos en humanos.
Sí, pero no pudimos hacerlos por problemas de equipamiento.
¿Por qué no se contrató a otro laboratorio?
No estaba en el proyecto.
¿Buscaron en agua atrazina, 2-4-D, químicos muy usados en el agro actual?
No.
 ¿Buscaron glifosato, atrazina y 2-4-D en sangre?
No.
¿Por qué?
Porque no estaba en el diseño el proyecto buscar atrazina y 2-4-D y no contamos con todos los equipos para glifosato.
Pero ustedes anunciaron que buscarían glifosato en sangre y orina
Sí, pero ya le dije que tuvimos dificultades con los equipos.
Investigadores me han afirmado que uno de los métodos más precisos para humanos es hacer pruebas genéticas de poblaciones. Usted sabe que a mayor daño genético, mayor probabilidad de ciertas enfermedades, como el cáncer.
Trabajar con población humana que está expuesta a muchísimas cosas que son potenciales genotóxicos y sacar conclusiones respecto a plaguicidas… me parece poco serio. En mi opinión es muy difícil encontrar daño genético y hacer responsable al glifosato. Quienes hacen asado y están expuestos al humo del asadito, también están expuestos a genotóxicos que producen daño genético…

Ciencia y mito

La Asociación de Productores de Siembra Directa (Aapresid) es la organización de empresarios y productores del agronegocios de mayor lobby político. De estrecha relación con las grandes compañías semilleras y de agroquímicos. Todos los años realiza su congreso anual, la tribuna desde donde los defensores del modelo marcan sus líneas de trabajo y acciones. El congreso 2016 comienza el próximo miércoles y una de las figuras más anunciadas es Villaamil Lepori. Su disertación fue publicitada como “los mitos del glifosato”.
Para la difusión de la charla adelantó que “han determinado un grado muy bajo de presencia de glifosato” en poblaciones rurales y urbanas remarca: “Creemos que estamos en condiciones de desmitificar al glifosato y a sus efectos; ya que no hay evidencia científica de enfermedades cancerígenas ni otro tipo de patologías, después de todas las investigaciones realizadas”.
El trabajo de Villaamil Lepori no fue publicado por ninguna revista científica, tradicional forma de validación entre pares y requisito indispensable que los defensores del agronegocios suelen exigir a las investigaciones que cuestionan al modelo transgénico.

 “No se puede encontrar lo que no se busca”

El viernes 29 de julio la Asamblea por la Protección de la Vida, la Salud y el Ambiente de Pergamino dio una conferencia de prensa y emitió un duro cuestionamiento al estudio realizado por los investigadores de Agronomía y Farmacia y Bioquímica de la UBA, y financiado por los ministerios de Agricultura y de Ciencia. No se analizaron otros agroquímicos (además de glifosato) utilizados en la actualidad en la agricultura, como tampoco se analizaron ninguno de los utilizados para la optimización y eficacia del glifosato en el tratamiento de plagas (de uso y práctica habitual en la agricultura en éste tipo de tratamiento). Por lo que el estudio hace un análisis minimísimo en relación a lo que es el uso de agroquímicos y su incidencia en suelo y agua”, denuncia.
Ante la falta de entrega del trabajo, la Asamblea reconstruyó los resultados vía distintas fuentes. Y precisó los resultados parciales:

  • El glifosato fue el único principio activo analizado por los investigadores (a nivel ambiental). Se encontró en agua superficial, napas y agua de consumo humano. En humanos no lo buscaron en sangre y no se realizaron los estudios en orina.
  • Estudios en suelo. Se encontró glifosato y AMPA, tanto en suelos dedicados a la agricultura como no agrícolas.

“El principio activo (glifosato) se encuentra durante todo el año tanto en las muestras de suelo como en las de agua. Esto marca una presencia continua, habitual y crónica lo que merece especial atención en rangos de incidencia y exposición”, alertaron.
Recordaron que el discurso empresario y oficial era que “el glifosato se degrada fácilmente”, “no persiste en el ambiente” o “no existe deriva”. En base los resultados, la Asamblea afirma: “Hay una sobrecarga ambiental en relación al principio activo buscado y analizado. Son falaces las afirmaciones respecto a su degradación. Nos negamos a que continúe una práctica productiva que nos condena a un mayor nivel de contaminación”.
También destacaron que “otro dato alarmante es la presencia de glifosato en agua de bebida. Esta circunstancia no ha sido informada a la población que consume habitualmente el agua de red que provee la Municipalidad de Pergamino, por ninguna autoridad pública competente, sin que los ciudadanos hayamos tenido la posibilidad de decidir respecto a la calidad del suministro de un elemento esencial para la vida y que constituye un derecho humano básico”.
Cuestionaron el sesgo no casual que tuvo el estudio. “En relación al análisis de agrotóxicos en sangre consideramos que el estudio resulta incompleto, porque sólo midieron algunos insecticidas (organoclorados, ciertos organofosforados, ciertos piretroides en plasma). La mayoría no está en uso actualmente. A su vez, no se efectuaron mediciones en relación a los herbicidas y otros agrotóxicos más usados en la actualidad (atrazina, 2-4-D, dicamba, entre otros). A los fines de medir plaguicidas en humanos el estudio resulta totalmente incompleto porque no contempla los productos de mayor uso actual”.
No se puede encontrar lo que no se busca. El estudio en Pergamino no buscó los químicos más utilizados en el agro actual.
“Este estudio no es representativo para evaluar el impacto actual en humanos en nuestra región. Tampoco se sabe ‘a ciencia cierta’ cuáles son los valores máximos tolerables de exposición porque no están establecidos, razón por la cual todo lo que se pueda estimar al respecto queda en el rango de simple conjetura”, resaltó la Asamblea de vecinos.

Promesas no cumplidas

Los ciudadanos de Pergamino entregaron muestras de orina para el análisis de químicos. La Asamblea afirmó: “Los análisis nunca fueron presentados. Consideramos que el acceso al resultado de los mismos es muy significativo porque constituye la vía más idónea (tal como lo demuestran estudios realizados en nuestro país) para poder detectar la presencia de glifosato en el cuerpo humano”.
No fue la única promesa no cumplida. “En relación a los alimentos que consume la comunidad, no se realizaron análisis para detectar presencia de agroquímicos, a pesar de que esto fue anunciado en la presentación del proyecto, tanto por funcionarios como por científicos”, cuestionó la Asamblea de Pergamino.
También explicitaron los conflictos de intereses de Pagano y Villamil Lepori, por sus relaciones con empresas del sector. Y cuestionaron a la toxicóloga: “Consideramos que las expectativas declaradas por la doctora Villaamil Lepori al afirmar ‘queremos evaluar qué es lo que pasa y cuál es el impacto  de los agroquímicos que se están utilizando, principalmente con lo que tiene que ver con los cultivos transgénicos tanto en el ambiente como en la salud humana’, no han sido contempladas en su totalidad en el estudio, al resultar un análisis incompleto justamente en las cuestiones más críticas”.
Los asambleístas cuestionaron que nunca les fue entregado el pre-informe científico. Sólo obtuvieron algunos resultados en la presentación municipal de 2015 y el resto fue vía escritos académicos y por internet. Solicitaron conocer el convenio entre la Municipalidad, las facultades de la UBA y el Ministerio de Agroindustria y Ciencia.

Punta de lanza

“Buenas prácticas agrícolas”, es el término impulsado por Aapresid y Casafe (cámara empresa de agroquímicos donde están Monsanto, Syngenta, Bayer y todas las grandes empresas de químicos) que justifica el uso masivo de plaguicidas y culpa al “mal uso” de las consecuencias sanitarias y ambientales del modelo. De esta manera, el relato argumental señala que con “buenas prácticas agrícolas (BPA)”, no habrá efectos no deseados con las fumigaciones.
Las BPA son cuestionadas por las organizaciones sociales y pueblos fumigados. Lo equiparan a Barrick Gold y su promesa de “minería sustentable”, o cuando Chevron-YPF y su eslogan de “fracking seguro”. Asambleas y pueblos fumigados asegurar que el problema es el modelo químico que se aplica en el agro, no las “buenas (o malas) prácticas”.
Sin embargo, los funcionarios de distintos signos políticas hicieron propio el discurso empresario. El 5 de julio pasado, la gacetilla de prensa del Ministerio de Agroindustria de Buenos Aires tituló: “Buenas prácticas agrícolas. El ministro Sarquís firmó convenio para el correcto uso de fitosanitarios”. Se trata de un acuerdo para promover el “uso racional” de las fumigaciones en tres municipios: Tandil, Trenque Lauquen y Pergamino.
La iniciativa fue impulsada por la Cámara Empresaria de Distribuidores de Agroquímicos, Semillas y Afines (Cedasaba) y la intención es replicar la experiencia en otros municipios. Menciona la existencia de “áreas de amortiguamiento” para proteger a la población, pero no precisan qué distancias.
“Queremos que antes de fin de año exista una nueva ley de agroquímicos en la provincia de Buenos Aires. Este es un avance importantísimo”, señaló Sarquís, actual ministro de Agroindustria y ex gerente de Monsanto.
Al día siguiente, el 6 de julio, el Senado bonaerense dio media sanción a una ley de agroquímicos que permite fumigar con glifosato, atrazina y 2-4-D (entre otros químicos) a sólo diez metros de distancia de las viviendas. Ninguna provincia se había animado a tanto.

Más info:

La nota publicada en MU que da cuenta del reclamo que originó este estudio:
Corazón sojero: El caso de un embarazo perdido por culpa de las fumigaciones impulsó la creación de una asamblea en pleno cluster sojero, donde residen 800 empresas vinculadas al agronegocio.

Corazón sojero


casas.viviendas. Ninguna provincia se había animado a tanto.

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Memoria, verdad, justicia y Norita

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Partidaria de los besos y los abrazos, reivindica la sonrisa como principal bandera de lucha. Cumplió 94 años este 22 de marzo y hace siempre que puede la ronda de Madres de Plaza de Mayo, hoy ya en silla de ruedas. Vida, obra y endorfinas de una mujer que ha acompañado a fábricas recuperadas, pueblos originarios, comunidades afectadas por el extractivismo, jóvenes y mujeres en situaciones de violencia, todo como una continuidad en la defensa de los derechos humanos. El clítoris, el cannabis y las autodefiniciones. Esperando el 24 de marzo, compartimos esta nota y retrato, publicada originalmente en la revista MU 138 (2019, todavía tiempos macristas). El movimiento, la calle, y lo que ella piensa (y hace) frente a la historia y los futuros posibles.

Texto: Sergio Ciancaglini

Nora revisa su cartera en la que lleva el pañuelo blanco, el verde, crema de cannabis medicinal, una lata de sardinas y la agenda en la que anota sus hiperactividades cotidianas, entre otros secretos. Está también su DNI: 0.019.538. Ríe: “Fui de las primeras en la cola para sacarlo. El otro día, por un trámite, los empleados de un banco me dijeron que la máquina no podía interpretar un número tan bajo”.
Estamos en la sede de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora. Envolvemos las masitas que no alcanzamos a engullir y que se incorporan a la cartera de Nora para llevárselas a una amiga. Luego guarda un par de carpetas, limpia la mesa de papelitos y me pide que cierre las persianas y puertas del balcón que da sobre Piedras al 100, Buenos Aires. Ya tiene el llavero en la mano esta señora que no puede ser interpretada por las máquinas. Chequea que esté todo ordenado. Empieza a apagar las luces que iluminan salones, oficinas y paredes atiborradas de recuerdos de las Madres, homenajes, reconocimientos, diplomas y tres imágenes: Azucena De Vincenti, Mary Bianco y Esther Careaga: sus apellidos de casadas pero sobre todo, el de sus hijos e hijas. Fueron las madres secuestradas en diciembre de 1977 en un operativo organizado por la ESMA, que culminó con 12 desapariciones incluyendo a dos religiosas francesas.

Memoria, verdad, justicia y Norita

El saludo de Nora en una de las marchas actuales, con la foto de su hijo, la bandera de los 30.000 detenidos-desaparecidos, y el acompañamiento de una nueva generación.


Nora se pone el ponchito de barracán, agarra la cartera, el bastón, y cumple con el rito según el cual el último –la última- apaga la luz. Y cierra la puerta con llave.
La escena podría parecer un tanto melancólica, pero es al revés.
Al cerrar esa puerta, da media vuelta y abre un mundo.
Nora se transforma en Norita, que en lugar de ser un diminutivo resulta un aumentativo, una clave, un código de acción.
Sale Nora de Madres y entra Norita a la calle, las plazas, las ciudades, los pueblos, las rutas, las fábricas, la naturaleza, los conflictos.
Entra a sus verdaderos lugares de acción: lo público, los espacios donde ocurren las cosas, o donde las cosas se manifiestan escapando de los encierros y del silencio.
Lo mismo sucede cada vez que sale de su casa en Castelar, llena de muñecas, libros, plantas y recuerdos, se toma un micro hasta la estación (evita los taxis y es ajena a las aplicaciones uberísticas), luego el tren Sarmiento, luego el subte A o lo que haya que abordar para ir a donde quiere ir.
Su estrategia consiste en intentar estar donde haya injusticias, violencias, crímenes, abusos, discriminaciones, psicopatías estatales o privadas y otras desventuras nacionales que son del orden de lo clásico: nunca pasan de moda.
Logra materializar ese acompañamiento con una eficiencia casi incomprensible. Ana María Careaga (desaparecida a los 16 años estando embarazada e hija de aquella madre secuestrada en la iglesia) cuenta que una vez le dijeron al sacerdote pasionista Carlos Sarracini que Nora parece Dios, porque está en todas partes. El cura no se mosqueó con la comparación y subió la apuesta: “Sí, pero a Nora se la ve”.
“Cuando dicen esas cosas me estremecen –corcovea Nora–, me da un poco de vergüenza. Siento que son como abrazos para darme fuerza, pero no me generan soberbia ni nada. Lo que digo es sencillo. Si no es para pelear contra la injusticia, los organismos de derechos humanos, ¿para qué estamos?”.

Memoria, verdad, justicia y Norita

Sobre la magia y el clítoris

Plaza de Mayo, jueves, 15.30.
Las Madres están partidas desde 1986, pero allí están. Girando siempre en sentido inverso al de las agujas del reloj, como para recuperar el tiempo perdido por tanta muerte, cada uno de los dos grupos (Asociación y Línea Fundadora) en el extremo opuesto de ese círculo alrededor de la Pirámide de Mayo que culmina con una estatua que representa a la Libertad. La libertad está inmóvil, mientras la memoria, la verdad y la justicia rondan alrededor.
Bajo una placa descansan las cenizas de Azucena Villaflor de De Vincenti, quien junto a las otras dos madres desaparecidas fue arrojada viva por los militares desde un avión al mar. La marea luego devolvió los cuerpos a la costa de Santa Teresita en enero de 1978.
En Línea Fundadora la única madre que ronda hoy -y sin bastón- es Nora, acompañada por unas 80 personas. El grupo crece de golpe porque se agregan como un borbotón unos 40 guardapolvos blancos de chicas y chicos de una primaria de Lugano que la rodean y marchan junto a ella con la bandera en la que se lee “30.000 detenidos desaparecidos. ¡Presentes!”.
Llora y ríe Norita porque al ver a los chicos se le agitaron la emoción y la alegría, lloran también las maestras y varios que disimulan. Los chicos la miran asombrados. Tres vueltas más tarde, ella se acerca a un micrófono con parlante. Este jueves habla de:
La impunidad estatal y judicial alrededor del atentado a la AMIA.
El proyecto de “servicio cívico voluntario” de Gendarmería para niños (editorializa diciendo: “Qué bestias”).
Recuerda junto a Beverly Keene, de Diálogo 2000, que la solitaria Madre de Ledesma (Jujuy) Olga Arédez, denunció en 2001 la creación de una policía infantil (niños uniformados que eran instruidos con armas de juguete). Y que en 2012 el gobierno de Cristina Kirchner ordenó cerrar 74 cuerpos de Gendarmes Infantiles en 17 provincias, que reunían a más de 6.879 niños.
De paso mencionan que Olga –que reclamó toda la vida por las desapariciones ocurridas durante el apagón en Libertador General San Martín- murió en 2005 por la contaminación de bagazo producida por Ingenio Ledesma. “Para abaratar costos no ponían los filtros en las chimeneas, y eso la intoxicó”, explica Nora.

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Denuncia cómo le prohibieron a su compañera de Madres LF, Vera Jarach, quien además es sobreviviente del Holocausto, dar una charla en el Colegio Nacional de San Isidro (“a lo mejor prefieren que vayan los de Gendarmería a dar clases de derechos humanos”).
Habla sobre una de sus obsesiones, el Hospital Posadas y la situación de sus trabajadores y pacientes (“el Estado achica y achica, es lo único que hace: hay que ir a acompañarlos”).
Informa que trabajadores de la textil Sport Tech, que estuvieron en la ronda y ocuparon durante dos años la fábrica quebrada en defensa de sus puestos de trabajo fueron autorizados como cooperativa, por el juez Horacio Robledo, a hacerse cargo de la empresa.
Presenta a gremialistas de Fabricaciones Militares (“no les tengan miedo, nada que ver con los milicos, son divinos”) movilizados contra los despidos y el achicamiento.
Recibe a Sergio Martínez, uno de los fundadores de El Algarrobo, asamblea de Andalgalá que con su movilización logró frenar la instalación del proyecto megaminero a cielo abierto Agua Rica. Sergio cuenta: “Hace poco cumplimos 500 marchas, cada sábado, reivindicando los derechos humanos, territoriales, a la salud y a la vida”.
Anticipa Norita el lanzamiento de una campaña para denunciar la deuda externa (y eterna) “porque hay gente que se queja en la verdulería, pero no entiende que lo que le pasa es consecuencia de que se están llevando los dólares y las riquezas, y cada dólar se paga con hambre en nuestro país”.

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Repudia por enésima vez la ilegal detención de Milagro Sala desde enero de 2016 (“no le encuentran nada y la someten a tortura psicológica las 24 horas del día”).
El tono de Nora es tan serio como lo sugieren los temas de los que está hablando; dice que el gobierno es “negacionista, inmoral y ladrón”, y oscila entre esas definiciones y el relato de lo que está sintiendo. “Hoy no hay buenas noticias para dar”, le dice a la gente que la escucha. “La buena noticia fueron esos chiquitos que vinieron de Lugano”.
Agrega: “No nos volvamos locos. Cada día me acuesto pensando ¿qué mal van a hacernos mañana? Es como que con cada acción, con cada decisión, quieren humillar. No lo logran, porque nos tienen que resbalar las cosas que dicen y hacen”.
La mujer y la gente se miran. “Siento que esta Plaza es mágica. Me siento feliz aquí. Me da pudor decirlo, con tantos desastres que pasan, pero es lo que siento viendo que tantas personas vienen, se encuentran, se abrazan, se reconocen”.
En ese momento repite tres veces: “30.000 detenidos desaparecidos y desaparecidas” y todos contestan “¡Presente!”. Y luego: “Ahora y siempre”. Nora, separando bien las sílabas, pronuncia tres veces la siguiente palabra: “Ven-ce-re-mos”.
Caminando hacia su bar favorito sobre Avenida de Mayo, para tomar un café que es parte del ritual de los jueves, quiere decirme algo sobre la magia, pero la detiene un grupo de chicas para saludarla y un joven, uniendo las palmas de las manos, pronuncia: “Gracias por existir”. Dice ella que jamás la cuestionaron ni la increparon por la calle. “Una sola vez, en una marcha por Cromañón, había un tipo muy borracho que me dijo de todo. Pero me había confundido con Estela de Carlotto. Que nos confundiera ya te muestra lo borracho que estaba”.
Otro grupo la reconoce, la saluda y le pide fotos. En los últimos tiempos cuando está en confianza Nora propone sonreír a la cámara diciendo “clítoris” en lugar de “whisky”.
Sigue la caminata y ella no pierde el hilo de lo que quería contar: “La magia no nace porque sí. La tenés que crear con tu espíritu. El espíritu de ver el lado bueno de la vida. Si no hacés magia con lo que te pasa, es imposible sentir que lo que hacés está bien, que te genera alegría. Sentir que no estás entre los mafiosos”.

Memoria, verdad, justicia y Norita

Comerse un pasaje

La primera vez de las Madres en Plaza de Mayo fue el sábado 30 de abril de 1977. El 15 había desaparecido Gustavo Cortiñas, el hijo mayor de Nora, secuestrado en la estación Castelar cuando iba a tomar el tren a las 8.45 rumbo a su trabajo en la Comisión de Valores. Militaba en la Juventud Peronista. Flaco, sonriente, bigote setentista, pelo largo.
En la casa de Nora hay una foto en la que se lo ve mirando a los chicos de la Villa 31, en la que militó con el padre Carlos Mugica. “Tiene un gesto que me parece dolorido y comprometido con lo que está viendo. Pero fijate los chiquitos, son iguales a los que ves hoy en las villas”. Se queda pensando: “Nuestros hijos luchaban por la justicia social. Pero hoy la brecha entre ricos y pobres es todavía mayor que cuando se tomó esta foto”.
Para esa mujer que había tenido que amoldarse al rol de ama de casa y profesora de alta costura, la desaparición del hijo representó el fin de muchas cosas. “Fue dejar la casa y salir a buscarlo. Y fue para todas igual. Mujeres comunes que no éramos de la academia, ni de los grupos de pensamiento. Pero hoy entiendo que ahí ya fuimos feministas. Ahí empezamos a romper”.
Aquel sábado inicial había pocos paseantes en Plaza de Mayo. Y 14 mujeres. Azucena propuso entonces ir los viernes. Nora, mientras tanto, buscaba en comisarías, en juzgados, hasta que empezó a ver a otras mujeres haciendo lo mismo, marcadas por la misma desesperación, que le contaron de las reuniones en la Plaza. Nora se sumó a la tercera. “Una madre muy católica y muy supersticiosa dijo que el viernes era mala suerte, día de brujas. Otra dijo que los lunes era día de lavar y limpiar. Quedó el jueves”. Acordaron las 15.30, salida de los bancos, el mayor tránsito de público en la zona. Las Madres nacieron para no ser parte de otros organismos ni partidos políticos. No tenían oficina: la crearon en la Plaza, sin techo ni puertas ni ventanas, para verse, intercambiar información, y hacerse ver. La policía dijo “circulen”, y jamás dejaron de hacerlo. En octubre de ese 1977 nacerían los pañuelos blancos, como modo de reconocerse entre la multitud durante una marcha a Luján: en realidad eran los pañales de tela (no existían los descartables) que guardaban para sus nietos, convertidos en un símbolo histórico de los derechos humanos.
Relata Nora que los varones y esposos no intervenían porque el horario era de trabajo. “Pasaba otra cosa. Al ver a los milicos algunos padres decían ‘yo le dije a mi hijo que no se metiera’ y cosas así. Entonces eso no servía. Las madres no hacíamos esas cosas”. Confrontaban. El lugar común indica que el dolor enceguece, pero Nora es de las que piensan distinto: “El dolor nos hizo ver. Nos fortaleció, y nos ayudó a ser claras”.
Empezó a entender algunas charlas que había tenido con su hijo: “Una vez me dijo: ‘¿Sabés que te pasa, mamá? Te falta calle’. Aprendí, ahora me pasé de calle” reconoce. “Más que en los libros, la concientización está en la calle. Esto significa moverse siempre. Y no pensar dos veces”.
Recuerda que fue varias veces presa con las Madres. “Una vez, los policías pararon un micro, bajaron a toda la gente y nos llevaron. En la comisaría teníamos dos variantes: pagar 30 centavos, o pasar 5 días de cárcel por escándalo en la vía pública. Había madres que decían “métanme presa, así me llevan con mi hijo”. Pero los tipos querían que pagásemos. Cuando me tocó, le di 60 centavos. ‘No señora, le dije 30’ me dijo, y le contesté: cóbrese lo de la semana que viene”.
Otra de esas detenciones ocurrió un día antes de un viaje que Nora debía hacer a Brasil con la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chicha Mariani. “Esa vez nos llevaban en patrulleros. Abrí la puerta y me quise tirar, pero el policía me agarró. Si no, me mataba; era la desesperación por escaparme. De golpe me di cuenta de que tenía el pasaje a Brasil. Yo creía que era algo clandestino, que si descubrían eso no sé qué iba a pasar y entonces lo agarré, lo fui rompiendo en pedacitos, y me lo comí”. El viaje finalmente se hizo, en plena digestión del pasaje, con Nora y Chicha intentando denunciar lo que se vivía y se moría en el país.
Moverse, salir, romper, confrontar, escandalizar, chocaba con la noción de familia tradicional y hogareña, y con su marido Carlos. “Los viajes, las marchas, las búsquedas. Y él tenía una cosa de celos. Hubo algunas veces que pensamos separarnos. Murió en 1994. Creo que no hubiera soportado todo lo que hago ahora. Pero bueno: la desaparición de Gustavo había sido un cambio total. Me largué a hacer lo que tenía que hacer. Y eso fue no volver atrás nunca más”.

Del Mundial al cannabis

Nora recuerda que usaban la parte del Café Tortoni que da a Rivadavia, durante el Mundial 78, para encontrarse con jugadores (“creo que eran holandeses, no recuerdo los nombres”) y periodistas extranjeros. O lo que vivió su querida Mirta Baravalle: “El marido estaba muy mal con la desaparición de la hija (Ana) y no podía creer que parecía que no pasaba nada mientras en el país había desaparecidos. El día de la final que ganó Argentina, después del partido se puso peor y se murió de un infarto mientras todo el mundo seguía festejando”.
Las Madres son un símbolo de muchas cosas, empezando por la valentía. Resulta casi de ficción imaginarlas plantadas en la Plaza frente a la Casa Rosada tomada por Videla & afines, infiltradas por Astiz y la ESMA, ignoradas y silenciadas, o en el mejor de los casos tratadas como “madres locas” por los diarios que se atrevían a mencionarlas. Nora agregó algo a su currículum disruptivo: en 1978 fue hasta la Mansión Seré, centro clandestino de detención y torturas, simulando ser una interesada en comprar el lugar para instalar un hogar de ancianos.
“No era que buscaba a mi hijo ahí, pero sabía que había gente. Entré al predio y hablaba en voz alta. No sé qué quería: hacer ruido. Que si había alguien supiera que había gente afuera. Un milico dijo ‘despachen a la señora’ pero yo seguía diciendo que me mandaban de la Municipalidad o cualquier cosa, y vi una canilla con manguera al lado de una ventanita que se ve que daba a un sótano, donde estaban los desaparecidos. Cuando se recuperó como Centro de Memoria, contaron que me habían escuchado, sin saber quién era”.
El alegre caos que es cada conversación con Nora, ahora en su casa, cambia de rumbo porque va a preparar café. Desde que cumplió 82 años le divierte decir que es mínima, vital y móvil.
Mínima: nunca escondió la edad, pero se niega a revelar cuánto mide. “Ni a mis nietos se los digo”. En el jardín hay una pequeña piscina de dos metros de largo y uno de profundidad. Nora guiña un ojo: “Me meto con salvavidas”.
Vital: parece inagotable, aunque no lo es. Sufrió hace dos años un ínfimo ACV. “Hablé dos horas después de eso en un acto, y parada. Ni yo lo puedo creer. Pero es un compromiso con nuestros hijos y nuestras hijas. No es un sacrificio para nada. Cada día es estar donde hay una injusticia”.
Móvil: sus idas y vueltas a Castelar en micros, trenes y subtes son una especie de gesta cotidiana en la cual la casi nonagenaria dama va a veces arrastrada por la multitud. “El otro día bajaba del tren. En el medio del gentío un chico que iba a subir me vio, tenía un chocolate, me dijo ‘gracias por todo lo que hacés’, me lo dio y subió. Me quedé en el andén con el chocolate llorando de emoción. Ni sé el nombre. Solo sé que era un chico del oeste”.
Hace dos años un golpe en el empeine le repercutió en un fuerte dolor de rodilla, y los médicos le dijeron algo fantasmal: tenía que dejar de marchar. Problema de meniscos. “Te imaginás, yo lo que tengo son menisquitos”. Por eso fue al debate en el Senado sobre el aborto seguro legal y gratuito en silla de ruedas. La actual vicepresidenta Gabriela Michetti la saludó educadamente al verla, y más tarde ordenó que le prohibieran el ingreso al recinto, por lo que Nora vio el debate por televisión en el despacho de Pino Solanas.
“El año pasado me regalaron la crema de cannabis y me la empecé a poner en la pierna. De a poquito, te diría que en un mes o dos, dejó de dolerme totalmente, y pude volver a caminar con bastón primero, y cada vez mejor”. Del pronóstico de inmovilidad Nora pasó a abandonar la silla de ruedas, el bastón parece cada vez más un adorno, y no deja de estar en todas partes. “Ahora en vez de bombones me regalan cannabis”. En el jardín, además de la santa rita, las azaleas y los potus, crecen dos robustas plantas de marihuana.

Feminismo, grieta y hambre

Tiene docenas de muñecas que le han regalado, varias son Noritas con pañuelo blanco y hay una con pañuelo verde. Muestra una remera con una frase que ha hecho célebre: “Ser feminista es una cosa bárbara”. El lema forma parte del Norita Fútbol Club (Las Noritas) equipo femenino que participa en la Liga Nosotras Jugamos. En la delantera de Las Noritas juega su nieta Lucía. “Y yo pedí que me den la 10”, explica la abuela, que además está asombrada porque ha sido llamada a dar una charla por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
¿Qué es lo peor que vivió, además de la desaparición de Gustavo? “La desaparición de las tres madres. Veías que los militares no se saciaban ni con los miles que se habían llevado”.
¿Lo mejor? “La resistencia de la gente, de los pueblos. Si no fuera por la resistencia pacífica y prudente que tiene este pueblo ya estaríamos con las patas de los norteamericanos acá adentro. Hay espacios que parecen pequeños pero que van frenando, sin saberlo, los avances de la derecha”.
Reconoce que fue un dolor también la separación de Madres, en 1986. “Algunas nunca dejamos de sentir que no tendría que haber ocurrido. Pero había mucha diferencia sobre las metodologías y nosotras, en Línea Fundadora, queríamos ser horizontales e independientes”. No quiere hablar demasiado sobre las diferencias en la propia Línea Fundadora. “Lo que reivindico es esa independencia, la mirada crítica. En el anterior gobierno creían que la crítica era mala leche, y eso no es cierto. Yo reconozco que lo que se hizo con el tema de derechos humanos fue histórico. No pensábamos que íbamos a ver a los genocidas juzgados. Pero eso no quiere decir que una se calle cuando hay cosas como el apoyo al modelo extractivo, o poner a (César) Milani al frente del Ejército”, explica, críticas que hizo extensivas a la Ley Antiterrorista, el pago de deuda externa, la tragedia de Once, el INDEC, el Proyecto X, y toda área atacada por políticas oficiales, el modelo científico con Lino Barañao al frente, el modelo sojero, la minería a cielo abierto, la violencia institucional, la discriminación a los pueblos originarios, entre muchos etcéteras que hicieron que no fuera ella de las participantes en los actos emitidos por cadena nacional. “Nuestra función es otra desde siempre: es ser independientes de los partidos y del Estado”.
Cuenta que su nieto Damián, el hijo de Gustavo, fue siempre partidario de la gestión kirchnerista. “Pero yo decidí que no voy a perder amigos, familiares ni ideales por la política partidista. Entonces hablábamos de cualquier otra cosa. Pero desde que está este gobierno sí que volvimos a hablar de política”, dice riéndose.
Sobre lo electoral: “Estoy mirando. No decidí qué hacer”. Una pista: en una de las últimas elecciones Nora fue con un marcador. Tomó una boleta y escribió: 30.000 detenidos desaparecidos. No al extractivismo. No a la persecución a las comunidades indígenas. No a la deuda externa impagable, inmoral y odiosa. “Lo puse en el sobre y voté. Me lo habrán anulado. No importa, saben que estuve ahí”, cuenta. “Y digo sí a la justicia, a la verdad, a la memoria, a la resistencia, a los juicios hasta que se condene al último genocida y a la recuperación de la identidad de todos los jóvenes que fueron niños apropiados por el terrorismo de Estado”.
En el área de derechos humanos cree que la gran cuenta pendiente es que se conozcan los archivos militares. “Es una burla que no los entreguen. Registraban todo, hay pruebas, y eso permitiría saber qué ocurrió con cada persona desaparecida. Pero es una decisión política que ningún gobierno quiso tomar”.
¿Cuál es su principal preocupación hoy? “El hambre. Estamos cada vez peor. Más hambre, pobreza, desocupación. Es una época de destrucción. Pero no tenemos que dejar que nos llegue el odio. Hay que resistir, pero no tenemos que perder la sonrisa, que nos hace fuertes: es lo mejor que podemos tener”.
Está perpleja Norita porque su biznieta Camila, 9 años, le dijo que los besos y los abrazos contagian gérmenes. “Pero el abrazo y las caricias estimulan las endorfinas que son lo que dan ganas de vivir. Cuando alguien está enfermo, lo acariciás, le das la mano y eso es terapéutico por las endorfinas. Así que en eso sí que tengo partido: soy partidaria de los besos y los abrazos”.

La ley

Las Madres son cada vez menos. “El año pasado murieron cuatro. Las sentimos mucho”. ¿Cómo imaginar las cosas cuando ya no queden Madres? “Yo no me imagino nada. Nunca digo que esto va a ser así o asá Lo que creo es que siempre hubo etapas con determinadas personas que vivieron y luego murieron. Es la ley de la historia, y de la vida. Ojalá nunca más tenga que haber Madres porque hay genocidios y represiones. Pero en nuestro caso, de algún modo estaremos en la Plaza. Y entonces habrá que ver qué es lo que nace” dice sin miedo y sin nostalgia, haciendo bailar esa sonrisa alimentada en la calle con abrazos y resistencia, besos y valentía, magia y endorfinas.

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La Ronda, en la mirada de Nora Lezano

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Sexta entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo. Esta cobertura, realizada por Nora Lezano, corresponde al ritual del jueves 14 de marzo.

La Ronda es una iniciativa autogestiva coordinada por la editora Claudia Acuña y la fotógrafa Alejandra López. Todas las semanas, unx fotografx registra el ritual que se sostiene hace más de 40 años.

Todo el material colaborativo será entregado a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos.

“Nunca había estado en una Ronda.

Le pedí a una amiga que me acompañara. Sentí que se jugaba por un lado algo emotivo inmenso y por el otro el miedo a lo incontrolable. Jamás hago fotos en la calle justamente porque adentro de un estudio puedo controlar todo. Antes de salir para la Plaza dejé en mi casa un llanto espeso. El día estaba nublado. Ese llanto tenía la exigencia de haberme comprometido a resolver algo desde un lugar del que no estoy acostumbrada pero también el nerviosismo de saber que iba a vivir una experiencia de la que iba a salir profundamente atravesada”.

“Y así fue que me hice parte de esa ceremonia, fluyendo en círculos con mi cámara, acompañando esa fuerza indestructible del sostener. Donde nada importaba más que SER esa RONDA”.

Sobre Nora Lezano

Fotógrafa y artista visual.

Comienza a desarrollar su trabajo en la década de los 90. Sus retratos de músicos constituyen una parte representativa de su obra.

De 1992 a 2008 trabajó como fotógrafa institucional del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En los años 2000 y 2001 la Secretaría de Cultura y Comunicación de la Nación le encargó las coberturas de los ciclos “Argentina en vivo 1 y 2”, el “Festival Internacional de Jazz”,  la “1era. Semana Argentina en Madrid”, “La historia en su lugar” y “Música clásica en los caminos del vino”.

Trabajó como fotógrafa, directora, iluminadora y videasta para proyectos performáticos, de artes visuales y cinematográficos.

Publicó en forma independiente el libro Sin sueño se duerme también y Communitas (Planeta) -en coautoría con E. García Wehbi-.

FAN, la retrospectiva de sus años en el rock, se presentó desde el 2015 a la actualidad, en la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario, el Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata, el Museo Boggio de Chivilcoy, la Biblioteca del Congreso Nacional, la Casa de la Cultura de Entre Ríos; el Centro Cultural San José, de Olavarría,  el Museo de Bellas Artes de La Plata, el Espacio Contemporáneo de Arte Eliana Molinelli de Mendoza, la Planta Alta de la Estación Belgrano, en Santa Fe y en la Universidad Nacional de Quilmes.

Junto a las fotógrafas Andy Cherniavsky e Hilda Lizarazu, en el Palais de Glace, presentó la muestra LOS ÁNGELES DE CHARLY, una celebración a la obra de Charly García.

INVENTARIO, que incluyó una serie de objetos, fotografías y material fílmico y sonoro del archivo personal de la artista, además de una performance, se presentó en la Bienal de Performance 2019.

Desde 1996 sus fotos ilustran el suplemento RADAR del diario Página/12 y desde el año 2015 realiza las fotos de los calendarios de la Fundación Viva la Vida por el Bienestar Animal.

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Nota

La Ronda, en la mirada de Martina Perosa

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Quinta entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, que se propone transmitir el valor de la constancia, de los pies en el espacio público, de la gota a gota que horada la piedra, la no violencia contra la violencia, su valor social, su peso histórico, sus 40 años de coreográfico diseño: media hora, todos los jueves. Esta cobertura realizada fue por la fotógrafa y artista visual Martina Perosa.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

La Ronda, en la mirada de Martina Perosa

“Desde hace tiempo me interesa la relación entre fotografía y movimiento. Hay un trabajo que me parece muy interesante, que me inspiró en esta búsqueda, que es la serie fotográfica de Muybridge en el que logra documentar el rápido trote de un caballo en el aire. Mediante esta serie intentaba demostrar, frente a la teoría opuesta de algunos periodistas deportivos, en el que hay un momento de la carrera en el que los cuatro cascos del equino están en el aire. Esas series en movimiento abrieron una nueva discusión en la historia de la fotografía, que incluso dieron comienzo al cine”.

La Ronda, en la mirada de Martina Perosa

“Siempre me interesaron estos cruces interdisciplinarios entre las diferentes ramas artísticas como el cine, la fotografía y la danza. Pensando la ronda de plaza de mayo, me punzaba mucho la idea de coreografía. Una repetición constante todos los jueves, durante cuarenta años, por media hora. Una serialidad. Una duración y tiempo concreta. En un espacio determinado. Unos cuerpos, y una relación entre ellos, con una calidad de movimiento que a lo largo de los años fue mutando según el contexto: explosivo, suave, sutil. Y una música que hilvana el movimiento, los sonidos de la calle y el grito popular”.

La Ronda, en la mirada de Martina Perosa

Sobre Martina Perosa

Artista visual, nacida en la ciudad de Buenos aires. Su formación se centró en distintas disciplinas artísticas, que hoy confluyen en su obra. Estudió cine, indagó en el teatro, la performance y danza contemporánea y luego se especializó en talleres de fotografía y  clínicas de obra. Esta multiplicidad de intereses le permitió construir una mirada interdisciplinaria sobre la fotografía con un principal interés en el movimiento, y en la potencia de la imagen para construir ficción y contar historias. En 2019 editó su primer fotolibro “Shinsekai”, finalista del Premio Publicación Latinoamericano en el FELIFA 2021 y en diciembre 2023 editó su segundo fotolibro Proyecto Dallas.

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