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Soledad Barruti se suma al equipo de MU: «La información sobre la comida se maneja como un privilegio más»

Autora del best seller «Mal comidos», aportará sus investigaciones sobre la relación entre salud, comida y corporaciones. Está desde hace tiempo recorriendo Latinoamérica para ampliar el panorama y también para enfocar así al quid de la cuestión: cuáles son los ejes en común de una alimentación que cada vez es más cara y menos saludable.

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Soledad Barruti es la autora de un extraño best seller: Mal comidos, cómo la industria alimentaria argentina nos está matando. Cosechó con esa investigación éxito y amenazas, lo cual confirma que se trata de una periodista seria y precisa: apunta a los responsables del estado de las cosas, pero también a qué podemos hacer para cambiarlas. A partir de abril, Soledad se suma al equipo de MU, la revista de lavaca, para aportar sus investigaciones sobre la relación entre salud, comida y corporaciones. Está desde hace tiempo recorriendo Latinoamérica para ampliar el panorama y también para enfocar así al quid de la cuestión: cuáles son los ejes en común de una alimentación que cada vez es más cara y menos saludable.

Soledad Barruti se suma al equipo de MU: «La información sobre la comida se maneja como un privilegio más»
¿Qué fue lo mejor y lo peor que te dejó Malcomidos?
Malcomidos me trajo todas cosas buenas, aunque algunas me costó identificar como buenas al comienzo. Desde lo incómodo que me resultó descubrir qué había detrás de la comida de todos los días (que me llevó a descartar una cantidad de cosas que luego, cuando encontré otros canales de consumo más humanos, fui reincorporando) hasta el enfrentamiento con personas y grupos que no conocía y me atacaron en masa. En algún punto, visto a la distancia, publiqué la investigación con cierta candidez. No esperaba el ataque de los nutricionistas y médicos famosos, por ejemplo, porque no tenía completa esa parte de la historia que ahora sí tengo clara: defienden los mismos intereses y cobran el sueldo de la misma ventanilla. La nutrición, para muchos, es una caja de recaudación enorme que no deja afuera al agronegocio. Todo lo contrario: le limpia la imagen. Te pone la soja como milanesa en una dieta, o como leche para los chicos. La usan como canal para que el público masivo incorpore las ideas prendan. Ideas que desde el agro, que es lo menos atractivo que existe, no pueden seducirte. Y sucede con los «profesionales» menos sospechosos. Por eso yo pensaba que alguien que hablaba de que las dietas extremas y la delgadez que se pretende es, en un punto, violencia sexista era alguien que iba a defender el derecho a la alimentación adecuada, cocinar, disfrutar de la comida de verdad, no alguien que detrás de cámara trabaja para Monsanto. Ahora saber eso se me volvió una ventaja enorme.
¿Qué tenemos que entender cuando hablamos de «mal comer»?
Comer mal puede ser muchas cosas. No acceder a los nutrientes necesarios para estar sanos, sería la primera. También, tener abundancia de cosas de mala calidad, como azúcar, harina blanca, grasas. Son todos ingredientes que terminan haciendo daño. Otra forma de comer mal es perder el derecho de comer según tu cultura alimentaria. Eso se ve mucho con los pueblos indígenas: tenían un modo de comer que era perfecto según su modo de vida, y este sistema que se devora todo se los arrebató. Lo curioso es que, en muchos casos, sus dietas no tenían mucho que ver con lo que podríamos pensar como «saludable» desde la ciudad. Los inuits, por ejemplo, basaban su dieta en grasa de foca, muchos pueblos nómades en plantas silvestres y tubérculos, y sin embargo se trata de sociedades que desconocían muchos de los problemas de salud que a nosotros nos sobran, como la obesidad, la diabetes, los problemas cardiovasculares. 

La corporación al plato

¿Por qué no es negocio fabricar alimentos en forma saludable y responsable?
La industria alimentaria creció vendiendo alimentos hiperprocesados, hechos con ingredientes baratos como aceite, harina blanca, azúcar, derivados del maíz y del petróleo. Creemos que hay diversidad de productos, pero si damos vuelta las etiquetas encontramos una y otra vez eso mismo, más dulce, más salado, más crocante, hecho una y otra vez igual. Y hasta ahora eso fue un negocio redondo: para las empresas los costos de los alimentos en sí representan un pequeño porcentaje del precio de un producto, lo más importante está destinado a la publicidad y la distribución. Y a los consumidores les encanta, lo agradecen, lo compran una y otra vez. El problema es que mientras el negocio se consolida, la salud de las personas que comen eso durante años, estalla. Al punto que hoy una persona tiene más posibilidad de morir por la dieta que por el cigarrillo. Entonces la industria se propone cambiar. Porque o cambia o no va a poder seguir, al menos en los países más grandes, donde estuvieron perdiendo bastante plata en los últimos años porque gran parte del consumo se volcó hacia otros productos más frescos. Ahora, el primer problema que enfrenta es a sí misma y a las bases fundantes de su negocio, a sus tecnologías desarrolladas para esos comestibles, a su maquinaria de sentido, y por supuesto a su ideología. 
Por otro lado, si retomamos como idea de comer bien comer comida, la comida de verdad es en sí misma -como casi todo lo que proviene de la naturaleza- imposible de adaptar a las leyes de mercado. No duran una eternidad, se pudren. O antes, se degradan. Hay una cuestión de homogeneidad también, de estandarización. La comida de verdad no lo logra. Por último, la comida real sacia, no genera esa necesidad de consumo permanente. Sí lo que hay son algunos productos más logrados, algunas cosas hechas con frutas secas o semillas o algo del mundo de los probióticos que está avanzando bastante. Pero fíjate que son productos siempre más caros destinados a un nicho muy  premium. El problema es la comida masiva.
¿Existe un mapa del mal comer? Es decir, ¿hay zonas más y zonas menos favorecidas?
Hay un mapa muy triste trazado por cuerpos enfermos. Se ve en las playas populares, en los barrios, en las escuelas: familias enteras, padres y madres muy jóvenes y chicos de todas las edades que manifiestan con sobrepesos tremendos o con diabetes o con patologías que ni siquiera tienen identificadas. Eso pasa con la desnutrición, en Chaco, en Formosa, pero también en Buenos Aires. La desnutrición y la obesidad están en todos lados. En el sur del país el sobrepeso y obesidad infantil son muy muy serios, todavía peor que el de todo el país, que es del 40 por ciento. Si la comida es cara en todos lados, allá es imposible y eso se ve de un modo dramático. Pero tampoco es que tener plata es garantía de comer bien. Lo que hay que tener es información.
¿Hay una relación entre clase y comida? Es decir, ¿come peor el pobre o el rico?
Toda la sociedad está teniendo los mismos problemas: estamos abarrotados de comida industrial que no nutre, sino que rellena. Claro que una vez desencadenado el problema, al momento de abordar una solución es más fácil para el que tiene más plata que para el que no. En primer lugar, porque se da este fenómeno de que la información sobre la comida se maneja como un privilegio más. Algo rarísimo. Si el mejor aviso que te pueden dar es “comé comida de verdad”, llegar a ese aviso es atravesar libros, documentales, papers enteros. Y apagar la tele. La gente está abrumada de información sobre qué comer y cómo y no sabe qué hacer porque encima la plata no alcanza ni para comer mal.  Lo que tienen como ventaja los sectores más populares es, en muchos casos, una cultura de comida casera muy importante. Las mujeres pobres cocinan, hacen guisos increíbles. Si tuvieran la información sobre lo valioso que es eso, estarían en gran parte salvados. La energía de compra estaría puesta en hacer de esas comidas algo completo, con variedad de verduras, de carnes. Pero mientras reemplazan eso por pan, papa o arroz, gastan fortunas en postrecitos fortificados para sus hijos y bebidas con azúcar o en jugos en polvo, que son un veneno, la Coca de marca y la marca Acme. Nuestro país cambió el agua por las bebidas con azúcar, pero entre los pobres ese fenómeno es todavía peor.
¿Cual es la relación entre educación y alimentación? ¿Podemos aprender y enseñar el buen comer?
Se puede y se debe enseñar a comer.  Antes se hacía generación tras generación, como todos los saberes, como dar la teta. Pero todo eso se interrumpió y ahora son las empresas las que nos dan de comer desde que nacemos. Y si algo no les interesa es que nos independicemos porque dejaríamos de comprarles. Por eso invierten tanto en atrapar a los clientes en los primeros años de vida: porque serán clientes para toda la vida, que van a entender que afuera de la industria no hay nada. Son las personas las que más defienden a las empresas. ¿Cómo no habrían de hacerlo si les prometen nutrición y felicidad desde recién nacidos, como una madre? Entonces, a como están las cosas de complicadas, creo que habría que incorporar alimentación a la curricular educativas, desde el jardín hasta la universidad. Habría que hacer una campaña intensa con los padres -usando los recursos y medios de comunicación del Estado- y luego con los chicos. Pero estamos lejísimos de que algo así ocurra. En la escuela la comida está tan subvaluada que los comedores se volvieron proveedores de comida mala que los que están a cargo quieren liquidar en el menor tiempo posible. ¿Qué idea de comensalidad se lleva un chico de una escuela hoy en Argentina? Casi que no hay escape: a no ser que se haga algo, los chicos de nuestro país van a continuar en la línea de derrumbe que tiene toda nuestra alimentación hace años.

Malcomidos Latinoamérica

Ampliaste el panorama para tu nuevo libro: Latinoamérica. ¿Qué tendencias notas en esta nueva investigación?
Lo que noto es que en todos los países se están planteando discusiones serias que acá no, aunque tenemos los mismos problemas y en algunos casos más graves. No digo que todos estén tendiendo a una alimentación idílica, digo que al menos ven el problema. Acá no se hablan de ciertas cosas: alimentación es una bien notoria.
En México, Brasil, Chile, Colombia, la sociedad civil está muy activa persiguiendo cambios en lo que entienden es un atropello a sus derechos. Etiquetados razonables, límite a la publicidad dirigida a los niños, acceso a alimentos frescos: no estamos hablando de Inglaterra, todos nuestros vecinos están reaccionando y acá nada.
Es un trabajo que me está costando mucho, sobre todo porque es un tema que está en permanente movimiento, pero espero tenerlo cuanto antes. 
¿El buen comer es un derecho humano?
Claro que sí. Pero hay que diferenciar entre seguridad alimentaria -que es acceder a los nutrientes y calorías necesarias para estar saludable- y soberanía alentaría, que incorpora la idea de alimentación adecuada a la ecuación. Adecuada culturalmente. Por ejemplo: que en Jujuy tengan derecho a comer llama y en Chubut, pescados frescos. Que esas producciones no estén pensadas para negocios de exportación que deje dinero para ir a comprar pan fortificado. 

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La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos

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Este domingo a la madrugada murió María Teresa López, asambleísta contra la contaminación en su ciudad natal, Caleta Olivia, luego mudada a Capital Federal y parte del grupo Jubilados Insurgentes. Mary se enfermó de cáncer producto de la contaminación que ella misma denunciaba, y luego fue abandonada por el Estado en modo motosierra: el PAMI se negaba a entregarle medicamentos, pese a amparos judiciales a su favor. Una historia que genera bronca e impotencia, pero que a través del recuerdo de sus compañeras de lucha se revela como una lección de vida, en el más profundo sentido de la palabra: lo colectivo frente a lo personal, la idea de no perder el tiempo, la movilización permanente, la generosidad, la sabiduría, y qué es la muerte.

Por Franco Ciancaglini

Algunos dirán que Mary era bajita y otros que tenía el porte enorme de Nora Cortiñas.
Desde la pandemia solía esconder su sonrisa detrás de un barbijo, aunque sus motivos de alegría eran cada vez menos:

  • su salud era cada vez más delicada;
  • los medicamentos oncológicos no llegaban;
  • y la lucha que encaró desde siempre —primero en su Caleta Olivia natal contra la contaminación, luego contra el sistema de salud público y, al final, como parte del grupo Jubilados Insurgentes— cada vez implicaba poner más el cuerpo.

Fue su cuerpo lo que, este domingo 21 de julio, dijo basta.

Mary se convierte así en algo odioso: un símbolo. Un símbolo de la muerte sistemática que genera un sistema que enferma y abandona. Pero también en un símbolo de lucha por la vida, en el sentido más profundo de la palabra.

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
Mary junto a Nora Cortiñas.

Contaminada

María Teresa López nació en 1959 en Caleta Olivia, Santa Cruz. Falleció el domingo pasado a sus jóvenes 67 años, en un hotel de la calle La Rioja, en Once, ciudad de Buenos Aires. Sí: vivía en un hotel. Sola, producto del desarraigo que le produjo tener que trasladarse para atenderse de un cáncer de hígado.

Ese fue el diagnóstico médico: una metástasis que avanzó en el último tiempo al ritmo frenético de una motosierra.

La causa que no figura en su partida de defunción es aquella que ella misma denunció hasta el final: a Mary le negaban medicamentos oncológicos indispensables para su tratamiento.

Lo que tampoco figura en su partida es que Mary fue arrancada de su Caleta Olivia natal porque se enfermó, al igual que decenas de personas de esa localidad, producto de la contaminación del agua por actividades extractivas en la zona.

Contaminada

La vida de Mary fue la de una militante social de una estirpe rara: austera, firme, silenciosa, estudiosa, imparable.

Sus compañeros reconstruyen sus historias: que de chica le hicieron un test de inteligencia y un profesional le dijo a su madre que ella era más o menos superdotada; que seguramente podría hacer dos carreras universitarias a la vez; que terminó la secundaria antes de tiempo y luego cursó dos carreras; que se enganchó con el ambientalismo muy joven y empezó a investigar cuando las empresas petroleras negaban la contaminación de las napas de agua.

Formó parte de la Asamblea Ambiental de Caleta Olivia, desde donde luchó sin descanso contra la contaminación provocada por el fracking. Mucho antes de enfermarse, denunciaba que el agua que llegaba a las casas estaba contaminada con petróleo. Lo sabía por la evidencia científica más contundente que tiene una comunidad contaminada: que sus vecinos, familiares y amigos enfermen y mueran.

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
En Plaza de Mayo, con una bandera contra la megaminería contaminente en Chubut.

Ante los medios Mary describía lo que vivía y veía alrededor: “La gente se muere o queda discapacitada”. En una entrevista para el programa Conciencia Solidaria, precisaba sobre su territorio:

  • “Caleta Olivia… tiene un problema grave: falta de agua potable, y encima está contaminada por la industria petrolera. Los muestreos de agua que hemos sacado y analizado han dado positivo: está contaminada el agua que estamos tomando.”
  • “La situación es muy grave, se está muriendo muchísima gente de esas 11 localidades, 9 están en terrible condición… además tuvimos un caso muy grande de gastroenteritis que afectó a 340 personas”.
    También contextualizó el vínculo entre agua contaminada y salud pública: “Los metales pesados son cancerígenos, mutagénicos, van mutando de una generación en otra… nacen chiquitos con problemas… o fallecen de cáncer».

Denunciaba en Caleta Olivia la presencia de hidrocarburos, arsénico y metales pesados en el agua, además de enfermedades poco frecuentes que, como decía ella, “no tienen cura” y crecen en esa región patagónica. Alertaba con claridad: “No es solamente cáncer, sino Enfermedades Raras o Poco Frecuentes. Muchos pacientes no están bien atendidos… La situación se agrava cuando se trata de estas patologías: solo se ofrecen tratamientos paliativos.”

Un mal día le tocó a ella, ya con la certeza profunda de que la contaminación ambiental fue parte del combustible de su cáncer de hígado.

En agosto de 2015, en un foro en defensa del agua organizado en Comodoro Rivadavia, otras asambleístas como Lidia Campos, de la asamblea contra el fracking de Allen (Río Negro), la conocieron personalmente luego de años de tramar resistencia contra el extractivismo: “En el Foro en Comodoro había gente de todos lados… Y estaba Mary, que ya tenía problemas, como un problema en la boca del estómago… No se sabía bien… Uno tapa esas cosas y habla de la lucha, la salud quedaba en segundo plano. Mary no era de hablar de lo personal; siempre se preocupaba más por lo colectivo».

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
Lidia y Mary, durante el acampe del Malón de la Paz en Buenos Aires, hace dos años.

La describe así: “Era menuda, callada. Pasaba desapercibida. Pero cuando abría la boca, te dejaba con la boca abierta. Sabía muchísimo. Y tenía una convicción inquebrantable.”

Recuerda Lidia que, en 2019, Mary pasó de la denuncia mediática a la judicial: presentó un amparo colectivo ante la Corte Suprema contra la contaminación del agua con hidrocarburos, arsénico y metales pesados. Denunciaba así, ante el máximo tribunal argentino, el abandono del sistema cloacal, basurales a cielo abierto, y exigía la puesta en marcha de una planta de ósmosis inversa paralizada (actualidadjuridicaambiental.com). En ese expediente Mary detallaba:

  • “Frecuentes interrupciones en el suministro… agua contaminada con hidrocarburos totales y arsénico… napas freáticas contaminadas por fracking…”.
  • Solicitaba medidas cautelares urgentes: provisión gratuita de agua apta, saneamiento cloacal, cierre de basurales y puesta en funcionamiento de la planta de ósmosis inversa.

Esa presentación inédita, que firmó ella misma, reflejaba años de trabajo comunitario, denuncias y… enfermedades. Pero su denuncia fue ignorada, archivada y judicialmente ninguneada: tras seis años, la Corte se declaró “incompetente” y desestimó el recurso, sin resolver la situación de fondo.

Mary no se rindió: en 2020 fue caminando hasta Balcarce 50 para presentar a través de Mesa de Entradas de la Casa Rosada una carta firmada por una red de organizaciones en defensa del agua dirigida a Alberto Fernández, denunciando la contaminación del agua y relacionándola lúcidamente con argumentos que el ex Presidente daba como recomendaciones durante la pandemia.

Lidia Campos es la que recupera y comparte a lavaca este documento, y la que como asambleísta define su legado: “Lo que ella hizo fue histórico. Vale la pena hablarlo para las próximas generaciones… En esta época hemos perdido tanta humanidad que a nadie le importa. Pero acá hay alguien que dio su vida. Dio, literalmente, su vida.”

El último recuerdo que Lidia conserva data del 14 de julio de 2023, durante una jornada de lucha contra Mekorot, la empresa nacional de agua israelí que intentaba desembarcar en Argentina con intenciones sospechosas. Relata Lidia: “Ella estaba afuera del Anexo del Congreso con los Jubilados Insurgentes para protestar… Después fuimos a una confitería. Le pregunté si había comido al mediodía… no había comido nada. Le sugerí unos tostados o medialunas con queso. Pidió un té. Cuando llegó lo que pedimos, no lo pudo comer”. Igual, se sacaron esta hermosa foto compartiendo. Y ese mismo día, antes de despedirse, Mary le regaló una pashmina rosa a Lidia para protegerla del frío.

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
Carlos Ponce, Mary y Lidia Campos: una amistad atravesada por la lucha ambiental del sur del país.

Abandonada

Cuando se enfermó y vio que su asamblea se desarmaba –entre otras cosas precisamente porque muchos enfermaban- Mary se trasladó a Buenos Aires. Pretendía resistir y atenderse bien, cosa que logró durante muchos años: su lucha logró que PAMI le asignara el Hospital Italiano para su tratamiento.

Tuvo un cáncer controlado que se descontroló al ritmo del deterioro del sistema de salud: primero Macri, luego Fernández, la pandemia y finalmente Milei como garrotazo final.

Desde 2023 su situación empeoró drásticamente. Su compañera Zulema, de Jubilados Insurgentes, relata: “El PAMI decía que tenían medicamentos para esa patología, pero no eran los que había indicado su médica… entonces no los aprobaban. A veces los recursos judiciales salían favorables, pero el PAMI tampoco los entregaba. La impotencia era terrible».

Sino miren este video.

María Teresa López dice claramente: “El mecanismo es simple: es eliminarnos, gastando menos… llegar al déficit cero… matándonos.”

El video la muestra junto a sus compañeros de Jubilados Insurgentes en un reclamo frente al PAMI por sus medicamentos.

Sigue: “Es más fácil eliminarnos de manera nefasta e inhumana… Para mí ustedes son asesinos, y les importa un bledo”.

Hoy, un año y mes después, Mary tenía razón.

Zulema continúa: “Ella no podía hacer la quimio porque la droga fundamental no estaba… íbamos al PAMI con compañeros, hacíamos reclamos, pero no facilitaban nada. Cuando le autorizaban un tratamiento de ocho sesiones, solo le entregaban dos dosis. Nos confesaron que no se molestaban en dar el tratamiento completo porque muchos morían antes… Pero Mary resistía, resistía… llegó un momento en que el cuerpo no resistió más».”

Una de las últimas veces de manifestación ante el PAMI, sin Mary, el personal de seguridad preguntó por ella en la puerta: “¿Cómo está Mary?”

La respuesta era obvia: mal.

Insurgente

Pese al deterioro físico, Mary se unió a los Jubilados Insurgentes. Entendió que el sistema no solo descarta a quienes enferma, sino también a los que ya no pueden “producir”.
Zulema recuerda: “¡Tenía un carácter! Ese carácter es el que la hizo resistir cuando muchos se daban por vencidos”.

Llegó a ese espacio dos años atrás, íntimamente vinculada con su enfermedad. “Se metió en todo lo legal… recursos, fiscalías, Comodoro Py… sabía de litigio ambiental”, dice Zulema.

El 12 de junio de 2024, durante la lucha contra la Ley de Bases, estuvo firme en Plaza los Dos Congresos. “Nosotros la cuidábamos porque estaba débil, pero se escapaba, quería seguir.” Conocía a todos. “Era muy luchadora. Y hablaba con energía. Siempre nos pedía que unamos las luchas».

Lo que posiblemente sea su último legado lúcido: unir las luchas del ambientalismo con las banderas de los jubilados.

Sobre su convicción, Zulema dice: “Cualquier cosita que ella hacía la asumía con total responsabilidad… vino con cartulina, se traía el cartel… Cuando asumió Milei hizo un cartel que decía ‘Toda la clase política es responsable de la debacle del país’, lo diseñó ella misma”.

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
Un cartelito que le hicieron tras su muerte, Clarisa y Agus, que lo dice todo: «Se lo hicimos porque ella era doña cartelitos, y lo dejamos con ella».

Otra anécdota: “Una vez vino a una reunión, con anotador en mano, ya predispuesta. Algunos comenzaron a hablar de su vida personal, y se enojó. Se levantó, juntó sus notas y se fue. Dijo: ‘acá se pierde tiempo, no van a llegar a nada’. Pero volvió. Con dramas y todo, no quería perder el tiempo: estaba alerta. Era consciente de que la tarea era enorme, y le ponía ímpetu”.

Mary sabía que no le quedaba mucho tiempo y por eso nunca bajó la guardia.

Siguió yendo cada miércoles a las rondas frente al Congreso, siempre con barbijo, para cuidarse y cuidar. Participó del Malón de la Paz, llevó agua, militó con grupos ambientalistas, jubilados y religiosos. Organizó actos, escribió cartas, e insistía en que el 22 de marzo, Día Mundial del Agua, había que salir a las calles. Siempre. Aunque lloviera, aunque doliera.

Porque Mary enseló que la muerte no es algo que ocurre al final: es eso que va sucediendo en vida ante la indiferencia, el silencio de los tribunales, el apagón de las protestas, la descomposición del cuidado, la impunidad de los contaminadores y la complicidad del silencio.

La muerte es el abandono.

La muerte es el olvido.

Y en ese sentido, Mary sigue más viva que nunca.

odas las agrupaciones de jubilados que se juntan los miércoles a protestar en Congreso, preparan un homenaje a Mary y, a través de ella, “a todas las víctimas del sistema y de este plan siniestro de exterminio de los más vulnerables”.

Será mañana, después de la marcha, en un acto en Plaza de Mayo.

Mary: gracias.

Hasta mañana.

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Pablo Grillo: llaman a indagatoria al gendarme Guerrero a seis meses de un disparo criminal

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El 2 de septiembre el gendarme que disparó una granada de gas lacrimógeno por fuera de todos los protocolos de la fuerza deberá comparecer ante la justicia. La decisión la tomó la jueza María Servini de Cubría más de cuatro meses después del hecho. Pablo Grillo luchó por su vida, perdió masa encefálica y hoy se encuentra en plena rehabilitación. Todo lo que deberá explicar Héctor Guerrero y que implica a su principal defensora y la responsable de la violencia estatal: Patricia Bullrich.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cuatro meses y una semana pasaron desde el miércoles 12 de marzo. Ese día, durante otra violenta represión a la marcha de jubilados y jubiladas, el Gendarme Héctor Guerrero le disparó fuera de toda legalidad una granada de gas lacrimógeno al reportero gráfico Pablo Grillo, cuyo impacto casi lo mata, y por el que perdió parte de la masa encefálica, estuvo casi tres meses internado en terapia intensiva en el Hospital Ramos Mejía y por el que hoy continúa en proceso de rehabilitación. Cuatro meses y una semana pasaron hasta hoy, lunes 21 de julio, en el que la jueza María Servini citó a indagatoria al gendarme, autor material de lanzamiento, para el próximo 2 de septiembre.

Es decir: entre la ejecución y la audiencia habrán pasado 131 días, casi seis meses, casi medio año. 

El camino de la in-justicia

En un primer momento, la jueza había rechazado el expediente y el caso había pasado al Juzgado Federal N° 12, donde tramitaba otra denuncia por los mismos hechos. Como ese juzgado estaba vacante y subrogado por Ariel Lijo, quien también se declaró incompetente y declinó la competencia, el expediente regresó al Juzgado N° 1 el 28 de marzo y la jueza Servini lo tiene en sus manos desde el 10 de abril, a la vuelta de una licencia. 

La cronología detalla el tiempo que una familia debe atravesar para exigir justicia por un hecho de violencia estatal: desde el 21 de marzo en que el papá, la mamá y el hermano de Pablo se presentaron en la causa como querellantes, solicitaron se llame a Guerrero a declarar “en calidad de imputado, por tentativa de homicidio agravado por abuso funcional, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público”. Pero no hubo respuesta. Por eso, el 6 de junio, reiteraron el pedido con estos argumentos: “Desde el inicio de la investigación, todas y cada una de las pruebas recabadas por el Juzgado corroboran lo que planteamos en nuestra querella del 21 de marzo: el cabo primero Héctor Jesús Guerrero de la Gendarmería Nacional Argentina fue el autor del disparo de la pistola lanzagases que hirió de gravedad a Pablo Grillo el 12 de marzo a las 17.18hs”. Y agregaron: “En el pedido que presentamos ante la jueza Servini ofrecemos una descripción de los hechos y un análisis pormenorizado de los elementos de prueba existentes hasta el momento”.

Y no hubo dos sin tres: el 15 de julio se le volvió a exigir al Juzgado que lo cite a Guerrero. 

Y la tercera fue la vencida: este lunes, Servini citó a prestar declaración indagatoria al cabo Guerrero como autor del disparo con cartucho de gas lacrimógeno calibre 38mm que impactó en la cabeza de Pablo Grillo. La audiencia será el 2 de septiembre a las 10. 

Guerrero es el primer efectivo formalmente imputado en la causa por el operativo policial del 12 de marzo. 

Desde la querella informaron: “El juzgado ordenó la realización de una pericia balística a cargo de la División Balística de la Policía de la Ciudad para reconstruir con el mayor nivel de precisión técnica posible el disparo que hirió de gravedad a Pablo. Si bien la jueza consideró que ya existen elementos de prueba contundentes respecto de la responsabilidad de Guerrero para esta instancia, sostuvo que la pericia es necesaria para afianzar la reconstrucción de la dinámica del hecho”.

 La pericia tendrá como objetivos precisar:

-La trayectoria y velocidad del proyectil que impactó en la cabeza de Pablo Grillo;

-La posición del arma al momento de efectuarse el disparo y el ángulo de salida del proyectil; 

-Analizar si el proyectil impactó previamente contra otra superficie, y si eso alteró su dirección o energía.

-Las ubicaciones de Grillo y de Guerrero al momento del disparo.

El juzgado también ordenó, previo a la pericia, una inspección en el lugar del hecho (la esquina de Hipólito Yrigoyen y Solís) que incluirá un relevamiento fotográfico terrestre y aéreo y la elaboración de un croquis detallado de la escena. 

Además, le prohibió a Guerrero la salida del país.

Compartimos el perfil de Pablo que realizamos en la edición 203 de MU.

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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Todos los jueves de agosto, presencial o virtual. Más info e inscripción en cursos.lavaca@gmail.com

Taller: ¡Autogestioná tu Podcast!

De la idea al audio: taller de creación de podcast 

Aprendé a crear y producir tu podcast desde cero, con herramientas concretas para llevar adelante tu proyecto de manera independiente.

¿Cómo hacer sonar una idea? Desde el concepto al formato, desde la idea al sonido. Vamos a recorrer todo el proceso: planificación, producción, grabación, edición, distribución y promoción.

Vas a poder evaluar el potencial de tu proyecto, desarrollar tu historia o propuesta, pensar el orden narrativo, trabajar la realización sonora y la gestión de contenidos en plataformas. Te compartiremos recursos y claves para que puedas diseñar tu propio podcast.

¿A quién está dirigido?

A personas que comunican, enseñan o impulsan proyectos desde el formato podcast. Tanto para quienes quieren empezar como para quienes buscan profesionalizar su práctica.

Contenidos:

  • El lenguaje sonoro, sus recursos narrativos y el universo del podcast. De la idea a la forma: cómo pensar contenido y formato en conjunto. Etapas y roles en la producción.
  • Producción periodística, guionado y realización sonora. Estrategias de publicación y difusión.
  • Herramientas prácticas para la creación radiofónica y sonora.

Modalidad: presencial y online por Zoom
Duración: 4 encuentros de 3 horas cada uno
No se requiere experiencia previa.

Docente:

Mariano Randazzo, comunicador y realizador sonoro con más de 30 años de experiencia en radio. Trabaja en medios comunitarios, públicos y privados. Participó en más de 20 proyectos de podcast, ocupando distintos roles de producción. También es docente y capacitador.

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