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Famatina: Cómo mover montañas

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En La Rioja, a 1.800 metros de altura, los vecinos organizaron el piquete más alto del mundo para decirle no al proyecto minero impulsado por el gobierno. Cayó el gobernador, la multinacional anunció su partida y ahora un plebiscito debe ratificar la prohibición de explotar minas a cielo abierto. La trama de una batalla que nació con el grito “El Famatina no se toca”.

Famatina: Cómo mover montañas

En Peñas Negras, a 1.800 metros de altura, frente al Cordón del Famatina, todo parece estático pero se percibe la inquietante sensación de que algo está a punto de ocurrir. Las estrellas son tan grandes que no titilan: laten. Un fogón ilumina de lejos la pancarta que cierra el camino que lleva hasta el campamento de la minera Barrick Gold, que se define a sí misma como “la mejor del mundo”. La pancarta anuncia: “El Famatina no se toca”. Junto al fogón hay un relojero jubilado de 80 años, un trabajador del municipio, un ingeniero, un productor nogalero, una profesora de educación física, un policía retirado, una ama de casa. Conversan alrededor de las llamas. Forman parte de una gran red de extrañas agrupaciones de ciudadanos de la región llamadas “asambleas”, que se organizan horizontalmente, sin jefes, sin patrones, sin partidos políticos, pero abiertos a cualquier integrante de la comunidad. Van a garantizar el corte durante toda la noche. En el campamento quedan dos serenos, como custodia. Barrick Gold bajó a la treintena de hombres que trabajaban allí, unas nueve camionetas, parte de equipo liviano y una perforadora, pero el corte seguirá hasta el retiro definitivo de la empresa. ¿Cómo pudo ocurrir que en menos de un año estas asambleas riojanas estén a punto de cambiar esta historia? Un hombre ciego, que veía demasiado, escribió en uno de sus cuentos:
“Cuando una cosa es verdad basta que alguien la diga una sola vez para que uno sepa que es cierto”.
Tal vez esa idea explique lo que lograron las asambleas al romper el silencio, y ayude a comprender lo que aquí se narrará: una serie asombrosa de exploraciones, explosiones, derrumbes y hallazgos relacionados con el oro, la riqueza, la pobreza, la democracia, la política, la contaminación, el sometimiento y el futuro.

La noticia eres tú
Contra la noción de que La Rioja es uno más de los feudos provinciales que contaminan a Argentina, resignado y expuesto más tiempo que el recomendable a los efluentes políticos emitidos por el gobernador Ángel Maza, la noticia esta vez es otra.
Las asambleas de ciudadanos riojanos parecen a punto de expulsar de la provincia a una de las mayores mineras del mundo, Barrick Gold.
Efectúan un piquete por tiempo indeterminado desde el 8 de marzo en Peñas Negras para controlar el acceso al campamento minero, hasta garantizar la salida de la empresa.
Lograron que la Legislatura provincial sancionara, el 10 de marzo, una ley que prohibe la minería a cielo abierto, un precedente que puede ser crucial, en momentos en que la Cordillera de los Andes parece zona liberada a las mineras. Esa ley será refrendada en poco tiempo más a través de una consulta popular en Famatina y Chilecito.
La disputa contra la minería a cielo abierto y la denuncia del contrato que favoreció la entrada de Barrick Gold a La Rioja, estalló en la interna justicialista: los legisladores aprovecharon la situación para tumbar al gobernador (aunque todos pertenecen al mismo partido) y le iniciaron un juicio político acusándolo de corrupción, entre otras actividades. Ocurrió el pasado 14 de marzo. Maza intentó resistir simulando el apoyo de “la gente”: en realidad contrató adherentes a razón de 200 pesos per cápita con la idea de mostrar una situación caótica que justificara la intervención a la provincia. No lo logró (y para colmo no les pagó). Un pasacalle en la capital venía reflejando las mutaciones políticas y estéticas del caso, esto último debido al denodado uso del botox que algunas personas se hacen inyectar creyendo que así parecen más jóvenes, y no más inflamados: “Maza, vas a durar menos que tu cejas” se auguraba. El gobierno nacional resolvió darle la razón al pasacalles y abandonar a uno de sus aliados más preciados. Ángel Maza no logró siquiera el lifting de una intervención salvadora a la provincia.

La sociedad anónima
La descripción de las andanzas de Barrick Gold Corporation por el mundo es casi inabarcable por la secuela de polémicas, destrucción, contaminación y denuncias que ha ido dejando por África, Australia y América Latina. La sede sanjuanina de la empresa, donde se desarrolla el proyecto Veladero, para defenderse de las críticas y denuncias, declaró hace tres años que “aseverar que el Sr. Munk o cualquier persona en Barrick está involucrada con el narcotráfico o venta de armas es totalmente irresponsable, injurioso, escandaloso e indignante”.
Se refiere a Peter Munk, máximo rostro visible de la empresa y a quien se ha relacionado con el comercio de sustancias no precisamente auríferas. Se considera además que la inversión de Munk en Barrick surge de fondos provistos por el traficante de armas saudí Adnan Khashoggi, aliado y amigo histórico de George Bush padre, quien al abandonar la presidencia norteamericana pasó a figurar como “Asesor honorario de la junta internacional” de Barrick Gold, aunque se lo considera un accionista y referente crucial de la firma. El cierre de este breve relato lo completa la sospecha de que Khashoggi sería el nexo societario entre Bush padre y la familia Bin Laden en The Carlyle Group, empresa de megainversiones un tanto sinuosa, relacionada a la vez con emprendimientos y consorcios de carácter militar y armamentístico a nivel mundial, con todo lo que semejante cosa implica. Conclusión provisoria: cuando se habla de estos holdings empresarios, tal vez uno nunca sabe realmente de qué se está hablando.
Don Hermes Quintana, 80 años, relojero jubilado y pintor en actividad, rodeado por sus cuadros y antiguos relojes de péndulo en Chilecito, dice: “Es que se ha llegado al tipo de sociedad más conocida del mundo, que es la anónima”. Se sabe que el gran amigo argentino de George Bush padre es Carlos Menem, autor de las vigentes leyes mineras, a través de su entonces secretario en tiempos pre-botox, Ángel Maza.
Barrick Gold recibió la concesión para la exploración del Famatina por parte de Yamiri (Yacimientos Mineros Riojanos), empresa que primero fue una sociedad de economía mixta (98% de acciones estatales) y terminó como sociedad anónima, con un 80% de las acciones en manos privadas. Esa mutación es la que denunciaron los diputados riojanos encabezados por el vicegobenador (y actual gobernador a cargo) Luis Beder Herrera, que calificó el convenio con Barrick como “el despojo más grande que ha sufrido el pueblo riojano porque se entregaron minas que eran del Estado”. Ese convenio permaneció oculto durante los últimos tres años porque, dijo Beder, “detrás de la exploración estaba enganchado el contrato de explotación”.
Tanto secreto en La Rioja es traducido de otro modo: cunde la certeza de que el propio Maza es directa o indirectamente el principal operador de Yamiri, y se lo supone además sumamente generoso en el reparto de acciones con funcionarios que ocupan cargos clave en el actual gobierno nacional. El tiempo dirá si estos comentarios tienen fundamento.
Hace poco más de un año Maza pronosticó el progreso que significaría la inversión minera. En Famatina la gente que lo escuchaba aplaudió feliz.

“Se nos escapó lo del cianuro”
Carolina Suffich fue una de las primeras que sospechó que la felicidad es un bien ajeno a la minería cuando en un curso para asistentes de geólogos descubrió que cada una de sus dudas sobre la minería a cielo abierto era contestada con evasivas. Buscó por Internet, se asustó con lo que encontró, convocó a tres amigas y decidieron crear una asamblea para hacer algo. Era mayo de 2006. Los encuentros se poblaron rápidamente, y hubo contagio. De Famatina (6.000 habitantes) se pasó a Chilecito (40.000) que armó a los pocos días su propia Coordinadora de Asambleas.
Albert Einstein decía:
“No entiendes realmente algo, a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela”.
El mensaje de las asambleas cumplía con ese consejo. Lo invocan así, por ejemplo, los chicos de la escuela epet de Chilecito, o los de la Escuela de Comercio Provincial de Famatina:
“La minería a cielo abierto ya no es la vieja minería del socavón, de los túneles, sino que se hace explotar la montaña, el material es pasado por cianuro para separar los minerales, todo eso produce distintos tipos de contaminación que pueden durar siglos, afectando la tierra y las aguas subterráneas, generando enfermedades y muerte en la población y en los animales como ya hemos visto que ocurre en otros lugares. Si se hace la explotación en Famatina, se van a usar 1.000 litros de agua por segundo para ese proceso, en una provincia árida a la que ya le está faltando el agua para consumo y riego. Lo que queda en el lugar de la explotación es un enorme cráter donde antes había una montaña, como se puede ver ya en Bajo la Alumbrera (las fotos se publicaron en la edición de marzo de mu), aunque lo del Famatina sería aun mayor. Los políticos y los gobiernos apoyan a las empresas porque sacan su tajada. Tenemos que hacer algo nosotros, porque nos van a envenenar la vida”.
La asamblea creció, los encuentros se hacían en el salón parroquial de Famatina. El intendente Lídoro Leiva primero miró a la asamblea con desconfianza, fue invitado a participar, y a la tercera reunión se convirtió en un miembro más. Fue por entonces cuando los funcionarios de la Secretaría de Minería de la provincia, un tanto preocupados, anunciaron que querían hablar con los asambleístas.
 El grupo de los 8
A comienzos de junio de 2006, la delegación de ocho funcionarios llegó desde la capital riojana. Una primera sorpresa fue la confirmación de que el subsecretario de Minería provincial Abel Nonino era a la vez director de Medio Ambiente. Empezaron los abucheos de los vecinos: “¿Cómo el mismo tipo que favorece a las mineras va a controlar que no contaminen?” le preguntaron, sin obtener respuesta.
El punto inolvidable del encuentro ocurrió cuando el asesor de Maza, Alberto Baltazar Lagos, ante la pregunta de una asambleísta, empezó por reconocer que había sido uno de los responsables de la elaboración de las leyes de minería (cuando Maza era secretario a nivel nacional, en tiempos de Menem), admitió que el tema del cianuro es “parte elemental en toda la problemática del medio ambiente”, y finalmente confesó que al redactarse esas leyes actualmente vigentes “se nos escapó, miren qué cosa, lo del cianuro”.
Miren qué cosa: es tal vez la más precisa definición del rol del Estado y sus funcionarios, manipulando leyes inconsultas, perjudicando a la sociedad, y defendiendo a las empresas.
Gabriela Romano, profesora de Formación Cívica y Ciudadana –nada menos– de Chilecito: “Barrick ni siquiera venía a hacer lobby. Lo hacían los funcionarios. La gente preguntaba: ¿por qué salen a defender tanto a la empresa? Imagínese las sospechas”.
A raíz del papelón en Famatina, Maza separó Minería de Medio Ambiente, y en esta última dirección designó a un doctor de apellido Díaz Dana. Chichín Acosta, músico tradicionalista, recuerda: “Este señor era ginecólogo. Dijimos: por lo menos debe saber algo de minas”.

Memoria del saqueo
Las asambleas fueron brotando en Pihuil, Chañarmuyo, Los Sauces, la propia capital riojana, conectadas entre sí a través de los mensajes de texto de los teléfonos celulares. Jenny Luján, también docente: “Es una herramienta fantástica: barata, y me parece que encima no te controlan. Cuando hablábamos por los celulares siempre escuchábamos unos ruidos raros”. ¿Pinchaduras digitales? Jenny sonríe ante lo que considera obvio.
En la zona no hay neófitos con respecto al tema del oro. Las primeras monedas acuñadas en el país (las de dos escudos, que se ven dentro de las actuales monedas de un peso) se hicieron en La Rioja con oro del Famatina en 1821, como réplica de las que se habían fabricado originalmente en Perú, con una inscripción siempre frágil:
“En unión y libertad”.
Más memoria. A comienzos del siglo xx llegaron la mineras inglesas a la zona de Chilecito, buscando filones de oro en el distrito minero La Mexicana mediante la tradicional minería de socavón. Se realizó una obra de ingeniería fastuosa: el cablecarril de 34 kilómetros, el segundo más largo del mundo y el que llega a mayor altura. La inversión, cabe señalar, la hizo el Estado.
Carina Díaz Moreno, profesora de Educación Física de Famatina: “Usted dirá, Famatina se convirtió en una zona poderosa gracias a la minería. Pues no, el oro se lo llevaron los ingleses, la zona quedó más pobre que antes, y todavía se puede ver el drenaje ácido producido por la minería. Esa explotación terminó en los años 20. En las primeras asambleas que hicimos el año pasado venía gente mayor que todavía recordaba lo que decían en la zona: ¿qué nos dejó la minería? Enfermos y viudas”.
mu estuvo en La Mexicana, un lugar impresionante en el que no se logra entender de qué modo lograron construir en 1900 esas gigantescas torres y ese mecanismo de relojería que permitía que las vagonetas trasladaran el material desde la boca de mina hasta Chilecito. Tampoco es fácil imaginar cómo podían aclimatarse los obreros y luego los mineros, a un trabajo realizado a semejante altura, con la consiguiente falta de oxígeno.
Se entiende por qué hablan de enfermos y viudas.
El cablecarril ha sido declarado Monumento Histórico Nacional. “Pero es el monumento de lo que nos saquearon” dice Gabriela. Hay torres impecables a lo largo del recorrido, pero también hay hierros y vías desparramados, vagonetas arrojadas por el viento contra las laderas de las montañas, las entradas a las minas en las que se ven los drenajes ácidos que siguen goteando, y piletones un tanto marcianos, de agua verde fluo, que confirman que la vieja y –en comparación con la actual, casi inocua– extracción de oro sigue contaminando 100 años después.
Chichín Acosta: “¿Qué nos quedó? Un montón de hierros obsoletos. ¿Qué nos va a quedar ahora? El cráter de la montaña. Claro que a lo mejor terminan instaurando ahí el Monumento Nacional al Hueco.”
El gobierno nacional intentó siempre respaldar a Maza. En diciembre de 2006 el gobernador recibió a la secretaria de Medio Ambiente de la Nación, Romina Picolotti, designada originalmente con la intención de domesticar a Gualeguaychú. “Vino a La Rioja, nos citó para hablar, nos hizo esperar tres horas, y al final no nos recibió, por pedido del gobernador Maza” relata Gabriela. “Terminó escapándose por la puerta de atrás para no cruzarse con los asambleístas”.
 Picolotti y cía
La señora Picolotti compuso un discurso para cada oreja. Declaró que la minería a cielo abierto “puede ser contaminante” pero aseguró también que Maza “está convencido de que ambiente y desarrollo pueden ir de la mano”. Agregó: “La posición (del gobierno) no es un ‘no’ a la minería, sería totalmente irracional”.
Según este planteo, la ley que pedían las asambleas y firmó la Legislatura riojana prohibiendo la minería a cielo abierto en la provincia, es totalmente irracional (y eso explica que el kirchnerista gobernador sanjuanino José Gioja, que tiene en su provincia a la Barrick, y el secretario de Minería Jorge Mayoral, repudiaran la ley riojana).
“Lo importante –siguió Picolotti– es un ordenamiento del territorio y el desarrollo sustentable para garantizar una minería responsable.” En La Rioja ya no saben qué quieren decir tantas palabras, que quizás evoquen el monumento al hueco que propone Acosta. La propia página web de Barrick Gold lleva como título: “Minería responsable”. “Lo mismo decía Menem y dicen Maza, Picolotti, Kirchner, todos” enumera Jenny. “Empresas como Barrick bajan el discurso, los otros lo repiten”. En su declaración de “misión” (lo que indicaría que Barrick tiene una) la empresa escribe: “Para Barrick, la responsabilidad social implica diálogo abierto, trato justo y el compartir los beneficios del desarrollo minero con los vecinos”.
 Para reirse o llorar
Otra idea drenada por la autoridades, que la minería puede ser controlada por el Estado, causó bastante hilaridad en la provincia, teniendo en cuenta que a los inspiradores menemistas de las leyes vigentes se les escapó lo del cianuro, y que esas normas subsidian a las mineras (combustibles, servicios públicos, impuestos de todo tipo). La sociedad ha visto a los funcionarios desviviéndose por las empresas: nadie percibe cómo podrían controlarlas. Eduardo Flores, productor de vid: “Cuando se sale de Chilecito hacia Famatina, en la ruta se ve todo un basural. Si no controlan eso, ¿qué van a controlar a la Barrick Gold?”
Picolotti huyó de los asambleístas, pero a esa altura quedaba una duda, sobre todo en Chilecito, la segunda ciudad riojana: ¿en qué medida la comunidad apoyaba los reclamos de la asamblea? “Acá hay que tener en cuenta que la gente está cautiva del plan de 150 pesos y el bolsón de comida, o del empleo estatal. Entonces muchos no participan ni hablan por miedo a perder lo que tienen. Es como siempre se manejan los políticos: con gente cautiva”, describe Chichín Acosta. ¿Y qué puede pasar con la gente cautiva?
El 19 de febrero se celebró el aniversario de Chilecito. Se instaló un palco con las autoridades, encabezadas por el todavía gobernador Maza y su gran aliado, el intendente Fernando Rejal. La Coordinadora de Asambleas de Chilecito no había pensado ningún modo de participación, pero Jenny, Gabriela y Natalia empezaron a enviarse mensajes de texto, buscaron algunas de sus pancartas y banderas, y se lanzaron al acto.
Gabriela iba con su hija Lourdes. La policía las quiso obligar a bajar las banderas, hubo corridas, manoseos, hasta que se acercaron los adherentes a sueldo del señor Maza a solucionar la situación, en defensa de la policía. Jenny: “La patota nos empezó a amenazar”. ¿De qué modo? “Váyanse o las hacemos cagar. Van a ser boleta.” La gente empezó a abuchear a la policía y a la patota mazista. Las mujeres se movieron hacia otro lado, y lograron cruzar el cordón policial con otros asambleístas. Desfilaron frente al palco con sus banderas “No a la minería”, “Podemos vivir sin oro pero no vivir sin agua” y “El Famatina no se toca”. Desde la plaza llegó la ovación más grande del acto. Chichín: “Tuve muchos momentos emocionantes en mi vida, pero nunca algo como eso”. Gabriela: “En el palco nos miraban desencajados”.
Al día siguiente Maza desistió del llamado a consulta popular para autorizar su reelección. “Se dio cuenta de que Chilecito ya no lo apoyaba” intuyen en la asamblea. En esos días se venían organizando cortes en Patquía, un nudo riojano de rutas. El tercer corte previsto no se llevó a cabo porque coincidió con el día de la caída de Maza. Carina, de Famatina: “Y nosotros no queremos que nos confundan con ninguna interna. No nos interesa el desorden, porque tenemos razón”. Es llamativo cómo el concepto de “desorden” queda velozmente instalado, apenas se lo ve desde esta nueva perspectiva, del lado de los políticos, las tramoyas, la corrupción, la manipulación, las patotas pagas, la policía corriendo mujeres.

Preguntas sin respuesta
La rebelión contra Barrick Gold y sus aliados gubernamentales incluyó a los docentes de las escuelas como la epet de Chilecito, que rechazaron por carta cualquier apoyo que la empresa o la Secretaría de Minería quisiera brindar a la institución: “Ya sabemos que te pintan una pared, te dan borradores y tizas y tenés que poner un cartel agradeciéndoles lo buenos que son” dice Iván, uno de los chicos del último curso.
Funcionarios nacionales enviados para preguntarles a los chicos “¿Por qué decirle no a la minería?” se encontraron en Famatina (Escuela Provincial de Comercio) con preguntas inversas.
¿Por qué decirle sí?
¿Por qué si trae tantos beneficios, en Catamarca –con más de 10 años de Bajo la Alumbrera– Belén, Andalgalá y Santa María siguen siendo pueblos pobres?
¿Por qué la contaminación producida por Bajo la Alumbrera ya alcanzó a tres provincias?
¿Cuál es el despegue para la provincia, si Catamarca sigue igual que siempre?
¿Cuál es el interés del gobierno riojano en defender algo a lo que el propio pueblo le está diciendo que no?
Los funcionarios no supieron responderles.
Stefani, 16 años, se mira el guardapolvo blanco: “Dijeron que el cianuro no es maligno. Piensan que somos tarados”. Rodrigo, la misma edad, dice un tanto perplejo: “No se entiende por qué creen que su palabra vale más que la de la sociedad”.
Este modo de plantarse frente al tema por parte de chicos y grandes –merece recordarse– ocurre en un territorio que el historiador Ricardo Mercado Luna describió así: “Esta Rioja signada por aparentes fatalismos, por alentadas resignaciones, por la encerrada opción del conformismo…”. La fórmula de lo social, según esta mirada, era: “acatamiento-resignación-fatalismo; lo hecho, hecho está”.
 Las bolsa y la vida
Hay asamblea en Famatina. Los vecinos conversan con fluidez, sin discursos, van puliendo y mejorando entre todos ese material precioso llamado “ideas”. No se perciben acatamientos ni conformismos. “A veces peleamos”, reconoce Carina, “algunos somos muy mecha corta, pero al día siguiente ya estamos buscándonos para pedir disculpas y seguir juntos.”
¿En qué los cambió la asamblea? “Me dio seguridad, fuerza, y me enseñó que con los demás uno puede conseguir lo que se propone.” La asamblea de la que participó MU culminó con una colecta en una bolsita blanca de nailon: 97 pesos.
En el corte, también se conversa. Sobre la consulta popular, las trampas a las que pueden someter a la gente: “En Chilecito el intendente Rejal es el que siempre apoyó a Maza, está tratando de extorsionar a los empleados públicos y a los que tienen planes para que no voten, y así quitarle legitimidad al resultado”.
El gobierno nacional, se sabe, cree que es irracional prohibir la minería a cielo abierto. Nadie sabe si meterá la nariz en el tema, cosa que sí intentará hacer seguramente la Barrick Gold. Todo este conglomerado puede reunir en su bolsita más de 97 pesos.
A 5.000 metros de altura uno siente que los pulmones desfallecen, pero a don Pancho Peralta le sobra el aire. Integra la Asamblea de Famatina y es uno de los que traslada turistas a tocar el cielo con las manos.
El celeste es de una intensidad incomprensible, penetrada por el pico General Belgrano, 6.250 metros con sus glaciares en la cumbre. Pasa un cóndor que no mueve las alas. Veo venir hacia nosotros una nube. Nos envuelve. Estar literalmente en las nubes es algo extraño.
Don Pancho me señala varios cerros del Cordón del Famatina, surcados de caminos, como cicatrices. “Ahí se ven las exploraciones que van haciendo. Cavan un pozo de unos 30 centímetros de diámetro, a cientos de metros, de ahí sacan las muestras y tienen como la radiografía de toda la montaña.” Las muestras son las piedras y minerales que se depositan en cajas que mandan a examinar para ver cuánto de oro y cuánto de otros metales estratégicos se puede extraer. “Con las muestras, ya financian toda la exploración” dice el hombre. Y señala en círculo, desde el punto en el que estamos parados: “Todo esto va a dejar de existir. Porque aquí van a hacer las explosiones, los cráteres, y como aquí nace el agua de casi toda la provincia, el cianuro va a contaminar allá abajo”.

La verdad suena
Allá abajo hay nubes, pero más abajo todavía se alcanza a ver parte de Chilecito, parte del mundo. “El detalle que no se imaginaron –murmura don Pancho que logra respirar oxígeno no se sabe de dónde– es que no los vamos a dejar. La última gota de sudor y de bronca la dejaremos acá.” Y se entusiasma: “La asamblea es muy linda, es una gran alegría ver el grupo que abrazó esta causa y cómo se suma la gente. No hay políticos, no hay jefes, los jefes somos nosotros. No tendremos recursos, pero ya ven cómo no sólo con plata es que uno logra hacer las cosas”.
“Cuando una cosa es verdad basta que alguien la diga una sola vez para que uno sepa que es cierto.”
Tal vez las asambleas estén diciendo, una sola vez, lo más nuevo y coherente que se puede pensar en estos tiempos: que el presente y el futuro pueden ser diferentes del pasado. Que se pueden hacer cosas colectivamente para aumentar la libertad, para garantizar la vida, para romper la resignación, y para aprender a respirar, incluso donde parece que no hay aire. Alrededor del Famatina se están explorando los alcances de semejante hallazgo.

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