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El otro lado del control

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Cómo funcionan las inspecciones del Gobierno porteño. Cómo lo describe el fiscal que lleva la causa de Time Warp. Quién es quién en esta máquina que impone clausuras en nombre de la seguridad y, al mismo tiempo, facilita el descontrol. ▶ FRANCO CIANCAGLINI

El otro lado del controlCromañón en 2004, Beara en 2010 y ahora Time Warp demuestran que los empresarios que organizaron estos desastres no están solos: en todas las causas que investigan estos hechos hay funcionarios de la Ciudad de Buenos Aires, condenados o procesados por corrupción o por desidia.
El último caso quizá sea el más grave, por ser el último, por tener como tremendo antecedente y advertencia los otros dos y porque corona un modelo peligroso. Ésa fue la descripción que hicieron el legislador Gustavo Vera y el padre de Cromañón José Iglesias al señalar al gerente del área de Eventos Masivos de la Ciudad, Claudio Iacobaccio. Según denunciaron, el funcionario aumentó su patrimonio de 128 mil pesos a 4 millones en los últimos cuatro años.
La gerencia de Eventos Masivos es la encargada de monitorear los grandes shows como la Time Warp. De hecho, Iacobaccio estuvo en Costa Salguero la noche de la muerte de los cinco chicos. Por eso, está también procesado como partícipe necesario en la comercialización de estupefacientes, agravado con el delito de abandono de persona seguido de grave daño a la salud y de muerte, y por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Cargos que comparte con el coordinador Fernán García Vázquez y los inspectores Gustavo Herms, Néstor Cella y Germán Fontanellas, los tres presentes durante toda la fiesta como si fueran unos jóvenes más. Literalmente: el juez Sebastián Cassanello los calificó de “espectadores” que cumplieron un “rol ficticio” que les permitió a los organizadores desplegar su plan ilícito. ¿Cuál?
La investigación del fiscal Federico Delgado detalla:
 
Circulación libre de drogas
Hacinamiento
Mala atención médica
Pocos controles en los ingresos
Aprovechamiento de esas singularidades para vender a mayor precio el agua, “un insumo decisivo”.
 
Al día siguiente de la tragedia, ya el lunes, el titular de la Agencia Gubernamental de Control (AGC), Matías Álvarez Dorrego, se presentó en la Legislatura para dar explicaciones. Dijo que el evento estaba bien habilitado, que los inspectores de la AGC cumplieron su función y que no se había excedido la capacidad máxima. A los dos días, el peritaje de teléfonos encontró un mensaje de Whatsapp de los organizadores que revelaba que en la rave hubo casi el doble de personas que permitía el predio. De acuerdo a la habilitación podían entrar 13.000 personas, pero el Whatsapp festejaba la concurrencia de 20.513.
Además de los funcionarios de la Agencia Gubernamental de Control se encuentran procesados 26 efectivos de la Prefectura Nacional y un “conglomerado empresario con múltiples rostros”, liderado por el abogado Víctor Stinfale. Esta enumeración da cuenta de un entramado de complicidades que, como caracteriza el fiscal Delgado, permitió un “espacio social excluido de soberanía estatal” y, como confirmó luego el juez Cassanello, hizo que las inspecciones estuvieran sujetas al “control absoluto de los organizadores”.
La investigación de la fiscalía llega hasta la línea del gerente del área de Eventos Masivos y se detiene: “Todo el resto de las pruebas que escalaban más arriba, se cortaron”, dice el fiscal Delgado.
 

Filosofía Time Warp

 
En su dictamen Delgado relata la dificultad para entender la burocracia de las habilitaciones, que parece estar hecha a propósito para lavar culpas: “el gobierno hace un culto a las formas”, “rigurosamente se confecciona un expediente”, “rigurosamente se cumplen tediosos pasos administrativos; circulan notas prolijamente selladas y firmadas”, “pero todo lo que es expediente carece de respaldo material”.
En otras palabras, la burocracia no hace lo que escribe: no controla lo que informa como controlado.
Si bien es conocido por usar remera y tomar mate, el fiscal Delgado emplea en sus dictámenes vocabulario académico y bibliografía filosófica, y desarrolla en cada causa no solo una investigación que enmarca las acusaciones sino una tesis de lo sucedido. En el caso Time Warp cita a Hannah Arendt para hablar del “gobierno de nadie”, una forma de caracterizar la cadena de culpas del Ejecutivo porteño: “No hay peor tiranía que la anónima, aquella que no debía rendir cuentas a nadie porque no se podía localizar”.
Un ejemplo: el testimonio del inspector Pablo Germán Fontanellas: “desconozco”, “no vi nada”, “excede mi función”, “no recuerdo el caso puntual”, “no realicé ningún acta”, “no es una función nuestra” y otras evasivas de ese estilo.
La investigación de la fiscalía no pudo encontrar actos de corrupción entre estos funcionarios y los empresarios, ni entre cualquiera de los actores de la rave. Las cámaras de seguridad de adentro no almacenaron datos; el inspector Claudio Alberto Iacobaccio perdió sus dos celulares. Concluye el fiscal Delgado que así el “radio de acción del sistema judicial” se reduce a los hechos comprobados: se probó que tenía que haber 13 mil personas y había 20 mil. Si bien no pudo inculparlos de corrupción, los imputó por “desidia”.
Según contaron fuentes de la AGC a MU, los procesados no hacen más inspecciones, pero siguen en la agencia cumpliendo tareas administrativas. Excepto Iacobaccio, quien todavía debe demostrar cómo creció su patrimonio al ritmo que crecieron las fiestas electrónicas de Stinfale y compañía.
 

La máquina de controlar

 
La Agencia Gubernamental de Control queda una cuadra de Cromañón. Afuera, sobre la calle Perón, fuman y esperan continuamente más de 20 personas, tan solo la punta del iceberg que sigue adentro: se calcula que pasan por este edificio 500 personas por día para resolver problemas relacionados con la habilitación. A las 5 de la tarde el edificio comienza a vaciarse de a poco, mientras los inspectores de nocturnidad recién arrancan su jornada.
El arquitecto Ernesto Reyna Morgan está a cargo de la Gerencia de Nocturnidad de la AGC y es, además, uno de los agentes más antiguos. Su panorama es completo: entró al organismo justo después de la masacre de Cromañón -en abril del año siguiente- como parte de una reforma estructural que dividió a la AGC en dos: Nocturnidad (de la que hoy Reyna es gerente) y Eventos Masivos, liderada hasta la Time Warp por Claudio Iacobaccio. La AGC dejó de ser así una inspección general y se transformó, en la práctica, en una agencia vertical en la que los inspectores se convirtieron en una fuerza encargada de hacer cumplir la letra de la reglamentación.
Reyna resume su trabajo de esta manera: “En general toda la sociedad no ve con buena cara los controles, hasta que pasa algo y en ese momento nos reclaman”. Y tiene razón: cada vez que hay una tragedia hay también un cambio en las leyes, se recrudecen los controles sobre boliches, bares y centros culturales, pero el “negocio de la noche” se adapta y sigue.
Después del derrumbe de Beara, en el que murieron dos chicas, Macri dictó un DNU, en noviembre de 2010, por el que creó un registro público de bares, medida espejo de la que había tomado Ibarra después de Cromañón para los boliches bailables.
El caso del boliche Beara mostró que la lógica Cromañón seguía intacta: la investigación comprobó que hubo sobornos en la habilitación, una “inspección mentida” y documentos vencidos. Por el hecho están procesados cuatro ex funcionarios de la gestión de Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires, entre ellos el ex jefe de Habilitaciones, Martín Farrell.
Analiza Reyna, con casi 11 años en la noche: “Recién ahora, con Time Warp, estoy notando que hay empresarios que están buscando hacer las cosas un poco mejor. No porque sean buenos, sino porque si las hacen mal, les va a ir mal. Nadie quiere ser Chabán”.
 

Prohibido bailar

 
Tras Time Warp, los controles se ajustaron para los más débiles: los centros culturales. “Con ese tipo de locales tenemos un problema -confiesa Reyna-. Hemos encontrado cabarets y cines porno con esa habilitación. Tenemos un montón de lobos vestidos de ovejas”.
Es cierto: la desvirtuación de rubro es uno de los principales motivos de clausura, pero los centros culturales no son todos cabarets y cines porno. Son los que crearon y esperan que la nueva ley que los reglamenta y controla sea puesta en marcha por el Ejecutivo. “El problema es la visión –corrige Reyna- Ellos quieren fomentar la cultura; mi responsabilidad es la seguridad. Es como que uno habla en chino y otro en japonés: parecen parecidos, pero no es lo mismo”.
¿Qué norma se aplica? “Los locales de baile están muy normados después de Cromañón, lo que hace que sean más seguros. Y los teatros independientes tienen una normativa específica más ambigua”, informa Reyna.
Hay que aclararlo: no todas las inspecciones de nocturnidad pasan por la aprobación de su gerente. El poder en las sombras lo tienen, primero, “los operadores”, que trabajan buscando en las redes y por palabras clave (“recital”, “fiesta”, “baile”) eventos prohibidos. Eso explica que muchas veces los inspectores de nocturnidad caigan a los centros con una hoja impresa de un evento de Facebook. Reyna, informa, se encarga de las inspecciones más “pesadas”, en general ningún centro cultural, y a pesar de que prefiere hablar de lo que más conoce, alcanza a distinguir dos subgrupos:
 
“Uno, no quiero decir serio para no decir que los otros no son serios… Pero es gente del arte, de la cultura, que tienen su corazón en eso y que no lo hacen para ganar la plata. Estos, a veces, el problema que tienen es que por desarrollar la cultura no se fijan en el tema seguridad. Y nosotros lamentablemente no podemos soslayar que porque sean culturales, sean peligrosos. Y entonces a veces pasa que los tenemos que clausurar”.
“Y hay otro sector de gente más joven que se dedica a la cultura, pero como es más joven, también entiende que la cultura no es solamente una actividad cultural, sino a veces ciertas extensiones… entonces el baile, ¿por qué no va a ser parte de la cultura? Ahí tenemos algunos conflictos de interpretación de las normas”.
 
El cuerpo que dirige este arquitecto está compuesto de 80 agentes destinados a controlar unos 10 mil locales. Cuando se le pregunta si el dividendo no resulta escaso, Reyna cuenta que se abrió una convocatoria para 100 inspectores más, aunque no todos irían a Nocturnidad.
El organigrama completo incluye a estos inspectores que salen a calle, pero también a “coordinadores” que organizan las visitas y una sección de “programadores” que preparan el listado de lugares. ¿Con qué criterio? Según explica Reyna, en los papeles hay dos motivaciones: las denuncias, que pueden ser de vecinos u oenegés; y los “requerimientos” de un organismo oficial: juzgados, policía, Prefectura
Pero hay una tercera forma, la más polémica: “A veces nos llaman de la fiscalía contravencional en el medio de la noche para avisarnos de una situación en tal lugar y nos piden que mandemos a los inspectores; eso es una especie de mezcla entre denuncia y requerimiento de organismo oficial”, explica Reyna.
Gobernada por la fiscalía, la AGC puede terminar cumpliendo deliverys políticos de los fiscales de la Ciudad. “Sean buenos o sean malos, tenemos que ir a todos”, cierra.
No existen números que revelen con exactitud cuántas inspecciones soportan centros culturales, cuántas bares y cuántas boliches bailables. Ni cuántas ocurrieron la semana en que se le hizo vista gorda a Time Warp. Según un listado que la AGC entregó a MU, entre una serie de lugares asiduamente visitados solo hay tres centros culturales y teatros entre más de 50 “violadores seriales”, como a Reyna le gusta llamarlos.
MU hizo un pedido formal de la información completa vía la Mesa de Entrada del Gobierno porteño que, al término de esta nota, cumplía 20 días sin responder. Gracias al número de seguimiento pudo saberse que nuestra nota había atravesado cinco dependencias distintas hasta aterrizar en la AGC donde se dio la entrevista, quizá la verdadera respuesta a aquella solicitud. “Nunca contestan los expedientes”, consolaron fuentes de la Legislatura que hicieron más de un pedido similar.
 

Las cifras de la clausura

 
Las voces que amplifican los propios centros culturales, que se calculan en más de 300 en la Capital, hablan de una intencionalidad manifiesta por clausurarlos. Durante 2014 los espacios clausurados fueron casi 200.
Los números de la Justicia Contravencional y de Faltas de la ciudad relativos a 2015, por su parte, hablan por sí solos:
 
De los cientos de disposiciones del Código de Faltas, las que más sanciones provocan son las relacionadas con la documentación habilitatoria.
Del total de 4.610 actas realizadas en centros culturales, bares y boliches, 385 se hicieron por la falta de “exhibición de documentación obligatoria” (más del 8% de cientos de faltas) y 291 por “ausencia de habilitación y desvirtuación de rubro”(más del 6% de las faltas).
Para dar una idea de la magnitud de las infracciones que se originaron en estas inspecciones, solo la superan las labradas por exceso de velocidad (12%) y por estacionamiento prohibido (12%).
Por último, de esas 4.610 actas labradas en total, solo en 52 se informa si se realizaron por denuncia o de oficio. Es decir, no revelan el motivo que llevó a los inspectores al lugar de la inspección.
 
En la práctica, estas inspecciones iniciadas por la AGC se transforman en causas que van hacia la nada. En el caso del Código de Faltas, que compete a la habilitación de los lugares, de un total de 3.500 causas, el 90% de las faltas va a archivo por “prescripción de la acción” y en un 48% de los casos además se considera “persecución injustificada”.
En la mayor parte de los procesos contravencionales tanto la defensa pública como privada aconsejan a los protagonistas de la infracción firmar juicios abreviados o probation. La experiencia demuestra que es la peor de todas las opciones que tiene el infractor. El juicio –tan temido- es al fin y al cabo la única garantía de que las arbitrariedades del procedimiento queden expuestas y sean evaluadas. Generalmente en esa instancia quienes tienen que llevar adelante la acusación desisten de hacerlo por falta de pruebas. Esto sucede, entre otras cosas, porque los inspectores probablemente nunca imaginan que un acta labrada a las 5 de la mañana de un sábado llegará a juicio meses después.
En tanto, hasta que se comprueba que no hubo una infracción, los locales son cerrados y los días de trabajo, perdidos. Los empresarios, en cambio, según describe el propio Reyna, tienen a la noche como trabajo part time: “Desde el que administra el local hasta los vigiladores, de día hacen otra cosa”.
La discusión es si se mide con distinta vara a centros y boliches, o si justamente se mide con la misma vara a cosas distintas. El legislador opositor Gabriel Fuks, que estuvo a la cabeza de la interpelación al titular de la AGC por la Time Warp, plantea: “El gobierno no presiona a los empresarios, más allá de si son amigos o no, porque cree que de hacerlo generaría una distorsión del flujo económico de la Ciudad: si pone demasiados controles, las inversiones van a otros lados”.
La teoría se comprueba en una práctica que no llegó a implementarse: el PRO impulsaba en la Legislatura la creación del Distrito Joven, un área eximida de impuestos donde se asentarían los boliches nocturnos de la Ciudad. ¿Dónde? En Costanera Norte. El proyecto quedó trunco con la tragedia de Time Warp.
La sociedad impuso otra agenda: hoy en la Legislatura se discuten varios proyectos que prohíben las fiestas electrónicas en lugares cerrados; y nuevas formas de contar el ingreso a los boliches, ni por entrad

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Villa Lugano: una caravana en contra del “Máster Plan”

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Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el Gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.

Por Francisco Pandolfi

Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra). 

La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.

La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.

Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra. 

Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran: 

• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.

• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.

• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.

• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.

• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.

• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.

Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:

• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.

• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.

• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.

La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.

Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.

¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?

Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.

¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?

Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.

¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?

Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.

La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.

Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.

Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.

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Marcha de jubilados: balas y bolitas

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Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales. 

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.

Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.

Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.  

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.

Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.

Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla. 

  • “Vacas gordas, jubilados flacos”.
Marcha de jubilados: balas y bolitas

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.

Números y un café

Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca  mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.

Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.

De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.

Abus en la calle 

Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.

En la marcha hubo muchos carteles al respecto: 

  • No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
  • Ni veto ni represión: fuera el FMI
  • No al veto a las leyes en jubilaciones
  • No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei). 

Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.

Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.

Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Jubilado hablándole a la pared.

Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”. 

Vallas a donde vayas

El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.

Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”. 

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Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.

Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.

La violencia y las bolitas

Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar). 

La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

¿Qué escudan los escudos?

Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”. 

Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.

Sin embargo, la gente no se fue.

La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió. 

“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.

Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.

De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.

Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:

–Juguemos a las bolitas.

Todos se rieron, por el absurdo de la situación. 

De nuevo, frente al horror, la creatividad social. 

Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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