CABA
Vida brava
La actuación los une en escena y en la compañía que creó el director Nahuel Cano. Retrato de una generación que sueña y construye en grupo. ▶ LUCÍA AITA“Todo se derrumba y son las ficciones las que a duras penas nos mantienen en pie”, dice el volante que te dan antes de ingresar a esta función de teatro en una sala de Chacarita. Una vez adentro, siete actores ponen todo de sí, sin tener medio segundo de respiro, para emocionar con ideas de Tolstoi y Chéjov a un público que vive en 2016. Termina la función y lo que parecía una misión imposible se logra: las ideas rusas del milenio anterior se volvieron contemporáneas por un rato y la gente aplaude, justamente, de pie.
María Abadi y Diego Echegoyen -actores, performers y docentes de actuación- son dos de los protagonistas que llevan adelante la difícil tarea de componer e interpretar La Vida Breve, dirigida por Nahuel Cano.
Esta no es la primera obra que hacen juntos. María y Diego forman parte desde hace años de la compañía Estudio El Cuarto, donde sostienen un espacio de creación, experimentación y formación en artes escénicas fundada por Nahuel en 2010. Los dos son un reflejo de una camada de actores que reflexiona arriba y abajo de los escenarios sobre la época actual.
Hacerse
María y Diego tuvieron su primer acercamiento a la actuación a los 11 años, una edad que describen como temprana, pero potente. María comenzó su camino teatral con Helena Nesis y Diego en la escuela de Hugo Midón. Ella continuó sus estudios en la Escuela de Teatro de Buenos Aires y él en Sportivo Teatral. De ahí en más, hicieron un camino de formación tan largo e intenso que agota solo escucharlo: Mauricio Kartun, Julio Chávez, Ricardo Bartís, Nora Moseico, Juan Onofri y Marcelo Katz fueron sus maestros, entre muchos otros.
María tuvo su primera experiencia frente al público en una obra de Rubén Szuchmacher y en el teatro comercial. Recuerda ese primer protagónico y dice que no estaba preparada y lo vivió con mucha presión. “Ahí sentí que había algo que me faltaba y no terminaba de circular en mi forma de actuar. Tenía mucho deseo con respecto a la actuación, pero me faltaban herramientas. Eso que necesitaba siento que lo encontré recién cuando me acerqué al teatro independiente: relacionarme profesionalmente con la gente con la que me vinculaba y me sentía cómoda en lo social”.
Diego Echegoyen separa su vida de actor en tres etapas: un primer momento de estudio; después, de entrenamiento y actuación en muchas obras de otros, y el presente, que ya implica pensar de qué maneras y con quiénes quiere hacer las obras.
Diego señala en ese camino a un maestro como su pasaje hacia un nivel de mayor profundidad artística: “Ricardo Bartís cambió completamente mi mirada sobre la actuación. Imprimió en mí lo que quería decir ser actor, no solo para mí sino en mi rol social. Aunque no lo tuviera totalmente claro en ese momento hubo algo que me cambió en el cuerpo”. Ese rol social que asume Diego lo define como un privilegio: “La situación de estar en escena es privilegiada. Nos están prestando atención porque alguien fue y pagó para eso. Hay ahí un contrato que te pone en una situación increíble y hay que prepararse para tener algo para hacer o decir. El tiempo invertido para lograr que algo profundo e interesante artísticamente ocurra no es solamente el que dura la escena. Es todo ese otro de formación, entrenamiento, investigación y preparación del que hablamos”.
Los dos dicen que tanto estudio, en realidad, esconde otro objetivo: conocerse con otros y armar grupos. “En el teatro independiente hay mucha búsqueda de formación porque está muy valorizada. Y creo que ese valor es porque hay mucha conciencia de la vincularidad. El teatro es una actividad grupal, no es un trabajo que uno pueda hacer solo. Armar redes es una necesidad”.
En compañía
En hall de entrada pequeño, un par de sillas, un pasillo, una cocina y en el fondo una gran sala de techos altos y piso de madera. Esa es la usina de Estudio El Cuarto en Lezica 4171. Tanto Diego como María conocieron a Nahuel entrenando.
Diego y Nahuel hicieron juntos una obra llamada Azúcar en la que trabajaron sobre la diabetes, condición que comparten en la vida real. A partir de ahí se relacionaron de tal manera que hicieron diez obras más. En el trayecto se sumaron María Abadi, Anabella Bacigalupo (actriz), Gastón Wansiroli (asistente) y Laura Loreno Rubio (producción). “La idea de la compañía surgió porque queríamos hacer obras juntos. Queríamos trabajar siempre o la mayor cantidad de veces que pudiéramos con la misma gente. Nos permitió hacer un camino de reflexión sobre la actividad y los temas que nos convocan. Surgió para que el trabajo fuera más acumulativo y no empezar de cero cada vez que encarábamos un nuevo trabajo”, cuenta Diego y suma: “Estudio El Cuarto nos permite pensar juntos. Si trabajáramos separados o dispersos en distintos grupos sería mucho más difícil y sería mucho más aleatorio. Dependeríamos de la combinación fortuita de que justo se combinen las personalidades que desembocan en un buen trabajo. En esos casos muchas veces no se produce nada artísticamente y sos solo un cuerpo al que un director le dice qué hacer”.
María y Diego explican que la particularidad del grupo es que parten de lo que ven y les pasa en la emoción y el cuerpo para contar algo. Es decir, para crear sus obras van de lo sensible a lo narrativo. No es un cuento que viene armado de antemano, sino que surge de la actuación.
María: “Nuestra forma de creación tiene que ver con creer en nuestro trabajo juntos. Hay algo que se basa en la confianza de que nosotros, trabajando en conjunto, vamos a llegar a generar una obra que hace que le demos tiempo a lo que sentimos y que todas las preguntas que nos hacemos encuentren cierto cauce. Estudio El Cuarto para mí es eso: creer en el otro, en nosotros y en el trabajo que hacemos”.
Un ejemplo de cómo María y Diego llevan lo que sienten a lo teatral es la nueva obra que están ensayando: Tierra Salvaje. Diego: “Tiene que ver con algo de lo que respiramos que pasa en la ciudad. Esa violencia irradiada por todos lados. No es casual que nos haya salido eso en la investigación. Y Todos mis miedos, que fue la primera obra que hicimos juntos, mostraba una gran neurosis y una gran imposibilidad de vincularse con lo que al otro le pasaba. Un individualismo extremo que también es un signo de época. La imposibilidad de construir proyectos conjuntos. En realidad, son todas cosas contra las que nosotros luchamos, porque de hecho trabajamos juntos hace muchos años”.
El sistema
Tanto Diego como María trabajaron y trabajan además en teatro comercial, televisión y cine. Los dos plantean que entre un circuito y otro todo es muy diferente. Diego: “Lo comercial sirve en primer lugar para pagar la olla. Son diferentes los tiempos de ensayo y, sobre todo, la calidad del tiempo dedicado para encontrar lenguaje, que sí se da en el teatro independiente. En lo comercial no se busca un lenguaje ni novedoso ni con intensidad, sino que se busca confirmar lo que el espectador piensa que va a ir a ver. Es más perverso que la recreación porque es funcional al sistema. Es tranquilizar al espectador. Es decirle al espectador que está bien que esté en ese trabajo, lo exploten y la pase mal. Nada se cuestiona. Mientras lo que se busque no sea la excepción sino la regla, la cuestión no va a cambiar”.
María suma: “No me gusta el teatro comercial ni me interesa como hecho artístico. Está básicamente para generar un negocio. Y cuando el fin es ese, hay algo del producto artístico que queda deteriorado. No le interesa correrse de ese lugar. Podrían tomarse riesgos que no se toman”. Pero María hace una advertencia: “Ojo: en el teatro off también hay propuestas que no difieren en la búsqueda de la profundidad del teatro comercial, la diferencia es que no tienen ese presupuesto. Eso tampoco me interesa”.
Diego y el Estado: “Debería ser su responsabilidad componer un circuito cultural con apuestas artísticas más profundas. El problema es el estereotipo que pretende instalar el Ministerio: el artista emprendedor”. ¿Qué significa? “Transformarte en un empresario de vos mismo, para desarrollar todos los roles. Tenés que tener tiempo para entrenar, ensayar, gestionar y hacer contactos. Lo cual es imposible. Y juegan con eso”.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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