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Manu Chao: Cita colifata

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Pasó diez días en Buenos Aires grabando un cd con La Colifata, el colectivo de internos del Hospital Borda que hace radio y da lecciones “de lucidez”. Antes de irse a Brasil, sin previo aviso, se presentó con la intención de encontrarse con MU. No es una entrevista entonces, sino –literalmente– la cocina de una conversación.

Manu Chao: Cita colifata

La cosa es así: Gisela está barriendo el patio de su casa y tocan el timbre. Con la escoba en la mano, pega el grito:
–¿Quién es?
–Manu Chao.
A partir de ahí, hay que imaginarse a Gisela hacer esas cosas que sólo las mujeres pueden hacer en dos minutos: cambiar la escoba por la cámara de fotos, el traje de ama de casa por el de anfitriona, servir una cerveza fría a los invitados y ya no sé con qué mano agarrar el teléfono y avisarme que navegue a velocidad de crucero las diez cuadras que me separan de su casa porque Manu vino a ofrendarle a MU, sin aviso pero con cariño, una entrevista antes de volar hacia Brasil para el cumpleaños de su hijo. No voy a contarles lo que estaba haciendo yo, pero las chancletas me dificultan la corrida.
“Está en la terraza”, me advierte Nico, el compañero de Gisela, apenas llego, así que trepo los escalones hasta alcanzar ese pedazo del cielo de Almagro que, de pronto, me parece inmenso. No tuve ni tengo tiempo para asimilar la irrealidad de la escena, pero siento su magia. Noche negra, iluminada apenas con un foco improvisado con una caprichosa lámpara casera que se niega a someterse al enchufe. Hay un trípode, por supuesto, y tres fotógrafos (porque así es la casa de Nico y Gisela: el hogar de una cooperativa de imágenes y sueños) y una vieja puerta que vaya a saber de dónde sacaron, convertida en la escenografía sobre la cual asoma Manu Chao. Detrás, la silueta del barrio y las luces de la hora de la cena. En ese silencio, Manu tararea.
Seis veces pidió perdón por tener poco tiempo y seis veces más dijo gracias: por el vaso de cerveza, por las fotos, por la charla, por la corrida, por el encuentro, por todo. Pero ese hombre menudo, que habla el idioma indescifrable del trotamundos, no dice “perdón” ni “gracias” de cualquier modo. Mira a los ojos, directa y profundamente, hasta que conecta. Imagino que por eso está ahora ahí, sentado a la mesa de la cocina, dispuesto no a dar una entrevista ni a hacer declaraciones, sino a conversar. Nico me contará después que lo conoció en Brasil, que volvió a cruzarlo en varios otros lados y que el sábado fue con su cámara y algunos ejemplares de MU hasta el Hospital Borda porque se enteró de que estaría grabando el programa de La Colifata, el colectivo del que desde años Manu se siente parte. Pero hubo alguien que no lo dejó acercarse para charlar y seguramente otro alguien que se lo comentó a Manu y la forma de reparar el desencuentro fue esta visita sin aviso a la casa de Nico, cuya dirección vaya a saber cómo averiguó.
No es que crea que estos detalles domésticos tengan particular importancia y generalmente reniego del estilo egocéntrico de las crónicas periodísticas, pero no encuentro mejor forma de transmitir qué significa tener enfrente a Manu Chao que esta muestra de la escala humana de su sensibilidad. Si esto luego se transforma en música –especialmente en esa, su música– no parece ser casual.

El desastre y las flores
¿Has venido a Buenos Aires porque estás totalmente colifato?
Así es: estoy colifateando y es una felicidad inmensa, un aprendizaje. Participé del programa de radio, que siempre es un gustazo, porque la radio en vivo es como un concierto en vivo. Hacerlo en ese lugar, que es un infierno, pero tiene ese jardincito, te hace pensar que en semejante hospital ha crecido una florcita, que es La Colifata.
Y así está el mundo, ¿no?
Así está el mundo, sí. Un desastre generalizado con algunas florcitas creciendo por allí por allá.
Y esta flor que cosechaste junto a La Colifata es estos días, ¿qué frutos dará?
Hemos tomado mucho material de los quince años de andar que ya lleva La Colifata y hemos grabado mucho en vivo. Hicimos un taller dos días en la radio La Tribu y un tercero en la quinta de Los Piojos, que nos dejaron usar su estudio, así que estamos agradecidos. Cada uno de los que participaron trajo sus temas. Se grabaron kilómetros de charla, cada uno diciendo lo que quería decir, porque no había un temario establecido. Algunos trajeron su poesía, otros improvisaron, otros leyeron lo que habían escrito durante la noche… cada uno con su técnica, porque cada colifato tiene la suya. Pero más que todo lo que deslumbra es la capacidad de improvisación. Bufff… Es muchísima emoción. Uno de los días que grabamos, el Nico llegó al final de la sesión y me dice “Manu, te veo súper cansado”. No era cansancio físico, sino agotamiento de tanta emoción. Fue súper fuerte.
¿Qué tenés pensado hacer con todo eso?
La idea básica, que luego puede irse a otra cosa, porque el caminito es largo y las ideas de último momento siempre son las mejores, es grabar un cd.
¿Por qué un CD de La Colifata?
Porque es lo que sé hacer. Yo me he sentido súper privilegiado al escuchar lo que dicen por las emisiones de radio, pero no es mucha gente la que tiene ese acceso. Y a mí me ha servido muchísimo escucharlos.
¿En qué sentido?
Para mí son profesores de vida. Tienen una fabulosa experiencia para sintetizar las cosas. Puedes hablar de cualquier tema –del mundo, de la vida– y a mí seguramente me va a costar veinte mil palabras redondear el problema y salir con algo, pero cualquiera de ellos con tres palabras dice todo lo que hay para decir: hay que cambiar de tema. A mí me ayudan mucho a entender este mundo. Desde que los conozco, hace cuatro o cinco años, me han ayudado a reflexionar, a hacerme una idea de cada cosa. Para mí se han vuelto maestros de lucidez, sí… eso: me ayudan a pensar. Y cuando estás escuchándolos, el ansia que te surge es que quieres compartirlo con más. Quiero que mis amigos oigan esto. Que lo que me sirve a mí, le sirva a otra gente. Porque es una visión súper lúcida de las cosas: de lo bueno y de lo malo; de la alegría y del dolor. Por eso el cd: para que llegue ese mensaje colifato a la mayor cantidad de gente posible. La segunda razón es económica: que ese cd sirva para que La Colifata pueda tener una base económica más sólida, porque ahora es muy complicada. Lo importante de este cd es que genera un aporte económico hecho por ellos. No es nadie poniendo dinero para ayudar a La Colifata. Es La Colifata que se ayuda a sí misma. Es la búsqueda de la autosuficiencia, no de la ayuda externa, que puede resultar interesante, pero en el fondo no ayuda, porque el día que se corta, se corta. Creo que cualquiera de los proyectos de este tipo, cuando encuentra la técnica para generar sus propios recursos, encuentra la forma más sana de crecer y desarrollarse.
¿La autogestión es el gran desafío de esta época?
Es que la autogestión te da muchísima independencia.
Como artista, ¿cómo ha sido la experiencia de autogestionar tus propios proyectos?
En mi caso a esta altura ya es bastante fácil, pero desde siempre he intentado compartir estas experiencias para aprender con ellas. Por ejemplo, fue muy importante haber hecho, hace algunos años, el proyecto con La Colifata de sacar un cd en apoyo a los músicos callejeros de Barcelona. Ese proyecto fue totalmente autogestivo y funcionó al mil por cien, porque era un disco en el que varios músicos aportaron sus temas y todas esas músicas se salpicaron con extractos del programa de radio de La Colifata. Ese disco fue vendido exclusivamente en la calle: tenía una leyenda que decía “prohibido venderse en tiendas”. Nosotros lo produjimos y se lo vendimos a los músicos callejeros a 2 euros. Y funcionó tan bien que al poco tiempo ya habíamos pagado los gastos de fabricación y nos encontramos que sobraban casi 4 mil euros de los que, la verdad, nadie quería hacerse cargo, porque allí no había una sociedad formada: sólo gente. Fue dinero extra que salió para una escuela de Tucumán, finalmente. Y bienvenido fue. Pero como había más copias y ya estaban saldadas las cuentas, para que no hubiera problemas internos de dinero a la historia misma del proyecto, se rebajó el precio de venta a los músicos callejeros a 1 euro. Ellos luego lo vendían en la calle: al amigo a 6 euros, al turista a 10 y al super turista a 15. Y ese dinero iba directamente a su bolsillo. Pero de todo ese proyecto lo más importante es que La Colifata fue quien posibilitó crear un apoyo económico para los músicos callejeros de Barcelona.

Cómo se crea
Le habla mucho y a veces muy superficialmente, del desinfle de los movimientos sociales con respecto a aquel pico del año 2001 ó 2002. ¿Cómo los ves vos en relación al trayecto que han hecho desde entonces hasta hoy?
Es un camino difícil, siempre. Lleno de tropiezos.
¿Y cuál sería, para vos, la medida del éxito?
¿Para mí? El éxito es una palabra que da horas para hablar. Para mí el éxito es conseguir estar en armonía. Mi éxito personal es estar en buena sintonía conmigo mismo y en paz con mis pautas de la vida.
¿Cuáles son?
Ser una persona honesta, que cuando dice que va a hacer algo, entre lo dicho y lo hecho, el camino es derecho. Ésa es una frase que hay que aplicar: lo que digas, hazlo o si no, calla. Porque cuando tienes un sueño bonito, contarlo es fácil y lindo, pero cuando te pones a realizarlo, entra la parte difícil. Y para mí el éxito es conseguir realizar tus sueños. Y aunque consigas realizar el 10 por ciento, ya es un éxito.
¿Y cuando el éxito se te convierte en fama?
Ser famoso es un tipo de agresión. Pero tiene tantas desventajas como ventajas. No es una situación tan dura de vivir. Es más duro estar en el paro (desocupado) con cuatro hijos pa´ dar de comer. Cuando veo que hay artistas que dicen que el éxito es un problema, digo: “Nene, ¡no confundamos!”. Aunque la fama, evidentemente, puede ser peligrosa. Cuando un chaval sale de un barrio y al día siguiente se encuentra multimillonario, con todo el mundo sacándole fotos y corriendo detrás de él puede ser súper peligroso, desequilibrarte psicológicamente. Y muchos han caído en eso. Yo tuve la suerte de que me ha llegado poquito a poco, en dosis homeopáticas, y me acostumbré. No fue un choque frontal, como les ha pasado a algunos chavales. No es fácil soportar ese choque, supongo. Mira el caso de Rodrigo. Ojo: se respeta también. Él llevaba el espíritu del rock and roll cien por cien, pero bueno… le pescó el éxito como una patada caliente, tan de repente, que no le fue fácil. Pero su música queda: en Córdoba el Rodrigo no ha muerto. Así es la música: no hay nada tan definitivo, como en la vida.
¿Y con qué concepto de vida hacés tu música?
Con el de cultivar lo que yo hacía de niño. Crear de la manera más niña posible, lo menos cerebral posible. Trabajar con el instinto, pasarla bien. Si un niño la pasa bien, avanza, se ríe, crea. Y yo funciono así. Intento jugar. Trato de no analizar lo que estoy haciendo en el momento en que lo hago. Yo veo muchos artistas que se bloquean porque ya están analizando lo que todavía no terminó de ser. Y ahí se montan un quilombo. Demasiada duda.
¿No es bueno dudar?
Para mí no puede haber duda. Un niño cuando está haciendo algo que le gusta no tiene absolutamente ninguna duda: lo que está haciendo está bien. Poco duda un niño. Y eso, al momento creativo, es ley: pásatelo bien. Porque dudar… ¡pa´ qué! Si la vas a cagar, no pasa nada: mañana harás otra cosa. Y si no sale nada, no sale. Pero en tanto, tira hasta el final, intenta, rompe, abre, juega. Así es el proceso de la noche. Y luego te levantas a la mañana y pones play y ahí no hay perdón: o sale algo bonito o sale algo que te da una vergüenza que te mueres. Y bueno: lo borras. ¿Cuál es el problema? Por el momento, te lo pasaste bien. Y eso nadie te lo quita, aunque el resultado sea una mierda. El arte está pa’ eso ¿no?

Lo que hay atrás de Chávez
Suena a las lecciones que te dejaron los colifatos…
Es que ahí son maestros. Ésa es su fuerza. Pero también porque tienen la capacidad de establecer relaciones humanas intensas. En las relaciones humanas hay cosas que no hemos superado bien, el problema con el ego, por ejemplo. Mirá cuántas revoluciones se fueron a la mierda por el problema del ego…
¿Y por el problema del Evo? (risas) Porque estamos viendo resurgir liderazgos en Latinomérica y cuando mencionás a las revoluciones que fracasan por el ego, me acordé de Evo, de Chávez…
Fui a Bolivia hace un año y medio, cuando el proceso estaba todavía en pañales. En Venezuela está más avanzado. Estuve dos veces en estos últimos años y cada vez que voy, veo que lo que está pasando ahí es súper interesante. Pero afuera todo el mundo sólo habla de Chávez, que es una manera de no hablar de lo que está pasando ahí. En Europa, especialmente, no hay información: hay manipulación. Será porque molesta de verdad. Porque lo que tú ves pasando un poco más atrás de Chávez –incluso porque lo importante es lo que ha permitido que suceda detrás de él– es de una esperanza increíble. Es el único país del mundo que, cuando voy a un barrio, veo a los chavales decir: vamos a hacer esto y esto. Y nadie los para, porque hay una confianza de la política hacia la juventud. Me pasó, por ejemplo, con unos chavales que organizaron un concierto en el Poliedro, que es como decir el Luna Park aquí. Me recibieron diciendo: “Perdona Manu por cualquier molestia, pero nuestra experiencia se limita a haber hecho recitales para nuestros amigos del barrio y éste es un zapato muy grande para nosotros”. Pero se habían propuesto hacerlo y lo hicieron. Los dejaron hacer y se cargaron para siempre esa experiencia. Ese tipo de cosas es algo que hoy en día es interesante de ver, porque te informan de un tipo de proceso muy esperanzador. Y eso no vas a entenderlo leyendo la prensa.
Tampoco se entiende leyendo la prensa qué pasa con la rebelión de los jóvenes en los suburbios de Francia. ¿Cómo contarías vos esas experiencias?
En Francia no hay organización: hay desesperación. En Venezuela hay esperanza. Para mí fue súper fuerte, por ejemplo, la experiencia de viajar de Caracas directo a Bogotá, una ciudad que conozco mucho mejor porque he pasado más tiempo allí. En Bogotá mis amigos me dicen: “Manu, estamos haciendo cosas, intentamos, pero apenas levantamos la cabeza, palo”. Muy difícil: todo el mundo luchando con las uñas, rascando las piedras para hacer arte… para hacer lo que sea. Y en Caracas, ese estallido de voluntades, de trabajo, de hacer. El contraste es más fuerte.
Y Buenos Aires, ¿cómo lo encontraste?
No tuve tiempo de perderme mucho por la ciudad, me sumergí en lo mío y no vi demasiado. Yo me siento bien aquí, a mi gusto. Y si bien en estos diez días me llegó muchísima información, necesito de un poco de digestión. No me puedo tomar el permiso de opinar: me desborda.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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