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De la calle a la ESMA

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El 30 de abril inauguran el espacio cultural Nuestros Hijos en el lugar donde funcionó el Liceo Naval. “Queremos llenar de vida este edificio donde antes se enseñaba a torturar”. mu fue el único testigo de la recorrida que hicieron catorce madres, el mismo número que 31 años atrás creó en la calle un nuevo modo de hacer política.

De la calle a la ESMALas Madres de Plaza de Mayo están recorriendo solas por primera vez la Escuela de Mecánica de la Armada. Allí la palabra escalofrío vuelve a tener algún sentido. Hebe de Bonafini mira todo ya sin anteojos, después de su operación de cataratas. De pronto retoma una conversación que veníamos teniendo en el micro que nos llevó desde Plaza de Mayo hasta la esma. Parece una pista para entender parte de la historia, y tal vez del futuro: “Ahora estamos acá, y vamos a llenar esto de vida. Pero llegamos a esto por más de 30 años de lucha en la calle. Ése es el verdadero lugar”.
¿Por qué?
Porque la calle te iguala, es lo más liberador. La calle, la plaza, hacer las cosas públicas. Nosotras íbamos a los organismos de derechos humanos, y había que esperar que te atendieran. Te atendían, y había un escritorio en el medio. En la plaza no había que esperar a nadie: te tomabas de los brazos y empezabas a caminar. O hablabas. O pensábamos juntas qué hacer, y lo hacíamos. Empezó lo colectivo. Era el único lugar donde nos sentíamos iguales, y libres. Allí pudimos comunicarnos con la gente, pudimos denunciar. Además, en la plaza no hay puerta para entrar ni para salir, como hay en las oficinas, en los comités y en los juzgados. En la plaza no hay timbre para tocar. Y el techo es el cielo: no tenés techo. Todo lo que ponés es tu cuerpo. Para mí en la calle se decide la lucha, se decide la libertad, se decide la justicia. Ningún pueblo se libera yendo a las oficinas ni a los tribunales.
 
El sábado 30 de abril de 1977, 14 mujeres se encontraron en la Plaza de Mayo. No sabían que estaban dándole nacimiento a una nueva forma de movimiento social que tuvo su útero en el espacio público. No eran teóricas, políticas, intelectuales, ni militantes. No percibían el alcance de lo que estaban haciendo. Lo único que querían era encontrar a sus hijos.
El segundo jueves de febrero de 2008, 14 mujeres recorrieron por primera vez la Escuela de Mecánica de la Armada (esma) cuyo Liceo Naval será convertido en una Escuela de Arte creada por las Madres. mu fue el único medio invitado a acompañar la visita. La más veterana de las madres, Juanita Pargament (94 años) dijo en un momento: “Si estas paredes hablaran…”. En las conversaciones, asombros, lágrimas y risas de esa tarde, quedó la sensación de que estas mujeres, a su modo, están encontrando lo que buscaban después de casi 31 años en la calle: el 30 de abril de 2008 inaugurarán ese espacio cultural. Se llamará Nuestros Hijos.
 
La fiesta de disfraces
El encuentro fue en Plaza de Mayo. Lentamente, con ayuda, fueron subiendo a una camioneta van esas mujeres que, Hebe al margen, son más célebres por sus pañuelos que por sus nombres: Evel Beba de Petrini, Mercedes Porota Meroño, Ana de Kierszenowicz, Hebe de Mascia, Nadia de Ricny, Elvira de Triana, María de Gutman, Claudia de San Martín, Juana de Pargament, Elsa de Manzotti, Josefina de Paludi, María del Carmen de Berrocal y Elena de Gerbilsky. Última, Hebe de Bonafini. Todas usan el apellido de casadas para identificar el de sus hijas e hijos desaparecidos.
Empieza la marcha, empiezan las charlas. Hebe: “En diciembre cumplo 80 años y vamos a hacer una fiesta de disfraces. Nada de ceremonias ni de discursos. No me jodan, lo que quiero es divertirme”. ¿Cuál será el disfraz? Sonrisa misteriosa: “Secreto. De chica era tan pobre que siempre me disfrazaban de paisanita. Había una nena que tenía un vestido hermoso. Y yo decía: alguna vez quiero ponerme algo así. Ya se van a enterar”.
Unos asientos más atrás Juanita anuncia que antes habrá una fiesta para homenajear a las mayores de 90. En un parque hay chicos jugando al fútbol. Hebe se declara hincha de Gimnasia y Esgrima de La Plata, donde su marido Humberto Toto Bonafini, mecánico, jugaba de wing izquierdo en Primera: “Muy gambeteador. Yo lavaba las camisetas, y él me ayudaba con los chicos, y lavaba los pañales”. Los pañales blancos serían luego el primer símbolo que las Madres usaron para reconocerse en la calle, entre la multitud, en una movilización juvenil a Luján.
La esma empieza a colarse en la conversación. “Nunca entendimos esa manía por hacer museos. Para eso estamos nosotras, que somos viejas. La gente va a un museo una vez, y gracias. Queremos llenar eso de jóvenes que vengan a prepararse y a aprender. Pedimos el Liceo Naval porque ahí se formaron los torturadores y asesinos, los Astiz, los Acosta, y los marinos de todas las dictaduras. Ahora va a haber carreras como Derecho y Trabajo Social, una escuela de arte, un centro cultural, va a haber pibes y pibas yendo y viniendo, creando. ¿Sabés qué vamos a hacer? Vamos a dar vuelta la historia”.
 
ESMA, flores y soles
La camioneta llega a ese lugar que las Madres conocieron siempre del lado de afuera. “Veníamos en la época de la dictadura, no nos acompañaba casi nadie. Una vez pusimos un cartel: Escuela de Torturadores. A un pibe que nos acompañaba lo quisieron agarrar y yo se lo arranqué a la policía. Era muy pobre. Esa semana lo mataron”. Dentro de la esma, en una esquina arbolada ya hay un cartel en el que se lee: “Calle de las Madres”. Miran con asombro el Liceo. “Parece un barco ¿viste?” Las paredes ya están cubiertas de pinturas: flores y soles. Recorren las aulas. Algunas de las madres se separan, y quedan solas frente a ese vacío. Otras prefieren ir del brazo, o apoyándose en sus bastones. Sólo se escuchan los pasos. Cada quien puede decidir con qué material está tejida la densidad de ese silencio.
Una vez afuera, Elvira dice: “En esas aulas ya no se va a enseñar el mal, la destrucción, todo lo peor. Una no puede creer que el ser humano tuviese una mente tan retorcida. Pero la tenían.”
María del Carmen: Me acuerdo de las tres compañeras que estuvieron acá.
 
Azucena de Devincenti (fundadora de Madres), Esther de Careaga y Mary de Bianco fueron secuestradas en el mismo operativo de delación a cargo de Alfredo Astiz, que implicó la desaparición de las monjas francesas Alice Domon, Leonie Duquet y de siete familiares más que se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz. María del Carmen suspira. “Las que habrán pasado”.
Mabel: Me agarra una angustia muy grande. Pero doblando la hoja pienso todo lo que vamos a hacer ahora.
Mercedes: Pienso mucho en los chicos. Ahora estoy mejor. Creo que la vida le gana a la muerte.
 
Unos pasos más allá, Hebe me habla sobre el significado de la calle y la plaza. Le pregunto si ése es el lugar donde se juega una verdadera democracia. Responde intrigada: “¿De qué democracia hablamos? Yo me hago buches con esa palabra. Si hablamos de democracia participativa, de que la gente sea feliz, de que no haya ni un chico con hambre, entiendo. Pero mientras sea un sistema representativo, no es democracia. A mí no me representan tipos como Balestrini, ni los que están en el Congreso, que sigue siendo una porquería.”
 
 
“La máquina de joder”
Otra vez a la camioneta y a las charlas. ¿Cómo funciona Madres, dirigida por una figura tan abarcadora como Hebe de Bonafini?
Mercedes: En cada reunión todas opinamos, y ella habla al final para no incidir.
Nadia: Pensamos, discutimos; la cabeza es ella, la creación, pero no es que vamos como mulas detrás de ella.
Elvira: Es un motor, pero nunca te dice qué tenés que decir.
 
Una vez en la Casa de Madres, el grupo va rumbo a la gran cocina que sirve también como lugar de reuniones. Hebe está en su despacho. Suena el teléfono. Es el ministro Julio De Vido a quien Hebe pidió colaboración para la utd (Unión de Trabajadores Desocupados) de Mosconi. Cuelga: “¿Viste qué fácil me sale todo?”
Es fácil porque es usted la que llama, y porque De Vido está de acuerdo.
Pero eso es porque las Madres trabajamos, damos respuestas que no dan otros, y somos capaces de hacer todo esto.
 
Lo dice abriendo los brazos en su pequeña oficina: busto del Che Guevara, pañuelo blanco y negro palestino, fotos de su hija Alejandra, de Sergio y Alejandro Shocklender (“mi hijo y mi nieto”), de Hugo Chávez, Fidel Castro y Néstor Kirchner. Los brazos abiertos parecen querer abarcar la Casa de Madres, la Universidad, la radio am 530, la construcción de 500 viviendas en Ciudad Oculta…
Pero con estos logros y el apoyo al gobierno, después les dicen oficialistas.
Somos oficialistas porque apoyamos a Cristina, que es una mina con mucha personalidad.. Pero yo no soy peronista, ni kirchnerista ni nada de eso. Para mí el peronismo siempre fue el fascismo. Sabía que había peronistas de izquierda pero creía que los habían matado a todos. Ahora me parece que puedo apoyar un proyecto al que habrá que seguir exigiéndole. Yo no pido nada para mí. No fui a pedirle a Kirchner la radio. La puse. Y este lugar lo ocupamos hace nueve años peleando con todo el mundo. Hasta la calesita de Congreso se la arrancamos a Ibarra. Primero hacemos, y después pedimos permiso. Mirá, a nuestros hijos los tiraron vivos al río, y no pudieron. Los quemaron y no pudieron. Los enterraron y no pudieron. Y no pudieron porque estamos nosotros y vamos a vencer.
¿De qué modo?
Haciendo. Por ejemplo, los piqueteros de Mosconi han hecho cosas maravillosas. La pelea por el petróleo es fundamental. Entonces yo le digo al gobierno: ojo, a estos compañeros no se los puede dejar solos. Así hago con todo, yo me convertí en la máquina de joder.
 
El secreto de la mesa de luz
¿Cómo se llega de aquellos momentos de las Madres en la calle hasta esta actualidad, entrando a la ESMA?
Primero, hay que tener ideas. Después, romper las bolas. Y juntarse con otros. Lo más importante es que uno sea creativo. Yo tengo un cuaderno en la mesa de luz. Me despierto si se me ocurre algo y lo anoto para que no se me escapen las ideas. Además, lo fundamental es que uno sea dueño de su propia forma de lucha, que le dé un carácter diferente y colectivo. Nosotras de la nada salimos a enfrentar a la dictadura. Creamos una nueva forma de política y de presentarnos ante la sociedad. ¿Qué había que hacer, llorar todo el tiempo? No, lo que más te fortalece es la denuncia. Y superar el miedo.
¿Cómo hicieron?
Las mujeres conocemos en carne propia otro miedo, el de parir. Es un miedo no por una misma, sino por el bebé, que te obliga a moverte, hacer fuerza, pujar. Esto fue lo mismo.
 
En 2003 Hebe vivió dos fracturas. Ayudando a su hija a limpiar la heladera de su casa sobre piso jabonoso (tarea que haría recular a más de un revolucionario) Hebe terminó quebrándose una pierna. La otra fractura fue su inédito apoyo a un gobierno –cosa que jamás había sucedido–, lo cual hizo que le llovieran acusaciones de oficialismo, de obsecuencia y cosas aun peores, frente a las que ella responde con esa sonrisa divertida.
Al estar con el gobierno…
No estamos con el gobierno.
Hebe…
Que me digan lo que quieran, pero yo no quiero ser funcionaria ni nada.
Pero muchos sectores que la tomaban a usted como referencia dicen: “Hebe ya no es más de izquierda”.
De izquierda como ellos, seguro que no. ¿Sabés qué hacen los partidos? Pasquines. Lo único. La izquierda tardó años en acompañar a las Madres. Nunca nos entendieron. ¿Qué organización o partido tiene una radio? ¿O una universidad, o escuelas? Son todos hechos de transformación.
Pero usted cuestionó siempre a este tipo de gobiernos que no generan una transformación de fondo.
Este gobierno tiene un proyecto que no tuvo ningún otro. Y yo ahora pienso que se pueden hacer cosas revolucionarias dentro del sistema. Las otras revoluciones están cada vez más lejos. La gente se va formando en el sistema capitalista, se hace cómoda, pide y pide. Fijate la izquierda: cada uno tiene su partidito, se presentan, y terminan sacando menos votos que Moria Casán. Entonces los que hablan de revolución se meten en el sistema. Yo no.
¿En qué se puede comparar lo que sus hijos hubiesen querido como militantes, con lo que usted está haciendo?
Ellos querían el poder para cambiar el mundo, en otra época. Yo pensaba que la revolución tiene que ser armada. Pero también es revolucionario lo que hacemos. En Ciudad Oculta yo le digo a la gente: “Ojo, ustedes están haciendo la historia. El gobierno nos da la plata, pero la patria la hacen ustedes. Aprópiense del proyecto”.
Si no es por usted, este proyecto de las casas no se haría. No es una política de Estado. A la vez, todos los mecanismos de concentración económica parecen intactos, está el tema de las petroleras, la minería…
Y bueno, son todos pasos que tenemos que dar. Solas las Madres no podemos. Cuando hablo de proyecto yo les digo a las Madres: el petróleo, la minería, el agua, la defensa de los indígenas. También estoy en la defensa de gente con capacidades diferentes, queremos que las escuelas sean integradas. A las travestis les he conseguido que puedan tener un taller de costura y una casa para que no tengan que prostituirse. Pero la gente tiene que acostumbrarse a exigir sus derechos. El trabajo es un derecho, la falta de trabajo es un crimen. Mientras haya un solo chico con hambre, no me hablen de libertad ni de democracia. Por eso nosotras decimos “redistribución de la riqueza ya”.
Ya lleva un par de años esa consigna. ¿Cuándo sería ese “ya”?
Ya es ya. No se puede esperar. No me parece que todo esté igual de mal que antes, pero las cosas hay que hacerlas. Lo nuestro no es un cheque en blanco al gobierno. Al ministro nuevo de Economía (Martín Lousteau) ya le dije: ustedes junten la plata que nosotros se la gastamos enseguida. La plata hay que entregarla para la gente. Eso yo lo voy a seguir cuestionando siempre.
 
¿Cómo será Madres sin madres?
Un rasgo de la época es la existencia de funcionarios o aspirantes, que pasaron del viejo proyecto de dirigir a las masas en la calle, al de digerir masitas en cocteles oficiales. ¿Por qué la gente que siempre tuvo una conducta crítica, cuando se acerca al gobierno no acepta que la critiquen? “Yo acepto la crítica, no la difamación. Veo bien que los chicos sean libres, rebeldes. Si no hay crítica los gobiernos se achanchan. Todos necesitamos crítica, y por eso muchas veces criticamos al gobierno: es una forma de crecer”.
¿Tiene sentido que un organismo de derechos humanos (cuya función es denunciar los delitos y abusos cometidos por el Estado) trabaje en tándem con el gobierno? “Pero por eso mismo siempre dije que no somos un organismo de derechos humanos, sino una organización política sin partido. Eso nos da libertad. Por eso no vamos a los juicios ni nada de eso. Que lo hagan los abogados. Entre concentrarme en meter presos a los militares, o en evitar que un solo chico tenga hambre, no dudo: salvo al chico”.
Podría pensarse que no hay contradicción, pero para Hebe sí la hay desde el punto de vista de dónde poner el esfuerzo. Asocia la idea con otra: “Yo no le tengo miedo a la muerte porque ya hice todo lo que quise en mi vida. Me pasó de todo, pude putear, insultar y abrir la boca para cualquier cosa. Me pegan, y más fuerte pego”.
¿Cómo imagina a Madres cuando usted ya no esté?
La última madre que quede viva estará acá mirando lo que pasa. Y después… será de todos. Sergio (Shocklender) es el alma mater. ¿Sabés qué veo más complicado? Que sigan las rondas en la Plaza. Eso va a ser lo más difícil de conservar.
 
Paco, aborto y belleza
La construcción de viviendas en las calles de Ciudad Oculta es de los temas que más la sacuden en estos días. “Las mujeres del barrio pidieron pintura blanca, y le van a poner otro nombre: Ciudad Luz. Pintan todo ellas mismas, están sacando los gatos muertos, la basura, todo. Acá hay que salir de una situación donde tenés tres generaciones que no han trabajado, que viven la violencia todos los días, chicos que se prostituyen para llevar algo a la casa o comer, o los que fuman paco para no tener hambre”.
Se acerca, como para contar un secreto: la última vez que lloró fue al escuchar a una mujer que le reconoció que robaba, y que le había enseñado a sus hijos a robar. “Me dijo: ahora no robo, porque trabajo para hacer las casas. ¿Sabés qué? Estas personas ya no sabían lo que era la belleza. La belleza de un color, de las plantas. Tenemos que salir de toda esa mierda. Una chiquita de 11 años me contó que fumaba paco desde los 9, y la mamá también. Como la madre trabaja, ella volvió a estudiar, y no fuman más. Está aprendiendo danza árabe. Si lo que hacemos vale para eso, es un montón”.
Otra vez, se escuchan voces y risas desde la cocina. Hebe señala hacia allí, como alertando sobre una clave: “¿Sabés qué fue lo que nos mantuvo fuertes siempre? Eso que escuchás: la alegría. Pese a los crímenes y pese al miedo y pese a todo. La alegría. Si no, te morís”.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

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