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Pendejadas: Carolina Unrein

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Tiene 20 años. Publicó un libro sobre su vida de adolescente trans. Firmó con Planeta para escribir otro. Actúa, modela y encarna una nueva generación que toma el legado de figuras como Lohana Berkins y Susy Shock. Ideas frescas sobre amores, mandatos y libertades. MARÍA DEL CARMEN VARELA

Este es el mejor día de mi vida, pensó Carolina Unrein cuando empezó el rodaje de Yo, adolescente, el film dirigido por Lucas Santa Ana y basado en los textos del blog de Zabo Nicolás Zamorano. Interpreta a Flor, la chica más linda del colegio; así describieron a su personaje cuando se presentó al casting. “Todo adolescente es punk, o debería serlo”, “Mi chica ideal no puede ser un chico”, “Alguien en alguna parte debe estar pasando por lo mismo”, son frases que se escuchan en el tráiler de la película próxima a estrenarse. La filmación arrancó en junio, cuatro meses después de que Carolina abandonara el pueblo entrerriano donde vivía con su familia, para venir a probar suerte a Buenos Aires. “Me voy a estudiar actuación”, les dijo a sus padres y en febrero de este año, armó las valijas y se vino. Se anotó en la Licenciatura de Actuación en la Universidad Nacional de las Artes, hizo el ingreso y después dejó: “Las academias e instituciones no son lo mío”. En realidad, lo de estudiar era más una excusa, un argumento para dejar tranquilos a sus padres, pero al menos lo intentó. “Me podría haber venido a trabajar en Rappi o en Glovo o de mesera, donde sea, no importa. Necesitaba estar acá y encontrarme con gente a la que le pasan las mismas cosas que a mí”.

Salvar la vida

Carolina se marchó del pueblo cuyo nombre parece también definirla a ella, revelando su esencia e insinuando su destino: Diamante. “Me vine porque en mi pueblo ya no me quedaba más vida para vivir”, dice a sus recién cumplidos 20 años. Sintió que allá se le acababa la vida y urgió parirse de nuevo. “Era enfrentarme a la muerte y yo creo que el proceso de venirme y tomar esa decisión fue bastante instintivo, como de supervivencia, muy primitivo. Fue una decisión que me salvó la vida”.

Cuenta Carolina que en Diamante tenía una amiga marica y una amiga torta. Las tres eran blanco de burlas, despreciadas y marginadas. Ella tenía a favor que siempre había contado con el amor incondicional y el abrazo de sus padres. “También represento mucho más el modelo hegemónico de persona trans que los medios ahora están intentando vender, y por esa misma razón me parece que al pueblo le fue más fácil digerirme a mí. A veces siento que no estoy pudiendo comunicar del todo lo que significa estar con gente como vos, porque entiendo que inevitablemente la gran mayoría de la gente es cis o hétero o es las dos cosas y no entienden, no se les pasa por la cabeza lo difícil que es vivir en un pueblo para alguien así”. Con sus únicas amigas, armaron un grupo de teatro, creaban obras, organizaban varietés que presentaban cada tanto ante público. Apenas llegada a la Capital, hizo su primer casting y quedó seleccionada. “No creí que fuera a entrar en una película tan rápido. Me dieron un papel de una persona cis, cosa que no pasa nunca, y no sé si es la primera vez que sucede en el cine argentino, al menos. Nunca me habían pagado por actuar. El primer día estaba con un compañero del rodaje, Thomas Lepera, y en un momento dije ‘pará, pará, estoy haciendo una película, mi cara va a quedar registrada por siempre en el archivo cinematográfico argentino y algún día la van a pasar en el canal Volver y mi cara va a estar ahí’. Y me pareció muy loca esa idea, estar haciendo historia y pensaba en esto de un personaje cis hecho por una persona trans, y me emocioné un montón. No puedo pensar en otro día en que la haya pasado mejor. Fue darme cuenta de que yo ocupo un lugar en el mundo y que no soy una tonta que no tiene nada para decir, como siempre me dije a mí misma. Fue un antes y un después, un hito para mí”.

El nido trava

Siete años atrás, en Canal 7 se emitía la miniserie La viuda de Rafael, donde actuaba -con un rol protagónico- la actriz, cantante y escritora trans cordobesa Camila Sosa Villada. Carolina quedó impactada y algo hizo click en su cabeza y en su determinación. El año pasado fue a Paraná para participar de la Marcha del Orgullo, ahí se cruzó con la artista trans Susy Shock, quien le preguntó si quería participar del ciclo Cotorras, que durante dos años tuvo lugar en Mu Trinchera Boutique, el espacio cultural de la cooperativa lavaca. Carolina aceptó la invitación encantada. Ya instalada en Buenos Aires, sus principales ámbitos de amor y contención fueron Cotorras y Casa Brandon. “Hicieron que todo sea mucho más sencillo. Mudarse a Buenos Aires siendo trans, siendo tan chica, es un proceso súper complicado y todavía está transcurriendo”.

Como adolescente trans, para Carolina fue clave apreciar la existencia de dos artistas que la alentaron a valorar y expresar su propio arte. “Ya transicionada me crucé con Susy Shock, con Camila Sosa Villada y me partió la cabeza ver artistas trans que escribían, que creaban desde lo artístico y que había gente que las escuchaba, que les interesaba lo que tenían para decir y ese proceso de verme reflejada en lo que escribían me inspiró para empezar a escribir, después de verlas a ellas”.

Susy Shock -la tía Susy, como le dice Carolina-, cuenta: “En el nido trava, Carito es una pichona de las más talentosas, de las más aguerridas, tiene vuelo propio. Viene de las palabras, la poesía y eso nos hace estar muy cerquita. La conocí en Diamante, cuando salimos de gira con la Bandada de Colibríes, en una sala de teatro donde ella era parte. Fuimos a comer a su casa y de ahí no nos separamos más, después vino a Buenos Aires y eso hizo que ese lazo se profundizara. La quiero mucho, siento que tenemos que cuidar a nuestras pichonas, hagan el vuelo que hagan, que para eso peleamos, para que puedan trascender ese aparente destino travesti que es solamente la calle, la criminalización, estar afuera de todo, para que haya otras nuevas voces como la de Carito”.

Caro aprendió a leer y escribir a los 3 años, siempre tuvo facilidad para el lenguaje, para redactar textos en español y en inglés. A los 13 escribió un cuento para poder participar en un concurso literario y quedó tercera, a los 15 empezó a escribir poesía y un año más tarde editó su primer fanzine. “Se lo dediqué a Marlene, a Susy, a Nadia, a Camila, a Diana, a Lohana, estoy infinitamente agradecida de todo lo que hicieron por nosotres”. En 2016 escribió un capítulo para el libro Ni una menos – Desde los primeros años, de Editorial Chirimbote, y este año publicó –también con Chirimbote- el libro Pendeja – Diario de una adolescente trans. Textos, poemas, fotos de actos escolares, primera comunión, eventos familiares, de cuando era llamada Agustín. “Quedate tranquila, todo va a estar bien, Agus. Ya va a llegar el momento de ser Caro”, dice en una de sus páginas.

En poco tiempo más, un nuevo libro de su autoría saldrá a la luz: Fatal. Será publicado por Editorial Planeta. “Nunca pensé que iba a ser escritora”, reconoce Carolina. “Fatal es una revisión más adulta de Pendeja, que es un libro que cumple con el propósito de comunicar la vida, la cabeza, los pensamientos, las ideas, las emociones de la adolescencia trans. Fatal es más prosa, es mi transición a la literatura adulta y las cosas que dejé en el tintero con Pendeja: primero mi vaginoplastia, porque Pendeja lo escribí al mes y medio de haberme operado y no lo quise escribir ahí, me parecía que era para otro libro y fue una buena decisión. La pregunta que yo me hacía cuando lo estaba escribiendo era cómo se construye una identidad femenina entendiendo el arquetipo de femeneidad sumiso, suave y dócil y el arquetipo de masculinidad, como fuerte, dominante, rudo, grande. Cómo se construye una identidad femenina teniendo en cuenta esos conceptos cuando sufrís un abuso sexual y tenés que de algún modo también procesar ese abuso. Cómo salgo yo del lugar de víctima, de la sumisión, del ser violentada, cuando este proceso de abuso sucede en el medio de mi construcción de una identidad femenina. Esa es la pregunta que me hago en Fatal y también el puntapié para pensar todo lo que viví desde mi infancia hasta el momento de la operación, hasta mi llegada a Buenos Aires, en la que trato de algún modo de encontrar las respuestas a esas preguntas, que en realidad no sé si las encuentro”.

Pendejadas: Carolina Unrein
Carolina Unrein Foto: Martina Perosa

Nazis del cuerpo

ctriz, poeta, escritora. Y también modelo. Caro trabaja en la agencia Pink Models. Ya la habían llamado antes de otras dos agencias pero no aceptó. Le exigían bajar de peso, entrenar, cuidar su imagen: con quién se la veía en público, qué subía a su Instagram, qué decía en entrevistas. No le pareció que todo esto fuera lo que había venido a buscar a esta ciudad. “Unos nazis del cuerpo, es lo que pasa en la mayoría de las agencias. La industria de la moda es bastante transfóbica y gordofóbica. Yo no dejo de ser una modelo hiper hegemónica, blanca, alta, flaca, pero al menos soy trans y esa palabra está empezando a ser instaurada en la industria de la moda y el mundo que queremos construir es uno con una industria de la moda en la que haya mujeres negras, gordas, de todos lo tamaños, personas no binarias, trans de todas las formas”.

No hace un año aún que Carolina partió de Diamante para vivir su vida en la ciudad y ya han florecido varios logros, como la independencia económica, que le permite alquilar un departamento en el barrio de Boedo. La Carolina actriz participó en una película, la Carolina escritora publicó un libro y está por lanzar otro con una de las editoriales más conocidas y la Carolina aventurera, sagitariana de belleza clásica posa como modelo luciendo ropa sofisticada. Hace un par de años, Margot, de Cotorras, le dijo que ella representaba la generación que quería y por la que había luchado la activista trans Lohana Berkins, fallecida en febrero de 2016. “Me parece que tanto yo como los chicos del Movimiento de Juventudes Trans y esta nueva generación en general somos la generación que quería Lohana, que puede elegir sobre su propio cuerpo. Tanto a mí como a ellas, las trans más grandes, el mundo nos quiso muertas, invisibilizadas, solas, tristes y no había espacio para nosotras en este mundo. ¿Cómo ser una persona maravillosa, buena y comprensiva cuando viviste toda esa mierda? Esta nueva generación tiene otras herramientas y oportunidades y no está mal plantearnos ser de otra forma”.

Define su transición como pueblerina, en la que sumó tener a sus padres cerca y le restó sentirse incomprendida por su entorno más amplio. “No sentirse válide es un sentimiento muy recurrente en las personas trans, y también la soledad. No hay persona trans que no se sienta sola o no se haya sentido sola en algún momento de la vida, y te puedo asegurar que cualquier persona trans que conozcas se siente sola, y eso me parece un concepto muy fuerte. Queremos que nos lean, que nos escuchen, que el mundo se entienda ignorante y se tome el trabajo de ponerse en el humilde lugar de receptor y escucharnos, porque no tenemos vidas fáciles y nos sentimos solas y no tenemos un promedio de 35 años por nada y la gran mayoría de nosotras no termina la secundaria o labura en la calle por nada. Esto de venirse a Buenos Aires y la urgencia de vivir, todo se reduce a un pedido de que no nos queremos seguir muriendo, no queremos ser la próxima que se muera”.

En un capítulo de Pendeja, Caro se refiere a la sexualidad trans adolescente. A los orgasmos, a la masturbación y a las similitudes entre los genitales masculinos y femeninos, que hacen que sea posible una cirugía de reasignación de sexo. La vaginoplastia “es, en esencia, reacomodar los genitales a la forma original en la que se encontraban cuando estaban en el útero”. El orgasmo también transiciona y de ser un placer genital de unos pocos segundos generado por la eyaculación pasa a ser una sensación de placer en gran parte del cuerpo, más duradera y que puede repetirse por estimulación. “El deseo y el placer trans y especialmente el de las femineidades trans es mucho más invisibilizado y olvidado porque también somos consideradas como ciudadanas de segunda, como el puto que se fue de mambo, y hay algo en nuestras existencia que en los ojos de los varones hétero, es leído como agujero, muñeca, cosa, artefacto que uso para violentar de la manera en que no puedo hacerlo con mi novia cis. Nadie me dijo que yo podía desear, que mi deseo era válido y yo tenía derecho a sentir placer. Así se dan las situaciones de abuso por las que pasé. Me acuerdo que era tener un encuentro con un chabón y que haya un acuerdo tácito de que estemos ahí para darle placer a él y que todo gire en torno a su poronga. Viví la adolescencia así y me estoy planteando esto. Y hay un montón de pibitas trans y cis que se lo plantean, ¿cuántas veces fui abusada y no me di cuenta, cuántas veces hice algo que no quería hacer o cuántas veces me preguntaron si acabé? ¿O cuántas veces me pregunté si podía tener un orgasmo y sentí deseo de que sea tan respetado como el de la persona con la que estoy? No hay nada escrito, por eso me quise abocar a hacer un libro contando esa experiencia en primera persona. Son cosas que escribo que yo entiendo que a mí me hubiera servido tenerlas, hago las cosas que a mi me faltaron”.

Teoría de los destinos

¿Cómo pensar las relaciones sexoafectivas en este contexto que nos toca vivir? “Estamos en un momento bisagra, no solamente para las relaciones sino en todo sentido, estamos construyendo un mundo nuevo. Me da orgullo haber nacido en esta época, ser parte, ser contemporánea a este momento, porque nos estamos planteando la posibilidad de construir un mundo nuevo como queramos y parte de esa agenda, de esas construcciones nuevas tienen que ver con cómo pensamos las relaciones. Lo crucial es sacarse la idea de que la monogamia, la familia y los hijos son la única opción posible, el único destino y lo único a lo que podemos aspirar en nuestras vidas y también nos estamos empezando a preguntar cuáles son esas construcciones, esos otros destinos sobre los que no hay casi nada explorado. Entiendo que las relaciones abiertas o poligámicas no se tienen tampoco que convertir en las nuevas relaciones hegemónicas o en las nuevas únicas opciones; el trabajo de deconstrucción también es preguntarse si realmente deseamos estar en relaciones monogámicas o lo deseamos porque nos dijeron que tenemos que desear eso”.
En su libro Caro se refiere a la vida como la propia película, donde sos protagonista, elegís los personajes principales, la escenografía, el vestuario y dónde colocar la luz para hacer foco en aquellas cosas que quieras destacar. ¿Cuáles son las luces y sombras en este momento? “Estoy tratando de hacer el laburo de poner el foco, de poner la luz en las cosas que me hacen bien y que estoy haciendo bien. Porque de pronto me carcome la sombra de que no es suficiente lo que estoy haciendo, de dudar de mí misma y del trabajo de poner la luz sobre cosas que estoy haciendo bien y me está yendo bien y que estoy cambiando un poco el mundo, como siempre había soñado”.

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