CABA
La ficción al poder
Kike Ferrari, escritor. Autor de culto, en su nuevo libro narra la historia de dos amigos que se lanzan a viajar en el tiempo para impedir el asesinato de Trotsky. Pero su búsqueda, dice, no es trazar un programa político: es artística y documental. La literatura como transformación y placer en medio del show de la posverdad. Por Luz Bulzomi.

Al 700 de la calle Jean Jaurés hay mesas de madera con sillas, una nutrida barra de tragos, un escenario pequeño y una máquina del tiempo. Sí, una máquina del tiempo hecha con cables de colores, retazos tecnológicos de viejas computadoras y un poderoso Nokia 1100. La armó el mismo Enrique Ferrari, que se rehusó a presentar su último libro -editado en agosto de 2019 por Alfaguara- sin una réplica de la que usan los protagonistas de su novela para viajar a 1940 y evitar el asesinato de Trotsky.
En el salón principal del bar cultural El Tano Cabrón los asistentes apenas pueden ver al autor, escondido entre las conexiones y discos duros que acopló con cintas y adaptadores para teñir el evento con un poco del fascinante mundo sci-fi que construye en Todos Nosotros: una novela de ciencia ficción tercermundista donde la frontera entre lo documental y la fantasía se entrecruzan hasta la locura, invitando a los lectores curiosos a una experiencia multimedial que rebalsa los límites del libro y obliga, por ejemplo, a escuchar la presentación de la obra, a través del objeto que la protagoniza, una pesada y ridícula trama de hilos de cobre que suenan y titilan entre el escritor y su audiencia.
Todos Nosotros describe la amistad entre dos trotskistas a fines de la década de los 80 en Buenos Aires; los compañeros de militancia y las bandas fugaces de rock pesado del under porteño; es la obsesión de un gordo adicto a las pastillas de crear un aparato capaz de viajar al pasado para salvar a un hombre y evitar así la rotunda hegemonía capitalista, la muerte de la utopía y la desesperanza feroz del fin de las ideologías. Es eso y es, también, en una argamasa de sentido y narrativas, un repaso de la misión más importante de la vida del español Ramón Mercader del Río: asesinar al traidor de Lev Davídovich en su refugio mexicano y proteger así la revolución comunista. Y es, además, el esqueleto del Proyecto Coyoacán, la búsqueda audiovisual de un joven cineasta que recopila testimonios que honren la vida de su amigo, destruido por la obsesión de cambiar la historia. Todos Nosotros es eso y, aunque parezca imposible, varias cosas más.
En la novela se intercalan diversidad de voces, formas, épocas, idiomas y recursos narrativos, separados apenas por el final y el comienzo de los muchos capítulos cortos en los que se subdivide el libro (lo que lo hace ideal para ser leído en viajes, salas de espera y filas de atención municipal). Los personajes de Ferrari son rusos, españoles, yankis, mexicanos y argentinos y cada uno tiene una forma única e inconfundible de hablar, insultar, elegir música y transitar la trama, danzando en una sintonía armónica con el resto. Hay incluso capítulos contados por objetos, transcripciones de conversaciones por WhatsApp y páginas enteras donde solo se lee el código de programación de la máquina del tiempo.
Pero lo fundamental, lo que pone al autor en la vanguardia literaria, solo será percibido por un pequeño grupo de lectores curiosos: todas las historias están construidas con voces reales y con voces ficticias y el límite entre estas dos realidades -entre la novela histórica o documental y la ciencia ficción- nunca queda clara. Y es que Kike usó su propia biografía de joven militante del MAS (Movimiento al Socialismo) y entrevistó a referentes de distintas agrupaciones y a colegas de aquellos años para los testimonios que aparecen en el libro. Pero hay más: también usó personajes ajenos para poblar su obra. El caso más evidente es el de José Daniel Fierro, uno de los héroes populares creados por el célebre escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II quien no tuvo problemas en compartir con Kike a su querido Jefe de Policía de izquierda.
En la pesquisa individual por discernir qué es real y qué no y dónde están los límites de la invención de Ferrari, el lector curioso comprenderá que los capítulos de Todos Nosotros no acaban necesariamente en la página 280 de cada ejemplar. Y esa búsqueda, que es la misma que atraviesan el Gordo Felipe y Mario en el libro, es la clave de esta nueva experiencia literaria. Porque para el autor “las limitaciones espacio temporales son artilugios pensados para funcionar correctamente en el primer mundo”, pero en estos pagos donde uno está acostumbrado a esperar durante una eternidad el colectivo 93 sobre Paseo Colón una noche de frío cualquiera, se agotan. Lo saben los protagonistas de la novela, reivindicando la amistad -“el primer comunismo”- a pesar de cualquier barrera temporal, y lo sabe el autor para quien “en una sociedad de espectadores la literatura no puede ser un show más: tiene que moverte, hacerte pensar, romper las barreras”.

El autor
Cuando le preguntaron al poeta, novelista, guionista y crítico Carlos Zanón sobre la anteúltima novela de Ferrari – Que de Lejos Parecen Moscas– este respondió: “Kike es tan de verdad que parece mentira. Tan honesto que parece un farsante. Escribe desde un sitio que ya no existe, con buen juego de piernas y pegada certera”.
Y es que Enrique Ferrari no se viste de artista: muestra con una humildad orgullosa su tarea de escritor como mero oficio terrestre. Con una caja de herramientas, técnicas heredadas de grandes maestros, trabajo duro y experiencia acumulada. Y con todas las banderas a cuestas, porque Kike escribe desde donde está: abajo y a la izquierda, con una cerveza en la mano, un disco de metal sonando de fondo y rodeado de buenos amigos, siempre con otros, porque, como dice antes de terminar su presentación, asomado apenas entre los cables viejos y el titilar constante de la pantalla del Nokia 1100: “Sin mi correctora este libro hubiera sido otro. Uno peor. Todos Nosotros es una tarea de un montón de gente que firmo solo yo. Espero que en el futuro los libros y todo lo demás vayan a ser de autoría de muchos”.
Arrancaste con Operación Bukowski, una oda al realismo, pasaste por el policial negro y tu último libro es una ciencia ficción tercermundista. ¿Qué te hace ir cambiando de género así?
En una época puse el énfasis en que no pasara casi nada. En que fuera todo lenguaje. Cuando eso se me agotó di el salto al policial y al género negro, empezó a haber anécdotas con cierto espesor que hablaban del afuera, pero todavía no sacaba los pies del plato del realismo. Y luego fui enrareciendo los textos de a poco. En esta última novela el personaje y la narrativa enloquecen un poco y en los cuentos que estoy escribiendo todavía más.
Vos dijiste varias veces que el policial negro era el género literario del capitalismo tardío. Entonces, ¿qué es la ciencia ficción?
Es el género de un mundo enrarecido. ¿Viste Years and years? Todo lo que pasa en esa serie es súper futurista y sin embargo no nos sorprende. La realidad está hecha un lío y para dar cuenta de eso creo que hay que buscar elementos por fuera de lo posible. También me pasó que en los últimos años encontré a dos o tres autores que me rompieron la bocha y que están en la cuerda de la ciencia ficción. China Miéville por ejemplo. Tiene una imaginación desbocada, enloquecida. Y, dicho sea de paso, es un marxista duro. En uno de sus libros construye una entidad que es El Trabajo Asalariado. Es imposible de percibir porque no es algo concreto, se va transformando en quien lo contenga. Quedé fascinado. Cuando encontrás un escritor de estos te obliga a replantearte toda tu literatura. Yo dejé el minimalismo cuando leí a Paco Taibo II. Venía escribiendo historias chiquititas y viene él y me muestra que se pueden contar historias torrenciales, riquísimas.
¿Cómo hacés para escribir desde estilos tan distintos sin perder la marca Kike Ferrari?
Luchar contra la mimetización… Mirá, tengo un cuentito, de los peorcitos de estos cinco o seis que vengo escribiendo, en donde la gente desaparece en el aire cuando hace algo que no implica realizar una tarea. Vos salís a trabajar, a buscar a los pibes a la escuela, al mercado a comprar comida y no pasa nada, vas a pasear a la plaza y puff, desaparecés. La fantasía te permite contar esas cosas que no se entienden, como este sistema de mierda. Lo empecé a escribir y a las cinco páginas me di cuenta de que estaba re versionando a China Miéville, y peor, porque él escribe mejor que yo. Lo que tuve que hacer para salir de ahí fue buscar lo más lejano a esa forma de narrar. Mi salida fue Borges y la distancia del narrador, me escapé de China mandando al narrador lejísimos.
Tenés cuatro novelas, un par de libros de cuentos y dos compilaciones de crónicas, ¿Cuánto escribís hasta llegar a lo que publicás?
Escribo mucho y tiro muchos intentos fallidos. Cuando me aparece una idea peleo por escribirla y a veces pierdo, no la puedo narrar y la dejo. Pero la tengo en la cabeza, si en 50 años se deja escribir, la escribo. Hace años tenía una idea de novela en la que Kafka no había existido. Su vida era un montaje de Max Brod para escribir la que él creía que era la novela de su vida: la biografía de Kafka. Tenía hasta el título. Intenté escribir la historia de todas las maneras posibles y un día tiré todo. Si algún día se me ocurre cómo escribirla volveré a ella.
En los últimos cinco años te han hecho cientos de entrevistas, ¿qué te aburre responder?
Me preguntan mucho si el trabajo de maestranza en el subte, que es un lugar tan particular, influye en mi literatura. Una pregunta horrible porque les tengo que decir que no. Por dos cosas: la primera es que entre que a mí me pasan las cosas y que yo las hago escritura necesito distancia, tiempo. Y todavía no tengo esa distancia con el subte. Pero además los periodistas suelen fantasear con el subte, con la noche… ¡y no hay nada! Es como baldear cualquier otro lugar. El subte es lindo, tiene algo de suspensión de la realidad que está buenísimo, un no lugar, como un aeropuerto. Pero nosotros estamos laburando quietos, siempre en la misma estación. Lo que para todos es un lugar de tránsito para nosotros un montón de baldosas… a la literatura no le aporta nada. O le aporta lo mismo que todo lo demás.
Hace un tiempo dijiste que no escribías pensando en los lectores, ¿eso cambió?
Yo no escribo para el lector porque el lector es una entelequia. No quiere decir nada. Escribo pensando en mí como lector a lo sumo. La paja de Onetti de que si estuviera en una isla desierta agarraría un palito y escribiría en la arena no me pasa. Yo trataría de ver de qué manera armo una balsa y llegar a un lugar donde haya gente. ¡Qué me importa la literatura si no hay gente! Entonces está bueno que te busquen los medios. Pero además hay algo muy divertido en que te vengan a hablar como si fueras famoso cuando sos nadie. Pero eso dura 10, 15 minutos. Al tercer día que te invitan a la televisión desde un programa que sale a las 10 am cuando vos laburás hasta las 5 am pierde la gracia. Ya me vi en la tele, ya está.
¿Te gustan las críticas que estás recibiendo por Todos Nosotros, tu última novela?
Sí, claro. El problema, para mí, es la gente que lee con un programa político, no un programa literario. Yo no tengo programas extraliterarios para la literatura. La literatura es un evento en sí misma.
Pero tu literatura está viciada de política y crítica social… En el último libro mandás a impedir la muerte de Trotsky.
Lo que pasa es que ese evento literario, sobre todo en Argentina y sobre todo después de Borges, está viciado del afuera. Y cuanto más roto esté ese afuera más hay que ir a buscarlo, para traerlo. Para que la literatura sea un evento más completo. Yo era de los que iba a buscar a las enciclopedias británicas las boludeces que decía Borges que estaban ahí. Ese fragmento de lo documental.
Vos solés hablar de “el lector activo”. En tu última novela premiás a ese lector curioso con frases documentales que dan para entretenerse…
A mí me parece que la literatura estaba pidiendo a gritos que rompamos los límites de la tapa del libro. Hay que hacerlo y, sobretodo, hay que volver a dar un debate tan viejo como interesante que hoy está atravesado por esto de la posverdad: la distancia entre la verdad y la realidad. Contrariamente a lo que Platón y Perón dicen, la única verdad no es la realidad, de hecho, no tienen un choto que ver. La gran línea de Andrés Rivera sigue siendo fundamental, él dice algo así como “la lucha de los revolucionarios es perder y resistir, resistir y perder y no confundir lo real con la verdad”. Yo creo que la literatura juega en el campo de la verdad. Y que está bien tensionarla con la realidad. Hay elementos en Todos Nosotros que no existieron en la realidad pero que en la verdad de esa época estaban. La literatura me permite contarlo, y los nuevos soportes aun más. Y si lo pensás, esa es la apuesta última de la literatura, que sea verdad lo que está entre una tapa y otra.
Hablabas de la posverdad; ¿de alguna forma lo que planteás es disputar el sentido de la verdad, poner la nuestra a circular?
¡Hay que disputarla! Lo que hace el sistema con la posverdad es agarrar la ficción y meterla en la realidad, decir cosas falsas en los noticieros, por ejemplo. Está buenísimo que desde la literatura nos metamos en esa disputa. El lugar nuestro desde la literatura es percudir la realidad con nuestra verdad. Y es una forma distinta de intervenir, es más larga, menos inmediata y no se entienden mucho los resultados. La literatura es un material inestable y puede explotarte el sentido en las manos y al revés, pero no importa. Hay lectores que no saben que yo estoy inventando cosas y metiéndolas en distintos lugares como reales. Me parece fundamental ir a disputar el territorio de la ficción. Decir: ¿ustedes quieren jugar con lo que es real y lo que no es real? Nosotros también lo sabemos hacer.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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