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Genealogía del monstruo

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El intelectual norteamericano explica en esta charla qué son las corporaciones, cómo surgieron y qué tipo de poder representan.

Estado
El estado nación es en gran medida una invención europea. Es tan poco natural, tan artificial, que tuvo que ser impuesto por la vía de una extrema violencia. Durante el desarrollo del sistema de estados- nación, también se desarrollaron, paralelamente, diversas disposiciones económicas que hace más o menos un siglo se convirtieron en lo que se conoce como el capitalismo corporativo contemporáneo, que está estrechamente integrado y vinculado a los estados poderosos. Es imposible distinguir a los estados dominantes modernos del sistema corporativo multinacional, de los conglomerados que se basan en ellos, que tienen una relación tanto de dependencia como de dominación sobre ellos. De hecho, hace dos siglos, James Madison describió la relación entre los negocios y los gobiernos como la de “instrumentos y tiranos”. Hoy en día, esa definición es virtualmente la definición del mundo.
 
Poder
¿Cómo llegaron a ser tan poderosas? A fines del siglo 19 hubo grandes fracasos, desastres en los mercados. Se llevó a cabo un experimento breve de algo más o menos parecido al capitalismo –no total, pero sí parcialmente–, con mercados realmente libres, y fue una catástrofe tan grande que los negocios anularon este experimento porque no podían sobrevivir. Tras ello, se dieron avances para superar esos severos fracasos de los mercados, que condujeron a diversas formas de concentración de capital: consorcios empresariales, carteles y demás, y lo que emergió fue la corporación en su forma moderna.
 
Totalitarismo
Los tribunales de justicia, no los legisladores, otorgaron a las entidades corporativas derechos extraordinarios. El público no puede averiguar qué es lo que pasa dentro de esas entidades totalitarias. De hecho son muy similares a otras formas formas de totalitarismo desarrolladas en el siglo xx. Las otras formas fueron destruidas, éstas todavía existen. El concepto sería parecido a la noción de dictadores benevolentes. Quiero decir, es posible y es mejor tener un dictador benevolente que un dictador cruel. Si se tiene un dictador, es mejor tener una clase de persona amable que les entregue golosinas a los chicos pobres, pero sin embargo sigue siendo un dictador. Así que sí, puede tener una corporación socialmente responsable, en el sentido de que el público pueda coaccionarla para que se involucre en algunas actividades humanas. Pero el problema real no es ése, sino que se trata de concentraciones inconmensurables de poder privado.
 
Público y privado
Son inmortales, son extraordinariamente poderosas, son patológicas y ésa es la forma contemporánea de totalitarismo. Ellas confían fuertemente en el poder del estado; el dinamismo de la economía moderna viene en gran parte del sector estatal, no del sector privado. Casi cada aspecto de lo que se llama “nueva economía” se desarrolla y diseña con costos públicos y con riesgos públicos: computadoras, la Internet, el láser, lo que sea. Y ésto es lo que luego la coporporación privatiza.
 
Sistema perfecto
Después de la segunda guerra mundial, esto dio un salto adelante cualitativo, en particular en los Estados Unidos. De hecho, un ejemplo asombroso de todo ello, que vemos con mucha claridad en el mit, que es una universidad focalizada en la tecnología científica, es un reciente cambio en su financiación. Cuando yo entré en el mit, hace cincuenta años, éste estaba financiado por el Pentágono en casi un cien por ciento. Eso continuó así hasta 1970. Desde entonces, sin embargo, la financiación del Pentágono fue declinando y la financiación del Instituto Nacional de Salud y de otros así llamados institutos relacionados con la salud, ha ido creciendo. La razón es obvia para todos, excepto tal vez para algunos economistas altamente teóricos. La razón es que la tecnología de punta de los años cincuenta y los sesenta estaba basada en la electrónica, por lo que al público le parecía sensato pagar por eso, con el pretexto de la defensa. Ahora la tecnología punta está basada en la biología. La biotecnología, la ingeniería genética y la farmacéutica, de modo que al público le parece sensato pagar por ese desarrollo, y correr esos riesgos con el pretexto de, ya se sabe, encontrar una cura para el cáncer o algo así. Están felices de hacer que el público pague los costos y asuma los riesgos, y transfieren los resultados a corporaciones privadas que se llevan las ganancias. Desde el punto de vista de las élites corporativas, esta interacción entre estado y poder privado es un sistema perfecto.

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