CABA
Retiro, de villa a barrio
Desde hace siete años, la Facultad de Arquitectura de la uba impulsa un proyecto de urbanización para las villas de Retiro. Vecinos y organizaciones del barrio lo tomaron como propio y se organizaron para defenderlo. Una propuesta que deja en claro que esta urbanización es posible, rentable y de probada eficacia.Frente a los departamentos Sory que están sobre avenida Libertador y entre la estación de ómnibus de Retiro, el puerto y las líneas del ferrocarril, está ubicada la villa más antigua y más resistida de la ciudad. Tiene más de 70 años de historia y un sinfín de idas y vueltas con amenazas de urbanización desde las diversas representaciones del Estado. Como era de esperar, la respuesta más razonable surgió del propio barrio.
Desde el año 2002, el arquitecto Javier Fernández Castro, de la Facultad de Arquitectura de la uba, trabaja –junto a estudiantes, pasantes y otros investigadores– en un proyecto de urbanización para el barrio. ¿Qué reconocieron los vecinos de la villa de diferente en este proyecto? El concepto: por primera vez dejaron de hablarles de sus viviendas y se centraron en los espacios públicos, los únicos que son responsabilidad del Estado y que, por supuesto, ellos autogestionan como pueden y con lo que tienen. Así, después de haber golpeado innumerables puertas y recorrido dependencias de sucesivas gestiones, la propuesta ya tiene forma de anteproyecto, ya pasó por la Comisión de Vivienda de la Legislatura de la Ciudad, donde fue aprobado, y está a la espera de ser tratado en la Comisión de Planeamiento Urbano.
“El proyecto no se plantea como la única solución posible sino como un primer escenario a discutir. Si hay que darlo vuelta todo, hay que darlo vuelta todo. Lo único que sí el proyecto ha demostrado es que pueden estar ahí. Y que esto no es contradictorio con ninguna gran obra de infraestructura de la ciudad, ni que impide ningún desarrollo ni del sector norte, ni del centro, ni del puerto, ni nada por el estilo”, adelanta Fernández Castro.
“El mérito que tiene el proyecto es haber instalado la posibilidad de urbanización. Después podrá concretarse con ese dibujo o con otro. O las viviendas nuevas van acá o un poco más allá o con tal forma o tal otra. Eso no es lo grave. Es haber puesto un escenario donde esa hipótesis es de posible desarrollo”.
En el barrio, vecinos, instituciones y organizaciones sociales hicieron bandera de la propuesta y se juntaron para conformar la Mesa de Trabajo por la Urbanización Padre Carlos Mugica. Desde allí acompañan y discuten el proyecto, realizan actividades para difundirlo y presionan para hacer efectivos sus derechos.
La desgracia de existir
Aunque ni las topadoras de las sucesivas dictaduras lograron erradicarlo, el mapa de situación para el barrio continúa siendo bastante conflictivo. Como explica Fernández Castro, “el resto de las villas del sur tienen la suerte y la desgracia de casi no existir para los medios de comunicación”. Las villas 31 y 31 bis, en cambio, con sus 25.987 habitantes –según el último censo realizado en mayo por el Gobierno de la Ciudad– es una de las más mediáticas y aparece como mucho más visible por estar dentro del circuito turístico. El sentido común porteño, con sus comentarios dignos de ser plagiados por los ficcionales oyentes radiales de Diego Capusotto, logra el resto.
Así las cosas, innumerables promesas han llegado a oídos de los residentes del barrio desde las distintas gestiones, pero también incontable cantidad de amenazas sobres sus destinos. Al parecer nadie quiere hacerse cargo de algo que es como una papa caliente. La mayor parte de los terrenos sobre los cuales está asentada la villa pertenecen al Estado Nacional, pero es el gobierno de la Ciudad quien dicta el código de urbanización por ser la autoridad local. Por este conflicto de juridiscciones los vecinos y vecinas de este barrio –que nació allá por la década del 30 al calor del trabajo en el puerto y el ferrocarril– soportan una situación de alerta indefinida sin encontrar más soluciones que los parches habituales de chapas, caños y punterismo.
La idea
Fernández Castro cuenta que la idea de trabajar en el proyecto surgió de un contacto con otro colega que, tras el exilio se radicó en Brasil y comenzó a desarrollar el programa que dio en llamarse favela-barrio para resolver un problema habitacional que se hacía acuciante: en Río de Janeiro, por ejemplo, el 50 por ciento del tejido urbano es favela. “Es un programa que cambió el concepto de trabajo sobre el hábitat informal a partir de que el concepto de vivienda no es lo prioritario. Siempre se trabajaba desde las políticas clásicas partiendo de que el déficit es únicamente de vivienda y eso llevó a lo largo de los años a muchos fracasos”, explica Javier. Entonces, “lo que hacía el favela-barrio era intervenir sobre el espacio público, dotar de infraestructura, de equipamiento, de calidad, de prestigio, al mismo nivel que el del resto de la ciudad. Y luego la vivienda venía casi por contagio o consecuencia, después. Porque hay una inversión popular en la vivienda. De hecho, se han asentado en el lugar y han construido”.
Concluyeron que sería interesante intentar replicar la experiencia en Argentina haciendo un trabajo en conjunto y comenzaron a pensar en dónde. “La Villa 31 era el lugar más cuestionado en el cual poner a prueba este proyecto de urbanización con la metodología del favela-barrio. Era el mayor desafío”. Y hacia allí fueron ellos.
Del plano al debate
En 2003, al año de haber comenzado a transitar por la villa, presentaron a los vecinos y delegados el primer croquis del proyecto para recibir devoluciones y continuar enriqueciéndolo. Desde ahí, es dinámica de trabajo no cesó nunca hasta el día de hoy. “Íbamos viendo qué contradicciones generaba. Enseguida todo el mundo se busca en el plano: yo quedé, dónde estoy, a mí me corriste, pasaste una calle por donde yo estoy. Entonces se fue produciendo una discusión que fue larga, pero necesaria para ir generando esa conciencia”.
Mientras tanto, la villa continuó recibiendo gente y fue sufriendo un proceso de densificación, por lo cual se hacía necesario actualizar constantemente los dibujos y los planos. “Rápidamente los vecinos fueron comprendiendo de qué se trataba la cuestión. Porque muchas veces en el barrio también está el imaginario de que va a venir el Estado y va a entregar una vivienda llave en mano,” explica Javier.
La versión con la que están trabajando ahora es una apuesta de máxima. Es decir, “ya que vamos a poner todos los deseos sobre el papel, pongámoslos sin reparos. Por eso contempla la densificación que tuvo la villa en los últimos tiempos –advierte– donde ya empieza a haber condiciones de hacinamiento que no había en el inicio del proyecto. Y donde ya no alcanza con las tierras que ocupa hoy estrictamente la villa para solucionar el tema”.
Con el cambio de esta variable evaluaron que sería necesario construir viviendas nuevas para un sector de la población cuya situación habitacional es en exceso precaria y, dentro de esta hipótesis, la posibilidad de que el Estado pueda comprar parte de los terrenos que hoy son de la empresa Repsol ypf para edificar allí. “Evaluamos ahora que tendremos que hacer una mayor cantidad de viviendas nuevas que lo pensado originalmente sobre ese terreno, y urbanizar el resto con la consolidación de las viviendas existentes. Después habría ciertos equipamientos de prestigio y un parque urbano que pueda usar toda la ciudad. Porque uno de los conceptos es que todo equipamiento que se ponga en el barrio no sea sólo para el barrio sino que sea un equipamiento abierto y accesible para el resto de la ciudad. Son los puntos de integración o llamados articuladores urbanos”, detalla el impulsor del proyecto. “En vez de tratar de asemejar la villa a la ciudad, en realidad, pensamos rótulas o piezas de anclaje donde se dan relaciones. Es respetar esa otra identidad y establecer espacios de negociación. Y el espacio público, abierto y democrático es el espacio especial para esto”.
Promesas y realidades
El Jefe de Gobierno porteño, dentro de su plataforma de campaña, antes de ser electo, anunció que la Villa 31 y 31 bis sería erradicada y que sobre las demás se trabajaría con urbanización. Hasta el momento nadie ha visto ninguna propuesta concreta o alternativa para los habitantes de Retiro y ninguna de las otras villas ha sido urbanizadas. Con un caso cotidiano Fernández Castro explica algo sobre costos y políticas públicas. “El otro día estábamos en la villa y viene el camión a destapar una cloaca. Si hubiera una instalación de cloacas no haría falta que venga un camión todos los días a destapar. Hay unos sobrecostos enormes por ineficiencia y por no hacerse cargo de lo que hay que hacerse cargo. Los paños fríos que pone el Estado son siempre mucho más caros”.
¿Por qué no se soluciona definitivamente si así es más caro?
Porque si lo hago, consolido y doy derecho. No quieren dar ningún paso que lleve a pensar que se van a poder quedar ahí. Y así, en realidad, el Estado está gastando mucho en la villa, no es que no gasta. Hoy está haciendo una inversión muy fuerte en mantenimiento de algo obsoleto, que no tendría que hacerla si la infraestructura fuera normal. Pero por otro lado, supongamos que nos ponemos de acuerdo en que hay que erradicar: ¿a dónde, a qué terreno? Hay que pagar un terreno. ¿Quién lo paga? Además de pagar un terreno hay que hacer viviendas nuevas. ¿Quién las paga? Un proyecto de esa envergadura sale entre un 60 y un 70% más de lo que cuesta rehabilitar en el lugar, como lo propone el concepto favela-barrio. Entonces, es algo viable incluso para optimizar recursos del Estado. Y ni qué hablar del conflicto social.
Los objetivos
Por su parte, los integrantes de la Mesa de Trabajo por la Urbanización Padre Carlos Mugica, que cada viernes se reúnen para discutir y proyectar acciones de trabajo en el barrio en relación al proyecto, sintetizaron la explicación de esta solución para su barrio del siguiente modo: “Urbanizar significa integrar nuestro territorio a la ciudad como un barrio más, con sus espacios públicos de jerarquía (parques, plazas, calles), equipamiento social (escuelas, centros deportivos y culturales, hospital, áreas comerciales y sobre todo sitios para el trabajo y la producción de empleo) y la dotación de todas las infraestructuras de las que goza el resto de la ciudad: agua potable, cloacas, gas, electricidad, telefonía, Internet, televisión y transporte público”. La sola enumeración de lo que para otros es obvio resulta un inventario de lo que el Estado les negó durante todos estos años.
La Mesa trabaja también sobre el problema de la vivienda, según explica: “Consolidando y calificando la mayoría de las hoy existentes, dotándolas de todos los servicios y permitiendo su terminación; además de proyectar la construcción de otras nuevas en el mismo barrio y sus cercanías, para realojar el pequeño grupo que deba ser suplantado por necesarias aperturas de calles que contempal el proyecto”.
Lourdes tiene 20 años; tenía 12 cuando llegó con su familia desde Bolivia. Ella define la villa como una “pequeña Latinoamérica”. El porcentaje más alto de los habitantes de la villa lo constituyen inmigrantes bolivianos, paraguayos, peruanos y migrantes argentinos de distintas provincias del interior. Esto genera, explica ella, “una riqueza enorme por la convivencia de muchas culturas en un mismo espacio”. Mientras cursa el ingreso para la carrera de Economía en la uba se hace tiempo para participar de la Mesa de Trabajo: es la representante de sus vecinos desde abril último, cuando la eligieron en asamblea porque su manzana había quedado sin referente.
“Hay muchos vecinos que dicen que como nunca la sacaron, entonces nunca la van a sacar. Parece que siempre ésa es la respuesta. Pero yo les digo que si ya estuvo 70 años así y no se transformó, yo no me resigno a vivir diez años más en estas condiciones. Si es que no nos van a sacar, pongamos las manos, empecemos a luchar, pero para urbanizar el barrio. Porque hoy vivo así, con toda su infraestructura que no es muy buena, pero no puedo ponerme a pensar de vivir diez años más en estas mismas condiciones sin que cambie nada”.
Víctor, de 33 años, compañero de Lourdes de la Mesa, participa junto a otros vecinos en un club que habilita espacios deportivos para los jóvenes y en una cooperativa que armaron para la generación de trabajo. Él explica cómo es el funcionamiento de la Mesa: “Es abierta y pueden participar todos los vecinos para discutir todo lo que se refiere a la urbanización del barrio”. Pablo –de 31 años, trabaja en un Centro de Acción Familiar dentro de la villa desde 1999– completa: “Es un espacio que reúne una importante diversidad de perspectivas y sectores que sería difícil que coincidan en otras situaciones o con otros objetivos”.
La Mesa se reúne todos los viernes por la noche. Antes del plenario, funciona una Comisión de Comunicación y Prensa. Es la encargada de cosas muy concretas: volantes, declaraciones, comunicados, afichetas, etc. Pero también de pensar cómo mantener activa la participación y el debate dentro del barrio y el apoyo afuera. Entre otras herramientas están proyectando el blog de la Mesa; cuatro cuadernillos que recorran pasado, presente y futuro del barrio, una cartilla de actividades sobre la urbanización, con propuestas didácticas y videos para trabajar el tema en instituciones del barrio. “Creo que vamos a pasos lentos, pero firmes”, resume Víctor. Significa, entonces, que están avanzando.
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
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