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Poesía que pica

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Daniela Andújar. Su primer libro llega después de varios años de hacer poesía viva, en calles y escenarios, con el cuerpo, la música, la percusión y las máscaras. Entre Brasil y Buenos Aires encontró el estilo que le permite multiplicar personajes y crear una voz original, única. “Yo soy ella”, proclama en esas rimas que invitan a devolver la cachetada.

Poesía que picaDesde nuestra mesa en el bar La Paz observamos cuatro, cinco, seis jóvenes adultos que desfilan con sendos carteles que asoman sobre sus cabezas. Hay que ver a este ejército patético. Los carteles invitan a sus eventuales lectores a comprar caramelos para dejar de fumar: dan ganas de contraer epoc o algo así al solo efecto de contradecirlos. Cada cartel se mantiene firme en su sitio gracias a un palo que los jóvenes llevan entre sus ropas, pegado a sus espaldas. Daría la sensación, aunque no lo podemos asegurar, de que cada uno de esos palos baja por el pantalón correspondiente y se les mete en el culo. Daniela Andújar dice:
 
La empresa nos está mostrando la importancia del grillete.
Los están humillando…
Los están humillando, claro, pero es peor todavía que eso: nos están mostrando que los están humillando, nos están diciendo que el grillete es más importante que las personas que lo llevan.
 
Daniela es poeta. La poesía, dice, tiene que ver con lo irracional, un discurso antagónico al para qué. La poesía trata de dejar estelas de posibilidades: recuperar el poder de la palabra, que está secuestrado…
Como los goles…
Nooooo (risas), este está secuestrado de verdad. Recuperar el poder de la palabra, entonces, para volver a escribir-te, para volver a escribir tu vida.
 
Después de veinte años de escribir poesía, Daniela decidió publicar su primer libro. Dengue, se llama, o se llamará, cuando finalmente llegue a manos de sus lectores, o se viene llamando desde hace años, en la medida en que Daniela dice que nunca se desvivió por publicar su trabajo: mostraba sus poemas (aún lo hace) en performánticas lecturas o lectoperformances con música, máscaras y todo eso. Apostaba al poder de lo efímero, a generar instantes que se conviertan en sensaciones que se conviertan en marcas a fuego antes que constancias escritas.
 
“Siendo acentuada devota del chasquibum y confiando en que nada es tan fuerte como la sensorialidad, se ha acercado más a apariciones intempestivas en calles y puentes que a publicaciones”. (De una especie de curriculum que me envió por correo electrónico)
 
Trastornar
Es la primera vez que tengo deseos de publicar un libro. Hasta el día de hoy veía dejar un registro como un acto de traición. No me atrae mucho la representación de la realidad, sino la invención de una realidad distinta ya, viviéndola ahora. Consideraba que al registrar mis escritos en un libro abandonaba aquello que no podía acaparar, cristalizar.

Pero sin embargo, los libros me trastornaron, me construí a través de las palabras. ¿Y por qué no acceder, entonces, a la posibilidad de trastornar?
Eso, ¿por qué no?
Es raro, pero también la propia escritura te va avisando, a partir de los cambios que va sufriendo. Esa decisión de publicar tiene cierto espíritu que la acompaña, cierta transformación de lo que hago. Me ocurre con las perfos. Mi mayor composición hoy no es la ira. Me cuesta mucho escribir hoy en formato de rap, como lo hacía antes, por lo tanto disolví mi última agrupación, Ser o no res, con la cual hacía las performances. Era como inventar una máscara y ser un personaje, una máscara que convoca. Ingresar un espíritu. Una mediumnidad. La poesía es el territorio que permite lo lúdico, torcer el lenguaje, retirarlo de la funcionalidad, para transferir otros sentidos. Yo viví muchos años en Brasil -vivo, aún, parte del año en Guarujá- y eso tiene mucho que ver con la rítmica. Necesitás invadir además otros territorios, que tienen que ver con la plástica. Hay máscaras, cambios, tiene que ver con una necesidad de multiplicarse, perderse, meterse en otros vericuetos con la música, con la poesía…
 
Le pregunto cómo es su vida en Brasil. Me cuenta que vivió en Salvador, en Río, que ahora anda por Guarujá. Luego se tilda.
¿Qué te pasa?
Es muy difícil explicar en dos o tres minutos décadas de vida…
Nadie dijo que tenías que explicármelo en dos o tres minutos: tengo todo el día (risas)…
Tenés razón: es una limitación que me impongo yo porque pienso que te estás aburriendo con lo que te cuento.
 
Pongo el grabador a un costado. Daniela se relaja un poco, pero no del todo.
Al día siguiente me enviará un correo contándome una parte de lo que no me contó.
 
“…Y luego, hay cosas que ayer no te dije, cuando me preguntaste qué hacía en Brasil, y que son primordiales para mí y para lo que se refiere a la escritura y la salida al afuera, tienen que ver siempre con llevar a la poesía y sus derivados performánticos a intervenir la realidad, entonces creo que hay datos interesanchis y enriquecedores para la nota: los años que viví en Salvador de Bahía, conformé dos agrupaciones, con las que viajamos en Brasil y vinimos a Buenos Aires también, y que mayormente, a través de lo que llamábamos Fiestas Anti-espectaculares, usábamos fuertes de la colonia portuguesa, u otras construcciones de ese tipo, iglesias… sin permiso alguno, y desarrollábamos las performances, con máscaras entre africanas y mad max, poesía… contrabajos hechos con sogas y garrafones, palanganas enormes de aluminio.. bue,… de tuito, timbales (entre nois existía un fakir posta post) poniendo en discusión total la conquista, el progreso, la medicina (marchábamos en procesión, por ejemplo, con una mujer negra crucificada… con trajes postindustriales e inquisitorios, o casi desnudas/os, utilizando miel sobre la piel para adherir distintos tipos de semillas, girasol, bueno, en fin, texturas (en una época de contacto virtual, artificialidades, sida, etc.) o simplemente la tierra roja, esto caminando por plena calle (sin ninguna manifestación o algo parecido, sólo eso) para denunciar la masacre de Carajás, cuando asesinaron a 19 Sem Terra…; también hicimos una campaña cuando brasil 500 años, que llamamos brasil 500 d-aÑos, es decir, la poesía, la danza, la música, sin librerías, o bibliotecas o teatros, pero así fuimos rodando hasta un circo en Goiania (cerca de Brasilia) jaja, y bajamos a baires.. y y y… Ésas como cosas marcantes, pero en medio, otras tantas, enfocando la actividad vital allí, además de la de sobrevivir vendiendo en las playas… también toqué con bandas femeninas de percusión, y bueno, lo que te conté de la danza… Algo fundamental: siempre exorcizar, festejar, estar viva, curarse de occidente, bailar. A cada rato. Los años que viví en Río de Janeiro, participé activamente de una movida que es muy interesante para compartir, para gente que viaje también y pueda conocerla, se llama c.e.p. 20000 centro de experimentación poética 20000 (el cep originalmente es el código postal), evento que lleva más de 19 años, y comandado por un poeta alucinante llamado chacal (que impulsó y formó todo lo que en Brasil se llamó como Poesía Marginal en los años 70, su primer libro fue hecho en mimeógrafo), y en esta movida de poesía marginal, de vida marginal, se cruzaba la poesía, el rock, las performances provocativas, el malandragem y por su puesto, las drogas y el sexo y el samba, jaja… Bueno, el Cep es trigenial, porque se frotan las tribus del rock, del hip hop y de la poetry, b-negao (ex planet hemp) Marcelo D2 (anque y cuando era combat) Fernanda Abreu, Autoramas, blocos carnavalescos, estrambóticos, críticos y para arriba al mismo tiempo… y poesía cruda y mucha alegría. Es muy muy lindo, muy concurrido…. de las más bonitas agitaciones culturales que vi y vibré…
Cuando me fui de Río, seguí, así que a veces viajo 700 kilómetros para leer, vociferar o recitar dos o tres poesías, Chacal es alguien irradiante..
Y en Guarujá, aparte de escribir frondoso, continuar vendiendo anillos y aretes, también activo mis presentaciones, acompañada o sola. Bueno, creo que ayer podría haberte contado mais… es que ando medio turulata, además del nervio normalis…, así que aquí estoy”.
 
Devolver la bofetada
Aquí, en Buenos Aires, en el salón fumadores del bar La Paz, Daniela viste con campera verde, lleva en su cartera verde un saquito verde por si hace demasiado calor para andar con la campera o demasiado frío para andar sólo con su remera escotada y no verde, lleva zapatos verdes y tiene ojos verdes y los párpados pintados de verde. David Viñas, que ocupa su mesa de siempre en el bar, muy cerca de la nuestra, se concentra en sus párpados verdes y le dice:
 
“Todo combina, la felicito”.
 
–Gracias– dice ella, y se me ocurre que a Viñas le gustarían los poemas de Daniela, sobre todo a este Viñas siglo xxi, el vanguarviñas autor de Tartabul, el que se caga en la «trama» y se concentra en las palabras, en cuadros, imágenes certeras como único modo de pensar una historia desmembrada, la historia de nuestro desmembramiento. La presencia de Viñas –una concepción de la literatura en sí mismo– aunque esté en la mesa de al lado, signa nuestro diálogo.
Dengue está escrito desde las víctimas (mujeres, niños, pasajeros hacinados de un subte infernal, pacientes de la medicalización extrema de la sociedad), pero digamos que no es un lamento sino una venganza, el momento en que la víctima se rebela y deja de serlo.
Es un llamado a devolver la bofetada y a inventar otra cosa. Ahora, después de devolverla, ¿qué hacemos? Ahí empezamos a crecer. Si estoy en la guardia del Santojanni y vienen cuatro ginecólogos a meterme cuatro espéculos diferentes porque se les canta, porque tienen un grado de perversidad importante, te tenés que parar en la camilla y hacer algo, rasgarles el guardapolvo, algo… Para un médico el solo hecho de ser increpado es inconcebible. El lugar de víctima te deja en estatua, no podés accionar desde ahí. La escritura hace que te repienses.
 
El derroche
El acto de repensarse implica preguntarse quién es uno mismo: diluir, incluso, la noción de identidad, preguntarse cuántos unos hay en uno. Misteriosas firmas abundan en Dengue: además de Daniela Andújar: Danira Kusturica, Loira Ilogic, Roberta Arta. Ahora soy yo el que comprende que olvidó preguntar algo importante, el que le escribe:
 
… y te pediría que agregaras (pronto, cierro mañana) alguna idea sobre razón y función de tus pessoísticos heterónimos.
 
Responde Daniela (y por su intermedio, Danira, Loira, Roberta):
 
“Tal vez por claustrofobia, por no poder reducir lo que se siente a una sola y única manera, permití que todos los brotes, los florecimientos de las diferentes sensibilidades, de las múltiples maneras de sentirse, de sentarse, que invitaban a salirse de sí, a la deriva, tal vez por eso, me fui de mí y me volví mi-s, múltiplo de tres, de otras que me han elegido, que me tomaron física y espiritualmente: es que: si se puede devenir en lo que ni si quiera sabés, si podés jugar y ser y sentir de tantas formas, ¿por qué quedarse con la mezquindad de una? En mi caso, los brotes, que nacieron como juegos, fueron ganando cuerpo a medida que se presentaban, si una se deja florecer… claro. Y fueron ganando su propia escritura, su propia voz. (Dani, a esto yo llamo ventriloquia, del corazón, o del hígado o de las estrellas, según los estares, los éxtasis o los abismos, las rabietas, en esta existencia real… poder acceder al trance, y serse… ser otras/os y, además de lograr la suspensión de la vida ordinaria con sus «…pagofácil pagodifícil…» transitando los distintos mundos con plena lucidez…, además digo poder …derramarse, desplegarse… medimunidad…ventriloquia…) Las posibilidades de aumentar lo que se siente, no como calculadora, sino como un misterio, ser un derroche en el mundo calculín, un derroche que no se agota, sino que se expande.
En mi caso, esas bifurcaciones, trifurcaciones, pluriiivitales, de sensorialidad, derivaron, también, en una escritura con su propia voz, con ojos propios: Alegorías, veneraciones, antropofagias… deglutir lo que se adora… nutrirse y devolverlo diferente… referencialidad que se desdobla hasta casi perderse. Roberta Arta… Roberto Artl. Harto. Danira Kusturica… Daniela… Danira… la niña de Tiempo de Gitanos de Emir Kusturica…, yo misma me reconozco una geminiana gitana, un nomadismo de pensamiento y de vida… de hecho tengo ancestrales andaluces y moros… jiji. Loira Ilogic; muchos años en Brasil fui rubia, es decir Loira; Ilogic: mi reivindicación anticartesiana junto a la de Lora Logic, cantante punk de los 70. La cuestión es que ‘sentirlo todo de todas las maneras’ al decir de Pessoa, ha sido y es una de las formas más enérgicas, más interesantes y más inevitables en las que me encontré y que me encontraron y elegí forzadamente alegre. Me dejé poseer por otras, que vinieron de lo que desconozco o desconocía de mí, en la exageración, exacerbación, en la multiplicación encontré algo mucho, muchísimo más interesante que la perspectiva de un nombre y apellido que garanticen una linealidad que soy incapaz de encarnar, que me aburre. Y el aburrimiento… el tedio son los principales aliados de la vida artificial. De la respiración artificial.
 
Vuelven a pasar los jóvenes con los carteles sobre sus cabezas, ahora en sentido contrario. Viñas ya no está, Daniela tampoco, pero el ejército patético, incansable, sigue desfilando. Daría la sensación, aunque no lo puedo asegurar, de que cada uno de esos palos baja por el pantalón correspondiente y se les mete en el culo. Tenemos que devolver la bofetada. Y después, inventar otra cosa.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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