CABA
Juan esquina Eva
Cooperativa Unidos por el Calazado. La ex Gatic gestionada por trabajadores que tuvieron que reinventarse, logra remontar desaguisados patronales y estatales. De la licencia Adidas al logo Cuc, pasando por la saga de la burguesía nacional, datos, debilidades y fuerza de un grupo humano que descubrió lo que significa dejar de ser un robot.El marketing es maravilloso. Just do it predica Nike: hacelo. Impossible is nothing, anuncia Adidas: imposible es nada, o nada es imposible. Un aviso de Nike va mezclando escenas deportivas profesionales con otras más callejeras (chicos en patinetas, un tipo de traje que en el subte hace como que juega al golf, gente que se esfuerza, o sonríe). Y acompaña las imágenes con palabras (en inglés) que nadie debería olvidar. Traducción:
crealo, disfrutalo, decilo, gritalo, empujalo, creelo, encaralo, vivilo, amalo. Y ahí sí: just do it, simplemente hacelo.
La publicidad es una fábrica de mundos, de estilos de vida y de símbolos. Eso es lo que vende, más que productos. En su versión más evolucionada –o darwinista– lo crucial ya no es qué comprar, sino cómo ser, cómo vivir y el premio mayor: qué querer.
Es un flujo que va y viene en la marea social. Investiga, detecta y chupa los sueños y los deseos, las aspiraciones, los hartazgos o rebeldías de la sociedad. Pobres, ricos, todas las almas posibles alimentan esa máquina, que devuelve símbolos, refleja nuestros propios sueños –o los inventa– mediante una nueva necesidad de consumo… una cerveza, una crema, pastillas, un plasma (palabra que los antiguos usaban para parte del tejido sanguíneo, reemplazada ahora por la televisión que corre por nuestras venas).
¿Cuáles son los valores que manipula la publicidad para seducir? El humor, la libertad, salirse de la norma, elegir, ser uno mismo, ser cool, compartir en grupo, disfrutar (y cada uno siga poniéndole sueños a la bolsa). Tal vez no sepa cómo lograrlo, pero ahí tengo las zapatillas que son mi símbolo y espejo. Quiero ser lo que ellas me prometieron, lo que son capaces de mostrar de mí mismo. Calmo una insatisfacción, capturo algo de felicidad. Estas soluciones duran poco (los paraísos siempre son de segunda selección, fatalmente fallados), antidepresivos de corto plazo que generan adicción, y para colmo son reemplazados por nuevos modelos, gustos o tecnologías. Y todo empieza otra vez.
Éste no es un alegato contra el consumo de cosas necesarias, cómodas, o bellas. Es una descripción de una etapa diferente, que más que al consumo se refiere a la venta de un modelo de vida, al re-set neuronal para crear mundos y deseos capaces de canalizar y domesticar los que laten en nosotros mismos, mediante la imagen de que somos todo lo contrario de alguien canalizado y domesticado.
Ahora se puede empezar la recorrida por Cuc, Cooperativa Unidos por el Calzado, mujeres y hombres que en su mayoría no hablan inglés, ni serían elegidos en un casting publicitario, pero que en algún momento hicieron realidad su versión a escala humana y cotidiana, de dos ideas que para ellos no son marketing. Como si de pronto hubieran percibido que impossible is nothing. Por lo tanto, just do it.
Empezaron de menos que cero. Hoy tienen la fábrica.
Un 17 de octubre
Yapa: la Planta 1 de la ex Gatic, licenciataria de Adidas en Argentina, está ubicada en la esquina de Juan Perón con Eva Perón, partido de San Martín.
Almanaque: la planta fue tomada un 17 de octubre (de 2003).
La genética peronista quizá no vaya más allá, o tal vez lo atraviesa todo. El Colorado se presenta al viejo estilo: “Sánchez Juan Manuel”, y sintetiza la historia:
“La empresa había arrancado en los años 50, creció, llegó a tener 20 plantas y 8.000 obreros, se empezó a caer en los 90 con las importaciones de la época de Menem. El dueño era Eduardo Bakchellian, y en un momento traía él también todos los containers de calzado hecho en Taiwan, Malasia, Indonesia. Baratísimos porque allá los hacían por un plato de arroz. A míme pagaban horas extras, ¿sabés para qué? Arriba de la etiqueta que decía ‘made in Taiwan’ yo le tenía que poner la de ‘made in Argentina’. Parece joda ¿no?”
Made in Argentina. El señor Bakchellian había comenzado su historia justamente en 1953, pleno peronismo. Con un taller y ocho obreros nació la empresa que con el correr del tiempo consiguió las licencias de suelas Vibram. Con el ímpetu de los tiempos desarrollistas y de un todavía existente empresariado industrial argentino (o burguesía nacional, según otros diccionarios), consiguió crecer y representar en estas playas a la marca alemana Adidas de indumentaria y calzado deportivo. O sea, una burguesía nacional, con licencia.
El grupo llegó a ganar un millón de dólares diarios, y conseguía cada vez más licencias. Pero desde 1995 comenzó a derretirse financieramente. En octubre de 2000, debió pedir el concurso preventivo cuando su deuda llegó a 365 millones de dólares.
En ese año 2000, tal vez como manera de enfrentar la crisis, Bakchellian publicó el libro El error de ser argentino, en Editorial Galerna, donde se retrata como víctima (que lo fue) del proceso de desindustrialización de la economía. Cuenta también cómo los empresarios se convierten en cortesanos del poder (desde Alfonsín y Coti Nosiglia hasta Menem y Cavallo), y narra sus aventuras y desventuras como hombre de negocios. Enumera: “Cometí el error de apostar al trabajo y no a las cuevas de dinero. El error de fabricar aquí en vez de importar lo hecho por países con mano de obra esclavizada. El error de pagar en blanco sueldos dignos. El error de no coimear. El error de hacer fábricas lejos de las facilidades de Buenos Aires. El error de no recurrir a convocatoria de acreedores. El error de no sacar ¡jamás! el dinero del país. El error de reemplazar la especulación por utopías. Sumando todo digamos que cometí el error de ser argentino. Pero no importa. Seguiré siendo argentino hasta las últimas consecuencias”.
Si Galerna fuera Billiken, Bakchellian sería Facundo Quiroga. El libro está plagado de palabras como “hazaña”, “heroísmo”, o “pulseadas memorables” al describir cómo el empresario logró la licencia de Vibram, Adidas, Le Coq Sportif, Reef, la Gear, New Balance y otras, a las que sumó la fabricación de sus propias marcas.
El gobierno de Menem permitió que la empresa recibiera créditos permanentes del Banco Nación y la eximieron del impuesto a las ganancias. Cuando Domingo Cavallo volvió a ser ministro con Fernando de la Rúa (2001), obligó al Banco Nación a darle créditos al Bakchellian por casi 3 millones de dólares (luego, ustedes recordarán, inventó el corralito, entre otras cosas).
El dinero desaparecía. Después de 32 años, Adidas quitó a Gatic la representación, Bakchellian cargó el peso de la crisis sobre los trabajadores de sus plantas y terminó distanciado de su propio hijo Fabián, que lo reemplazó, y a quien luego volvió a desplazar. Fabián, ex rugbier, fue detenido por evasión impositiva de otras de sus empresas en 2002. Un día le preguntaron a papá Bakchellian qué lo diferenciaba de su hijo. “Yo nunca me fui del barrio” contestó.
Los obreros de Cuc sintetizan: “Son todos ricos, viven en mansiones, y se la pasan llorando” (empresarios ricos, empresas quebradas, las ventajas de ser argentino). Luego Bakchellian escribió Así se destroza un país. El hijo –ya libre– volvió a reemplazar al padre. Las deudas en dólares se habían pesificado y los sucesivos gobiernos buscaban salvar a la fábrica del incendio.
El pensador Bakchellian atacó también al nuevo karma culpable de todo: los inmigrantes de países limitrofes: Curiosamente lo hizo en una página de inmigrantes, Armenios On Line. Dijo: “Dejamos venir a ésos para que precaricen el salario, porque ésos trabajan en negro reemplazando a aquellos que trabajaban en blanco y están desocupados, esto es tremendo”. El burgués nacional nacido al calor del peronismo, y crecido en las cortes de los gobiernos, se convirtió así en una especie de locutor radial resentido contra “esos”. Tal vez sea el nacimiento de una nueva saga ensayística: El error de ser paraguayo o, para público vip, La gaffe de ser bolita.
Los antihéroes
En Cuc, al contrario, nadie asume un lenguaje heroico, ni presume de hazañas sinfónicas. Ninguno está garabateando el libro El error de ser trabajador, o La metida de pata de ser pobre. Un hombre afable con nombre de prócer, Mariano Moreno: “La verdad es que no podemos dejar de trabajar a façon (para terceros) que no es lo que más nos conviene. Nuestra propia marca, Cuc, debería ser el 20 por ciento de la producción, pero es de optimistas. Es menos, para vender por el local”.
El local está ubicado sobre la Avenida Juan Perón. No está muy poblado y, como a toda la planta que ocupa una manzana, se le nota más pasado que presente, aunque estas personas parecen empecinados en construirle el futuro.
Mariano: “Uno de nuestros problemas, le soy sincero, es que nadie se imaginaba que esto se iba a caer. Uno decía: lo van a salvar de algún modo, no van a dejar en la calle a 7.000 personas. A mí me echaron en año 2000. El conflicto empezó en 2001”. Se refiere al momento en que todos recibieron el telegrama de despido. El Colorado cuenta: “Yo llegué a la fábrica, no veo mi tarjeta para fichar. Le digo al de seguridad: papá, no está mi tarjeta. Me dice: andá a buscarla a personal. Cuando voy, veo que salen compañeros llorando. Di media vuelta y me fui”.
Argentina era un océano de desocupación. Las lágrimas de estos hombres y mujeres eran por la fuente de trabajo, y por una identidad de trabajador construida durante décadas. Nadie encontraba otro empleo. Eran 600 los despedidos de la planta, aunque parte de ellos fue llevada a otra Gatic, en Pilar. Los que se quedaron agenciaron gomas de autos, fósforos y combustible para opinar a su modo, en la esquina de Perón y Perón.
Eduardo Fleitas: “En esos tiempos nos dieron un seguro de desempleo, y cajas de indumentaria. Te daban 10 pares de zapatillas, y salías a venderlos”. Diciembre de 2001, cae De la Rúa, sube Duhalde, la empresa seguía en el péndulo. Cada tanto el Bakchellian que estuviese a cargo conseguía algún salvataje, y todo parecía recomenzar. Contrataban para la planta de Pilar a trabajadores que estaban reclamando, por ejemplo. Para otros, joggins y buzos. Ya llegarían tiempos peores.
Durante 2002 y 2003 todo seguía en esa incertidumbre. El Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas apoyaba a los trabajadores, que no estaban excesivamente convencidos de hacer una cooperativa. “Al final, no nos quedaba otra” reconoce Fleitas, “con la idea de ver si hacíamos algún arreglo con la patronal para que nos dejaran trabajar”.
El Colorado Sánchez: “Lo que no se comprende a veces es cómo se rompieron familias. Yo estoy bendecido, no me pasó. Pero el compañero no llevaba el mango, la mujer le decía: ¿qué estás haciendo? Hubo muchas separaciones, con los pibes como botín de guerra. Bakchellian, los gobiernos, no entienden esa parte”.
Ernesto Lalo Paret apoyó el conflicto como integrante del Movimiento de Empresas Recuperadas y vecino del barrio, en el cual enlaza la historia de Cuc con lo que se viene describiendo en los últimos números de mu como Parque Temático de la pobreza. El asentamiento 8 de Mayo construido sobre un basural, la quema del ceamse, la cárcel de San Martín… aspectos de un mismo territorio. En la cárcel hoy Cuc tiene un taller donde algunos jóvenes presos hacen algo inédito para millones: aprender un oficio y ganar una oportunidad de trabajo.
Volviendo a 2002, Lalo terminó siendo integrando a la cooperativa por los trabajadores. Se les ocurrió un plan para ofrecerle a la empresa. Los ejecutivos decían: “Los vamos a ayudar”. Cuando presentaron el plan productivo, el propio Fabián Bakchellian, excarcelado, les dijo: “Ah, no, pero ustedes lo que quieren es la empresa”.
El arte de aguantar
Lalo Paret aclara: “Lo que queríamos era laburar. Yo creo que los tipos pensaban en darnos papas y cebollas, no que les íbamos a caer con un plan de producción. Como dijeron que no, se armó la carpa en la puerta”.
Fleitas: “Nos quedábamos ahí como protesta, durmiendo incluso. Eso duró un mes. La empresa ponía avisos en los diarios pidiendo personal, venía la gente y pasaba por la carpa de los despedidos. Nadie entendía nada”.
En 2003, cuando parecía que el conflicto no tenía marcha atrás, los trabajadores hicieron otro acuerdo con la patronal. Fleitas: “Estábamos en la calle pero la propia burocracia sindical, que trabajaba para la empresa, nos iba chupando compañeros”. Lalo: “Ahí se rompió la cooperativa, algunos no querían entrar y otros sí”. Fleitas: “Yo era de los que pensaba que mejor estar adentro. Hicimos un listado de unos 120 compañeros, nos tomaron, pero al poquito tiempo, en mayo o junio empezaron otra vez las suspensiones”.
Los suspendidos se encontraban en la puerta sin poder creer todavía que Gatic pudiera caerse. Otra vez gomas. Lalo: “Nos bancaban los piqueteros, me refiero a tener algo de comida”. Que nadie imagine una unidad de clase, fraternidad de excluidos o cosas por el estilo. “Era tan grande el peso de ser trabajador formal, que todos aclaraban: no somos piqueteros, como si fuese estar enfermo” (historia que se repite en casi todas las fábricas recuperadas).
Aquel 2003, puede recordarse, el país parecía menos agónico, los primeros meses de Néstor Kirchner en el gobierno incluían un repunte económico. En Gatic no. Hubo un intento de pasar a tener a la Nación y a la Provincia como accionistas, pero el acto de magia no cuajó, y los obreros que sólo esperaban que alguien se hiciera cargo del embrollo, y de sus vidas, terminaron entrando a la fábrica sin hacer alharaca, se instalaron en el sector vestuarios y decidieron no salir. “Eramos poquitos, unos 15. Pero ya no nos quedaba otra” dice Fleitas. Era el 17 de octubre de 2003.
El Colorado Sánchez recuerda: “Nadie te solucionaba nada. Hablé con el jefe de personal y le dije: Señor Saporosi, la planta está tomada. No Sánchez, cómo me dice eso. Sí señor Saporosi. Esto es irreversible. ¿Sabe lo que pasa? Que no aguantamos más”.
Sindicatos S.A.
Eran 15, que se convirtieron en un imán para los despedidos, suspendidos y desocupados de Gatic que empezaron a acercarse. Se reactivó la idea de la cooperativa, hicieron asambleas y cuando todo parecía listo aparecieron los sindicalistas del gremio del caucho, prestándose abnegadamente a la lucha trabajadora, e incluso –con la generosidad que los caracteriza– a conducir el conflicto. El Colorado Sánchez relata: “Uno del sindicato me decía: ´Colo, esto está mal, no hay que hacerlo´. Yo le dije: ´Ahora decidimos nosotros. Si querés solidarizarte, perfecto. Si no querés andate, no servís´”. El sindicalista le contestó una frase que merece inscribirse en los libros de historia: “Escuchame, nosotros vivimos de ustedes, sin ustedes no hacemos nada”. El Colorado hace un cálculo: “El delegado supuestamente defendía a la clase obrera, pero para mí defendía 75% a la patronal y 25% a los trabajadores. Una vez que hicimos paro nos dijeron: ‘estamos perdiendo un millón de dólares por día’. Hablaban en nombre de la empresa. Te defendían de una llegada tarde, de cosas insignificantes. En las importantes, jugaban con la patronal”.
A esto el Colorado lo llama “burocracia”. Y recuerda: “Hubo algo más desagradable, querían dividirnos. Yo conozco al sindicato, tengo un tío que trabaja ahí. Pero vienen y dicen: ‘Acá hay banderas de izquierda’. Yo les dije: ‘Mire amigo, no son nuestras, y si quieren apoyarnos, está muy bien, cada uno tiene su ideología. Que piensen diferente no me afecta’. En esa asamblea un delegado se quiso hacer el matón. Y cobró. Cómo cobró. Se tuvieron que ir”. La fábrica quedó en manos de Cuc, presidida por quien fuera uno de los referentes de todo el conflicto, Jorge Coco Torres. Tampoco aquí la historia es perfecta. Torres, un líder natural, empezó a chocar con un abanico de problemas, la horizontalidad, los debates en las asambleas y, al revés, los reclamos de sus propios compañeros que reemplazaban en él la imagen del patrón. Terminó saliendo de escena. En Cuc todos son prudentes en las menciones al respecto.
Decidieron para estas últimas elecciones cambiar el sistema y en lugar de las listas completas, implementaron el voto personal. Se votaba ya no por lista sino a las personas, para evitar justamente que una lista se hiciera cargo, con la oposición de otra. Al hacerlo personalizado, ganaron personas de diferentes grupos y se armó un consejo de administración naturalmente más horizontal, de convivencia, y donde buscan materializar la vieja utopía de tirar todos para el mismo lado.
Damas gratis
Las 150 trabajadoras y trabajadores de Cuc ganan lo mismo, unos 300 pesos semanales, aunque antes de la crisis 2008 llegaban al doble. “Aquí las decisiones que tomamos repercuten en lo que cobremos cada viernes”. Además del trabajo para otros, producen las marcas Cuc, Envión y Tiempo libre. Tienen calzado de vestir, deportivo, de cuero, de lona, para chicos, todo con un plus de orgullo para que el producto sea el mejor posible.
Cuc tiene además nexos naturales con la comunidad, como el jardín de infantes para hijos de los trabajadores y de vecinos del barrio, un centro cultural (donde además hay cursos de idiomas, tango, yoga, percusión) y la radio Nueva Generación, su propio medio de comunicación, dirigida por Luis Medina, ex obrero de Gatic: “La música es medio retro, hay mucha gente grande”. Lilian, por ejemplo, elige: “Melódico y rock, Dyango y Charly García”.
La mayoría pasó los 40, pero hay una camada de unos 20 jóvenes (en general familiares) que se va integrando. Damián tiene 18, no terminó el secundario, su mamá es obrera de la fábrica, y es estilo vergonzoso: “No sé qué decir. Lo bueno acá es más que dependemos de nosotros. Nadie es más que nadie”.
Lalo Paret plantea que la cooperativa carece de capacidad de ahorro: “Se alcanza a cubrir el costo operativo fijo de 50.000 pesos mensuales, a pagar a cada compañero, pero no tenemos capital para desarrollar un producto que pueda funcionar en las vías de comercialización habituales. Lo que vos producís hoy, lo empezás a cobrar dentro de seis meses. No tenemos espalda para eso”. Están pensando, de todos modos, lanzar nuevos productos, buscando promocionarlos, por ejemplo, con celebridades de la cumbia villera como Pablo Lescano (Damas Gratis).
La expropiación de la fábrica fue transitoria, por cinco años que están venciendo y que serán renovados por ley. Dante Bulacio, secretario de Cuc: “Nosotros queremos algo más definitivo, porque la Provincia no paga la expropiación y nosotros podríamos negociar con el Banco Nación que es el principal acreedor. Sin algo definitivo, sin propiedad como garantía, no puede haber préstamos”. Entonces, no se suma capital para lanzar nuevos productos y cuesta encender el potencial de la fábrica. Conste que no están pidiendo regalos ni subsidios, sino que les permitan funcionar y vivir. Tampoco reclaman las millonadas que el notable Estado argentino sí fue y es capaz de dilapidar en los superhéroes Bakchellian y tantos otros. Sin nada, en Cuc están garantizando e incrementando fuentes de trabajo.
Marketing Cuc
¿En qué se diferencia el trabajo con patrón? El Colorado Sánchez: “Si se rompía una máquina, me importaba un rábano, no trabajaba dos días, y cobraba igual. Ahora la máquina es nuestra. Lo que no hagamos nosotros mismos lo vamos a sufrir el viernes cuando cobremos”. Fleitas: “Es absolutamente otra responsabilidad. Vos como obrero fichabas, te ibas y listo. Aquí tenés otro compromiso, dependemos de nosotros”. Detalle: la palabra “responsabilidad”, reiterada por cada uno de los trabajadores con los que uno habla, deriva de la “capacidad de dar respuesta”. El Colorado Sánchez se quedó pensando: “¿Sabés cuál es la diferencia? La libertad”. Temo que en la esquina de Perón y Perón nos estemos poniendo atenienses. El Colorado explica: “Libertad es que no tengas a un tipo que cobra 7 lucas para mirarte como un vigilante y darte permiso para cualquier cosa. Las compañeras estaban en período menstrual y les tomaba el tiempo que tardaban en el baño”. Carmen, 65 años, que tampoco pertenece a organizaciones libertarias ni antiglobales, detiene un rato su máquina de coser y armar zapatillas. Es el ideal de una abuela mansa: “Es difícil la propia libertad, porque uno tiene que tener cordura para respetarnos entre todos. Pero con ese respeto, esto es lo mejor. Lo otro era medio regimiento, ¿me entiende?”.
Colorado: “Uno no se da cuenta, pero va quedando medio robotizado. Ahora no. Hay gente que puede extrañar aquello, pero yo digo: mire compañero, si no hacemos las cosas nosotros, usted se va a quedar toda la vida mirando novelas en su casa”.
Bulacio cree que hay otro cambio: “Acá dependés de tu iniciativa. Cambiás como sujeto, porque yo analizo para atrás, y veo cómo el sistema te posiciona en una estructura y no salís más. Y somos horizontales para tomar las decisiones juntos. Si nos equivocamos, que sea entre todos”.
Lilian: “Esto es como aprender a caminar. Hay que hacerlo”. Carmen: “Es cierto que mucha gente se lleva del pasado. Pero no lo podemos mejorar. Ya es pasado. Hay que mirar el futuro” explica con suavidad, mientras sigue cosiendo y gestando una zapatilla.
En el local de ventas, sobre la avenida Perón, Vilma dice que cuando trabajaba en finanzas de Gatic se vio venir la noche cuando dejaron de pagarles a los proveedores. Jorgelina recuerda cuando comían guiso en la fábrica. El Colorado Sánchez acota: “Salíamos a manguear; un día fuimos a una facultad, en la calle Puán (Filosofía y Letras) y me asusté, estaba todo lleno de fotos del Che Guevara, Fidel Castro. Le digo a Fleitas: ¿dónde me trajiste? Yo no terminé el primario. Me di cuenta de todo lo que hay que aprender. Después fui conociendo a todos los pibes, excelentes. Pero yo les decía: Ustedes aprenden con esto (se señala la cabeza). Mentalmente. Nosotros estudiamos y aprendemos físicamente”. Los marketineros globales ahí tienen un tema. La inteligencia del cuerpo.
Con esa inteligencia corporal, no ilustrada, sin desmerecer a los decoradores de facultades ni a los creativos publicitarios, la gente de Cuc ha hecho su propio marketing. Figura en su página de Internet. Tal vez no sea impostado, ni heroico, pero al menos no es sólo un simulacro, ni una expresión de deseos. Es la demostración de una posibilidad.
Dice: “Sin jefes. Sin empleados. Todos compañeros”.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

- Revista MuHace 3 semanas
Mu 205: Hay futuro
- CABAHace 2 semanas
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”
- #NiUnaMásHace 2 semanas
Femicidios en julio: la noticia es el horror
- ActualidadHace 2 semanas
Mendoza movilizada: sábado de caravanazo contra la minera San Jorge
- ActualidadHace 3 semanas
Mapuches en Neuquén: 10.000 personas movilizadas contra la represión y en apoyo a las comunidades originarias