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Penas y olvidos

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El emprendimiento Colony Park pretende instalar un barrio privado en una isla del Delta. Sólo para comenzar expulsó a las familias que vivían en el lugar. La causa está en la justicia y a pesar de un fallo que obliga a la paralización de las obras, las máquinas siguen avanzando sobre el terreno y las personas. En diciembre, el Consejo Deliberante de Tigre podría aprobar un plan que permitiría que este conflicto se multiplique por tres.

Penas y olvidos“Los lugares son como las personas. Comparecen un buen día en la vida de uno y a partir de ahí fantasmean, es decir, se mezclan a la historia de uno que se convierte en la quejumbrosa historia de lugares y personas. Esto es, los lugares y las personas se incorporan en los adentros y se establecen como sujetos persistentes.”
Tristezas del vino de la costa,
Haroldo Conti, revista Crisis, abril de 1976
 
El estudio de arquitectos de nombre interminable (Robirosa, Beccar Varela, Pasinato, Thays Paisajistas, Fish & Lakes) fue directo al punto, no necesitaron ninguna metáfora. Crearon un proyecto que transforma una isla del Delta del Paraná en un exclusivo territorio artificial y lo bautizaron como tal: Colony Park, isla privada. Las obras comenzaron en agosto de 2008, arrasando con las viviendas y medios de subsistencia de alrededor de 60 personas que habitaban una porción de la Isla Marzi que da a los arroyos Anguila y La Paloma. Estos dos cursos naturales están siendo modificados y pretenden ser clausurados para los lugareños y navegables sólo para los nuevos inquilinos de este proyecto casi de fantasía.
Los integrantes de la Asamblea del Delta y del Río de la Plata estiman que los daños que generará la instalación de Colony Park en el Delta serán enormes y nada colaterales. Entre la lista que denuncian elegimos nombrar los dos que ya pueden constatarse: el desmonte que se está llevando adelante y el desastre social que producen los desalojos. También puede verificarse la contratación por parte de la empresa de vecinos del Delta para que trabajen en las obras que –más tarde o más temprano– los afectarán directamente y los irán expulsando de su hábitat.
 
 
Un plan simple
Los megaemprendimientos Parque de la Isla, Isla del Este y Colony Park se enmarcan en un “master plan” para el Delta anunciado por el intendente del Tigre, Sergio Massa. Se estima que dicho plan será aprobado por el Honorable Consejo Deliberante este diciembre.
Massa reasumió como autoridad comunal en julio, luego de pasar un año como jefe del gabinete de la presidenta Cristina Fernández. Según publicó el diario Infobae el pasado 14 de octubre, el intendente sostuvo: “El río Reconquista y el Delta son zonas que tenemos que atacar para cuidarlas” Dijo, además: “Los temas vinculados al medio ambiente tienen que ver con cuidar al medio ambiente y al futuro”.
Las declaraciones de Sergio Massa fueron recogidas luego de la conferencia que dio el ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore concientizando sobre el valor de los recursos naturales. El segundo del ex mandatario Bill Clinton es considerado, por algunos sectores, líder mundial en la defensa del medio ambiente, tarea por la que fue galardonado en 2007 con el Premio Nobel de la Paz. Todo muy lindo, todo muy correctamente verde.
¿Y Colony Park?
 
 
Barrio privado
El plan prevé que será un barrio privado de 300 hectáreas, algo así como la extensión de los lagos de Palermo. Por el lugar pasará un arroyo entero, el Anguila. También construirán un gran canal artificial de 30 metros de ancho para ampliar la separación con las otras islas. Dispondrá de una red vial propia y se podrá acceder con auto hasta cada lote a través de tres transbordadores privados (cruzando el Río Luján). Para los residentes habrá una red subterránea de agua, de gas, cloacas, dos escuelas, un shopping, helipuerto, canchas de golf, tres marinas para más de 700 embarcaciones, canchas de básquet, tenis, vóley. Las promociones del proyecto motivaron la curiosidad de los pobladores que comenzaron a investigar primero y denunciar después. Así se formó la asamblea y así también se consiguió que la empresa reciba dos órdenes de paralización de obras por no contar con la aprobación de los estudios de impacto ambiental. Pero nunca las cumplió.
 
 
Los dueños de la tierra
“Cuando volvimos de pescar con mi primo, ya no teníamos nada. Las máquinas enterraron todo”. Así narra Orlando Arroyo ese día de agosto de 2008 en que comenzaron las obras para construir el barrio privado sobre su derecho a la tierra. “Nos quedamos un rato por ahí – continua–, limpiamos el pescado y nos fuimos al pueblo, a la casa de mi hermana”.
Arroyo, junto a sus vecinos, volvió meses después para intentar levantar su rancho. Y recuerda el siguiente diálogo con un enviado de la empresa Colony Park:
 
–¿Qué hacés?
–Arreglando el desastre que ustedes hicieron.
–¿Vos no sabés que esto es propiedad privada?
–Hace 40 años que vivo acá y nunca escuché esa palabra.
–Te voy a mandar a la Prefectura.
 
Arroyo dice que el abogado que representa a los isleños, Enrique Ferreccio, hizo cerrar la casilla de la Prefectura que custodiaba el emprendimiento. Argumentó que los uniformados declaraban las horas de vigilancia como si fuera tiempo extra de labores para la fuerza, pero en realidad hacían trabajos para una empresa privada. “Desde hace dos años que estoy en la casa de mi hermana –cuenta Orlando Arroyo– No soy jubilado, no tengo obra social, no tengo nada. Toda mi vida me dedique a trabajar en la isla: cortábamos madera, junco, juntábamos resaca para las plantas y pescábamos y nunca me faltó nada”.
Le pregunto por los que no están resistiendo. “A un par de familias les dieron una triste moneda para que se fueran y se creyeron que 10 mil pesos es una fortuna”.
Los isleños desconocen la existencia del derecho veinteñal que está consagrado en el Código Civil argentino, legisla que luego de veinte años de posesión, el ocupante que dio uso productivo a una tierra, tienen derechos sobre el lugar. Por eso, parte de los pobladores desalojados denunciaron a Colony Park por “destrucción de viviendas y bienes”.
Por su parte, el abogado Ferreccio, acusó penalmente a la firma por “usurpación de tierras fiscales y aguas, daño ambiental colectivo y crimen de lesa humanidad”.
 
 
A río revuelto
Juan Derganz vivía en la ciudad hasta que un día ya no pudo pagar el alquiler y se fue para el Delta. Esa decisión la tomó junto con su esposa, hace 22 años. “Al poco tiempo de instalarnos ella se fue: no le gustó”.
Juan sobrevivió a la soledad y ahora debe sobrevivir al desalojo. Permanece en la isla, pero está cercado por las máquinas que día a día van talando los árboles, ampliando los márgenes del arroyo Anguila. “Antes esto era como una selva, en algunas zonas impenetrable. Imaginate que sufro estando acá, pero gracias a los vecinos y los amigos yo me la aguanto, si no estaría loco”.
Los agentes de Colony Park también tienen una preocupación por lo simbólico. El último viernes de octubre destruyeron un cartel del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (inti). Este anuncio, instalado en terreno cedido por el poblador Julio Gadea advertía que el inti junto con la Asociación Río de la Plata Cuenca Internacional, llevan adelante el “Proyecto Producción y Hábitat Sustentables en las Islas del Delta”.
La iniciativa comenzó con la construcción de un galpón y espacio social y productivo de usos múltiples. Según el boletín de noticias del organismo “allí se instalarán máquinas para agregar valor a la cadena del junco, y donde se realizarán las capacitaciones técnicas, asesoramiento y tutoría en gestión por parte del inti”. Pero la iniciativa parece ir a contramano de los planes que tiene para la esa zona el Estado municipal.
Juan Derganz se pregunta: “¿Cómo puede ser que el intendente Sergio Massa permita esto, que se haga desaparecer una isla natural y a sus pobladores para poner una artificial? De eso no hay retorno”.
El isleño enumera los puntos más graves de la frase: No hay retorno.
Las construcciones previstas en el master plan afectan al Delta del Paraná, que es el único delta en el mundo que desemboca en otro río: el Río de la Plata. Éste recibe las aguas de los ríos Paraná y Uruguay, con los que forma la Cuenca del Río de la Plata, la segunda en importancia en América Latina, que representa el ochenta por ciento de la disponibilidad del agua dulce superficial de la República Argentina. Además constituye la principal fuente de agua cruda de las ciudades de Buenos Aires, La Plata y partidos circundantes, con una población estimada en 10 millones de habitantes. También es perjudicial la elevación del terreno de la isla en 3 ó 4 metros porque las aguas se replegarán hacia las costas del continente.
El Estado Nacional y Provincial en septiembre de 2008 firmaron el acta de Intención del Plan Integral Estratégico para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible en el Delta del Paraná, que habla de destinar “los mayores esfuerzos” para “proteger, conservar y aprovechar en forma sostenible los componentes de la diversidad biológica y los recursos naturales en el área”. En consecuencia, se estaría ¿olvidando? dicho compromiso al no disponer las medidas necesarias para suspender todas las obras que puedan estar poniendo en riesgo los humedales del Delta.
En sintonía con el Estado comunal, provincial y nacional, el sitio web Colony Park. Isla Privada, sigue evitando las metáforas. Publicita su emprendimiento con la frase, “llegar a una isla y olvidarse de todo”.

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