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La hija del alto valle

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Noelia Pucci. Sus raíces neuquinas recorren el repertorio de temas propios y versiones muy personales que presenta recordando, por ejemplo, el asesinato de Carlos Fuentealba.

La hija del alto valleLos músicos no consiguen explicarse mejor que su arte. Noelia, incluso, es difícil de resumir de una manera mejor que la que ella despliega en cada recital. Dice, al comenzar:
“Este tema está dedicado a Carlos Fuentealba y todas las víctimas de la ya conocida represión a profesores de Neuquén”; entona, así, Gases lacrimógenos.
Seguirá con una versión propia de un tema ajeno: Ilegal, de la banda uruguaya No te va a gustar, cuya letra no es precisamente un himno de la marihuana. Ilegal es el aborto, recuerda Noelia, y en ese sentido se mueve la letra de esta canción.
Luego canta otro tema propio, Dejarás, desde donde pregunta: “¿Cuánto más dejarás que decidan por vos?”
Su cuarto tema se titula Bolívar 820 y Noelia lo presenta así: “Este es un tema que hice sobre la cuadra donde vivo, allá en Neuquén, donde tengo un cabaret en la esquina, un boliche gay en diagonal y un pool en frente. Es decir: los fines de semana hay algo de movimiento…”.
El siguiente, Vas a ver, lo compuso apenas fue a vivirse sola. Canta: “Soñaste tu vida, pero no te alcanza. Acordate, nadie te espera en casa”;
El segmento se cierra con una versión del clásico tema de Los Ramones, The kkk took my baby away, en ritmo de bossa nova y con el estribillo argentinizado: “La aaa (triple A) se llevó a mi mujer”.
¿Hace falta algo más para conocerla?
Hace falta escucharla.
Noelia canta como para no dar explicaciones. Sus letras y los temas que elige versionar tejen el relato de su vida, de lo que hace y piensa. Dentro de ese cuerpo chiquito, casi mínimo en el paisaje del escenario, Noelia asoma detrás de su guitarra y se hace grande, enorme. Su voz viene lejana, intacta, pura. Los arpegios de su guitarra se mueven a ritmo lento. Noelia golpetea el piso con su taco al ritmo de la bossa nova, del flamenco o de un acústico clásico. Trae el eco sureño de su raíz, de su apellido. La Pucci, le dicen y la Pucci es: porque en el valle, Pucci es sinónimo de música, por su padre, por sus cinco hermanos.
Noelia canta como para no dar entrevistas. Pero igual conversamos.
 
 
De dónde vengo
Pucci padre fue baterista toda su vida, y por una suerte de herencia genética, sus cinco hijos también se dedicaron a la música. Noelia recuerda: “En casa teníamos una sala de ensayo en uno de los cuartos. Como somos 5 hermanos y todos tocamos cosas diferentes, nos turnábamos para entrar. Era un quilombo: todo el día estaba alguien tocando”.
La Pucci arrancó tarde, a los 14, y apenas aprendió sus primeros acordes armó una banda de rock de mujeres. Desde entonces transitó estilos varios y variados: rock del clásico, pesado, heavy metal, música electrónica. Hoy define a su género como “la canción” misma, es decir, ninguno en especial y todos. A fuerza de la guitarra, el recto o el pandeiro –un derivado de la pandereta clásica–, Noelia compone (y vive) sobre un factor común: transmitir un mensaje. Dice: “Mis composiciones son más intimistas: hablan, describen un paisaje de la realidad, pero siempre desde mi punto de vista. Después están las versiones. Ahí hago un proceso de selección: estoy de acuerdo con tal cosa y no con tal otra. Trato de que sea claro”. Así, la atmósfera que Noelia crea desde el escenario invita a escuchar, pero no sin pensar. En otras palabras, dirá Noelia: “Cantar es pararse en un lugar determinado”.
En Neuquén, su ciudad, los espectáculos de la Pucci son impredecibles: los hace temáticos, eligiendo un repertorio acorde y diferente del recital anterior y del que vendrá. Son únicos, diría un coleccionista de momentos. Noelia cuenta: “Para el 8 de marzo el año pasado presentamos Ellas denunciaron, que trataba sobre la problemática de la mujer en el país”. A la música y voz se le complementan segmentos de sonido grabados y videos cortos. Gases lacrimógenos, por ejemplo, va precedida de un escalofriante audio del día de la represión en Arroyito.
El último de los recitales multimedia que la Pucci presentó en el valle se tituló Podrido, y recorrió el punk y su historia. Noelia: “En el recital contamos porqué en tal momento tal banda decía tal cosa. Poníamos las canciones en su contexto histórico”. ¿La Pucci haciendo punk? se preguntó en las calles de Neuquén… Sí, pero versionado y con impronta propia, en bossa o flamencos. Las letras del punk se desenvuelven así sin filtros, con un mensaje claro y directo. Y en eso se identifica Noelia.
Versionar, hacer temas de otros, es también forma de poner en boca de uno otra mirada, otra perspectiva, identificarse con otro mensaje y volverlo propio. Dice Noelia: “Desde hace 4 años que empecé a versionar. Antes componía y no hacía temas de otros, y sentía que me quedaba corta con algunas cosas que debía decir. Siento que todavía mis composiciones son inmaduras, no son totalmente sólidas y terminadas. Tiene que ver con la falta de camino por recorrer”. La autocrítica de la Pucci es su primer paso para mejorar. La inconformidad, dice, la impulsa a aprender, transformar, crear.
 
 
A dónde voy
Noelia dice: “Sentía que me quedaba corta con algunas cosas que debía decir”, y ese “debía” no es menor, no es detalle. Cantar es su deber, su promesa con ella misma, con quien la escuche. A fuerza de años y de años de fuerza, la Pucci cuenta con un público considerable, al menos para el circuito artístico neuquino. Sin embargo, los problemas no faltan: “Sucede lo que sucede en todas las ciudades: es muy difícil conseguir lugares para tocar. Quizá el estilo de música que yo hago sí tiene un poco más de espacio; pero el problema viene con las composiciones. No en todos los lugares podés ir a cantar determinadas cuestiones”.
En tanto, proyecta un disco para el próximo 2011. Sin título determinado, estará conformado por temas propios y alguna que otra versión. ¿Los obstáculos? “La guita”, contesta sin vueltas. Sigue: “Además, vos sacás un disco, ¿y después? Mi idea es moverlo y distribuirlo independientemente, asi que todavía tengo que tener resueltas esas cositas…”
Ahora, por lo pronto, prepara su próxima presentación: “Quiero hacer un espectáculo que se llame Cumbia, nene, con todas canciones de cumbia argentina”. Está claro: las cumbias no serán cumbias sino que tomará sus letras y las resignificará con otro acompañamiento musical.
La Pucci milita en Libres del Sur, aunque su militancia –en el sentido amplio del término– trasciende esa faceta política. Sus recitales, sobre las mujeres o el punk anárquico, son sus constantes artísticas tanto o más políticas que su quehacer partidario. Noelia se presenta constante en marchas y actos a favor de los derechos humanos, las mujeres, y confiesa que de allí arrastra la mayor parte de su público. Es decir: Pucci canta y compone para un público también comprometido, quizá militante, que espera verse representado en sus letras o versiones. En Neuquén, entonces, sus recitales envuelven una atmósfera cómplice. La Pucci lo sabe, y ése es su mayor desafío: serle fiel a su público, o lo que es igual, serse fiel a ella misma. Ofrecer una nueva perspectiva en cada recital es parte de la inquietud artística que la caracteriza. Noelia desarma, rompe, juega. Argentiniza los Ramones; hace de La ventanita un tema escuchable, incluso logra que uno se descubra cantándolo en sus recitales, (porque la letra la sabemos todos, vamos). El punk, Noelia mediante, es bossa; la cumbia, flamenco. Noelia canta para que la escuchen, o mejor, para que la piensen.

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