CABA
Barriolandia tevé
La televisión comunitaria persiste desde hace 23 años desafiando la legislación, hasta la reciente Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. El recorrido muestra experiencias múltiples. ¿Alcanzan para que un día la caja boba deje de serlo?¿Qué hace falta para crear tu propia televisora? Agarrá lápiz y papel y anotá la receta:
Un mezclador de video, otro de audio.
Una cámara y una computadora para crear la imagen.
Para emitir sólo por Internet es necesario otra computadora con capturadora de video y para sacar la señal al aire; un transmisor.
A esta lista sólo hay que agregarle el corazón, el núcleo de todo esto: levantarse del sillón y pasar de ser espectador a productor. Las personas que lo experimentaron dicen que muy pronto la magia de la televisión deja de encandilar. Es que se van descubriendo sus trucos, y eso no es poco…
Ahora, ¡que las cámaras me acompañen porque vamos a ver cómo algunos ya cocinaron su receta y otros están preparando su propia exquisitez!
El viejo canal ilegal
Una de las primeras experiencias de televisión comunitaria en nuestro país surgió en 1987 con la fundación de Canal 4 de Alejandro Korn. La especialista María Cecilia Fernández da cuenta, en un artículo publicado en diversos medios digitales, de que la emisora fue el resultado de la experimentación técnica. Durante tres años Ricardo Leguizamón, uno de los vecinos del barrio, se dedicó a la autoconstrucción de un transmisor de televisión de bajo costo. La experiencia no tardó en multiplicarse por todo el país. En los inicios de los años 90 existían 250 canales nucleados en la Asociación Argentina de Teledifusoras Comunitarias (aateco). La entidad agrupaba a todo tipo de iniciativas –comerciales, políticas, barriales– en pos del reclamo de legalidad. En ese momento, la Ley Nacional de Radiodifusión N° 22.285 prohibía expresamente a las organizaciones sin fines de lucro (sindicatos, asociaciones culturales, cooperativas) ser titulares de licencias de radios o canales de televisión. Esta norma fue establecida por la última dictadura militar en el año 1980 y estuvo vigente hasta la sanción de la nueva Ley de Servicios Audiovisuales, en octubre de 2009. Durante este mes está prevista la reglamentación del texto y recién entonces la legislación se habrá puesto al día con la democracia.
Imágenes de la utopía
Fabián Pierucci es documentalista y clasifica su tarea dentro del rubro “oficios”. Fundó el grupo de cine Alavío y es uno de los responsables de llevar adelante la emisora Ágora TV que transmite solo por Internet. Fabián participó -como director del informativo- de una de las experiencias “más potentes de la televisión comunitaria”: Canal 4 Utopía. La televisora comenzó a transmitir en 1991 desde un departamento ubicado en el porteño barrio Caballito. Su antena apuntaba hacía el noroeste de la Ciudad de Buenos Aires. La zona de influencia la conformaban Flores, Floresta, Devoto y Liniers. “En el año 91 comencé a rodar mi primera película Viejos son los trapos sobre la situación de los jubilados y me invitaron a estrenarla ahí, y luego me propusieron ser el responsable del noticiero”, resume Fabián.
Para él la palabra poderosa que le daba título define la experiencia de Utopía, lo cual implicaba cosas bien concretas. Una de ellas –quizás inesperada para una televisión comunitaria– era medir su impacto en términos de audiencia. Lo hacían contabilizando los llamados, que a veces saturaban las líneas telefónicas, con las convocatorias a debates y asambleas y hasta con las denuncias que presentaba el dueño de Canal 2, Eduardo Eurnekian, quien insistía en judicializar la situación ilegal de Utopía TV. También se corría el rumor de que en algunos barrios los índices de audiencia de la emisora privada no superaban los de la comunitaria.
¿Qué hacía tan atractiva a Utopía TV?
Violaba la propiedad privada todo el tiempo. Teníamos una consecuente política de estrenos de películas: si nos caía en las manos la última producción de Hollywood, la pasábamos. No nos importaba nada. ‘Si quiere ver Batman, lo puede hacer gratis’, anunciábamos. También había una frescura que todavía no era muy común en la televisión. A la vez, aglutinaba a todos los sectores que peleaban contra el neoliberalismo. Todas las expresiones tenían su espacio, desde la Central de Trabajadores Argentinos (cta) hasta grupos que tenían una política de clandestinidad. Nos desafiaban: “Mirá que vamos y aparecemos encapuchados”. “Ningún problema”, decíamos nosotros. Y ellos mismos se sorprendían. El canal también era un organizador político. Por ejemplo, dos hijas de desaparecidos convocaron a sus pares a reunirse y lo plantearon desde lo afectivo. Luego de esas reuniones, se constituyó la agrupación HIJOS de Capital. Otra experiencia linda fue con los presos de Devoto que nos conocían porque la señal les llegaba muy bien. Nos invitaban a los campeonatos de fútbol que se jugaban dentro del penal. Íbamos todos y hacíamos asambleas, charlábamos con los detenidos. Entonces, decidimos que cada vez que un preso llamara al canal y quisiese salir al aire para decir que los estaban golpeando o que extrañaba a su familia, lo podía hacer. Interrumpíamos los programas y salía el mensaje. Todo esto se dio con un montón de discusiones internas y contradicciones. A esto hay que sumarle la persecución del Estado, los allanamientos, el secuestro de equipos y la judicialización de los trabajadores del canal.
Poco tiempo después la historia comienza a agotarse. Fabián cuenta que decidieron resistir uno de los allanamientos junto a los vecinos. Se aguantó, pero quizá por la repercusión pública, dentro del grupo surgieron dos preguntas fundamentales: ¿Qué significaba la forma de funcionamiento ilegal? ¿De quién era el canal? Y los cuestionamientos derivaron en un concepto: el canal es de todos.
El saldo chocaba con la realidad, pues Utopía tenía un dueño, que era el militante de izquierda Fabián Moyano. Entonces, los trabajadores decidieron formar una mutual para exigir la legalidad de Utopía TV. En un lapso de 2 años –calcula Fabián– surgieron otras dos preguntas casi antagónicas: ¿para qué queremos la legalidad? y ¿para qué formamos este colectivo de personas? Un grupo, integrado entre otros por nuestro entrevistado, se retiró del canal comunitario hacia 1995. Sin embargo, éste siguió transmitiendo hasta el 97, año en el que se quedó sin aire.
Ahora, Fabián Pierucci está inmerso en la experiencia de Ágora TV, que transmite solo por Internet. “Eso tiene de positivo que puede ser visto en todo el mundo y de negativo, lo difícil que es incorporar en las agendas de las organizaciones sociales el concepto de tener medios de comunicación propios”. En 2006 el documentalista sugirió la idea de hacer un canal y transmitir desde el recuperado hotel Bauen, aprovechando la altura de su terraza y los recursos existentes. Pero el proyecto no prosperó. La mayoría de los trabajadores consideró que tener una emisora comunitaria sumaba “otra ilegalidad” a la situación precaria de la cooperativa, de la cual pende cíclicamente la posibilidad de ser desalojada. El argumento esgrimido por Fabián también tiene forma de pregunta: ¿la televisión no podría convertirse en una herramienta para impedir el desalojo?
La mención a ese debate fallido trae a la charla otro enigma: ¿cómo lograr que la ilegalidad no contamine de marginalidad la propuesta? ¿Es posible no quedarse refugiado en un lenguaje que entienden sólo los amigos de la causa? Fabián responde: “Creo que con respecto a la comunicación no hay que tener prejuicios desde el punto de vista de la percepción. Hay que confiar. Si la gente descubre que hay posibilidades de que otro tipo de expresiones tenga la palabra, muy probablemente un sector marginado de la opinión pública puede convertirse en interlocutor. Y la posibilidad de interlocución significa que un medio, que por definición es unidireccional, puede transformarse en otra cosa. Y ese cambio sólo es posible con la participación de los vecinos. Ahí, con ellos, estás haciendo un medio comunitario y en ese intercambio se rompe eso de ‘los de izquierda hablándole a los despolitizados’. Los medios populares o comunitarios deberían ser como una autopista donde haya lugar para los que van lento, los que van a cien y los que van a 300. Porque se tiende a censurar a los acelerados y a menospreciar al más lento. Y la verdad es que todos, en algún momento, pueden cambiar de carril.”
¿A dónde va esa autopista?
A una forma de organización social en la que nadie cague a nadie. A una sociedad comunitaria.
Anarcotransmisión
Antena Negra TV funciona desde hace un año y medio en la Asamblea del Cid Campeador en Caballito. La televisora está formada por varias organizaciones sociales vinculadas a la comunicación. Parte de sus 30 integrantes participó de otras experiencias similares, como el Canal 4 Darío y Maxi, en Avellaneda, y las transmisiones itinerantes de eventos políticos.
Martín Sande es mecánico y electricista y comenzó esa experienca en su etapa nómade. Explica que tomaron el desafío de dejar de ir de acontecimiento en acontecimiento para sostener un proyecto de comunicación a largo plazo. Y aclara que habla de un proyecto no comercial, lo cual implica “empezar a ensayar lo que para nosotros debe ser un medio de comunicación, lo que imaginamos en otro contexto, en otro mundo, hace que nos relacionemos con otras lógicas. Entonces pensamos que Antena Negra debe ser autogestiva desde el punto de vista de las finanzas. Por eso creemos necesario que las organizaciones sociales banquen estos medios porque no se debe mercantilizar el espacio de aire”.
¿Te interesa que el vecino de enfrente vea el canal?
No. Me gusta más que venga y participe. Nosotros nunca salimos a hacer publicidad del canal por el barrio. Sí invitamos a los vecinos a actividades concretas, a que se sumen a construir otra forma de comunicar.
¿Y cómo le hablás para que se sume?
En teoría no tengo ni idea. Creo que como me sale. Acá todo es práctica pura. Intentamos hacer, pero siempre aparece uno que sabe y dice: “Fijate que si hacés así es mejor…”. Aprendimos a hacer preguntas, a preparar entrevistas. Pasamos de tener mucha voluntad de comunicar a encontrar la vuelta de cómo comunicar. Creo que no nos salió todavía.
Lo que si les salió es generar la confianza para que las organizaciones sociales se apropien de la herramienta televisiva. Simplemente, ellos manejan las cámaras y los micrófonos. Así fue como un grupo que lucha contra los desalojos en la Ciudad de Buenos Aires armó su programa Articulo 14 VIP. Otro caso más extraño es el de los empleados de CableVisión, que llegaron un día a trabajar al edificio donde funciona la televisora comunitaria y terminaron produciendo un programa de rock llamado Soy de la Eskina.
También pudieron multiplicar la posibilidad de la palabra. En marzo de este año convocaron a un taller de armado de transmisores de radio. Juntaron plata para los materiales y se comprometieron a armar 63 de estos aparatos para Frecuencia Modulada. Las condiciones para participar del taller: que no fuera un proyecto comercial y que cada radio mandara a una o dos personas a trabajar en el armado. “En una semana, el espacio donde funciona la TV y la terraza lo ocupó una especie de fábrica de transmisores. Llegaron 120 personas de todo el país y en siete días cada uno se llevó su propio transmisor para su radio. Fue un delirio porque la gran mayoría no tenía idea de electrónica. También era un delirio pensar en armar esa cantidad de transmisores en tan poco tiempo. Y el tercer delirio era que funcionen. Y funcionan.
Con todo esto, ¿qué va construyendo Antena Negra?
Un colectivo sólido de comunicación que tiene intereses, más o menos claros, de participar en todo aquello que quiera hacer de esta sociedad algo distinto.
Ser parte de la cosa
Faro Televisión Comunitaria comenzó a transmitir en diciembre de 2009. Nació de una iniciativa de la cooperativa de trabajo audiovisual Chisperos del Sur. Se concretó a través de una convocatoria que, en poco tiempo, reunió a 50 personas con experiencia en talleres barriales de comunicación, algunos profesionales y vecinos. En tanto, para la antena hubo aportes de diferentes organizaciones sociales y políticas. Colaboraron particulares y también el Banco Credicop.
Ariel Tcach es realizador, militante de la agrupación Barrios de Pie y coordinador del sector Contenidos de la televisora. Explica que las entidades y particulares que sostuvieron el inicio del proyecto no los condicionaron, porque desde el principio aclararon que ese dinero no compraba ningún derecho en Faro TV. En ese sentido, Ariel especifica que no se alquilan los espacios, sino que se busca que la gente se involucre, que “sea parte de la cosa”.
¿Cómo se integró a la gente sin experiencia en lenguaje televisivo?
Durante tres meses hubo talleres de formación con distintas personalidades del medio. Además. funcionamos en asamblea. Ése es el espacio donde se define cuáles son las necesidades de la televisora, qué tipo de programa falta poner al aire. En la primera reunión había un montón de ideas y pudimos concretar y llevar adelante 13 programas.
¿Qué criterio estableció Faro TV en lo político?
Aquí tienen lugar todas las expresiones dentro del progresismo. Nuestra televisora es participativa, comunitaria y popular. Es decir, que los integrantes de la comunidad deben apropiarse del espacio. No es una televisión mala ni de improvisados. Tiene muchos más matices y profesionalismo, incluso, que la TV privada. A la vez, da la posibilidad de experimentar y de ser creativo. Y algo muy importante: no es una contradicción que una televisora comunitaria sea masiva.
¿Y en cuanto a lo financiero?
La TV tiene la potencialidad no explotada de armar circuitos de economía diferente –no basada en la publicidad– sino en el intercambio. Entonces ahí radica el interés que hace que exista determinado tipo de programación para desarrollar economías locales. Por ejemplo, un programa sobre tejido debería ser costeado por todos los tejedores interesados en desarrollar esa actividad. Y así deben financiarse proyectos como esta televisora.
¿Cuáles son los desafíos de la televisión comunitaria en el marco de la nueva ley?
Lo que debería establecer la ley es un fomento en equipamiento y en capital, para medios comunitarios y ninguno de los dos ejes están contemplados. Así las cosas, como en cualquier emprendimiento extragubernamental, su destino no tiene que ver con la ley, sino con la propia capacidad de convocatoria, organización y finanzas.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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