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La escena del crimen

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La isla Martín García fue uno de los diez campos de concentración de indígenas en territorio argentino. En sus 180 hectáreas hoy viven casi cien personas y la visitan un puñado de turistas que buscan una de las glorias de la isla: el pan dulce

La escena del crimenLa guía empuña el micrófono como una cantante de folk norteamericana. Es rubia, discreta, viste vaqueros y botas. No canta, pero nos da la bienvenida y nos informa la velocidad y   recorrido que hace la lancha que tomamos en Tigre y nos deja tres horas más tarde en la reserva natural Isla Martín García. Dice que está ubicada a 60 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, en la desembocadura del río Uruguay, sobre el Río de la Plata y frente a la costa uruguaya. Cuenta también que fue bautizada en 1513 con el nombre del despensero de la expedición de Juan Díaz de Solis, que murió en alta mar.
Lo primero que se ve al desembarcar son dos cañones pintados con esmalte sintético gris apuntando al puerto. Un arco de cemento tiene inscripta la palabra “Bienvenidos” con poca convicción. Hay árboles altos y espesos a los costados de las calles pedregosas. En la entrada, un cartel enorme, con sus bordes corroídos por el óxido, informa sobre la geografía de la isla, y en él -con toda naturalidad – una franja rojiza etiquetada como “zona intangible”. Un dato inquietante que me llena de preguntas que nadie puede responder… Queda, entonces, la imaginación.
No hay autos, ni camionetas, no se ven bicicletas, y dudo que haya triciclos. Circula un tractor que arrastra una plataforma con ruedas primero vacía y que, al rato, pasa con algunos muebles de madera bailando en la superficie. La poca gente que camina por el lugar tiene un abrigo atado a la cintura, algunos usan viseras, zapatillas enormes y una impunidad propia del turista. Es decir: son turistas.
Los lugares históricos están señalizados con carteles que parecen recortados del Billiken; dan una explicación certera que no permite preguntas. Son varios; un teatro, el penal donde estuvo detenido el ex presidente Juan Domingo Perón, la casa de Rubén Darío, el museo, el crematorio, la casa de bombas. Todos están indicados en los mapas con numeritos o flechas gordas. No hay manera de perderse y, sin querer, llegar a la “zona intangible”.
La gran mayoría de los habitantes de la isla son empleados administrativos de la provincia de Buenos Aires. Los otros trabajan en sus negocios: un kiosco, un bar y dos restaurantes. Nadie es propietario de la casa que habita ni de los comercios que gestiona. Todas son concesiones que otorga el Estado provincial.
Las clases se dictan de martes a sábado, y la falta de profesores hace que las familias con hijos adolescentes tengan que mudarse para que puedan cursar la secundaria.
El refugio
Delia tiene un poco más de 50 años y hace 13 años que llegó desde Trenque Lauquen. Habita una casa de habitaciones enormes. Dice que las dimensiones son amigables sólo en verano, porque toda la casa se mantiene fresca; en cambio el invierno es áspero y no hay con qué calentar los ambientes. Entre las 93 personas que habitan en forma permanente Martín García y los 15 gendarmes que cumplen tareas temporarias, Celia es reconocida por administrar el único bar (con pool) de la isla. Cuenta que es difícil tener negocio porque el traslado de la mercadería encarece mucho los precios. Aunque el único que hace plata, según Celia, es el panadero, su hermano, que prepara el producto más famoso de Martín García; el pan dulce. En sus dos tamaños (kilo y medio kilo) sobresalen los colores de la capa de frutas secas y abrillantadas que recubren la masa.
Celia recuerda que visitaba la isla en el verano cuando sus hijos eran chicos. Luego decidió instalarse y ya no fue una isla para ella, sino un refugio porque su marido, un agente penitenciario, la golpeaba. Ahora, dice que lo único que vale en la isla es la tranquilidad.
Le pregunto si conoce qué pasó con los indígenas en Martín García, qué dicen los pobladores de esta parte de la historia tan escondida. Lo define de una manera que no deja lugar a dudas: “una atrocidad, y los militares se ocuparon de borrar todas las huellas”. Ejemplifica: “la pista de aterrizaje de avionetas se edificó sobre un cementerio indígena”.
Siempre hay alguien que escucha los ecos, lo que dice la gente sin precisiones.
Lo intangible
Los profesores de antropología e historia Alexis Papazian y Mariano Nagy integran el Grupo de Estudios sobre Genocidio y Política Indígena del UBACyT (proyectos de investigación financiados por la Universidad de Buenos Aires).
Se sabe, la historia genera equivalencias: El Olimpo, La Escuelita, la ESMA y otros centros clandestinos de detención que funcionaron durante la última dictadura militar se corresponden hacia la década de 1870 con otros nombres del terror: Valcheta, Trelew, Tigre, El Retiro, Junín, lugares de depósito de los originarios de la zona pampeana y patagónica.
Los investigadores decidieron documentar e indagar qué pasó en uno de esos campos de concentración, quizás el más importante de su tiempo: la isla Martín García. Se sabe que funcionó antes, durante y después de la llamada Conquista del Desierto. Que allí se implementaron prácticas represivas contra los originarios. Pueden nombrarse sólo algunas de estas acciones sistemáticas: se los trasladaba hacinados en barcos, se desmembraba a las familias, eran mano de obra cuasi esclava, los hombres eran incorporados al ejército, se los casaba, bautizaba y se les aplicaban todas las normas morales e higienistas de la época.
“Los indígenas detenidos no entran en la figura del esclavo, sino en el de la minoridad. Aunque sí había prácticas propias de la esclavitud”, explica Alexis Papazian y ejemplifica: “Cuando se los llevaba a la isla no se establecía en los documentos de entrada un plazo de estadía en Martín García. Tampoco iban allí por haber cometido algún delito, sino simplemente por su condición de indígenas. Esto da un indicio para pensar la isla como un campo de concentración”.
 
¿Cuál era el criterio de selección?
Llevaban a familias enteras, los hombres de pelea con sus mujeres y sus hijos. Luego eran clasificados de una manera utilitaria; unos a picar la piedra (la isla funcionaba también como cantera), otros para el batallón, las mujeres y los niños para la servidumbre. Y en la práctica también era un depósito porque llegaban a la isla pedidos de altas autoridades de Buenos Aires solicitando una china y dos niños para servidumbre, por ejemplo. O un cacique renombrado también para servidumbre, lo que para la época era un artículo de lujo. Además se los empleaba en las estancias para mediar entre el hombre blanco y otros originarios. Cada uno de estos pedidos era “satisfecho” en el mes y se dejaba constancia de la “entrega” en un documento que fijaba la fecha y detalle de la “mercadería”.
 
Hacía 1850 y hasta 1870 en la isla Martín García se alojaba a los detenidos de las montoneras, configurándose como un lugar de detención por razones políticas. Ya en 1874 comienzan a enviar contingentes de indígenas. Alexis señala que “uno de los iniciadores de los traslados fue el militar Nicolás Levalle que llevó a la isla Martín García 144 indios ranqueles de Catriel que habitaban la zona de Azul”.
Unos años antes, entre 1871 y 1872 el Comodoro Luis Py fue jefe de la isla.
Balas y grilletes
Los investigadores dan cuenta de documentos generados en la isla que nos hablan del día a día; los militares se quejan ante poder central por la falta de municiones porque los indígenas durante el entrenamiento no sabían tirar y desperdiciaban las balas. Se solicitaban también grilletes para los indígenas rebeldes. El médico de la isla exigía protección porque los originarios no querían ser vacunados y argumentaba que lo atacaban. Los indígenas se resistían a que les cortaran el pelo a sus hijos, y las mujeres se negaban a ser revisadas.
Para Alexis éstas eran pequeñas resistencias a un sistema que funcionaba para “normalizarlos”, en el sentido que le otorga el filósofo francés Michel Foucault. Y explica: “En la isla Martín García intervienen las fuerzas armadas, la iglesia, las ideas higienistas, el trabajo y las sociedades de beneficencia. Un microcosmos, un fragmento que representa el devenir de los indígenas. Porque son cristianizados, utilizados como mano de obra más que barata o subalterna, y se los despoja de su identidad. Y ni siquiera se los busca incorporar al concepto ciudadano argentino”.
Hacia 1879, la isla comienza a dejar en un segundo plano a los indígenas, para convertirse en lazareto para los inmigrantes. Esto ocurre porque se va disolviendo la idea de “problema con el indio”, a la vez que existe la sensación de objetivo cumplido.
Y ese objeto cumplido configura la idea de genocidio.
Alexis Papazian lo explica tomando la definición que estableció la Organización de las Naciones Unidas en 1948 sobre este crimen masivo. “Se buscó destruir a una etnia como tal, mediante la matanza de miembros del grupo, sometiéndola a condiciones de existencia que acarrearon su destrucción física, se trasladó por la fuerza a niños del grupo a otro grupo. Y todas esas condiciones se cumplieron”.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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