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Super peste al ataque

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A partir de la enfermedad de su hija, este profesor de yoga se convirtió en un investigador del impacto de las fumigaciones en la salud de sus vecinos. Y explica con la claridad del sentido común cómo se cultiva el modelo sojero en las cabezas.

Super peste al ataqueChacabuco ya no es más aquel pueblo que describió alguna vez Haroldo Conti en sus cuentos, caracterizado por fábricas, molinos, personajes pintorescos y tapiales amarillos. Ni es aquella localidad agrícolo-ganadera como fue pensada en sus comienzos. Chacabuco ya no es más un pueblo. Chacabuco hoy es otra cosa. Es una ciudad con algo más de 35 mil habitantes rodeada por extensos campos sembrados con soja, “mosquitos” fumigadores y máquinas aplicadoras que circulan por sus calles.
“Con un montón de enfermedades rondando”, agrega Santiago Muhape, integrante de la Agrupación Chacabuco Sustentable y colaborador de la campaña Paren de Fumigar del Grupo de Reflexión Rural (GRR). “No puede ser que en Chacabuco se vaya al médico por gripe y por cáncer”, se indigna Santiago. Y me reproduce el siguiente diálogo cotidiano:
-¿A dónde vas?-, pregunta Santiago.
-A hacerme “la quimio”-, le responden como si fuese algo normal.
Una frase
Santiago tiene 37 años, es profesor de yoga, padre de Sol y de Amauta y como él mismo se define: “fundamentalista de la vida”. Dice, por ejemplo: “Yo no quiero que me envenenen menos, yo quiero que me envenenen nada”.
La historia de vida de su hija Sol es directamente proporcional al fundamentalismo que sembró, regó y desarrolló Santiago. Sol tiene 15 años y sufre trastornos neurológicos, como la epilepsia. Hasta la fecha tuvo 86 convulsiones en ocho años, seguidas de apneas y un parocardio respiratorio. “¡Y estuve una hora bolseándola!”, grita Santiago agarrándose la cabeza al recordar lo que cualquier padre quiere olvidar. Y palabra más palabra menos, Santiago transforma la frase que leyó hace un tiempo en mu en una declaración personal:
 
“Frente al peligro de daño irreversible, la falta de certeza científica no debe impedir adoptar medidas concretas -en función de costos- que protejan al medio ambiente y la salud”.
 
“Han puesto en riesgo una vida por una cuestión que podría haber sido evitada, porque si bien no tenemos certeza de que la epilepsia de Sol esté relacionada con este agroquímico (se refiere al glifosato), hay una relación directa entre un ambiente plagado de pesticida y mi casa: en épocas de fumigaciones quedamos bajo una nube de un cóctel de agrotóxicos. Y en esa época es cuando Sol empeora”.
No hay que ir muy lejos para corroborar lo que Santiago cuenta. A pasitos de su casa hay un terreno baldío sin cercar, y sobre los restos de lo que fue alguna vez una planta de manzanilla hay un bidón tirado cuya etiqueta delata: “glifosato Syngenta”.
A metros de ese terreno fumigado los chicos juegan, esquivando esos envases luego algunos vecinos usan para rellenalos con kerosene que será usado en casas de familias. Y si uno tiene ganas de caminar dos cuadras, encontrará estacionada en el cordón de la vereda una máquina aplicadora de glifosato.
“Que el glifosato contamina ya lo sabemos. El informe del doctor Andrés Carrasco lo confirma: causa abortos espontáneos y malformaciones. Lo que me preocupa es que nadie escuche. Ni los políticos, ni los médicos se preguntan qué está pasando, ni cuáles son las causas de tantos casos de cáncer. Yo pensaba que en esta cuadra había cuatro casos. Ahora me confirman que son nueve personas que lo padecen. Es evidente que aumentan. Sin embargo no hay un registro oficial. Nadie se anima”.
Las aritméticas del veneno
Hagamos cuentas. En dos cuadras continuas y céntricas tenemos:
 
Un terreno fumigado
Bidones de herbicidas usados y tirados.
Niños que pasean en bicicleta por el terreno fumigado.
Una máquina aplicadora.
Nueve casos de cáncer.
 
Si agudizamos la vista, ponemos la lógica en acción y hacemos una cuenta simple y sencilla, deducimos rápidamente que algo anda mal. Y si tenemos ganas de hojear los papeles, llegamos a un resultado un poco más complejo: no se está respetando lo impuesto por la ordenanza municipal 4252/06, originada en las notas publicadas por Chacabuco Sustentable, cuyas denuncias propiciaron la primera reglamentación contra los agrotóxicos que tuvo la ciudad. La norma, de manera clara y concisa, prohíbe la tenencia de productos plaguicidas aunque los mismos sean “para uso particular, no sujetos a comercialización, y los equipos terrestres de aplicación dentro del área urbana”. Señala, además, que los envases vacíos de productos tóxicos deben pasar por un triple lavado antes de desecharse y que deben ser acopiados en un lugar afín. También dispone que las máquinas aplicadoras no pueden estar dentro de la zona urbana.
Para los políticos y productores chacabuquenses Santiago Muhape es un maleducado. Le aconsejan, por ejemplo, que sea más respetuoso. “¿Vos creés que yo tengo que moderar mi discurso cuando las fumigaciones no son moderadas y cuando tengo una hija que, con 15 años, recién está aprendiendo a leer y a escribir como posible consecuencia de los agrotóxicos?”, disfraza de pregunta la convicción indeclinable a no darse por vencido. “Mirá”, me señala. Abre y me muestra una carpeta obsesiva y cronológicamente ordenada donde se pueden encontrar desde notas periodísticas e informes ambientales y hasta la copia de el permiso para poner una Planta Experimental.
Derecho a la información
Santiago cuenta que el subsecretario de Medio Ambiente de Chacabuco lo acusa de improvisado. “Me desautorizan a mí y autorizan a los que envenenan. No seré ingeniero, pero quiero respirar aire puro. Tengo que estar formándome todo el tiempo porque esto no es una cuestión voluntariosa, sino un tema de pleno conocimiento. Porque nuestro derecho a la vida se convierte en derecho a la información que es negada y escondida”.
Santiago habla pausado pero sin detenerse. Va hasta la cocina, retira la pava del fuego, y chequea nuevamente la carpeta en la que guarda como tesoros sus documentos. Elige dos de ellos, los pone sobre su falda, los lee, los compara y suelta: “Acá hay un diálogo desfasado”. Entonces me cuenta que en el mismo mes que recibió desde la Municipalidad copia de un pedido realizado por Bayer CropScience (noviembre de 2006) para poner en Chacabuco un campo experimental, Santiago presentó al intendente de Chacabuco, Rubén Darío Golia, una investigación titulada: “Hay denuncias sobre agrotóxicos en localidades”. Como respuesta, la Intendencia decidió otorgarle el certificado de habilitación a la empresa Bayer S.A. El permiso viene acompañado por dos “bonus track”. El primero: habilita a Bayer no sólo como depósito de productos agroquímicos para uso experimental, sino también para oficina (sí, leyó bien: le dieron más de lo que la empresa pedía). El segundo: el campo experimental de Bayer tiene el aval municipal, provincial y nacional. Sin embargo no se sabe cuál será el impacto de los tóxicos que se probarán en estas tierras.
La incógnita que nadie responde
Santiago me dice: “Agarremos la bicicleta y vayamos a visitar a Magui”. En el camino me cuenta que Magui Argüello tiene 15 años y sufre un retraso mental madurativo producto de una agenesia de cuerpo calloso. Llegamos a la casa de Magui y ahora la que habla es Mónica, su mamá. “El problema de Magui es que duplicó el cromosoma número 8. Tiene un retraso mental y la parte más comprometida es la de la comprensión y el habla. Magui es una nena chiquita en un cuerpo grande. Y si bien nos informaron que una de las causas es la contaminación ambiental -los estudios médicos realizados y los diferentes médicos con que hablamos nos orientaron hacia ese lado-, ningún médico hasta este momento lo ha puesto por escrito”. Ni en el Hospital de Pediatría Garrahan ni el el Rivadavia, donde se le realizaron los estudios genéticos, se expidieron hasta ahora y por escrito al respecto. La sola duda que siembra su caso da miedo.
Santiago interrumpe la charla: “No hay registro de nada. Nadie sabe la cantidad de enfermedades neurológicas que existen en Chacabuco. Ni siquiera hay un registro de la cantidad de chicos con discapacidad. Pero si sabemos que más transgénicos significan más pesticidas. Y que más pesticidas son sinónimo de menos control”.
El corazón sojero
Chacabuco no está solo. Lo acompañan varias localidades más en este nuevo rol de “laboratorio humano”. Santiago explica y enumera: “El noroeste de la provincia de Buenos Aires es el corazón sojero del mundo. En la localidad de Rojas, Monsanto montó un campo experimental. En Pergamino y en Alberdi, Syngenta puso el suyo. Pensá que si en esta ciudad abrís un kiosco y te detectan una canilla con un tamaño diferente a lo que las autoridades consideran normal, te lo cierran. Y sin embargo, otorgan permisos a estas empresas que la visión que tienen del suelo, de las plantas y las plagas es la misma visión que se tiene en una guerra. El objetivo es matar al enemigo. No saben qué matan: si insectos, plagas, gente. Imaginate esta escena: pasa un mosquito fumigador, rocía el terreno con tóxico y luego esa nube la respiran los vecinos. Es lógico que en Europa no les permitan realizar este tipo de ensayos.
 
¿Por qué creés que ante la evidencia de contaminación los políticos miran para otro lado?
Por varios motivos. Uno de ellos es que los políticos están endulzados con este tipo de agricultura, ya que muchos son productores. Luego está el problema generacional. Ellos nacieron con este modelo y no se animan a vislumbrar otras posibilidades productivas. Sin saberlo son cómplices de algo que no entienden, entonces repiten mentiras. Y esto viene de la mano de otro factor. El monocultivo, cuando se instala (es decir que no debemos reducir el tema al glifosato), no sólo lo hace como modelo productivo, sino que también se cultiva como pensamiento. Por eso necesita instalarse en las escuela y en las universidades. Entonces ya no es sólo el mercado el que te lo vende como única posibilidad productiva, también esta única opción se baja desde la enseñanza. Esto en Chacabuco queda claro: en la Escuela Agrotécnica se siguen gestando técnicos que promocionan un modelo de agro plenamente basado en transgénicos y agrotóxicos. No existe la opción agroecología en sus cabezas.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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