CABA
Medio y medio
Victor Hugo conversa con Pablo Marchetti. Con Clarín como enemigo común y la Ley de Medios como disparadora, la charla repasa pasado y presente del príncipe del periodismo actual, cuyo estilo queda aquí definido como “beatle”. Cuáles son sus consejos para futuros periodistas.Clásico y moderno. Popular y erudito. Uruguayo y argentino. Víctor Hugo Morales es un zurdo oficialista en Radio Continental y es un liberal librepensador para las mentes más cerradas del oficialismo. Un pueblerino de Cardona y un cosmopolita de Montevideo. Un uruguayo frenteamplista y un argentino de centroizquierda que comprendió que todo, en esta Argentina que lo adoptó como suyo, pasa por ese engendro, esa fe, ese universo, esa masa gelatinosa, ese sentimiento llamado peronismo. No, Víctor Hugo no es peronista. ¿Cómo va a ser peronista si es uruguayo? Pero a pesar de ser uruguayo, Víctor Hugo no es gorila. Víctor Hugo piensa, reflexiona, hace una pausa, le esquiva a la máquina de hacer chorizos. Pero lo hace desde el centro de la escena, desde el mismo corazón de esa máquina de generar relatos pedorros. Por eso, su voz es inevitable cuando se trata de hablar del periodismo. Por su reflexión y por su amplificación. Como Los Beatles, Víctor Hugo es popular y exquisito. Y como a Los Beatles, a hay que escucharlo con mucha atención. Una y otra vez.
No es que me interese especialmente hablar de la Ley de Medios, pero tengo la sensación de que el gran triunfo de esta ley es el debate que generó sobre de quiénes son los medios y qué intereses defienden. ¿Vos cómo lo ves?
El triunfo de la ley de medios ya está garantizado porque se han caído las caretas y, también, algunos de los coroneles o generales de los medios.
¿Y qué pasó después de la caída de esas caretas? ¿Cuál fue la reacción?
Por ahora, están huyendo hacia adelante. Es patético lo que siguen intentando. En vez de replegarse y tratar de convertirse en elementos más sobrios de información o de ir sacando y acotando las caras más visibles y repudiadas por la gente, están cada vez más apuntalando a esos coroneles. Quizás porque piensan que son los únicos rostros que tienen una cierta credibilidad para defender sus intereses. La única forma que tienen de recuperarse es que esas empresas de 3 mil millones de dólares digan: “menos potencial, pero recuperemos la credibilidad”.
¿Creés que van a poder hacerlo?
Y, para eso necesitan poner periodistas al frente. Difícilmente puedan ser los mismos que tienen ahora, porque a ellos les va a costar muchísimo recuperar la credibilidad. Habría que hacer una especie de culturización de la gente diciéndole: “mire cuáles son las dependencias de los periodistas independientes”. La única indenpencia que tiene los conductores de los programas de cable es con el Gobierno. Las empresas, a las cuales les venden una publicidad miserable, están pagando protección. Esta etapa del periodismo, por donde la tomes, es una vergüenza.
¿Cómo te sentís vos en medio de todo esto? Por un lado, da la sensación de que la gente te ve más politizado. Pero por otro, siempre fuiste el paria más ilustre entre todos los parias que luchaban contra el monopolio del fútbol, por ejemplo. Y esa fue siempre una actitud muy política de tu parte.
Ahora voy a empezar a publicar algunas páginas de un librito que escribí en el 97 que se llama Un grito en el desierto que es el mayor orgullo de mi vida. Fue escrito en el apogeo de mi vida económica y es tan fuertemente político, un visceral rechazo a lo que ocurría en los 90. Lo paradojal es que, te aseguro, nunca volveré a ganar lo que ganaba en esa época.
Disculpame, me expresé muy mal. Dije: “la gente te ve más politizado”, y eso de “la gente” es un clarinismo bochornoso.
Claro, debiste decir: “Ahora dicen…”
“…Cada vez mas gente cree que Victor Hugo se politizó…”.
¡El daño que le han hecho al periodismo!
Y a la lengua castellana… porque está bien poner el foco en el contenido, en lo político, pero también en la forma. Hablemos de sujeto y predicado: lo que hicieron con eso es tan jodido como lo otro. Pero volvamos, ¿entonces no te sentís más politizado?
Admito y no refuto lo que decís: para mucha gente es una novedad. Porque los que sabían que yo me peleaba con estos tipos eran los que estaban en el entorno. Pero la audiencia de un programa como el de la mañana no estaba enterada de que yo peleaba desde toda la vida contra Clarín. Entonces, encuentra que de buenas a primeras el tipo que se mantuvo confrontativo con el gobierno por el tema del campo durante un año, el tipo que pataleaba por la fusión de Cablevisión y Multicanal, un día le estalla la cabeza a favor del gobierno. Por un tiempo fui comprensivo de esa reacción de desconcierto y después, por suerte, se produjo un cambio de audiencia.
¿Cómo te ves hoy respecto de lo que pensabas durante el conflicto del campo?
El tema del campo para mi era un juego de intereses. En ese juego estaba muy desafectado el campesino chico. Y el tratamiento igual a los desiguales me parecía injusto. Con ese tema y con la íntima calentura que me dio cuando en diciembre de 2007 Kirchner le firmó la fusión a Cablevisión y Multicanal, además de recibir a Grondona y Carlos Ávila en la Casa de Gobierno, dije cosas en la radio que eran para ir preso. Encontes, el tipo que me escuchó decir una cosa puede pensar que me escucha decir ahora otra otra. Pero en el medio vino la estatización de las AFJP –que es un tema muy sensible a cualquier persona de centroizquierda–, tras cartón, el fútbol para todos y la Ley de Medios: entiendo entonces que mucha gente no haya asimilado este proceso.
Cuando hicimos la edición de la muerte de Kirchner en Barcelona hubo mucha gente kirchenirsta que se quejó. Ahí nos dimos cuenta de que criticamos mucho más a Néstor que a Cristina, porque en el primer momento Clarín estaba con Néstor. En cambio, con Cristina no fuimos tan duros porque estuvo en contra de Clarín. Y nuestra conclusión fue: podemos apoyar algunas cosas del Gobierno y criticar otras, pero lo que tenemos claro es que siempre vamos a estar en contra de Clarín.
Para mí Clarín es el principal cáncer moral del país. Yo hace 15 años que lo digo por lo del fútbol, pero detesto a Clarín desde el primer año que estuve acá. ¿Sabés qué es lo que más detestaba? Que no sabía lo que era Clarín. Yo sé lo que es La Nación, sé lo que es Página 12, pero no sé lo que es Clarín. Negoció con el que sea y siempre se presentó como un diario que no tenía ideología. Clarín fue vanguardia y bandera del supuesto fin de las ideologías, cuando las ideologías estaban más vivas que nunca.
Recuerdo que al año que salió Barcelona, vino un tipo que quería abrir una radio y nos llamó para hacer algo. Le dije: “Nosotros no queremos hacer chistes, nosotros queremos bajar linea”. El tipo quedó espantado, no hablamos nunca más. De repente veo que hoy vos tenés un programa de televisión que se llama Bajada de línea: eso sí que era inconcebible hace un tiempo. Bajada de línea era una cosa de la que no se podía hablar, como no se podía hablar de periodismo de periodistas, o sobre periodismo, en general, en los medios masivos. Era algo tabú, que no se podía hacer. ¿Cómo fue que los medios, como tema político, avanzaron tanto en los propios medios ?
No lo sé. Pero la discusión política se empezó a vivir con más naturalidad. Y a importar menos los jirones que uno deja en el camino. Yo dejo jirones y no me quejo, porque ¿qué defensa puedo tener cuando Clarín me pone en la lista de los que reciben planta del gobierno para generar votos a su favor? Ante eso, ¿qué hacés? Te asustás y te replegás, o lo tomás con naturalidad y decís: “¿quién carajo soy yo para pretender la unaminidad?”. Por cosas como esta yo he pasado por circunstancias y gente a la que no he llamado más, porque me van a hinchar los cocos. Además, deben estar enojados conmigo. Porque lo más difícil que rompí en este tiempo fue la pertenencia social.
Hablamos del pasado y del presente. ¿Como ves esto de cara al futuro? A un pibe que empieza a estudiar periodismo, ¿qué le diarías que haga?
Un periodista tiene que trabajar donde pueda. Porque hay muchas maneras de hacer periodismo que no son necesariamente las de dar una opinión. Ahora están más advertidos: un pibe no te puede decir que no sabe ahora lo que no sabíamos nosotros, porque estas cosas no se discutían en otros tiempos. Pero los pibes están alertados de qué es lo que se está discutiendo en el país. Entonces, si te toca trabajar en Clarín hay enormes posibilidades de hacerlo sin vender tu alma. Yo diría, como consejo o sugerencia y por la experiencia personal: lo que vos sos a los sesenta años no está tan fuertemente independizado de lo que hacés a los veinte. Hay una continuidad. Yo no soy, para nada, una persona que le dice a un pibe que no trabaje en Clarín. Todavía le digo a los muchachos que trabajen en donde puedan. Pero que sean lúcidos, zorros, vivos.
Está bueno esto que decís. Sobre todo cuando desde ciertos medios oficialistas se pretende estigmatizar a todo aquel que labura en Clarín…
Hay que defender la cosa del laburo. Porque ese tipo, el día que pueda salir de Clarín –si no vendió su alma al diablo– va a salir purísimo para hacer buen periodismo en otro medio, o en su propio medio. Hay que estar en Clarín, si te toca, como vivíamos nosotros en la dictadura: con un poco de ingenio.
Por favor: contame cómo te fue en la dictadura, cómo era laburar entonces.
Yo nunca le tiré una bala a un militar, ni siquiera una piedra en la cabeza: simplemente no les pertenecí. Y de vez en cuando, pude cometer una travesura. Ese es el ingenio: cuando se dan cuenta te llaman, vos pedís disculpas y decís que no te diste cuenta. A mí me pasó 3 ó 4 veces. Una vez, un pibe, Filipini, metió dos goles jugando para Defensor contra Nacional. Yo era el relator. Al terminar el partido se le pasaba los goles a los que lo habían convertido. Viene Filipini, se pone los auriculares, le hago escuchar los goles y el tipo dice: “Se los quiero dedicar a mi hermano y a sus compañeros que están presos en el penal de Libertad”. Y le digo: “Con mucho gusto, muy bien recibido ese saludo”; y algo más, pero no me quiero poner demasiado heroico. Al otro día, citación. Fuimos al Prado –barrio de Montevideo donde estaban los militares– a las 11 de la mañana y me atendieron a las 3 de la tarde. Fueron cuatro horas en donde no sabía qué miércoles me iban a hacer. Entré y me atendió un mayor. Puso un viejo grabador y me dice: “¿Qué significa esto?”. Le digo: “Nada, uno no sabe bien lo que dice cuando termina un partido, es como si se lo hubiera dedicado a su mamá o a la repostera de la esquina, yo los saludos los apoyo siempre”. “No –me dice–. Usted me va a entender bien: tarjeta amarilla”. El ingenio que se puede tener para estar en dictadura, más o menos en paz con tu conciencia, se puede tener también si uno trabaja en Clarín o en La Nación. Yo no le diría a ningún pibe que trabaje en tal medio porque sino es un tipo que le está vendiendo el alma al diablo. Vos hacé periodismo donde puedas, crecé y sé lúcido. Después la vida te irá ubicando en el lugar que te corresponda.
¿Cómo te cae el término “periodista militante”?
Yo respeto. Toda la vida un periodista ha sido militante, no es ningún descubrimiento. El periodista de La Nación fue un periodista militante –para decirlo de la manera más suave– del liberalismo más puro de los 90. El periodismo siempre es militante.
Lo que planteás deja al descubierto cómo hay determinadas palabras que se utilizan sólo en una dirección y para referirse a un solo aspecto del asunto. Como ocurre con “inseguridad”, por ejemplo. Y en el caso de “militante” pasa como con el arte político. Si uno piensa en “arte político” piensa en Goya, Diego Rivera, en George Grosz, en algunas cosas de Picasso, en Berni… o sea, en gente de izquierda que denuncia las atrocidades del poder. Pero no se piensa en los pintores que retrataban a los monarcas y a los papas, cuando eso también es arte muy fuertemente político.
Por supuesto, porque además vivian con los papas y con el rey. Velásquez, pobrecito, vivía con Felipe para pintarlo. Cobraba un sueldo y todo: vivía de la monarquía. Yo diría que, en este momento, definirse como militante oficialista, es un paso generoso. Si yo estuviese de acuerdo 100% con el gobierno, por la latente posibilidad de que no quisiera tragarme sapos, no aceptaría de ninguna manera decir que estoy a favor del kirchenirsmo. No me siento kirchnerista, aunque quizás sea nada más que el deseo de preservarme. Preservarme es una forma de “no generosidad”. Como la que sí puede tener un tipo que siempre creyó en esto, que cada vez que escribió una nota y habló por radio lo hacía para que ocurriese esto. ¿Qué carajo va a hacer afuera de lo que siempre creyó? A esos tipos los respeto y los veo generosos. Es un paso que no voy a dar, por egoísmo. Así que respeto que alguien diga “periodismo militante” pero con una aclaración: el término es nuevo, la realidad es de toda la vida.
¿Cómo queda entonces la relación entre la política y el periodismo? ¿Una cosa depende de la otra? ¿Importa la política y no tanto el periodismo? ¿Debemos admitir, finalmente que el periodismo es una herramiento política?
Ante todo somos animales políticos, lo sepamos o no. Estamos inmersos en eso. Hasta los personajes más menores y despreciables de la farándula también participan muy fuerte en política. Quizás no lo sepan. O no están advertidos. O lo saben y se hacen los sotas. Todo lo que hacemos es política. Todo lo que intenta modificar hacia un lado o hacia el otro la sociedad que integramos es política: una obra de teatro, un libro, un diario. Mi programa es intensamente político hasta cuando no estoy hablando de política. En la manifestación estética estas hablando de política. La estética es parte de la política, el apoyo que tengas o no a los valores culturales es una forma de decir “quiero un mundo que se acerque más a lo cultural y salga de la chacota”. ¿Cuándo no estás haciendo política? Tenemos que asumirnos como animales políticos.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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