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Animal print

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Pankarta, ropa con mensaje. “Nacida para ser libre” es el lema que estampa esta diseñadora que combinó sus convicciones con la autogestión y creó una nueva forma de defender sus ideas.

Animal printPara llegar a la primera estación, se desprendió de la comodidad y la seguridad, dos piedras en los bolsillos que la detenían en la tranquilidad de una vida de costuras prolijas con hilo grueso y apretado. Decidida a correr riesgos, avanzó hacia la siguiente parada que incluía telas, tijera, el amor por los animales y sus buenas ideas para el diseño de indumentaria alusiva. Más adelante incorporó los argumentos y aplicaciones de una alimentación sana y consciente, abrazó el veganismo y eliminó de su dieta los productos procedentes del reino animal. De ahí se encaminó hacia una visión anárquica como plataforma ideológica cotidiana que propone sacudir con amabilidad las neuronas para provocar la agitación de las creencias envasadas, etiquetadas y listas para usar.
El recorrido que inició Marisa Cupaiolo le llevó tiempo, reflexión y coraje para avanzar con paso firme hacia cada nueva etapa. Pisoteó miedos y los reemplazó por brotes de optimismo y un ramillete de certezas que fue encontrando en el camino y se convirtieron en sus aliados para encontrar el rumbo que la define y entusiasma.
Trabajo a medida
El aburrimiento es fastidioso cuando se atesora un espíritu inquieto. Marisa tenía un trabajo estable, un buen sueldo, pero también un elevado nivel de hartazgo, que alcanzó para asomarse a otra realidad que comenzó a construir el día que presentó la renuncia, desoyendo consejos de prudencia. “Fue un cambio total, el click lo hice con la caída de De la Rua. Trabajaba en un estudio contable y ganaba bien, pero era una esclava, me imaginaba los años atrás de ese escritorio y me deprimía. Al comienzo me dio temor, pero fue mi decisión y fui consciente de esa libertad, que también tiene su precio. Elegí correr el riesgo”, cuenta Marisa, morocha atractiva, de modales suaves y palabras convincentes.
Aprendió el oficio de crear ropa de su madre modista y nómade, que en cada mudanza sólo trasladaba lo imprescindible: en un brazo cargaba la máquina de coser y con el otro aferraba la mano de Marisa. A corta edad, hacía sugerencias de estilo a las clientas maternas mientras acumulaba la instrucción que ahora pone en práctica en el emprendimiento que bautizó como “diseño animalista y libertario-ropa pankarta”. Durante la adolescencia se fabricaba sus propias prendas y las amigas y conocidas le encargaban diseños a medida. Sus remeras y vestidos tienen mensajes amistosos, en defensa del mundo animal, en consonancia con su actitud de respeto hacia la naturaleza. “Soy vegana, no consumo nada de origen animal y el mismo concepto lo aplico en la ropa, por lo que no uso cuero ni plumas. No los consideramos cosas ni propiedades, ni productos, no son para nosotros alimentos, ni ropa, ni objetos de experimentación o divertimento”.
Para sus creaciones, compra telas y utiliza también retazos que encuentra abandonados en las calles porteñas dedicadas a la industria textil. Trabaja con un amigo y una cooperativa de serigrafía que se encargan de estampar sus dibujos. Como explica en su blog, cada modelo es único, si bien pueden tener el mismo corte, las telas son variadas y están intervenidas con materiales que otros desechan. Cada mujer que luzca alguna de sus prendas sabe que no encontrará otra igual.
Manejó un local propio, pero permanecer tantas horas en un mismo lugar se volvía tedioso, así que bajó la persiana y se involucró en distintas ferias autogestivas, que le permiten el movimiento al que está acostumbrada desde niña. Atraída por el sustento ideológico que sostiene esos espacios e interesada en trabajar en forma colectiva, se relacionó con gente afín y en la actualidad vive de la venta de sus prendas.
Animaladas
“Todos somos animales. Los hay humanos y no humanos”, aclara Marisa, que también forma parte de una acción de resistencia creativa en la que brindan información sobre la cultura vegana. “Siempre me gustaron los animales, especialmente los gatos, que están en muchos de mis diseños. A través del proteccionismo, de rescatar animales de la calle, me puse en contacto con personas vegetarianas y veganas. Al principio lo veía como algo extremista, porque desde que somos chicos nos enseñan que la vaca es para comerla, que nos da la leche, son paradigmas de un sistema. Una vez estaba escribiendo una carta en contra de unos chinos que mataban gatos y perros y me di cuenta de que lo mismo se hacía con las vacas y otros animales de consumo habitual. Me vi enroscada en una incoherencia, me informé, me contacté con un médico naturópata y no quise comer más animales”.
Desde una página web, intentan divulgar los principios de esta forma de alimentación y comportamiento ante los abusos hacia los animales. También reparten folletos en ferias y encuentros y hace degustaciones de comidas que no incluyen ningún componente animal en la preparación. Sin caer en el autoritarismo, sin juzgar al otro si no comparte la misma cosmovisión, buscan no discriminar por raza ni por especie y fomentar el respeto por la vida. “Queremos llegar de una manera amena, y no sólo hablar de no comer animales, porque podés no hacerlo pero comprarte una remera que fue hecha en un taller donde se explota gente. Hay que ver qué hay detrás de cada cosa, es una crítica al sistema capitalista, con su lógica de esclavizar; el dinero para nosotros es sólo un papel de intercambio, porque somos seres sociales”.
El mail de Marisa arranca con una autodefinición: anarkikavegana. Identidad que pone de manifiesto en sus actos y pensamientos. Dice que a través del veganismo llegó al anarquismo. ¿Y cómo fue? “Por adherir a conceptos libertarios. Si bien el anarquismo es una utopía porque implica mucha conciencia, mucho respeto para que todos podamos vivir sin jerarquías, con consenso, trato de aplicarlo, de no estar sujeta a organizaciones verticales, participo de ámbitos con modalidad de horizontalidad”. La estrategia es poner “bombas mentales”, que provoquen cambios y, como le sucedió a ella en su búsqueda personal, “ver cosas que antes no veía”. Marisa estudió Comunicación Social con orientación en Publicidad, hizo algunas pasantías y se dio cuenta de que no iba por ahí su disfrute. Corría el año 2001 y eran tiempos de crisis para el país y para su trance interno, el momento ideal para patear el tablero. De su esencia de comunicadora perduran las ganas de relatar, por eso ejerce la tarea de escribir cuentos para niños, con temática animal.
Entre sus proyectos está la idea de abrir un lugar donde haya charlas, talleres, jornadas, reciclaje y exposición de objetos. Un sitio donde juntarse con amigos y sostener con garra e intensidad la consigna que aparece en sus remeras: “Nacida para ser libre”.

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