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Cine sin patrón

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Industria Argentina. Primera ficción sobre fábricas recuperadas, ya recibió su primer premio: el llanto y los aplausos de los trabajadores de Lacar, a quienes fueron a ovacionar los actores.

Cine sin patrónLa edición 2011 del festival de cine de Mar del Plata tiene entre sus invitados a estrellas de lujo: 200 obreros de fábricas recuperadas de todo el país. El motivo: la película Industria Argentina (con subtítulo sentencioso y justo, “la fábrica es para los que trabajan”) se estrena como caso testigo del proceso de vaciamiento de las fábricas, fuga por parte de los empresarios y la posterior puesta en marcha de una alternativa a cargo de los trabajadores. El director y guionista es debutante y se llama Ricardo Díaz Iacoponi.
En una época en la que el asunto del nuevo cine argentino –por ser una fórmula repetida hasta el espanto en la que se encierra todo lo que sugiere una nueva mirada, dolor de las categorías– empieza a quedar para el folio de los sectarios, los libros de historia y los criticones, Iacoponi traslada las tensiones de un proceso real representando cinematográficamente las técnicas de recuperación que se descubrieron como vía de escape a lo largo de todo el territorio argentino luego del 2001.
La película se filmó durante este verano en la cooperativa 19 de Diciembre y en tiempo récord: apenas 2 meses. La locación nace de ese motor invisible de la humanidad: la casualidad. El director vive en Villa Ballester y caminando se encontró con la que más tarde sería la fábrica de su ficción.
Así se presenta Iacoponi: “Yo estudié en la Enerc Diseño de sonido. Cuando me quise anotar había un solo día que para ir. Estaba trabajando, llegué tarde y se acabaron los cupos para Realización. Entonces me anoté en sonido, que no me disgustaba. No tenía experiencia, o casi nada. Después hice muchos cursos de dirección de actores, de guión, me fui especializando en distintos talleres. Trabajé también como ayudante en la UBA, en la carrera de Imagen y Sonido. Hice muchos cortos. El primero fue uno de animación, Amante de aves, otro fue la adaptación de un cuento de Isaac Asimov y otro está basado en la crisis de 2001 y se llamó Costo Argentino y formó parte de la edición 2004 de Historias Breves”.
Los acercamientos de Ricardo al cine fueron bastante naturales y cotidianos porque su padre proyectaba películas en Súper 8 (antiguo formato, hoy casi extinto) y él lentamente comenzó a admirarlas. Entre sus influencias menciona a dos maestros del arte: Hitchcock y Fellini.
Favorecido por su primer sueldo compra una cámara con la que filma las pequeñas historias que crea con sus amigos, utilizando la calle como escenario, incluídos los partidos de fútbol en las canchas del barrio (eso cuando no estaba adentro, jugando de delantero). Ricardo: “Empecé a aprender a jugar con la cámara.”
De película
En el 2004 entra en el mundo de las fábricas recuperadas cuando lo llaman para encargarse de la parte del sonido de un documental. El proyecto no prosperó, pero sí se mantuvieron sus ganas de hacer algo con esa experiencia.
El día que Ricardo fue por primera vez a una fábrica y oyó los testimonios de los trabajadores que ya comenzaban a producir bajo nuevas formas, llegó a su casa de Villa Ballester y pensó: “Voy a hacer un guión con esto”. Comenzó grabando algunas marchas del movimiento, recogiendo testimonios en audio de algunos trabajadores, mientras hacía un tour por todas las fábricas recuperadas de Buenos Aires.
Es en una de ellas, Ghelco, conoció a Luis Caro, abogado del Movimiento de Fábricas Recuperadas, quien además de gurú iniciático se transformó en consejero de guión para Ricardo. “El estaba mucho más metido en el tema que yo y me decía si había algo en mi historia que no correspondía con la realidad. Mi idea era contar el proceso de la gente desde hace meses dejó de cobrar un sueldo, que ya no aguanta más la tensión interna, las discusiones, el qué hacemos, la mala relación con los patrones que todavía están tratando de estafarlos. Y aparte, la situación personal de Carlos, el protagonista. Sus problemas: una esposa que está embarazada, el banco que le exige que liquide una deuda. Historias que en esos años eran bastante comunes. Quería mostrar ese cambi, de personas que pasan de ser empleados a ser responsables de llevar adelante la fábrica. Si ellos no se organizaban o decidían juntos hacer esto, no pasaba nada. Esta situación es completamente distinta a lo conocido: tienen que comenzar, ante todo, a saber ponerse de acuerdo. Incluso está el temor de los personajes en el momento en que hay que tomar esa decisión de decir: ‘Basta: hasta acá llegamos’. El quiebre es cuando se encuentran con que la fábrica un día suspende las actividades. Ahí dicen: tenemos que hacer algo”.
Film de época
Luego de cinco años de recolectar información, estar metido en otros proyectos y trabajar en el guión durante los tiempos libres, Ricardo logra crear un pequeño video, arma un proyecto definido, se reúne con el productor y presenta una carpeta en el INCAA. Consiguen la financiación y empiezan la gesta. Ricardo: “De movida se me ocurrió que la historia iba a ocurrir en una fábrica metalúrgica. Con respecto al uso de la cámara yo lo que quería era una imagen bastante naturalista, realista. Por eso buscaba que todo fuese muy verosímil. Por ejemplo, esta película transcurre en el año 2002. Entonces tenía que ver que los lugares estén acordes a la época. Que no se filtre un auto excesivamente moderno, cosas así. Busqué una fábrica en la que se note cierto período de decadencia y que todo contribuya a esa época.”
En la película –que además de Mar del Plata va a participar en un festival en Alemania el mes próximo– actúan obreros reales (“se los notaba nerviosos, era una experiencia nueva, pero estuvieron bien; se mimetizaron con los actores”) y algunas caras conocidas como la de Carlos Portaluppi, Eduardo Cutuli y Soledad Silveyra.
Con respecto a su primera vez como director, Ricardo cuenta: “Tenía muy en claro lo que quería. Mi función era transmitirle a cada cabeza de equipo la idea y la estética que estaba buscando. Tiene que ver con los lugares, el tono y la luz de la película. Por ejemplo, si la iluminación va a ser realista o no, cuestiones que tienen que ver con el vestuario, con una paleta de colores determinada. A su vez quería trabajar con sonidos que parecieran producto de máquinas, transmitir esa idea de estar en la fábrica. Y la película, si bien es dramática, está contada con un tono que tiene humor.”
En el trajín de tantas idas y venidas en fábricas recuperadas y charlas con obreros, Ricardo nota que la película tiene un sentido profundamente político, quizá más importante que meter un papel en una urna o declamar discursos opulentos sobre la igualdad y el crecimiento. Es por eso que entiende la necesidad de hacerla circular y dice: “Creo que es una historia que reúne muchos valores lindos y profundos para rescatar: la solidaridad, la unidad de la gente por el bien común; porque esto es algo que para llevarlo adelante tiene que ser acompañado por un cambio total de mentalidad y de actitud y sigue con formar un equipo que en el momento que se establece como cooperativa le significa, también, empezar a ver distinto al otro. Y a hacerse cargo de eso.”
Por lo pronto, Industria Argentina ya cumplió su misión más importante: fue proyectada ante los trabajadores de Lacar y a los pocos días de que quedaran en la calle. El director y los actores fueron hasta allí a mostrarles una película que proyectaba, literalmente, sus sueños.

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Paren de fumigar

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Este es un breve resumen de los informes que en diferentes localidades elaboraron médicos y científicos. Tienen en común la seriedad de las fuentes y la coincidencia de los resultados. Señalan que existe una relación entre el aumento de casos de cáncer, malformaciones congénitas y leucemia en las zonas de mayor fumigación con agrotóxicos. Por el momento son los únicos que trascendieron y con mucha dificultad para su difusión, sobre un tema que preocupa y moviliza a los vecinos de las zonas afectadas, principales motores de campañas y denuncias judiciales que lograron hasta ahora resultados parciales y provisorios. El debate de fondo es el modelo agroindustrial que afecta hoy a todo el campo argentino.
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La peste

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Paren de fumigar. Un caso raro, una sospecha, un diagnóstico: médicos, pediatras y científicos de distintas provincias inundadas por el monocultivo y el glifosato fueron, casi siempre en soledad, el amplificador de una realidad silenciada al detectar que el crecimiento exponencial de malformaciones de bebés, cáncer y abortos a repetición, no es una plaga sobrenatural sino el efecto de un tipo de modelo productivo. En Chaco un informe impulsado por una pediatra oficialista (pero no obsecuente) determinó un 300% de aumento de casos de cáncer y 400% de malformaciones en zonas altamente fumigadas. Algunas de las voces que no se resignan a estas epidemias.
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Un sistema enfermo

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La salud en la Argentina. “Cómo uno vive, se enferma y se muere” abrevia Gonzalo Basile, presidente de Médicos del Mundo, para referirse a lo que está en juego cuando se habla del sistema de salud que rige en nuestro país y los intereses que lo amenazan hoy.
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