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La verdadera movida

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En todo el país suman más de 35 grupos, y en la Capital son 11 los que tienen en cartel obras propias o versionadas, que suben a escena en plazas, calles y teatros producidas integralmente por los vecinos. Una herramienta de cambio social que construye la participación con la alegría de crear nuevos lazos sociales

“El teatro comunitario es una práctica que entiende al arte como un modo de transformación en sí mismo. Incluye la memoria, la pertenencia, la identidad, el territorio, las relaciones con vecinos y la gestión, centradas siempre en lo artístico que es lo que permite ir más allá de lo dado. Puede cuestionar paradigmas y ponerlos en duda. Mueve todo el tiempo lo posible, por lo tanto ensancha la esperanza”. Edith Scher, directora de Matemurga, uno de los grupos de teatro comunitario de los 11 que darán sentido a esta nota, se adelanta a mi pregunta. Lo hace a modo de declaración de principios, porque según me cuenta, se suele confundir teatro comunitario con una mera reunión de vecinos. Y sin embargo, no hay nada de pintoresco en esta práctica que se siente revolucionaria. El grupo Catalinas Sur lo define a su modo: “Parece exagerado decir que el teatro puede cambiar la sociedad, pero un grupo de hombres y mujeres que hacen teatro puede llevar adelante un proyecto que no se encierre en las nuevas modas globalizadas y se apoye en las ricas tradiciones y la historia vital de lo popular”. Si uno ingresa a la página web del Centro Cultural Barracas una voz masculina lo contará así: “Un vecino que desarrolla su creatividad es capaz de modificar su entorno”.
La práctica
Los comienzos del teatro comunitario en Argentina tienen nombre y apellido: Adhemar Bianchi y Ricardo Talento. Pero fue la generosidad quien hizo exitosa la fórmula gestada por estos dos hombres que abrieron el juego y soltaron teoría y práctica. Edith señala: “Talento y Bianchi desearon un día poder lograr una red que al menos contuviera unos 10 grupos”.
La red encontró su escenario el año pasado, a partir de los festejos por el centenario del partido de Rivadavia, ubicado al oeste de la provincia de Buenos Aires, límite con La Pampa. Un grupo de teatro comunitario constituido por vecinos de toda la zona decidió, como excusa, hacer su obra en un pueblo casi abandonado llamado San Mauricio, hoy convertido en un caserío, que tiene, según el INDEC, 28 habitantes, pero que en las cuentas de los propios pobladores se reduce a 15 personas. La idea era recuperarlo de la memoria, reunir diferentes generaciones y volverlo a poblar, aunque fuera por un rato. El sábado 2 de octubre de 2010, 200 actores interpretaron La obra del Centenario y reunieron 4.000 espectadores que pisaron las calles de tierra de este pueblo que llegó a tener, hace tiempo, alrededor de 1.000 habitantes. La potencia generada por personas que se multiplicaron y festejaron, logró que el distrito de Rivadavia fuera este año sede del Noveno Encuentro Nacional de Teatro Comunitario. Los días 8, 9 y 10 de octubre se produjo un hecho inédito. Más de 30 grupos de teatro comunitario de todo el país, y de Italia y Uruguay, brindaron 21 espectáculos gratuitos, talleres, conferencias y exposiciones en seis sedes del partido: San Mauricio, Roosevelt, Sansinena, Fortín Olavarría, González Moreno y América. Imaginen a estos pueblos hinchados de alegría por la visita de más de mil actores brindando sus espectáculos por sus plazas y rincones en simultáneo. Llenaron las calles de colores, sonidos y risas. Cada grupo tiene un despliegue escenográfico, de vestuario y diseño exquisitos, realizados uno a uno con técnica de artesano y diseño de Hollywood. Se puede ver un desfile de trajes de época recreados a la perfección. Toda la historia está mezclada en esa sala. Desde un cacique que se planta frente a Colón hasta una mujer trabajadora de la década del 30 que espera al lado del escenario para subir a actuar. En las salas se puede ver a los actores mezclados con los directores y a los directores con los espectadores. Adhemar Bianchi, gestor y director de Catalinas Sur, hace las veces de portero mientras entretiene a unos niños que juegan en la entrada. Faroles, tambores y repiqueteos llenan el ambiente de un extraño elixir que tiene aroma a misión cumplida. Porque cada uno de los grupos me ha repetido lo mismo a modo de rosario: para poder lograr este encuentro han trabajado mucho, tuvieron que hacer fiestas, vender rifas, organizar bailes, ofrecer bonos. Estamos hablando de algo mucho más potente y creativo. Hablamos de un fenómeno que tiene en todo el país ya más de treinta años de práctica sostenida por grupos que tienen principios colectivos y autogestivos, que generan las posibilidades de concretar sueños.
Hoy esta red está conformada por más de 35 grupos a nivel nacional y 12 en formación. Actualmente, 11 constituyen la telaraña que rodea toda la Capital.
El puerto de partida
La decisión de hacer teatro con los vecinos nació en el barrio Catalinas Sur, en la Boca, bordeando el Riachuelo, allá por 1983 y de la mano de Adhemar Bianchi. En 1996 tomó la posta Ricardo Talento y la extendió a Barracas. Se formó de esta manera y en palabras de Edith Scher “un fuerte polo cultural”. Gracias a la efervescencia de lo que fue aquel 2001, en el cual las calles se convirtieron en escenario y ágora, y frente a la necesidad de apropiación de los espacios públicos, hoy estos grupos se desparraman por toda la ciudad de Buenos Aires y entre todos aúnan alrededor de mil vecinos que participan de las actividades que se realizan en los diferentes barrios. Catalinas Sur y el Circuito Cultural Barracas, los más veteranos, tienen entre 250 y 300 integrantes; los más nuevos están compuestos algunos por 25 personas y otros llegan a sumar 70, como Matemurga. En todos los grupos hay uno o dos directores, se reúnen semanalmente y tienen en este momento obras en cartel, en algunos casos propias, en otros, versionadas.
Luciana Mallamud, integrante desde sus comienzos de Los Villurqueros de Villa Urquiza, encontró en la calle y junto a sus vecinos un espacio de militancia que no supo brindarle ningún otro sitio. “Es un canal de comunicación muy potente. Es transformador hacia adentro y hacia afuera. Yo comencé haciendo papeles mudos porque me moría de vergüenza y hoy estoy a los gritos: huelga, huelga”. Los Villurqueros tienen una obra en cartel que se llama Avanti la Villurca, de creación propia y colectiva. Cada obra conlleva mucho de investigación, pero lo interesante es que indaga y rastrea en la memoria de los vecinos, “aunque esos datos no sean comprobables”, aclara Luciana.
Gabriel Galíndez, director del Grupo de Teatro Comunitario de Pompeya, cuenta que hace 8 años que están en funcionamiento y llevan realizados tres espectáculos propios. El primero se llamó Intento de Casorio, era un sainete y transcurría en una casa chorizo, allá por la década del 20. La segunda obra la denominaron La reina de Pompeya: contextualizaron la elección de la reina de Carnaval en un club de barrio. El tercero lo estrenaron en 2008 y lo titularon Las ruinas de Pompeya. Según Gabriel intentaron hacer un paralelo entre el homónimo italiano y las ruinas que dejó “la nefasta década del 90” en el barrio. Están organizados a partir de roles. Algunos se ocupan del maquillaje, otros de la coreografía. Tienen un director musical. Pero la idea es que se puedan cubrir entre todos.
Edith Scher, de Matemurga de Villa Crespo, cuenta que tienen en cartel dos creaciones propias. Este año repusieron La Caravana, que estrenaron en el año 2003 y narra la saga de la resistencia a partir de canciones albergadas en la memoria colectiva. “Parte de una copla guaraní y llega al final de la dictadura, pasando por diferentes momentos de la historia latinoamericana y europea. Es un espectáculo con el cual grabamos un disco. La otra obra se llama Zumba la risa y es la historia de un barrio, que una noche, tal vez de Carnaval -y digo tal vez porque es así el espectáculo- se dio cuenta de que había olvidado la risa verdadera. Parte de una propuesta: la risa que reímos hoy confirma el orden existente. Mientras que la risa de la infancia es una risa rebelde”.
Sonia forma parte de El Épico de Floresta: “Ensayamos en El Corralón de Floresta, un espacio municipal que fue recuperado para y por los vecinos en el año 2005”. Allí confluyen varias organizaciones sociales y culturales. Actualmente, el grupo aspira a construir una propia sala teatral, en la cual no sólo podrá brindar al barrio sus producciones y talleres artísticos en forma gratuita, sino que también el espacio servirá para que otros grupos y organizaciones puedan usarlo, teniendo en cuenta que en Floresta no existen salas teatrales para los vecinos”. Para solventar los gastos cobran a los integrantes una colaboración (que es optativa) de 10 pesos por mes.
Ana Laura y Alejandro conforman el grupo AlmaMate de Flores: “Nos convoca un proyecto colectivo artístico, un sueño compartido. Creemos en el arte como un derecho de todos, y en lo comunitario como un ámbito de desarrollo apoyado en lo territorial. Un proyecto de construcción artística y colectiva donde todos tienen un lugar y se integran, más allá de los mandatos sociales en relación a edades, creencias y posiciones partidarias. El barrio como un territorio abierto. La plaza como un espacio que transformamos cada sábado, desde la experiencia compartida con nuestra comunidad, ensayando y actuando en un ámbito público, de la mano de la gente. Como dice una de nuestras canciones ‘La plaza no tiene puertas y siempre podés entrar’. La idea es que todos sientan que la línea que existe entre el que actúa y el que mira, es frágil, y que en cualquier momento se puede pasar de espectador a protagonista”.
Las chicas y chicos que dan sentido al Grupo Teatral de La Boca 3.80 y Crece cantan a coro:
Somos los bomberos de La Boca,
Los primeros en la historia nacional,
Si alguno pide auxilio y nos convoca,
Salimos por un tubo a ayudar.
Virginia le pone voz al Circuito Cultural Barracas para resumir sus objetivos: “Crear un ámbito de trabajo colectivo para imaginar y producir ideas, valores y prácticas que contribuyan a revertir situaciones de exclusión”. Tienen tres obras en cartel: El Loquero de Doña Cordelia, GPS Barrial y El Circuito en Banda. Sólo en el primer espectáculo se cobra entrada, los otros son a la gorra.
Nosotros
Adhemar Bianchi revela una clave: “El tema es cómo dejar algo marchando para delante. En el teatro comunitario hay que poner el alma, pero el entusiasmo solo no alcanza En Catalinas estamos muy organizados. Acá hay trabajo en equipo”. Por ejemplo: Cecilia es actriz, pero hace años que es la “intendenta” del Grupo Catalinas y la encargada del espacio. Gonzalo es el director de la orquesta y jefe técnico. Nora es del grupo de dirección artística y, junto a Verónica, arma los programas y proyectos que les permiten recaudar fondos. Gilda, que entró a los 8 años, es ahora la directora de coros. La orquesta suma 45 músicos, de los cuales 10 son instrumentistas, pero también actores. El elenco de títeres aporta otros 20 integrantes. Adhemar sigue con las cuentas: “Está el grupo de Fulgor argentino, que son otros 100 más o menos, y el taller de circo, que se llena de pibes que van quedando y terminaron conformando Los Payasos Voluntarios de La Boca. También hay candombe, que no funciona siempre, y la murga La Catalina del Riachuelo, que está básicamente integrada por el elenco de teatro”.
Semejante batallón dirige su artillería hacia un objetivo concreto: “El arte no es un medio ni una herramienta, sino que su práctica es transformadora en sí misma. La comunidad tiene derecho a esta práctica. Por eso no hay que escapar del arte. El arte no es una excusa. No es algo poco importante para que se desarrollen las cosas importantes. Es lo que nos transforma porque está basado en la memoria de lo que las comunidades quieren decir, en un sujeto plural porque siempre el que habla es un nosotros”, señala Edith Scher.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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