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Clases de locura

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Alberto Sava. El fundador del Frente de Artistas del Borda explica en esta charla lo que representa hoy un manicomio, cómo el Estado sigue alterando la ley y el sentido de la lucha que sinteza una palabra rara, que marcó su trabjo y su vida: desmanicomialización.

Clases de locura
Se abre el telón de la entrevista y Alberto Sava, mimo, psicólogo social, fundador y coordinador general del Frente de Artistas del Borda (FAB), sale a escena y dice: “El manicomio no es un hospital: es un campo de concentración”.
Ésta vez, como mimo que es, no usa gestos ni muecas para expresarse o, mejor dicho, si lo hace es para enfatizar su voz, que es ronca como un motor encendido. No usa palabras: le salen flechas: “El manicomio es, por donde se lo mire, un lugar de violación de los derechos humanos, donde hay internados-detenidos-desaparecidos: por cómo viven, por la sobremedicación, por la violencia psíquica y física que soportan. Con mayor o menor intensidad, se los tortura. Enrique Pichón Riviere decía que uno es una persona en la medida en que pueda pensar, sentir y hacer. El manicomio te va anulando esas capacidades progresivamente: día a día va destruyendo tu pasión, tu deseo, tus vínculos sociales. Entonces te convertís, como dicen ellos, en un ladrillo más del hospital”.
No lo dice desde la distancia o la academia, ni tampoco con el dedo levantado desde arriba de un pupitre. Ni desde un lugar de denuncia panfletaria. Lo dice como integrante y creador de una experiencia transformadora y alucinante: el arte como dispositivo para combatir ese centro de torturas y la lógica manicomial, agravante del sufrimiento mental.
Con ustedes, el padre del Frente de Artistas del Borda.
Trabalenguas
¿Qué significa el trabalenguas llamado desmanicomialización? Sava: “Es la negación del manicomio. El desequilibro psicofísico se puede atender en un hospital general, como cualquier otro problema, en tiempos más o menos cortos, y después, básicamente, con tratamiento ambulatorio. La locura no requiere internación, no necesita sobremedicación ni exclusión”.
El Frente de Artistas del Borda surge a fines de 1984 con el objetivo de producir arte como herramienta de denuncia y transformación social y desde artistas internados y externados en el Hospital Borda su objetivo era y es generar, desde el arte, un continuo vínculo con la sociedad. En palabras de Sava: “Ir al frente” (uno de los motivos por los que se llama “Frente de Artistas”), era y es exponerse a salir, cuestionando de esa manera el imaginario social respecto a la locura.
Locos a la calle
Antes de propiciar el Frente, y aún antes de la dictadura militar, Sava trabajó en el Hospital Moyano, haciendo un trabajo psico-sensitivo en las mujeres internadas, a través de técnicas de mimo corporal. La dictadura de 1976 reprimió también este tipo de práctica. Si se quiere entender por qué, ya unos años antes Michel Foucault había escrito sobre cómo el poder disciplina los cuerpos.
En esa génesis Sava desarrolló lo que él llama “teatro participativo”, que no apela a la ficción, ni a los espacios convencionales, ni convoca “espectadores”. En su lugar, trabaja con la realidad, en espacios cotidianos y con “participantes”: “Trabajar la realidad para transformarla y crear nuevas realidades”, argumenta.
Sus definiciones tienen una potencia nacida de la práctica: “En el teatro participativo tomás un lugar, hacés un trabajo de investigación en función del espacio, situás acciones, generás una cantidad de situaciones que de alguna manera transformen la realidad de ese lugar con una actividad cuestionadora. Podés intervenir individualmente o grupalmente. Y otra posibilidad es trabajar el teatro participativo en instituciones”.
Eso fue lo que hizo cuando lo convocó, en la primavera democrática de 1984, el jefe del servicio de Psicología Social del Borda, José Grandinetti, con quien había desarrollado toda la experiencia anterior.
Grandinetti le dijo: “Vos tenés la experiencia de sacar el teatro a la calle, ahora vamos a sacar a los locos”. Con la sensación de abismo de cuando todo está por hacerse, se echó a andar: primero hizo un profundo trabajo con los internados y, a partir de sus observaciones, comprendió que había interés en desarrollar cuestiones artísticas.
El arte de hacer arte
Estaba gestando, todavía sin saberlo, el Frente de Artistas del Borda: “Lo que veía era un lugar de mucha angustia y tristeza, mucho abandono psíquico y físico. Pero al mismo tiempo veía a estos potenciales artistas haciendo poesía o pintando en el pasillo. Entonces propuse formar un grupo de artistas, pero no para hacer arteterapia. El arte en el manicomio es también como el propio manicomio: siempre se utilizó como una excusa para que los llamados ‘pacientes’ pudieran hacer una actividad artística, pero no arte: hacer una escena, elegir un personaje. Había una intervención clínica, pero no hacían arte. Creo que el arteterapia es una actividad interesante, que trabaja sobre la subjetividad de las personas, pero no provoca transformación ni dentro de la institución, ni afuera. Queda ahí: el límite es el sujeto. Entonces, nos propusimos formar un grupo de artistas. No iba a ser una experiencia de entretenimiento, sino militante: asumir el compromiso de ser protagonistas de un cambio para sí y para los demás”.
¿Qué pasos siguieron para que el proyecto tomara forma?
Lo que planteamos fue que si los beneficiados o perjudicados iban a ser las personas que viven adentro, lo teníamos que construir con ellos, con ‘pacientes’. En Italia los llaman “usuarios”, porque hacen uso de los servicios de salud del Estado; nosotros los llamamos “talleristas” porque trabajan en talleres de arte. Empezamos por la elección del nombre, que fue pensado, discutido, debatido y votado. Luego, creamos un espacio colectivo donde todos pudiéramos pensar la historia que íbamos a recorrer y lo llamamos “la asamblea”, en donde una vez por semana, ahora cada quince días, proponemos todo lo que esté relacionado con el FAB: desde comprar una lapicera hasta organizar un Festival Latinoamericano de Artistas Internados o crear una Red Nacional de Arte y Salud Mental. Todo fue debatido y decidido a mano alzada entre todos, los que veníamos de afuera y los que estaban ahí. Eso dio, como primer movimiento para los que estaban adentro, una cosa nueva: volvían a sentir que eran protagonistas de algo. No sabían de qué todavía, pero empezaban a poner en funcionamiento un deseo, algo que les gustaba. A partir de ahí se empezó a construir el proyecto.
6.000 producciones
Desde ese comienzo se sostuvo que para formar artistas había que crear espacios donde se pudieran aprender y aprehender la disciplina y la técnica; se dijo que como docentes había que convocar a artistas, que no podía estar dirigido por psiquiatras, psicólogos ni asistentes sociales, sino por quienes supieran orientar esas capacidades potenciales: entrar en un proceso creador para llegar a una producción de buena calidad, y brindarla para que los talleristas se expusieran como personas y se socializara su problemática.
Así, en estos 28 años, crearon 6.000 producciones donde lo central, sin embargo, no es, la cantidad, ni siquiera la calidad, sino la posibilidad de cambio que implicó en sus integrantes. Sava detalla que desde el momento en que el Frente sale afuera (en este caso “salir afuera” no es redundante porque ese afuera tiene otra dimensión para el adentro), produce tres efectos:
Lo subjetivo: la persona que está internada, que es un desaparecido, se hace visible: aparece su presencia, vuelve a ser persona. Es sujeto y además sujeto militante, agente de cambio.
Lo institucional: el manicomio es un campo de concentración, es un lugar cerrado que desde la superestructura intenta que nada se sepa hacia afuera. En el momento en que el arte sale, circula la “locura” y la denuncia de la violación a los derechos humanos: se sabe lo que pasa adentro. Así se genera un nuevo movimiento que pone a flote las contradicciones: los que están a favor y quienes están en contra de un proyecto desmanicomializador. “Cuando entramos, el 99% ni utilizaba la palabra. Ahora hay entre un 50 o 60% que quieren avanzar o lo ven con simpatía”.
Lo social: “En la medida que todo esto circule, la gente tiene información nueva, por lo tanto se posiciona desde un lugar distinto, no desde el de ‘pobrecito el loco’, sino desde una posición más ideológica, más política. Solidarizarse desde un cambio, no desde la misericordia”.
Vínculos, pesos y drogas
El FAB nunca, ni siquiera en esa primavera democrática, fue parte de la estructura del Borda. Es, como La Colifata o Pan del Borda, un grupo independiente, y todos ellos funcionan enlazados entre sí.
En estos 28 años de trabajo han soportado de todo: la indiferencia de las autoridades, la deslegitimación, el cierre de sus espacios de encuentro, la falta de gas, y un amplio etcétera. De parte de la institución nunca hubo recursos humanos, económicos ni técnicos a disposición, salvo honrosas excepciones, a título individual.
Para organizarse, entonces, el Frente formó una cooperativa de trabajo: todo lo que produce el FAB se piensa para que genere algún tipo de ingreso: las entradas de las funciones, por ejemplo. De lo que se recauda, la asamblea resolvió que el 80% se destine a los talleristas; un 10% queda para la compra de algún material; y el porcentaje restante se destina a un fondo común que la asamblea resuelve en qué utilizar, en general para apoyar algún viaje.
El otro recurso que saben administrar con apasionada locura son los vínculos sociales: “Lo que nos permitió sostenernos, justamente, fue el lazo social que produjimos con el afuera, saliendo del manicomio: con instituciones de la comunidad y con organismos de derechos humanos, entre tantos otros”, expresa Sava.
Además, planta bandera: “No nos ligamos a las empresas privadas porque te limitan en tu pensamiento y en tu acción, sobre todo, con los laboratorios que se han acercado a nosotros: quieren que les hagamos un programa, un afiche. Les dijimos que no, porque estamos en contra de la existencia de los laboratorios en cuanto al negocio y la utilización indiscriminada de la droga. Se considera que el 80% de la medicación que se da en el Borda es inútil: sólo sirve para neutralizar. No es una medicación personalizada. En lugar de una píldora, te van veinte. Alfredo Moffat decía que en los manicomios no sólo tranquilizan a los pacientes, sino a los laboratorios, porque sino existieran ellos dejarían de ganar millones de dólares al año”.
Qué hacer con un manicomio
El 25 de noviembre de 2010 el Congreso sancionó la Ley Nacional de Salud Mental. En su artículo 27, expresa:
“Queda prohibida por la presente ley la creación de nuevos manicomios, neuropsiquiátricos o instituciones de internación monovalentes, públicos o privados”.
Los principios expuestos en esta ley recogen el espíritu desmanicomializador, pero como aún no fue reglamentada, su aplicación es sinuosa. Sin embargo, es una herramienta importante, que legaliza lo que ya estaba legitimado: el fin de los manicomios.
Muchas de las referencias desmanicomializadoras conducen a Trieste, Italia, donde el psiquiatra Franco Bassaglia desplegó, por primera vez, un dispositivo de salud mental con un enfoque comunitario. Sava: “Yo estuve en Trieste hace casi cinco años y funciona maravillosamente: el manicomio no existe más. Los pabellones pasaron a ser una universidad, un jardín de infantes, una cooperativa de trabajo, un museo. A medida que se van yendo los ‘usuarios’, con los mismos recursos destinados al manicomio, se integran a la sociedad: si la persona no tenía casa o familia, el Estado les alquila un departamento y, paralelamente, desarrolla cooperativas de trabajo: en la medida que hay ganancia se distribuye equitativamente entre los cooperativistas. Ese es un verdadero proyecto desmanicomializador: no es el cierre del hospital, sino que el manicomio se transforma en un hospital general y con un servicio de atención del sufrimiento mental, con internaciones cortas”.
En la Argentina se intentó hacer en el año 84 con tres experiencias piloto: en Río Negro, Córdoba y en el Borda. En el primer caso, en la ciudad de Allen, se cerró el único manicomio que había y el proyecto desmanicomializador sigue funcionando. El resto lo explica Sava: “En Córdoba se avanzó, pero no funcionó. Hubo mucha resistencia, como en el Borda, de las corporaciones médicas y de las organizaciones sindicales”.
¿Cuál es la razón por la que los sindicatos se oponen a la desmanicomialización?
Por temor a la pérdida de trabajo. Eso es lo que impulsa Macri, que adoptando mal el concepto desmanicomializador: pretende el cierre de los hospitales psiquiátricos públicos sin ninguna atención ambulatoria. La experiencia desmanicomializadora a nivel mundial genera más puestos de trabajo. En Trieste creció un 300%. Pero la lógica manicomial también atraviesa a los profesionales: entran en una inercia institucional en la que no hay deseo, no hay pasión, no hay proyecto.
Antes de apagar el grabador, saludarnos y despedirnos; antes de estirar la mano para frenar un colectivo desbocado, subir a él y mezclarme entre otros, ocupar un espacio vacío, una porción de la nada o de minúsculas partículas que al ojo humano son la nada misma; antes de todo eso, antes de volver a ser yo y no Yo, escuché a Alberto Sava decir la frase con la que comprendí que el tiempo, como recurso, puede medirse en segundos, pero también en propósitos: “Esta obra va a terminar –porque una experiencia de teatro participativo puede durar un minuto, una hora, un día o 30 años– cuando se cierre el manicomio. Yo voy a poner un cartelito que diga ‘Fin de la obra El Borda’. El Borda para mi es un proyecto a terminar, y que no voy a dejar hasta que eso se produzca”.
 

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El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

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A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.

Por María del Carmen Varela

El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.

La propuesta reza:

El Teatro está Abierto: ENTRÁ.

La historia no se repite igual, pero rima.

El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.

La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.

Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».

El texto poético que acompaña el mitín:

Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada

Ayer fue incendio, hoy es apagón

Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito

Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva

Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital

En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.

Entrá porque es urgente

Entrá porque es ahora.

El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.

Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)

[email protected]

Instagram: @festivalentra

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Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

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Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.

Por Francisco Pandolfi

Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra). 

La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.

La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.

Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra. 

Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran: 

• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.

• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.

• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.

• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.

• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.

• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.

Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:

• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.

• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.

• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.

La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.

Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.

¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?

Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.

¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?

Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.

¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?

Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.

La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.

Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.

Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.

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Marcha de jubilados: balas y bolitas

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Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales. 

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.

Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.

Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.  

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.

Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.

Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla. 

  • “Vacas gordas, jubilados flacos”.
Marcha de jubilados: balas y bolitas

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.

Números y un café

Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca  mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.

Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.

De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.

Abus en la calle 

Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.

En la marcha hubo muchos carteles al respecto: 

  • No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
  • Ni veto ni represión: fuera el FMI
  • No al veto a las leyes en jubilaciones
  • No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei). 

Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.

Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.

Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Jubilado hablándole a la pared.

Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”. 

Vallas a donde vayas

El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.

Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.

Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.

La violencia y las bolitas

Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar). 

La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

¿Qué escudan los escudos?

Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”. 

Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.

Sin embargo, la gente no se fue.

La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió. 

“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.

Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.

De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.

Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:

–Juguemos a las bolitas.

Todos se rieron, por el absurdo de la situación. 

De nuevo, frente al horror, la creatividad social. 

Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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