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Batallas por la ley de la vida

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Asambleas vecinales en Mendoza. Con movilizaciones, piquetes y la toma de la Legislatura lograron que los políticos los escuchen y sancionen una ley que los propios vecinos redactaron para impedir la instalación de proyectos mineros. Ahora el gobernador Paco Pérez intenta revertir esa prohibición. Y las comunidades volvieron a la calle. El futuro está en juego.

Batallas por la ley de la vidaVeloz punteo para intentar comprender el paisaje mendocino y una de las historias cruciales del presente. La urgencia es porque esta historia empieza a acelerarse.
1) Hay una cordillera inconcebible, sol casi siempre, lluvia casi nunca y buen vino, que no por ello deja de evocar cierto gusto áspero a tierras cada vez más concentradas.
2) Es un desierto. Sólo está habitado el 3% de su territorio, dividido en tres oasis, alimentados a duras penas por cuatro ríos que nacen en la Cordillera. O sea: “El agua vale más que el oro” no es un eslogan sino un dato técnico.
3) En Malargüe se ubica el proyecto minero más grande de Argentina, casi desconocido incluso para el público iniciado en estos temas.
4) Los que repiten que se trata de una sociedad conservadora, pacata, inmóvil, deberían seguir el consejo de beber más moderadamente.
5) La Ley 7722 dice en su artículo 1: “…se prohíbe el uso de sustancias químicas como cianuro, mercurio, ácido sulfúrico y otras sustancias tóxicas similares en los procesos mineros metalíferos”. Acorde al estado del Estado, esa ley fue redactada en 2007 por los propios vecinos y no por los legisladores, que la aprobaron no sólo por su legitimidad sino también porque era un año electoral. Y por comprender el mensaje de cientos de piquetes y movilizaciones realizadas por las comunidades durante semanas en distintas rutas y chakras provinciales. La Asamblea por el Agua Pura de la capital nació con un escrache al entonces gobernador y candidato kirchnerista a vice, Julio Cobos, en su casa.
6) En 2010 se hizo en Uspallata una audiencia pública a la que asistieron unas 2.000 personas. Hablaron 500. Más del 80% rechazó el proyecto San Jorge. En 2011 el gobierno de Celso Jaque empezó a querer voltear la Ley 7.722 (podría transformarse en Trampa 7.722, modificándole aceitosamente algún artículo). Jaque aprobó la DIA (Declaración de Impacto Ambiental) de la mina San Jorge, la misma que había sido masivamente rechazada en la audiencia pública.
7) Las comunidades se movilizaron nuevamente, cortaron rutas y esta vez, además, tomaron la Legislatura. Fue el 22 de febrero de 2011. Con las bancas y galerías colmadas, vecinos de toda la provincia levantaron sus manos votando contra la minería. Un señor de Uspallata dijo: “Estamos haciendo un ejercicio de democracia directa”. Todo esto fue silenciado por la prensa nacional “opositora” y “oficialista”, similarmente afónicas con respecto a estos temas.
8) Luego las asambleas se movilizaron en el Carrusel de la Fiesta de la Vendimia 2011: 10.000 personas marchando, y cientos de miles apoyándolas a su paso, ante la incredulidad de políticos y locutores oficiales.
9) Como 2011 era año electoral y los sondeos daban un 75% de la población en contra de la minería, los radicales salieron a decir que votarían contra el proyecto San Jorge. El candidato kirchnerista Francisco Paco Pérez captó el riesgo y dijo que él le había pedido lo mismo a los diputados del FpV. Así, el parlamento cumplió con la voluntad popular en agosto de 2011. Y la de Pérez, que ganó la gobernación.
10) Hoy, sin elecciones a la vista, los vecinos sospechan que están horneándolos nuevamente ahora por vía judicial a través de diez pedidos de inconstitucionalidad de la Ley 7722 realizados por las mineras. Uno de los pedidos lo realizó el estudio de abogados BRGPG (entre sus servicios ofrece el “Lobbying”), que representa a San Jorge (Coro Mining) y también a Barrick Gold. La “P” de la sigla es de Pérez (Paco), que como abogado había litigado contra el gobierno mendocino en 2007 contra la Ley 7.722. Uno de sus socios (Fabián Gregorio) es el presidente de San Jorge. Uno de los tres jueces que deben decidir la inconstitucionalidad de la ley (Adaro) fue ministro de gobierno de Jaque, y compañero de gabinete de Pérez. Otro (Böhm) es padre de un ministro del mismo gobierno.
Pese a la Ley 7722, Mendoza se integró a la OFEMI (Organización Federal de Estados Mineros), impulsada por el Ministerio de Planificación en febrero, justo después de las puebladas de comienzo de año en Famatina (La Rioja) y los conflictos en Andalgalá y Tinogasta (Catamarca), con intervención de los grupos especiales antimotines. Si las leyes mineras del menemismo instalaron en el país a las trasnacionales, los miembros de la OFEMI apuestan a consolidar la actividad desbaratando las leyes que la detienen. Es lo que hizo Luis Beder Herrera en La Rioja, aunque sigue sin poder iniciar el proyecto en Famatina porque se mantiene el corte de rutas y no existe licencia social. Y es lo que intentan Martín Buzzi en Chubut, y en Mendoza Francisco Paco Pérez.
En Mendoza hay 16 proyectos mineros que esperan que caiga la ley (o se la reformule de algún modo) para ponerse a trabajar de inmediato, y unos 400 detrás para comenzar exploraciones. Cada uno de esos proyectos implica dilapidar y contaminar los oasis, perforar el territorio y descabezar montañas enteras con cráteres del tamaño de un pueblo.
Pero hay al menos 15 comunidades con sus organizaciones y asambleas vecinales movilizadas contra el intento. Al hacerlo, están creando nuevas formas de pensamiento y acción, lazos sociales, conceptos de lo que es público, político y demorático.
Por eso Mendoza es escenario de un conflicto-testigo de la época: la lucha por la tierra, el agua, los recursos naturales y los mentales. Batalla que es a la vez legal (con ley antiterrorista firmada), judicial, política, publicitaria, policial, clientelar, librada por las corporaciones mineras, demasiadas veces los Estados, y casi siempre los medios. Por sus efectos contaminantes de lo social, personal, ambiental, político, laboral y cultural, es una versión ultramoderna de la guerra sucia.
Y la historia se está acelerando.
Agua, vino y partos
Unas 1.500 personas marchan por las calles hacia la Legislatura y los Tribunales en la capital provincial, cantando: “El agua de Mendoza no se negocia”. Los autos tocan bocina, adhiriendo. Mucha gente se asoma a aplaudir. Hay carteles y banderas en las que se lee “La patria no se vende”, “Hoy todxs somos terroristas”, “La minería contaminante es un crimen de lesa humanidad” y uno capaz de alcanzar alto rating de preocupación: “Sin agua no hay vino”. Pareja cantidad de mujeres y hombres, biodiversidad de edades. Banderas de Uspallata, San Carlos, Tunuyán, Tupungato, San Martín, General Alvear, San Rafael… “Yo soy de Punta del Agua” informa Nélida Caparrós, una chica de 73 años. “Es un lugar hermoso. Cortamos la ruta 143 siempre que hace falta. Con Alvear lo hicimos durante dos semanas en 2007, bajo la nieve, para que saliera la Ley 7722, y vamos a hacer todo para que siga en pie. Lo hago por mis nietos, y además estuve en la toma de la Legislatura”. La teoría según la cual personas como Nélida son talibanes fundamentalistas resulta un poco lisérgica. ¿Oficio? “Partera. Mirá si sabré lo que es cuidar la vida”.
Teoría del queso
Tres banderas más allá camina Ítalo Merlo, docente de Alvear: “En los cortes participamos todos, sin diferencias sociales. Ahora que sabemos que quieren voltear la ley, el pueblo sale a la calle. Y sale mal”. Alguien en el micrófono, acaso un utopista, propone que políticos y jueces actúen con sentido común. Pasamos junto a una pared donde han pintado “Minería secante y saqueante” y una frase inolvidable: “Nadie es normal”.
Nora Moyano, en las escalinatas de los Tribunales ya ocupadas por los manifestantes: “Vamos a seguir esta lucha siempre, esto es de todos los argentinos: no vamos a dejar que hagan con la Cordillera un queso gruyere, nos dejen la basura tóxica y los espejitos de colores como los últimos 500 años. Basta”.
Pis & sangre: minería responsable
Eugenia Segura llegó a la marcha desde San Alberto, cerca de Uspallata. Es poeta y periodista, escribió A cielo abierto, libro sobre el tema minero, editado por Ñasaindy Cartonera, editorial hermana de Eloísa Cartonera. “Los políticos ya saben que pudimos cruzar muchas rayas: hicimos cortes, ganamos una audiencia pública, tomamos la Legislatura, y todo con apoyo y participación de la sociedad”. Eugenia recuerda que el intendente de Las Heras, Rubén Miranda, anunció que el método de separación del oro y cobre no sería con cianuro sino con ácido úrico (sustancia que se encuentra en la orina y la sangre, incluso las del señor Miranda).
San Jorge pertenece a la canadiense Coro Mining. Sus lemas: “Responsabilidad Social” y “Compromiso Ambiental”. Utilizará 141 litros de agua por segundo, 2 millones de litros diarios (casi que convendría la hipótesis urológica de Miranda) que superan el caudal del arroyo El Tigre, al que secarían. La diferencia la extraerían de un enorme acuífero subterráneo que se conecta con la cuenca del Río Mendoza (San Jorge intentó tergiversar los estudios que lo demuestran), que abastece al Oasis Norte de la provincia.
Cómo hacer trampa
Para esquivar la Ley 7.722, San Jorge planteó que no utilizaría cianuro, mercurio ni ácido sulfúrico, sino xantato. Las asambleas respondieron que se trata de esas “otras sustancias” tóxicas previstas por la Ley.
Una posible Trampa 7.722 consistiría en anular sólo la obligación de aprobación legislativa. “Si declaran inconstitucional ese artículo, como el Ejecutivo ya aprobó la Declaración de Impacto Ambiental, la empresa quedaría habilitada” me explica otro vecino, el ingeniero Luis Sánchez. El Superior Tribunal de Justicia dejó trascender que en agosto decidirá. Por eso la historia se acelera.
Los hermanos sean desunidos
El acto culminó con la entrega de un documento en los tribunales. De ahí el viaje de MU a Uspallata, a 100 impactantes kilómetros de Mendoza. Maneja el auto Alder Corsánigo, panadero. Lisandro Gancedo, empleado de un complejo de cabañas, relata: “En la audiencia pública en Uspallata los que estaban contra San Jorge estaban muy informados. Los que la defendían eran pocos, y vos veías que ni sabían qué decir. Habló Daniel Pizarro, que es andinista y sorprendió porque estaba a favor de la minera. En la otra punta se levantó Gustavo, el hermano, le respondió punto por punto y terminó diciendo: ‘Acordate todo lo que hemos luchado juntos. Los ideales no se transan, hermano’. Fue tremendo. Es la división que genera la minera”.
Minera marxista
La división -cuenta Lisandro- incluye a las universidades: la Tecnológica apoyando a la minera, la UNCuyo fundamentando su rechazo. “En el pueblo van como comprando gente, ofreciéndoles cosas, y así dividen”. Alder: “Tuvieron la viveza de ir a los barrios más pobres a prometer empleos, y a regalar cosas como si fueran punteros políticos. Los de la minera dicen que los pobres no tienen trabajo por culpa nuestra, que somos ricos, y no dejamos que el proyecto se instale”.
Ante tal versión corporativa de la lucha de clases, aclara: “Es un bolazo total, porque la propia minera ha dicho que puede ofrecer 100 puestos de trabajo, pero a gente ‘idónea’. Prometieron acá, en Potrerillos, en todos lados, nos muestran la zanahoria, pero al final contratan técnicos de afuera”. Alder hace algo inusual, una autocrítica: “El error fue nuestro. No empezamos con la gente más humilde. Hay que aprender”. Me quedo pensando si habrá que aclarar que ninguna de estas personas es rica.
Pregúntenle a Brad Pitt
Ya en Uspallata, Verónica Neme (profesión mamá y ama de casa, marido sin empleo fijo que vive de changas) agrega un dato: “La experiencia en el pueblo es que los que fueron a buscar trabajo a las minas, incluso las de Chile, volvieron al poco tiempo porque los trataban mal y les pagaban peor”.
Vecinos Autoconvocados de Uspallata organizó marchas y cortes de la ruta 7 que lleva a Chile. “Somos en total 7.000 habitantes, la mitad son militares de los regimientos que no pueden manifestarse, y en las marchas éramos más de 500, siendo que somos un pueblo de montañeses, o sea no muy extrovertidos” dice Andrea Sietta.
Ella y su marido Gustavo Figini editan el periódico bimestral de distribución gratuita El Paso. Cuenta Gustavo: “Yo no sabía de minería. Vinieron Marta Maffei, Pino Solanas, les hicimos notas y la clásica: que hable también la gente de San Jorge. Título: ‘El debate de la minería’. Pero eso molestó a la Municipalidad y nos sacaron el avisito que nos daban. Me dijeron que si hacía una nota a favor de la minera, había plata. Les dije: ‘No hago esas cosas’. Tenemos otros avisos (pequeños comercios y tiendas, algunos hoteles). Pero te digo la verdad: nos fuimos posicionando naturalmente al informarnos cómo era esto de la minería”.
Rocío Frida, empleada, panza en cuarto creciente, narra los orígenes: “Nadie entendía mucho. San Jorge hizo una presentación en la escuela, con power point y esas cosas. Pero vino un asambleísta de Mendoza, Marcelo Giraud, y les cuestionaba sus propios datos. Los tipos no podían ni contestarle. Ese día se me abrió la cabeza”. Una vez en asamblea, los vecinos tuvieron una ocurrencia, que explica Luis Scorro: “Hicimos la radio comunitaria La Paquita porque las otras que había empezaron a censurarnos. Nos presentamos en el marco de la Ley de Medios, los compañeros de otras radios nos dieron equipos viejos y ya cumplimos dos años transmitiendo nuestros propios programas, haciendo una bolsa de trabajo, difundiendo cursos”.
Si no es la minería, ¿cuál es la opción para que las cosas mejoren en Uspallata? Luis se ríe: “Para el Estado es la minera, y un casino brasileño. En lugar de un polideportivo para los pibes, o apoyo a proyectos productivos, timba”. Gustavo sugiere que la filmación de Siete Semanas en el Tibet (rodada en Uspallata, con Brad Pitt) mostró la capacidad turística de la zona, que además puede tener un fuerte desarrollo agrícola. “Hay que ver nuestra propia creatividad para lograrlo. La superación es que la gente desarrolle su potencial”. Rocío, con las manos sobre su panza, invierte los lugares comunes políticos. “Estoy estudiando sociología para trabajar desde abajo, que es donde se cambian las cosas”.
El secreto de la credibilidad
Salto de Uspallata a Mendoza, y otros 106 kilómetros urgentes con la bromatóloga y docente Guni Cañas y su marido, Gustavo Brachetta (profesor de matemáticas) hasta San Carlos, en el Oasis Centro, donde se inició toda esta movida. Fabiana Villafañe, empleada municipal: “Acá pasó que nos animamos a dar la cara y todos vieron que éramos gente común. Sin liderazgos políticos, sin ningún interés económico. Vecinos movilizados. Por eso nos creyeron”.
San Carlos empezó a movilizarse a mediados de 2003, cuando vieron movimientos de camionetas mineras cerca de la Laguna del Diamante, al pie del volcán Maipo. “No entendíamos qué era, nos conectarnos con gente de Esquel, ahí entendimos, y empezó un trabajo boca a boca. Sigue siendo así”, dice Fabiana. Los Vecinos Autoconvocados de San Carlos hicieron cortes informativos de rutas. “Pero vimos que solos no hacíamos diferencia, y con amigos y conocidos empezamos a ponernos en contacto con escuelas, clubes, grupos de otras ciudades. Empezó a moverse toda la provincia”, dice como un temblor constructivo.
Metalúrgico jubilado, Casildo Trujillo agrega: “Llegamos a ser 3.000 o 4.000 personas en la ruta. También nos metíamos en los desfiles y marchábamos frente a los palcos. Se lo hicimos a Cobos y a Jaque. Cuando uno participa en la asamblea y se entera lo que pasa, ya no podés quedarte afuera”. Curiosidad: el intendente de San Carlos, Jorge Difonso, es del Partido Demócrata, fue coautor de la Ley 7.722 y declara que cualquier proyecto minero que la burle es “delictivo”. Algo parecido pasa con los justicialistas Martín Aveiro, de Tunuyán, y Joaquín Rodríguez, de Tupungato. Difonso ha dicho: “El tema minero es transversal a los partidos. Acá se puede elegir el modelo de José Luis Gioja en San Juan, extractivo con cianuro y químicos, o el del cuidado del agua como propone la Ley 7.722”. Sobre Paco Pérez: “En plena campaña prometió no avanzar en el tema. Espero que no cambie. Mendoza lidera la resistencia al proyecto Gioja, y debe fijar un ámbito participativo para toda la sociedad”.
Horizontalidad y valor
En la reunión de San Carlos participan también el docente Germán Guevara, el ama de casa Verónica Sciamarelli y el mecánico y oficial retirado del ejército Enrique Schulze, que dice: “Me enseñaron que había que defender y dar la vida por la Patria, Patria para aquí, Patria para allá, pero después veo que se está entregando todo con el modelo minero y sojero, que te lo roban unos tipos a los que delegaste el poder y se enriquecen. ¿Cómo es la cosa? Conocí la asamblea y decidí participar“.
¿Cómo funciona aquí alguien formado el verticalismo? “Primero me enfermaba de escuchar tanta charla. Pero entendí: todo lo que sea horizontal lleva más discusión, más pelea, pero nos aseguramos de que no haya caciques que nos dejan a los indios afuera. Claro es más fácil no pensar y que otro tome las decisiones y dé las órdenes, que era mi cultura. Pero no. El que se crea cabezón que entienda que esto es distinto. Lleva más tiempo, más charla, pero te hace mucho más fuerte”. No puedo dejar de escribir lo siguiente: yo vi a un ex militar defendiendo la horizontalidad.
Germán aporta otro dato: “Hemos tenido que toparnos con barras bravas de distintos equipos, que te manda el oficialismo para asustarte. Ahora dicen que el Paco quiere poner a La Cámpora en contra nuestra, pero yo conozco a varios de los chicos, tienen más conciencia sobre los problemas y se dan cuenta de que en el tema minero los quieren hacer jugar del lado equivocado. Habrá que ver”.
La asamblea es un caos
Vuelvo a Mendoza, hay reunión de la Asamblea Popular por el Agua Pura. Encuentro a Sergio Onofrio que dice riéndose: “La asamblea es un caos. Aprendemos a convivir en la diversidad. Todas las voces valen. A veces nos ponemos de acuerdo y a veces no. Pero esto que parece un caos, que no resolvemos, es al revés: todo el tiempo resolvemos”. Breve repaso: se crearon cada vez más grupos vecinales asamblearios, cortaron rutas, crearon leyes y ordenanzas, frenaron mineras, ganaron audiencias públicas, ganaron legitimidad, y para colmo las asambleas fueron elegidas por los lectores del diario Los Andes “personajes del año” 2011, bien por encima de jugadores de fútbol, locutores y el gobernador Pérez. Sergio: “No es sólo la resistencia. Tenemos un rol instituyente en la sociedad”.
Sergio: “Yo he militado en partidos de izquierda, pero la lógica es la de que me bajen una línea, una posición, la tratás de imponer, manijeás y que se vote. Es una experiencia que no cambia una coma en ninguno de los grandes procesos sociales. Y encima se aparatizan las relaciones personales. En cambio en la asamblea cada uno piensa por sí mismo, y cuando discutimos es buscando qué es lo mejor para todos. Parece un caos, pero cuando salís al exterior, provocás un impacto brutal que ningún partido tiene”.
Luis Sánchez: “La horizontalidad es una experiencia popular muchas veces truncada por el poder. Venimos acostumbrados a la verticalidad del sistema, donde te dicen lo que tenés que hacer”. Luis es del grupo canoso, ¿experiencia política previa? “Yo era del Peronismo de Base en los 70, que buscó una alternativa independiente de los partidos y los sindicatos. En el peronismo sigue habiendo una verticalidad absoluta, pero hay cantidad de peronistas fuera de esa verticalidad. Un día vine a la asamblea y dije: ‘uy, esto era lo que yo hacía de joven’. Y me quedé aquí”.
Eugenia Murci, 20, estudiante de Diseño Gráfico: “A todos nos transformó la vida. Yo también vengo de una estructura vertical que es la escuela. Aquí aprendés a escuchar a los demás, a transformar la realidad desde otro lugar”. Guni Cañas: “Valorás a las personas sin que importen los títulos ni la edad. Es una cosa que le da sentido a la vida”.
Claudia Freire: “Yo estoy en un partido. Reparto volantes y es como si fuera el che pibe de alguien que está buscando un voto. Con la asamblea lo hacés desde vos mismo. El volante es un granito de arena para transformar algo”. Dice que tuvo un debate telefónico con su hermano, que hace tiempo se fue a España y le dijo: “¿Todavía seguís pelotudeando con esas cosas? ¿Vos creés en serio que vas a cambiar algo?” Claudia nos cuenta: “Yo siento que sí, o no estaría acá. Claro, si no lograste algo que cambie todo, parece que no cambió nada”. Las asambleas, está visto, trasnforman varias cosas. Luis: “Lo que vos estás sintiendo es que se puede construir poder”. Poder como acción, como verbo, no como sustantivo ni sillón: creo que hay más vida intelectual entre las personas que he conocido en estos viajes, que en muchos mausoleos y sectas que se autoadjudican el oficio.
Eugenia: “La vez pasada vimos las investigaciones que explican que con el 30% de la minería ya existente, alcanzaría para todas las demandas industriales. El otro 70% es para oro y joyería, que no son ninguna necesidad y podrían eliminarse”. Carina Nanis: “Cuando tomamos la Legislatura nos dijeron de todo, violentos, talibanes. Fue algo que nunca planficamos hacer, porque ni se nos ocurriría. Pero pasó por el empuje de la gente. Y yo pensaba: ¿cuál es la violencia? ¿La nuestra por exigir un derecho? ¿O la de los legisladores que no escuchan al pueblo?”.
Gabriel Lisaga: “La cuestión es también la decisión de las comunidades. No se pueden imponer proyectos que no tienen licencia social”. Sergio se quedó pensando: “Marx planteaba la contradicción del sistema, entre Capital y Trabajo. Pero hoy ganó fuerza la otra contradicción, entre Capital y Naturaleza” (o sea: las ganancias ya no vienen sólo de explotar personas, sino de explotar recursos naturales). “En esto hay aportes de las asambleas y sobre todo de los pueblos originarios cuando plantean el Buen Vivir: una relación distinta entre las personas y la Naturaleza, no mercantilizada, no consumista, que tampoco significa volver a andar con taparrabos, como quieren ridiculizarla”.
Se ríen, gritan, no quieren reconocer sus propias debilidades, aunque Guni alcanza a hablar de “el régimen de egos” y Carina menciona el rol de los partidos políticos “cuando tratan de manipular nuestras decisiones”. Claudia: “Somos humanos, esa es la debilidad y la mayor fortaleza”. Luis se ha quedado mirando al piso: “Una compañera que tuve me hizo aprender a ver de otro modo las montañas. Empecé a encontrar otras cosas. No sólo desde el punto de vista político, sino del espiritual”.
Las asambleas tienen además gestación de propuestas que incluyen siempre la participación social en las decisiones, estilos más directos de democracia, la recuperación de tierras para la producción no monopólica, el turismo si no es entendido como una nueva depredación corporativa, formas sustentables de generación de empleos, espacios alternativos, economía social. Guni: “Posiblemente a nosotros nos toque sobre todo hacer la resistencia, y vengan otros grupos que encuentren cómo hacer una nueva economía, o un nuevo mundo”.
Me estalla la cabeza de preguntas, pero tal vez ya me han regalado las respuestas, y sólo se trate de aprender a ver de otro modo las montañas.

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