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La mano del amo

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El feudo de los Blaquier se sacude al ritmo de las marchas y un juicio que, al fin, juzgará la complicidad de la empresa con la dictadura. El rol del nuevo sindicato y las tensiones que siembran las amenazas de la empresa. Impunidad vs. memoria.

La mano del amo
El Ingenio Ledesma fermenta hace más de cien años y, sin embargo, sigue creciendo. Desmonta y expande sus cultivos de caña de azúcar sobre la provincia de Jujuy, cuenta con 40 mil hectáreas (según indica la propia empresa) que asfixian y condicionan el día a día de sus pobladores. Lo dice bien clarito Ernesto Saman, vecino de Ledesma, docente e integrante de la Asociación de Ex Detenidos de Jujuy, quien fue secuestrado y estuvo preso durante 2 años “por pensar” en tiempos de dictadura: “Algo huele muy mal en General Libertador General San Martín”.
De inmediato acuerdo con él, aunque sospecho que no se refiere sólo al olor a podrido generado por la producción de papel del Ingenio, sino a la historia de la empresa y a su actualidad.
Abrazo al amo
La noche anterior a la multitudinaria Marcha del Apagón en Jujuy, una cantidad importante de vecinos “se solidarizó” con la empresa Ledesma y realizó un abrazo simbólico a las instalaciones del ingenio, para defenderlo de los cuestionamientos que crecían a medida que se acercaba la hora de la movilización, apoyada por organizaciones de varios puntos del país. Mientras los vecinos se congregaban en las puertas de la compañía, desde dentro del ingenio sonó una sirena especial. La misma que fue utilizada muchos años atrás, para avisarles a los vecinos de Ledesma que Herminio Arrieta, uno de los fundadores de la compañía, había muerto. Ese sonido, entonces, marca la tensión actual: en el barrio hay quienes piensan que las acusaciones que pesan sobre Ledesma ponen en riesgo la única fuente de trabajo de la zona, y hay quienes creen que lo que se está muriendo allí es otra cosa. La impunidad.
Ese día, el licenciado Federico Gatti, administrador del ingenio, participó del encuentro con los vecinos y aprovechó la ocasión para insistir que el directorio de la empresa, comandado por Carlos Pedro Blaquier, nada tuvo que ver con la dictadura. Ratificó también su confianza en la justicia y es bastante lógico que así sea: el Poder Judicial guardó en un cajón las causas sobre violaciones a los derechos humanos durante casi treinta años.
A la vez, el administrador Gatti dejó escapar el fantasma de la desocupación de una manera hábil: agradeció la muestra de apoyo porque los hacía seguir apostando por Libertador General San Martín. Quizá así Gatti reconoció, al fin, que la falta de trabajo es una preocupación concreta, que se nota en las numerosas organizaciones de desocupados y su incidencia en la vida política jujeña.
Los medios locales también participaron activamente en el abrazo simbólico y recogieron una frase dicha por una señora que representó a todos los presentes:
“No se muerde la mano del amo que da de comer”.
El poder verdadero
El profesor Ernesto, así es como llaman a Saman sus amigos y compañeros, considera que frases como esa desnudan la cultura patronal que aún vive en Ledesma, una cultura que se trasladó a la política y retroalimenta todo el círculo. “La gente cree que Ledesma es todo, que si te echan ya no hay más nada, y se somete. Inclusive elige a los candidatos que son impuestos por la empresa porque se sabe que quien tiene el poder verdadero es el Ingenio”. Saman nombra entonces al ex intendente de Libertador General San Martín, Marcelo Llanos, actual diputado nacional de esa localidad por el Frente para la Victoria. Este funcionario protagoniza actualmente una disputa pública con su ex amigo y actual jefe comunal de Ledesma, Jorge Ale. Ambos se acusan mutuamente de corrupción y de enriquecimiento ilícito. Casi no es necesario aclarar que Llanos y Ale también coincidieron en dejar intacto al poder económico y político de la empresa Ledesma durante sus gestiones.
El Familiar
¿Por qué el Ingenio es para muchos el amo al que hay que aceptarle todo? Norma Villalba, esposa de Ernesto, también docente, intenta dar una respuesta: “Los hijos de los obreros y trabajadores de la empresa emigraron, estudiaron, se convirtieron en profesionales y no volvieron a este pueblo. Quedamos los que tenemos callos en la espalda de luchar y los que no tienen otra posibilidad más que trabajar para Ledesma y mantener en secreto lo que vieron detrás de las ventanas durante la dictadura. Y por todo eso quieren olvidar”.
Insisto en buscar más explicaciones, quizá la historia nos dé más pistas sobre el presente. Ernesto Saman apunta: “El Ingenio Ledesma, que en sus inicios se llamó The Sugar States Refining Company Limited, fue construido sobre las tierras de los pueblos originarios que vivían en la zona: los chiriguanos. A los originarios se los expulsó o se los sometió sin piedad ni memoria de esa injusticia”. En esos inicios de la producción azucarera en el norte del país, nace la leyenda de El Familiar. Habla de la existencia de un demonio –que se presenta de diferentes formas– que a cambio de la riqueza y prosperidad del ingenio exigía, como ofrenda a los patrones, la vida de uno o más obreros originarios o criollos. No era casualidad, señala la leyenda, que los elegidos fueran quienes cuestionaban las condiciones de trabajo. La enseñanza para los demás era sencilla: había que aceptar el poder absoluto del patrón, callarse y no preguntar.
Héroes y tumbas
La cifra parece un récord, pero en realidad es un acto colectivo de heroísmo. Rafael Vargas, secretario general del Sindicato del Azúcar del Ingenio Ledesma, dice: “El año pasado hicimos un paro luego de 25 años de comisiones sindicales totalmente patronales”.
Habla del histórico cese de actividades del 7 de julio de 2011 que paralizó al ingenio casi en su totalidad. Esa medida de fuerza le sirvió al flamante sindicato para discutir con la empresa Ledesma, más allá de las paritarias, la suba del salario que cobran los obreros de la categoría 1, la más baja. Luego de muchas discusiones, poco habituales en el Ingenio, la remuneración se estableció en 4.871 pesos por jornadas de 8 horas de trabajo.
Vargas, junto a sus compañeros de la Lista Gris, ganó las elecciones celebradas en junio del año pasado en la compañía Ledesma. Reconoce que lo hizo “en un marco donde los trabajadores de otros ingenios del norte del país están terminando con los viejos representantes, sumisos a los empresarios. El cambio atraviesa el Ingenio La Esperanza, Río Grande, La Mendieta y El Tabacal”.
Vargas cree que, sosteniéndose unos a otros y entablando conexiones por fuera de la provincia de Jujuy, estos nuevos sindicatos van a poder continuar y hacer oír las verdaderas demandas de los obreros, porque el poder que deben enfrentar está muy arraigado y es muy fuerte.
Le pregunto qué es lo más difícil de lograr en esta etapa y, sin dudar, me responde: “Lo más difícil es mantener el espíritu de lucha y compañerismo, porque el directorio no se queda con los brazos cruzados mientras nosotros avanzamos en la organización”.
Así aparece otra de las cosas que no huelen bien en Ledesma: “Recién ahora, quizá por la aparición del nuevo sindicato, pero sin duda por la presión de la Marcha del Apagón y los procesos judiciales, la empresa comenzó a anunciar obras relacionadas con la comunidad: la promesa de construcción de mil viviendas, la asistencia con materiales a las escuelas. Incluso, antes de la Marcha, convocó a una reunión con todos los referentes sociales de Ledesma para consultarles qué opinan de la empresa. Algo inédito”.
El proceso actual es para Vargas todo un desafío: “En definitiva estamos aprendiendo y enseñando a ejercer nuestros derechos como trabajadores. Algo que quedó interrumpido por el accionar de la dictadura militar y de la propia empresa. Nosotros retomamos la lucha de los compañeros que tuvieron que irse y de los que están desaparecidos. Y esos atropellos no pueden quedar en la nada”.
Tres genocidios
Adriana Arédez dejó Catamarca y se mudó hace más de un año a la casa de sus padres en Tilcara. Lo hizo para impulsar y seguir muy de cerca la causa que investiga la desaparición de su padre, Luis Arédez, ex intendente de Libertador General San Martín. Una causa en la que la empresa Ledesma está seriamente implicada.
En estos últimos tiempos, para Adriana parece que comienza a despejarse el mal olor que toman las cosas sucias guardadas durante mucho tiempo. Resalta que fue positivo el alejamiento del juez Carlos Olivera Pastor, quien para ella fue el responsable de toda la maniobra dilatoria: “Fragmentó e hizo todo lo posible para que los delitos cometidos durante la dictadura no se juzguen”. A esto le suma la correcta actuación del juez federal tucumano, Fernando Poviña, subrogante en el Juzgado Federal 2 de Jujuy. El magistrado dispuso, el pasado 26 de abril, el allanamiento de las oficinas y domicilios de la empresa perteneciente a la familia Blaquier y citó a indagatoria a Carlos Pedro, quien intentó eludir ese llamado alegando una enfermedad.
“La empresa Ledesma puso dinero para apoyar el golpe”, dice Adriana sin vueltas y hace bien nítida la participación de los civiles en la última dictadura. Da una pista para entender esa estrecha relación: preguntarse quiénes fueron las víctimas de las detenciones, secuestros, torturas y desapariciones en Libertador General San Martín. Su didáctica respuesta es: personas relacionadas laboralmente con la empresa Ledesma. Da un ejemplo: su padre, Luis Arédez, había sido médico de los hijos de los obreros del ingenio, luego fue director del Hospital Salvador Mazza de Tilcara y más tarde fue elegido intendente. Adriana cuenta que su padre puso una condición para asumir el cargo: “Pidió que lo acompañaran en las decisiones que tomara para que los que tengan más, paguen más”. Y así fue como una de las primeras medidas de su gestión como jefe comunal fue confiscarle a la empresa Ledesma 400 hectáreas, por impuestos no pagados.
El 24 de marzo de 1976 se ejecutó el golpe de Estado y el intendente Arédez y otras cuatro personas fueron sacados de sus domicilios durante un operativo llevado a cabo por la policía provincial. Los agentes se trasladaban en vehículos de Ledesma conducidos por choferes de la empresa. Los funcionarios estuvieron detenidos durante dos meses en distintas comisarías e, inclusive, dentro de las instalaciones del ingenio. En marzo de 1977 fueron liberados, pero Aredez fue secuestrado nuevamente dos meses después y sigue desaparecido.
En el juicio que comenzó el 12 de julio se acumularon 5 causas en las que están procesados tres represores por privación ilegal de la libertad y tormentos cometidos contra 43 personas, muchas de las cuales permanecen desaparecidas. Carlos Pedro Blaquier, presidente de la empresa Ledesma, y Alberto Lemos, ex administrador de la compañía, están citados a declarar en este proceso.
Adriana está convencida de que Carlos Pedro Blaquier, su esposa Nelly Arrieta y todo el directorio tienen cuentas pendientes “por su complicidad con la dictadura, por el desplazamiento de los pueblos originarios cuando se instaló el ingenio y el genocidio ambiental que producen esas grandes chimeneas y que afecta a toda la población de Ledesma”.
La respuesta
Es curioso, cuanto menos, que a esta altura de la batalla contra la impunidad, no existan datos ni a nivel municipal ni provincial sobre posibles enfermedades respiratorias asociadas a la producción a gran escala de la caña de azúcar en Libertador General San Martín. Olga Márquez de Arédez, esposa de Luis, y Madre de Plaza de Mayo y de Adriana, fue quien sostuvo la lucha y la memoria de las victimas de la Noche del Apagón, dando sola y todos los jueves su ronda alrededor de la plaza de Libertador. Hoy parece ser, también, la única reconocida víctima de la contaminación que produce el ingenio:
en marzo de 2005 Olga murió de “bagazosis”, una enfermedad pulmonar producida por el bagazo de caña enmohecida.
Olga demandó a Ledesma por la desaparición de su marido y por su enfermedad. Ya comenzó el primero de estos juicios. Adriana anuncia que también retomará la causa por la muerte de su mamá.
La pregunta que ni Adriana ni nadie se atreve todavía a responder es la que importa: ¿puede ser este relato el comienzo del final del feudo de los Blaquier?
La respuesta depende de que todos hagamos que así sea.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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