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Mala leche

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Los dos únicos estudios realizados hasta ahora dedicados a analizar la leche materna determinaron la presencia de plaguicidas. Uno fue realizado por la doctora Susana Der Parsehian en el Hospital Materno Infantil Ramón Sardá y fue financiado, en gran parte, de su propio bolsillo. Una de sus colaboradoras, la licenciada Patricia Gatti, del INTI, lo continuó en 2013.

Mala leche

En mayo del año 2000, la doctora Susana Der Parsehian del Hospital Materno Infantil Ramón Sardá comenzó a analizar la leche materna de mujeres paúperas. El estudio se detuvo un año y se volvió a retomar en julio del 2003 para terminar finalmente en mayo del 2004. Completó en estos tres tramos el análisis de la leche materna de 248 mujeres. Los resultados, publicados en una revista científica en 2008, fueron contundentes: el 91,5% de las muestras estudiadas tenían residuos de, por lo menos, un plaguicida. La motivación que tuvo la doctora Der Parsehian para realizar este estudio no podemos conocerla: consultada por MU, planteó que no estaba autorizada por el gobierno de la Ciudad para hablar con la prensa. Un dato puede dar una pista sobre las consecuencias que tuvo esa investigación para su carrera: en la red social Linkedin su currículum da cuenta de que tras 29 años y un mes en el Hospital Sardá, desde 2010 se desempeña como planificadora estratégica de los laboratorios de urgencia y emergencia dependientes del Ministerios de Salud de la ciudad. ¿Premio o castigo?

“La investigación la financié con mi dinero y, finalmente, con una beca que me permitieron terminarlos”, se limitó a responder la doctora. Dato que también revela la orfandad que debió soportar su investigación.

El estudio incluyó a 248 puérperas (madres recientes) y se analizaron en total 23 tipos de plaguicidas organoclorados. Sobre la cantidad de muestras, el informe comenta: “Una de sus limitaciones ha sido el no haber alcanzado el tamaño muestral estimado en el proyecto original (358 casos), siendo la principal causa que en nuestro país este tipo de determinaciones bioquímicas toxicológicas que emplean solventes y patrones de elevada calidad analítica y extremada pureza son importados. Los elevados costos son limitantes del número de determinaciones posibles”.

El estudio plantea que estas sustancias provocan efectos tales como “la carcinogénesis, inmunodepresión y manifestaciones tóxicas demoradas sobre el sistema nervioso o el reproductivo”. Al ser transmitidas por la leche materna, en su pasaje al feto considera “un peligro que los plaguicidas funcionen como disruptores hormonales y acarreen problemas del neurodesarrollo: problemas de aprendizaje, déficit de atención, hiperactividad. A diferencia de los adultos, la exposición a sustancias químicas neurotóxicas en períodos críticos del desarrollo puede hacer que el niño sufra una alteración sobre la función cerebral de por vida”, asegura.

Sobre los focos de infección, el informe de Der Parsehian se limita a apuntar que estos compuestos orgánicos son persistentes en “suelos y en aguas superficiales” y que las madres que habitaban en las cercanías –“no más de 20 cuadras”– de establecimientos agrícolas o industriales.

El informe termina con un apartado llamado “Discusión” en el cual se cuestiona  el uso masivo e indiscriminado de plaguicidas y plantea que su utilización en “países en desarrollo se expande debido a su eficacia costo-beneficio y a su toxicidad de amplio espectro”. Además, apunta reflexiones acerca del rol de la ciencia: “Como investigadores se nos plantea el dilema ético de tener conocimiento sobre un problema real y no haber hecho nada más que detectar una problemática que estuvo durante más de veinte años sin ser estudiada, ya que este es el primer estudio de este tipo que se llevó a cabo en un hospital materno infantil público en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires”.

Las determinaciones del estudio se llevaron a cabo en laboratorios del INTI, y la doctora Der Parsehian agradece puntualmente a la licenciada Patricia Gatti.

Gatti replicaría la investigación como técnica del INTI Lácteos en el año 2013. Los estudios se realizaron, además del Hospital Ramón Sardá, en el Hospital Posadas de Haedo y en la Maternidad Santa Rosa, de Vicente López. El estudio, que fue galardonado con el Premio Anual del Colegio de Médicos de la provincia, determinó que la población estudiada tenía un 15% más de plaguicida que el parámetro que establece el Código Alimentario Argentino.

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