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Guachadas

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Altas Wachas. Con la estética y el estilo de la provocación crearon algo propio: un grupo de danza que rompe los moldes y cruza los bordes. Hacen shows, dan clases y desafían prejuicios.

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Cuatro mujeres: una actriz inglesa productora de documentales, una neuquina de cabellos afro y profesora de danzas árabes, una directora de arte y una acróbata, ambas porteñas. Lauren Pringle, Mailén Cisneros, Estefi Spark y Sol Gómez  son Altas Wachas, chicas bravas que se  suben al escenario con una consigna concreta: “Bancate la bombacheada”.

No bailan en bombacha, pero casi. Los atuendos que usan en sus shows están diseñados para la ocasión, cuidan todos los detalles para bailar cómodas y dar lugar al despliegue de movimientos en coreografías con sello propio. ¿Algo más que cuatro chicas moviendo el culo?

Sí.

Se conocieron de boliche en boliche, gracias a su afición por bailar hasta el amanecer. ¿Y si armamos un grupo?, ocurrencia que por un tiempo quedó flotando en el aire hasta que un día, hace cuatro años, Estefi anunció que había cerrado fecha para el primer show. Ensayaron arduamente hasta la noche del debut y fue todo un éxito. Tanto que no pararon de marcar fechas en el calendario.

Cuestión de estilo

Urgidas por la presión de poner un nombre en un flyer de una fiesta de un amigo que las invitó a bailar, decidieron llamarse F.L.O.W., con puntitos, para después buscarle un significado. Luego, lo de Altas Wachas surgió de casualidad, de un comentario que escribieron en una foto que subió Estefi a su muro de Facebook. Les gustó y lo adoptaron.

Definen su estilo de danza como “urbano fusión”, una mezcla de hip hop, dan        ce hall, kuduro, afro tradicional, twerking, house. Componen sus coreografías sin atarse a los pasos que dicta cada género musical, sino que crean algo diferente, como bailar un tema de cumbia como si fuera danza afro.

Lauren y Estefi son las que se ocupan del vestuario. Estefi: “La estética es muy personal y para nosotras es muy importante. Algunos lo pueden ver como que nos disfrazamos porque no bailamos bien, pero nos vestimos así porque nos ponemos lo que nos gusta”.  La cineasta y la directora de arte imaginan la ropa que mejor se adecua a cada estilo coreográfico, realizan el diseño y la confección de las prendas. “No somos modelitos flaquitas. De tanto bailar nuestros cuerpos se fueron estilizando, pero al comienzo éramos diferentes”, dice Lauren. “En el  primer show nos gritaron ¡gordas!”, recuerda Estefi. Poco les importó el comentario. Siguieron demostrando lo que saben hacer.

A mover el culo

Las Altas Wachas incorporan el twerking en sus coreografías. Para los que no estamos al tanto de las nuevas tendencias en la danza, basta con saber que se trata de un movimiento de la pelvis hacia adelante y hacia atrás, al ritmo vertiginoso de la música. Aclara Estefi: “Está popularizado por muchas cantantes de rap: es el típico movimiento de la mujer mostrando el culo. Nosotras lo hacemos deporte. Podés ir a la playa con tanga y también podés subirte a un escenario para bailar. Lo tomamos como una parte más de la danza, si puedo hacer movimientos con los brazos ¿por qué no los puedo hacer con el culo?”.

Suma Lauren: “No queremos calentar ni cachondear a nadie, ni hacernos las lindas. En realidad, cuando nos bajamos del escenario los hombres nos tienen miedo, ni se nos acercan”.

¿Mostrar es incitar a algo más? ¿Bailar sobre un escenario moviendo el culo es un acto de provocación? Estefi: “Ver a una mujer con poca ropa tiene una carga gigante, hacemos de eso una conducta escénica donde dejamos en claro nuestros límites. Si lo tomás como un deporte, mirás al infinito y bailás. Vos me mirás, yo bailo, hay un vidrio que nos separa. Estás mostrando otros límites. ¿Por qué no mostrar el culo? ¿Porque los hombres son pajeros? Problema de ellos. Si vas caminando por la calle y te gritan cosas es un bajón, por eso nosotras usamos nuestro cuerpo como un instrumento, no como un elemento de ventaja: no por ser mujeres, tener el culo grande y cintura chica vamos a aprovecharnos de determinadas situaciones. Es una filosofía en común, las cuatro somos iguales, es nuestro cuerpo, hacemos lo que queremos. Un amigo nos firmó una foto y nos dijo: ‘si yo fuera mujer, sería Alta Wacha’ y nos pareció muy tierno. Entendió el concepto. Es una manera de ser, te chupa un huevo lo que piensa la gente, ante todo somos respetuosas”.

Sin dieta

Hace casi tres años Estefi y Mailén empezaron a dar clases con su método de fusión. Entre las dos sumaban catorce alumnas. En este momento son 150 chicas de entre 18 y 35 años que concurren regularmente y esto les permite poder vivir de dar clases.  “Alentamos a las pibas a que hagan lo que les gusta. No queremos que bajen de peso para la fiesta de fin de año sólo para ponerse el body: la que deja de comer no baila, dijimos. No queremos que vengan con siete kilos menos y se desmayen. Las chicas empiezan a dejar de tomar tanta birra. Se arma una especie de comunidad. No hacemos pasar al frente a la mejor bailarina que se sabe toda la coreografía, sino a la que la rompe, la que pone toda la garra. Eso te va incentivando. Nosotras también somos alumnas de danza, pero no somos las mejores bailarinas del mundo sino que le ponemos toda la garra y queremos transmitir eso”.

Las chicas que concurren a sus clases toman lecciones de un estilo que tiene nombre propio: urbano fusión. ¿Qué es eso? “Es lo que a nosotras se nos da la gana. Armamos coreografías, vienen a aprender a bailar lo que nosotras les demos y se ceban con eso. Esto es bailar ‘wacha’”.

Las cuatro se siguen formando como bailarinas, tomando clases de distintos estilos para perfeccionar su técnica. Cuando arrancaron con el grupo, no tenían dinero para pagar clases especializadas y aprendían con tutoriales de Internet. Si a alguna de ellas se les complicaba un paso, lo cambiaban.

Se reconocen como colegas, amantes de la danza y ante todo, son amigas. No tienen manager. Quien suele tomar la posta a la hora de cerrar trato es Estefi, líder natural del grupo: “Es difícil vender un show de bailarinas. Más si no es decir: ‘te voy a traer cuatro minitas que van a bailar en bolas’. No es lo que nosotras queremos hacer y es difícil que otra persona entienda que hay una necesidad de poner en un show nocturno un espectáculo con gente que baile profesionalmente”. Después de cuatro años de bailar en boliches, prefieren elegir dónde ir: priorizan que el show sea valorado y pasarla bien.

El lema que las mantiene en alto refleja el espíritu de este grupo que ha creado un estilo y marca propia: “No nos queremos parecer a nadie, queremos ser nosotras”.

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