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Brasil y las consecuencias del capitalismo mafioso

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Miles de personas se manifestaron en las principales ciudades de Brasil luego que uno de los mayores emporios económicos de Brasil denunciara a Michel Temer por el pago de coimas para proteger a su aliado político Eduardo Cunha en la causa Lava Jato. Mientras, Temer desafía: “No voy a renunciar. Si quieren, que me derriben”. El investigador Raúl Zibechi analiza en esta entrevista algunos de los principales ejes de la crisis política brasilera: corrupción, medios, empresas, PT, Odebretch y las consecuencias de lo que llama “capitalismo mafioso”.
La crisis social y política en Brasil sigue creciendo mientras se suceden paros generales y movilizaciones en las principales ciudades del país, donde sólo el 5 por ciento de la población apoya a Michel Temer, el político que llegó a la presidencia luego del golpe a Dilma Rousseff. En la última semana Temer quedó envuelto en un escándalo de corrupción luego que el empresario Joesly Batista, dueño del emporio JBS, lo denunciara ante el Supremo Tribunal Federal por avalar el pago de coimas para comprar el silencio de su aliado político, Eduardo Cunha, preso por su participación en la causa Lava Jato. El caso tomó estado público tras la difusión de un audio por parte del monopolio O´Globo. El Fiscal General de la República, Rodrigo Janot, acusó formalmente a Temer y al excandidato presidencia Aecio Neves (su cómplice en la destitución a Rousseff) por corrupción y asociación ilícita.
“No voy a denunciar. Si quieren, que me derriben”, fue la provocativa respuesta de Temer. Mientras en las calles se repite el “Fuera Temer” al son del pedido de elecciones directas, la Orden de Abogados de Brasil se sumó al repudio pidiendo el juicio político.
En diálogo con lavaca, el periodista e investigador Raúl Zibechi analiza el convulsionado presente brasileño. Zibechi  -autor de Brasil. ¿El nuevo imperialismo?– explica que parte de la esencia del actual conflicto puede entenderse a partir de dos lógicas: que las grandes empresas de Brasil crecieron a bases de préstamos del Estado; y la corrupción de gobiernos y empresas con la obra pública.
¿Cómo se entiende lo que está ocurriendo hoy?
-Esta última ola de corrupción comienza con el gobierno de Lula, que tenía la política de seleccionar algunas grandes empresas brasileñas –del estilo de Techint-, meterles mucha plata y lanzarlas a competir en el mercado global, porque la idea era que teniendo muchas multinacionales como tienen los chinos se puede llevar al país al nivel de potencia global. Lo que está pasando ahora es que el proyecto de Brasil potencia, que venía siendo exitoso, está siendo petardeado desde adentro y afuera por diversos sectores. Desde afuera, vinculados a Estados Unidos y el capital financiero. Desde adentro, por sectores de la derecha y del establishment brasileño que habían conseguido desplazar al PT del gobierno con la Operación Lavajato y con movilizaciones, tocando un punto como la corrupción, que no es un invento, sino un emergente de un capitalismo que no funciona de otra manera. Los políticos tienen la conocida “caja 2”, ingresos millonarios de empresas que financian las campañas electorales. Es el capitalismo mafioso.
-Pero si Temer forma parte de esos sectores, ¿cómo se explica la filtración que lo perjudica ahora?
­-Hay varios factores. Por un lado, en la caída de Dilma se juntaron la prensa brasileña y los grandes monopolios mediáticos. Por otro lado, los movimientos de la derecha: surgió una nueva derecha en Brasil, que movilizó millones de personas que en general vienen de una militancia formada en universidades públicas y privadas, parecido a lo que Macri en Argentina está haciendo con los timbreos. Básicamente, son las clases medias que se han visto “desplazadas” por el ascenso de los pobres: eso generó una reacción política cultural. En tercer lugar, el capital financiero y la industria brasileña también jugaron fuertemente. Mediante la Operación Lava Jato consiguieron derribar a Dilma y crear un gobierno que, decían, iba a recuperar la economía y a estabilizar el Gobierno de nuevo. Lo que sucedió es que el Lava Jato, que era una operación que se había focalizado en el PT y sus aliados, sigue: empezaron a aparecer casos en el gobierno, renunciaron varios ministros y ahora Temer tiene un apoyo de sólo el 5 por ciento, no muy distinto del que tenía Dilma cuando fue derribada. El frigorífico JBS se reunió con Temer y, para frenar la Operación Lava Jato, se volvió en su contra. La pregunta es por qué: esta familia está trasladando negocios a Estados Unidos, donde tiene 56 frigoríficos y donde están la mitad de los negocios. La otra mitad está en el resto del mundo.  La cuestión es que esta empresa abandonaría Brasil. Es un caso particular porque Odebretch, que financió la campaña de Lula, hoy es una empresa arruinada. JBS, viendo lo que pasó, optó por un camino distinto. La cuestión es qué va a pasar ahora.
-¿Qué implicancias tiene lo que ocurrió con Odebretch? En Argentina, uno de los principales apuntados es el titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Gustavo Arribas, que fue acusado por el arrepentido Leonardo Meirelles por recibir coimas en el marco de Lava Jato.
-En casi todos los países hay implicancias. En este momento Odebretch está cuestionada en Perú porque financió la campaña de Ollanta Humala, que gastó millones en sobornos. ¿Por qué cae en Brasil? Odebretch está a cargo de los principales complejos militares en Brasil: es la que está fabricando el primer submarino nuclear. Es tan corrupta como otras, pero se han focalizado en Odebretch por algo: son los negocios que pueden darle autonomía militar a Brasil. Y los militares son un poder muy importante. Temer tiene buena relación con ellos.
La calle o el abismo
¿Cuál es el escenario que se vislumbra?
-Yo creo que Temer va a caer, pero es complejo. ¿Por qué? Primero la derecha y estos movimientos masivos que se habían manifestado contra Dilma decidieron por ahora no manifestarse porque dicen que si cae Temer puede venir algo peor. Por eso ahora se está movilizando la izquierda. El domingo hubo algunas pero no fueron masivas. Hay una tendencia a la descomposición masiva en Brasil: la gente está quebrada. Y eso es un elemento. Otro elemento es que Temer va a resistir: aunque parezca mentira, tiene base parlamentaria. Mucho va a depender del camino que vaya a tomar el PSDB (Partido por la Social Democracia Brasileña, principal aliado político de Temer). Y, en tercer lugar, creo que si hay elecciones, Lula puede ganar. Se mantenía como un candidato con muchas posibilidades y su figura, dentro de esta crisis, puede crecer, si no lo encarcelan antes por alguna causa. La situación es extremadamente compleja, porque a esto se suma que un sector de los medios y empresarios dijeron “Basta Temer”. Pero no hay alternativas. Brasil se dirige hacia un abismo.
¿Hay algún sector emergente en Brasil que esté ocupando el espacio público?
-No veo, aunque eso puede cambiar mañana, una potencia fuerte en la calle. Hay que decir que la potencia de junio de 2013, cuando el movimiento irrumpió en la calle con 20 millones de personas, fue neutralizada por el PT. Lo que ha habido estos días fueron movilizaciones del PT, de la izquierda, de los sindicatos, pero no se puede decir que se haya visto una irrupción de masas en la calle. La lógica del movimiento es una lógica que no es manejable por la institución. En esta situación, no sabemos qué es lo que puede pasar con una probable y deseable intervención de masas en la calle. No se ha visto, por ahora, un cambio en la actitud de la calle.
-Tampoco parece importarle mucho al Gobierno.
-Las manifestaciones, por más masivas que sean, no derriban gobiernos. En los `90 en Argentina hubo muchísimas movilizaciones, pero a Menem no se le movió un pelo. Otra cosa es el 19 y 20 de diciembre: eso es un levantamiento, una insurrección, y eso sí tiene carácter destituyente. Es imprevisible. Trasladado a Brasil, yo creo que el grueso de los que se manifiestan apuestan a un retorno de Lula al gobierno, pero eso es algo tan evidente que no puede tener éxito, porque lo que tiene éxito es lo imprevisto. Eso es una enseñanza de la historia social. Hoy hay dos tareas fundamentales. Una es seguir organizando a la gente en pueblos, en lugares, con iniciativas. Pensemos que para llegar al 19 y 20 en Argentina hubo decenas de acciones durante toda una década que hizo posible que un buen día la población se levantara. Lo otro es un permanente trabajo de clarificación, discusión y análisis de lo que está pasando, porque hay una ilusión en la gente, que es muy humana pero muy terrible, que expresa que cambiando al jefe vamos a ir por un camino maravilloso. En Argentina y en Brasil está ocurriendo un fenómeno al estilo “luche y vuelve”, aquella famosa consigna de la vuelta de Perón en 1973, pero la cuestión es que ya no pueden volver y hacer lo mismo. Es una etapa cerrada. El capitalismo mafioso no es una desviación del capitalismo, sino que es el momento del capitalismo en este momento actual de la historia. Las sociedades no cambian porque esté Lula o Cristina, sino porque haya movimientos que apuesten a otras construcciones.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
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Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
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Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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