Nota
Habla la comunidad mapuche: «Santiago estuvo acá, defendió el territorio y lo chupó Gendarmería»
lavaca estuvo en el Pu Lof en Resistencia, del Departamento de Cushamen, y dialogó con la comunidad a 19 días de la desaparición de Santiago Maldonado. Cómo fue la cronología de la represión, la irrupción de Gendarmería sin orden judicial y el momento en que se llevan al joven.
Entramos a la camioneta y la primera pregunta es automática:
-¿Cómo están?
El peñi responde en mapudungum durante 12 segundos.
Luego, explica:
-Saludé a toda mi gente mapuche. A la gente no mapuche, también. Contaba que estamos aquí, en la Pu Lof en Resistencia, del Departamento de Cushamen, también agradecido de que se hayan acercado aquí a hablar y estén con nosotros.
Hace exactamente dos años lavaca estuvo en este lugar, ubicado en el paraje Vuelta del Río, localidad de Leleque: se cumplían cinco meses de la recuperación de tierras ancestrales que la comunidad había iniciado en una de las estancias de la multinacional Benetton. En ese entonces eran perseguidos con la Ley Antiterrorista.
Hoy el contexto es una continuidad: hace 19 días que Santiago Maldonado está desaparecido luego de una brutal irrupción desplegada sin orden judicial. En instantes, la comunidad describirá la cronología de hechos que testimonia el desastre.
Antes, en medio de la nieve y los picos blancos de las montañas heladas, el mapuche dirá:
-Estamos bien, dentro de todo el barco en el que estamos ahora. Seguimos con la prisión política de nuestro lonko Facundo Jones Huala desde el 27 de junio, y eso se mantiene de forma ilegal al día de hoy. Nos demanda mucha movilización de gente para pensar bien las cosas, porque sabemos que hoy en día lo que están realizando es una persecución política hacia Facundo, la comunidad e integrantes del pueblo mapuche. Una situación muy áspera por parte del Estado, del Gobierno, y eso también nos obliga a pensar las decisiones que van tomando la comunidad y pensar qué decir hacia afuera. Se ha generado una persecución mediática muy grande por parte de los medios hegemónicos, y eso estamos tratando de contrarrestar.
En ese contexto la comunidad llegó al 31 de julio.
#LavacaEnEsquel: Cuál fue el rol de Pablo Noceti en el operativo, explicado por él mismo
Cronología de una cacería
El peñi (hermano) habla con su rostro cubierto «por razones de seguridad», explica:
“El 31 iniciamos un corte a la vera de la Ruta 40. Fue cerca del mediodía, exigiendo la liberación del lonko porque hacía más de un mes que estaba como preso político por orden del juez federal de Bariloche, Gustavo Villanueva. Ya sabíamos lo que había pasado ese día: en una protesta en ese Juzgado, a las 7:15 de la mañana, teníamos seis detenidos. Después del mediodía, ya eran nueve. Habían reprimido muy feo: una lamién (hermana) terminó con un diente roto y otro sacado. Aquí el único método de protesta que tenemos es saltar a la ruta y conversar un poco con la gente para que sepa cuál es el contexto en el que estamos. Nosotros no cortamos la ruta todo el tiempo como dice el juez o el Gobierno de Chubut: tiene que pasar alguna acción ilegal muy fuerte para cortar. Este fue un corte enfrente de la tranquera, parcial, con un carril habilitado. Dábamos panfletos. Durante la primera hora lo hicimos cada 20 minutos. Pero después dejábamos pasar porque entendemos que la lucha que hoy estamos realizando no es contra la gente ni el ciudadano común, sino contra un sistema. Entendemos que la gente tiene que ir a trabajar, llevar a sus hijos o parientes al médico. Aún así es muy difícil que una persona comprenda en 5 minutos la profundidad del conflicto. Pero sí que se pongan a pensar aunque sea un minuto, porque hay mucha desinformación. El corte se mantuvo hasta las 5 de la tarde, que aparece Gendarmería con un Unimog y tres camionetas, cargadísimos. Fue en el cruce de las rutas 40 y 70, a 1 km de aquí”.
Cómo empezó el peor final
Según detalles del expedientes a los que tuvo acceso lavaca, Gendarmería informó que a las 13 horas de ese día se hicieron presentes el primer alférez Daniel Gómez y los oficiales de apellido Coronel, González, Coca Alba, Carmen Saldaño y Echazú. A las 17:15 -mismo horario que describe el peñi-, surge de las actas de los gendarmes que personal a cargo del Comandante Principal Fabián Arturo Méndez, del Escuadrón 35 de El Bolsón, trajo el oficio 972/2017 del Juzgado Federal de Esquel.
“Nos acercamos con algunos peñi hacia el cruce y cuando estamos llegando, empiezan a a efectuar disparos con balas de goma y algunos tiros 9mm que se escucharon. Respondimos con hondas de revoleo. Ahí es cuando se retiran del lugar, y ya 1 ó 2 kilómetros más atrás nos leen una orden de desalojo de la ruta. La orden la desconocemos hasta el día de hoy porque nos la leen por altoparlantes”.
Esa lectura está registrada en uno de los videos que difundió C5N.
Sigue el relato:
“Evaluamos con los peñi y las lamien qué hacer. Entre ellos estaba Santiago, que había llegado ese día para acompañar. Con ideas muy claras: era un pensador que también cultivaba el proyecto de vivir de forma autónoma, como nosotros. Por eso acompañaba el proceso de recuperación. Mantenía siempre activo un sentido de luchar socialmente. Santiago había llegado un rato antes del mediodía y de los cortes. Hicimos el ingreso al campo. Dejamos un pino afuera en la ruta. Gendarmería lo vino a sacar cerca de las 4 de la mañana: ahí apareció un contingente muy grande”.
En las actas del expediente, el primer alférez Gómez informó estos horarios:
· 3:30: personal del Escuadrón Nª 35 de El Bolsón -apoyado por personal del Escuadrón N! 36 de Esquel- aprovecharon que “los manifestantes no se encontraban sobra la ruta 40” y procedieron a desarmar “cuatro barricadas compuestas por palos, árboles cortados, piedras y chatarras distribuidas estratégicamente”.
· 5:30: Labra un acta (fojas 14) en la que expresa que “ante la ausencia de manifestantes no hubo enfrentamiento con personal uniformado”. Y que una vez “despejada la ruta en cumplimiento a la demanda judicial 972/2017 se informó lo actuado al magistrado interviniente telefónicamente”. El magistrado interviniente es Otranto. Es la última vez que se consigna una comunicación con el juez.
La cacería
Sigue el relato:
“Alrededor de las 6 de la mañana, antes que esclarezca el día, se vuelve a acercar un Unimog con una camioneta con las luces apagadas. Nosotros reflectoriamos desde el lado de adentro del campo y cuando prendimos el reflector, empiezan a disparar desde la ruta hacia adentro. También se empiezan a prender los reflectores del Unimog. Los efectivos llegan hasta el alambre. Ahí hacemos autodefensa de nuevo con la honda de revoleo y piedras y logramos que no ingresen. Se van. Para eso, ya nos habían dejado bastante alerta. Después, tipo mediodía, a las 11, evaluamos seguir con el corte”.
La descripción también coincide con las actas del expediente. Según Gendarmería, a las 11:15, “en cumplimiento del oficio 972/2017 se procedió al despeje del corredor antes mencionado”. Dice el peñi: “Evaluamos seguir porque, más allá de que a las fuerzas represivas las teníamos ahí, entendíamos que no había que dejar de protestar, comprendiendo que lo que quiere el Gobierno es eso”.
Lo que siguió entonces, según el testimonio del peñi, fue la cacería.
«Falta uno»
“Entramos de vuelta a a ruta, pusimos el pino y ya se nos vino todo el contingente de Gendarmería. Nosotros vimos alrededor de 100 efectivos. Hoy los medios afirman que son 80. Les solicitamos la orden. No nos dicen nada. Empiezan a bajar. Les dijimos: ´Si van a reprimir, que sea con una orden. Queremos la orden´. Nunca nos la dieron”.
-¿No la leyeron por altoparlante como el día anterior?
-No, ahí solamente vinieron. Se formaron a lo largo del alambrado. Algunos, campo más arriba, venían disparando con 9 mm. Los del medio venían tirando con escopeta. Empezaron a reprimir. Nosotros hicimos uso de autodefensa de vuelta. Y ahí nos logran correr hacia dentro del campo. Una vez entrando dijimos: “Ya está, era solamente la ruta, ahora la tienen despejada: hagan lo quieran”. Pero cuando nos estábamos dando vuelta para entrar al predio, como yendo para la guardia (una casita de madera), los efectivos siguieron disparando, disparando y disparando, y cuando nos dimos vuelta para mirar, en el plazo de dos segundos, teníamos ya toda la milicada del lado del alambre. Así que ahí dijimos: “Van a querer entrar”. Seguimos peleando como pudimos. Ahí es cuando atraviesan un Unimog, se apuestan unos tiradores detrás y empiezan a disparar. Entonces aparece un efectivo con escudo, que es el que rompe el candado de la tranquera. Otro patea la puerta. Y ahí todos entran corriendo y disparando a los gritos de “agarren a uno, agarren a uno, agarren, agarren”. Tratamos de seguir resistiendo dentro, pero no se pudo más: eran muchos efectivos corriendo al grito de “agarren”. Los disparos no cesaban. Y ahí es donde logramos correr y salvaguardar nuestras vidas tirándonos al río. Nos encontramos todos del otro lado, pero faltaba uno. Y era el compañero que hoy nos sigue faltando.
La media hora clave
-¿Vos fuiste uno de los que cruzó el río?
-Sí. Es el Río Chubut. El cruce fue muy difícil porque íbamos cruzando y los gendarmes nos seguían disparando, tirando piedras. No reconocían que tenían vidas enfrente.
-¿Y luego hicieron la reconstrucción?
-Sí. Ahí dijimos: “Falta el Brujo”. La voz de alto se escuchó en todos lados, porque acá hay un montón de eco. Cuando estamos cruzando se escucha. Lo ven llegar hasta el río, pero no logra cruzar porque era tanta la lluvia de balas y piedras. No conocía la zona tampoco. Se quedó agarrado de una rama, abajo de las matas. Y después se ve lo que decimos: tres efectivos golpeando a alguien, en el mismo lugar donde se encuentran sus cosas después en los rastrillajes, y como cargando algo al Unimog.
-¿El Unimog estaba de culata al río?
-Sí, de culata. A unos 40 metros: está el río, hay una subidita y ahí está el Unimog. Nosotros al llegar al cerro vemos que el Unimog sale soplando para la ruta y sale para el desvió de la Ruta 40. Ahí para otra camioneta al lado, los efectivos hacen toda una pantalla, bajan algo, cargan algo y la camioneta blanca se va soplando rumbo a Esquel. Hay muchas pruebas suficientes ya para lo que es la desaparición del Brujo: la sociedad sabe que el responsable directo es Gendarmería. Se puso en duda si estuvo o no estuvo: sí, estuvo. Santiago estuvo acá, defendió al territorio y lo chupó la Gendarmería.
-Desde el momento en que la Gendarmería irrumpe al territorio y ustedes cruzan el río, ¿cuánto tiempo pasó?
-Media hora habrá sido, más o menos. Si a las 11 comenzó, 11:30 ya estábamos del otro lado del río. Lo de Santiago pasó en ese trayecto.
Fuentes de la investigación dijeron a lavaca que algunos horarios claves para la investigación se podrán definir con certeza en los próximos días cuando accedan a los registros fílmicos de Gendarmería.
La táctica Noceti
El peñi dice que los gendarmes se retiraron entre las 16 y las 17 horas. “Aquí hay responsables: no sólo el juez Guido Otranto, que se le está haciendo costumbre despejar la ruta y dejar vía libre para que hagan lo que quieran, sino también el señor Pablo Noceti (jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad), que es el que detiene a la gente en la subcomisaría de Leleque (tres personas, demoradas por más de seis horas). Estábamos en una situación muy compleja: el lonko iniciando una huelga de hambre sin saber nada del juez ni la causa, 9 detenidos en Bariloche, golpeados, y Noceti, más la campaña mediática en los medios, diseñando ideológica y operacionalmente la táctica que realizó Gendarmería aquí para chuparse a uno. Porque como fue Santiago, podría haber sido cualquier de nosotros”.
“El operativo que terminó con la desaparición de Santiago Maldonado fue ilegal”
-Los acusaron de obstaculizar los rastrillajes.
-El primero fue el sábado (5 de agosto). Viene Prefectura, pero ya nosotros decimos que estaba viciado: antes habían pasado a hablar con los gendarmes que estaban apostados aún en el desvío de la ruta: bajan custodiados por ellos. Fue algo provocativo: ¿ir a conversar con los mismos que se llevaron a Santiago? No tiene gracia. Nos dicen: “Vengo a buscar al pibe ese”. Habían pasado ya varios días y sin mucha sensibilidad nos ataca con eso. Le pedimos la orden. No la tenían. De pronto aparece (el juez) Otranto: “Ahí viene la orden caminando”. Empezamos un diálogo bastante cordial, a pesar de la bronca e impotencia que teníamos. Tratamos de mantener la calma. Hicimos ingresar a la división canina. Bajo las matas encontraron una boina que pesamos que era de otro peñi, pero reconocemos que es con la que apareció Santiago el primer día acá. Y el perro empieza el recorrido y hace todo lo que la comunidad había denunciado: se queda en el lugar donde estuvo el Unimog, baja hasta el río, pasa y vuelve al Unimog. Tres veces lo mismo. Después Prefectura ve toda la costa del río, se tiran al medio, a la orilla y dice: “Es imposible que esté acá. Si se ahogó, estaría entre medio de las ramas”.
-¿En el rastrillaje del miércoles se corroboró lo que ustedes decían?
-Fue otro ataque de (el juez) Otranto a la comunidad para hacer creer a la sociedad que somos terroristas y que estamos armados. Por eso la cantidad de fuerzas (la APDH y la Comisión Provincial por la Memoria calcularon unos 400 efectivos): voy a un territorio terrorista y por eso tengo que llevar a tantos policías. Durante toda la noche pasaron camionetas por acá: apenas aclareció empezaron a aparecer. Eran alrededor de 30 vehículos. Los hombres decidimos resguardar a los niños llevándolos al otro lado. Dos lamién dialogaron con (el juez) Otranto. Había un helicóptero. Otranto estaba enojado porque en el rastrillaje anterior no lo dejamos entrar un dron. ¿Aquí, en este sector rural, río tupido? No te sirve de mucho, pero a la Inteligencia argentina sí, para conocer el territorio. Había dron, buzos, gomones, perros, y en eso encuentran un collar en un lugar donde ya se había rastrillado la vez anterior. Algo bastante irregular: ¿Cómo entendés que hay un collar, que ahora se llevaron los peritos, en un lugar que ya había sido peritado antes tres veces? Seguimos desconociendo una parte. Y todavía seguimos sin saber dónde está Santiago.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
Nota
Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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