CABA
Adiós a Hebe, adiós a una época

Murió Hebe de Bonafini. Exactamente dentro de dos semanas hubiera cumplido 94 años. Presidió la Asociación Madres de Plaza de Mayo y fue figura siempre relevante en distintos momentos del país.
Es posible que cada persona ya tenga una posición totalmente formada -a favor o en contra- sobre una mujer rebelde, polémica, irritante y contradictoria. O entrañable, valiente y sincera, según quien la mire. Una de sus frases favoritas fue: «El otro soy yo».
De las múltiples charlas y entrevistas de lavaca con Hebe, elegimos para homenajearla esta nota de abril de 2004, en la que explica su apoyo y su relación con Néstor Kirchner, a quien había tildado como fascista. Habla de la izquierda, los piqueteros, la política, los salvavidas de plomo. el ser ama de casa, la democracia. Los cartoneros y su miedo. El 19 y 20 de diciembre, su idea de la revolución, un accidente casero que la había dejado contusa. Un modo más de conocer de cerca una mente hiperactiva y frontal, y a una mujer que se supo ganar un lugar en la historia de la política y los derechos humanos.
Hasta siempre, Hebe.
«La izquierda nunca entendió a las Madres»

Dice que este es un momento lindo, distendido. Que siempre soñó que «uno de nuestros hijos iba a ser Presidente», pero nunca pensó que iba a suceder tan rápido. Que Kirchner es inteligente y tierno. Que los partidos de izquierda no saben ver el nuevo mundo político. Que los museos de la memoria y los juicios por la verdad son mentiras. Que pagar la deuda externa es violar los derechos humanos. Y que si no hay igualdad, la democracia no existe. Hebe, a los 75 años, sigue rompiendo paradigmas. «Las Madres siempre hicimos lo que quisimos». (Por Sergio Ciancaglini).
Hebe de Bonafini, rodeada de íconos del Che Guevara, Salvador Allende, retratos de desaparecidos y símbolos de diversas luchas antiimperialistas; después de haber homenajeado al presidente Néstor Kirchner con una alabanza que en su caso no tiene precedentes, sonríe con una placidez inédita cuando escucha la pregunta:
–¿Alguna vez soñó que iba a ser oficialista?
-Me la pasé diciendo que Menem, Duhalde y Kirchner eran la misma mierda. Y después tuve que ir a decirle: «Señor presidente, me equivoqué, yo dije que usted es la misma mierda que los otros pero no: usted es totalmente distinto». Y se lo reconocí así, sinceramente. Las Madres somos muy libres para decir lo que pensamos. En un discurso, hace años, dije que alguna vez un hijo nuestro iba a cruzar la plaza, y se iba a sentar en el sillón para ser presidente. Y ahora él me contó que el 24 de marzo de 1976 ya empezó a pensar que quería llegar a presidente. Lo que no soñé es que algo así iba a ser tan rápido.
-Frente a este cambio suyo, la izquierda.
-(Interrumpe) Ah no, la izquierda nunca entendió nada. Y menos a las Madres. La izquierda tardó siete años en venir a las marchas y ahora no sé cuánto va a tardar en entender. Siempre vinieron a criticar y a querer cambiarnos el pensamiento. Y nunca les dimos bola.
–¿Pero en las rondas siguen escuchando La Internacional?
-Muchas veces.
–¿Cómo podría describirse entonces la posición de Madres? ¿Pragmática, al apoyar a Kirchner, o ideológica?
-Es ideológica. Las madres nos sentimos de izquierda. Pero no de los partidos de izquierda. A la vez al presidente lo veo como a alguien muy seguro, con mucha ternura, muy inteligente. Hace cosas muy fuertes. Casi utópicas. Aunque claro, tiene muchos salvavidas de plomo.
Hebe de Bonafini -la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo- camina despacio y rengueando. La más inesperada expresión de kirchnerismo explícito asegura que se sigue sintiendo revolucionaria, de izquierda, y un ama de casa.
Las amas de casa son personas que asumen tareas inhóspitas y riesgosas, que harían recular a más de un revolucionario. Por ejemplo, limpiar heladeras o enjabonar pisos. «Estaba ayudando a mi hija a limpiar la heladera, el piso estaba jabonoso, se me fue la pierna y me fracturé. Por suerte fue la tibia y no la cadera».
Ocurrió en septiembre del 2003.
Hebe -que el próximo diciembre cumplirá 76 años- comenzó a incorporar un extraño ritmo de vida a su extraño ritmo de vida.
-Atendía a la gente aquí, en la Casa de las Madres, boca arriba en una cama. A los actos iba en silla de ruedas y después, con bastones canadienses. Durante tres meses necesité asistencia permanente para todo: bañarme, mover el intestino, lavarme. De día me atendían acá las otras Madres. De noche, una enfermera. Los viernes me llevaban en ambulancia a La Plata y me quedaba con mi hija Alejandra hasta el lunes, y ahí volvía en ambulancia.
La Casa de las Madres queda en el edificio de la Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo, frente a la Plaza de los Dos Congresos. Se entra por el café literario Osvaldo Bayer. Hay un timbre. No es una puerta abierta a cualquiera en un lugar donde las amenazas ya son parte de la música cotidiana. En los últimos días se trató de un «Comando 24 de marzo». Cuenta Hebe: «Son los mismos de siempre. Lo hacen para jaquear al presidente. A él también lo han amenazado, y a los ex detenidos. De todos modos no quiero que me custodien, que cuiden mi casa, acá, ni nada. Porque yo puedo tener eso, ¿y los demás qué?»


El escritorio de Hebe está invadido y revuelto por la instalación de aire acondicionado en ese sector del edificio que es muy seguro, pero muy cerrado (los diarios balbucearían que se trata de un «bunker»). La conversación fluye fuera de esa oficina, pero de pronto la señora de Bonafini salta alarmada: «Me van a reventar al Che» dice cuando ve que mueven un escritorio con un busto sonriente de Ernesto Guevara, rescatado a tiempo.
Hebe habla a toda velocidad, casi nunca duda, y propone que la charla sea «cariñosita». Tiene una mirada de una inteligencia y un sentido del humor que no suelen emerger durante sus arengas públicas. Una curiosidad: jamás, en más de una hora de charla, mencionó a Kirchner por su nombre. Sólo habló de «él» o de «el presidente».



-¿Quiénes son esos salvavidas de plomo del gobierno?
-Scioli, Lavagna, Duhalde, gobernadores como Solá o Romero. Nosotras creemos que es un tipo (Kirchner) que está muy bien, con gente que trabaja muy bien, pero estos otros son un desastre, el fascismo total, pero bueno, él tuvo que juntar aliados para llegar a donde llegó. Creemos que es muy inteligente y que está haciendo un muy buen trabajo.
–¿Cómo analiza a la situación política?
-Tiene varias partes. En derechos humanos el presidente ha hecho cosas totalmente sorpresivas y nada demagógicas. Y por otro lado está el pago de la deuda, que para nosotras es una violación a los derechos humanos. Cada peso de deuda que se paga es un chico que no come, o alguien sin trabajo. Con Eduardo Barcesat tenemos hecho un trabajo que demuestra que la deuda ya fue pagada una vez y media. Vamos a llevárselo al presidente.
-A quien usted trataba como uno más de esos que llama fascistas.
-Sí, y por eso se lo reconocí personalmente. «Yo dije que usted es la misma mierda que los otros, pero por lo pronto aquí no vi a ningún policía». En la época de De la Rúa, además, en la Casa Rosada me amenazaron de muerte.
–¿Cómo ocurrió?
-Había ido a llevar un pedido de audiencia y un tipo de civil me dice en voz baja: «¿No sabés que te vamos a reventar, hija de puta?» y yo le grité «¡Decímelo en voz alta!» pero se dio vuelta y se mandó a mudar. Y ahora estaba en la Casa Rosada con un presidente que nos atendía, estaba de acuerdo con nosotras y que, además, era distinto. Hizo cosas muy rápido. El documento de identidad gratuito para todos los chicos me pareció una cosa extraordinaria. Y el descabezamiento de las cúpulas militares y policiales. Hacía reuniones con los organismos de derechos humanos a las que nosotras no queríamos ir. Pero después me llamaba a mi casa y me contaba lo que habían hablado. Me dio un lugar que yo no me había imaginado. Llamarme a mi casa.
-Todo un romance político.
-Más que romance, es mutuo respeto. Me invitó, por ejemplo, al Salón Blanco cuando la hermana presentó unos planes sociales. Yo estaba atrás, sin querer llamar la atención porque soy una persona muy discreta.
-Hebe…
-En serio. Fijate que me estaba yendo, cuando me llamaron diciendo «no te vayas que el presidente quiere verte» y él dio toda la vuelta al Salón Blanco para saludarme. Una gran gentileza. Y digo: si hay una cosa diferente, una pequeña puerta abierta, tenemos que mantenerla así, con una relación con el presidente. Yo le dije: nunca le voy a mentir, le guste o no le guste, y espero que usted no me mienta. Si me miente vengo y lo denuncio. Y él dijo: no voy a mentir.
Yo le cuento todo lo que hago. Que tenemos relación con algunos grupos piqueteros como para que nadie le diga «mirá lo que hacen las Madres». Le cuento también que la Universidad es ilegal.
–¿Ilegal?
-Claro, no la tengo legalizada ni le pienso pedir un peso a nadie. Los títulos que damos no son oficiales. Son títulos de amor y de lucha, y por suerte a los que salen de aquí les dan trabajo. Ahora nos han ofrecido desde la Sorbona, de Paris, hacer algunas cosas con la Universidad, así que capaz que crece para otros lados. A veces pensamos legalizar una parte. Nos han ofrecido hacer una carrera de Derecho con Derecho Internacional Público, pero no podés recibirte de abogado sin un título válido. También nos ofrecieron una carrera paramédica. Pero es como cuando crías un hijo: no hay un libro que te explique todo. Esto es un hijo de cuatro años largos, tenés dudas, cosas que te andan mal, o bien, muchos que te dan consejos, o se quieren quedar con una parte, pero bueno: seguimos. Y el presidente sabe todo. Para mi es un momento muy lindo, distendido. Antes me agredían todo el tiempo y ahora, abren las vallas especialmente los jueves para que hagamos la ronda. Imaginate.

-Si antes opinaba que Kirchner era lo mismo que Duhalde, ¿era por un prejuicio suyo? ¿O tenía razón, y Kirchner cambió?
-Era un prejuicio mío. Yo decía: peronismo es fascismo puro. No conocía a peronistas de izquierda. Sé que había muchos, pero los mataron a todos. No había visto resurgir a ninguno con las ideas como las del presidente, que reivindicó a los ‘70, a nuestros hijos y su lucha. Todo eso me parece increíble.
–¿Nunca otro presidente intentó acercarse?
-Con Alfonsín estuvimos dos veces.
–¿Pasó algo?
-No, un tipo muy mentiroso, Alfonsín. Nos dijo que había desaparecidos con vida y le dijimos que los recuperara. Después nos recibió de nuevo y nos mostró unos papelitos que parecían de supermercado. Eran del Ejército contestando que no tenían ningún desaparecido. ¿Y qué le iban a contestar? Era ridículo. Después, nos citó a las madres de todo el país. Vinimos de todas partes y él se había ido. No nos recibió. Ahí tomamos la casa de gobierno durante 24 horas.
Con Menem no estuvimos nunca, y con De la Rúa tampoco. Le pedimos, pero nunca nos atendió y encima, cuando fui a la Casa Rosada me amenazaron. Le sacamos fotos al tipo, pero el gobierno no hizo nada. Así que nunca nos reunimos con otros presidentes.
-Pero sí con Rodríguez Sáa.
-Eso no fue un presidente, fue un aborto de la naturaleza.
–¿Y cómo vive el cuestionamiento que le hace la izquierda?
-¡Tenés que ve los mails que me mandan! Una maravilla. Ni te hablo de los partidos trotskystas, dicen de todo de mí. Ya les tengo lástima, se la pasan discutiendo en los cafés, pero solamente pueden repetir lo que estudiaron en un libro porque no saben ver el nuevo mundo político.
Nos pasó siempre. Venían a decirnos lo que teníamos que hacer. Y siempre hicimos lo que quisimos. El PC (Partido Comunista) en una época decía: «Las madres no saben hacer política. Videla y Viola son democráticos». Yo no me olvido de eso. Pero ojo, estoy hablando de la izquierda organizada en partidos. No la otra, la cantidad de gente que es de izquierda como me siento yo, pero no está en ningún partido. ¿Y sabés por qué? Porque los partidos mienten. No entienden nada de política. Me acuerdo cuando dijeron que el 19 y 20 de diciembre hubo una revolución, y organizaron una gira diciendo que estaban juntando comida para mandar compañeros a luchar al monte. ¿A qué monte? ¡A Palermo! Me venían a preguntar de afuera, y me daba vergüenza. Todo una gran mentira.
–¿Pero cree que el 19 y 20 fue un hecho revolucionario?
-Claro, fue un acto revolucionario, pero no una revolución. Y también era mentira lo de «piquete y cacerola, la lucha es una sola».
–¿También?
-Claro, porque no era una sola lucha. Estaba el mismo enemigo, pero no es lo mismo que tengas nueve hijos que se te mueren de hambre, que tener 10.000 dólares en el corralito.
–¿Cómo vivieron esos días?
-Terminamos en el hospital. Nos pegaron a lo bestia. Fuimos a la Plaza, nos pusimos brazo con brazo y empezaron a atacarnos con palos y los caballos. A mi me cruzaron la barriga a palazos. (En Crónica de un saqueo, película de Pino Solanas, toda esta situación puede verse maravillosamente filmada). Nosotras gritábamos: «La plaza es de las madres y no de los cobardes».


-Hablábamos de los piquetes, ¿qué opina de las agrupaciones piqueteras?-Hay algunos que son rescatables y respetables, que han aceptado la propuesta del presidente de hacer cooperativas, emprendimientos, huertas, todo eso. Y están los que piden de todo, pero no aceptan nada. Piden plata, aumento de los planes, bolsas de comida, pero después no aceptan nada de lo que el gobierno les propone. El problema es que los partidos políticos de izquierda armaron piqueteros. Me critican por haber dicho eso. No es que digo que el hambre la generaron los partidos políticos, sino que usaron a los piqueteros, agarraron esa idea como buena para conseguir votos. Encima les fue para el diablo. Nada de votos, y cada vez tienen menos.
-Pero Hebe, no todos los piqueteros son de ese tipo.
-Y por eso te decía que colaboramos con varios de ellos y con sus emprendimientos. Pero lo que digo es que los partidos políticos no pueden tener piqueteros. La CCC tiene unos, el PO tiene otros. Cada uno tiene uno, y así se desnaturaliza el piquete. Una cosa son los piqueteros reales que van a las marchas, y otra los dirigentes. No podés tener trabajo y casa, y dirigir un piquete.
Se distorsiona todo si hay dirigentes que se la pasan hablando por televisión y tienen casa, auto y trabajo. No está mal tener esas cosas, pero no sos un piquetero. Es lo mismo que si la dirigente de los desaparecidos fuese una madre sin hijos desaparecidos.
-Otro símbolo fuerte de la relación con Kirchner fue el hecho de haberlo visitado sin el pañuelo.
-Me han dicho de todo, que le entregué el pañuelo al presidente, que ya no era una Madre. Pero la verdad es que fue pura casualidad, totalmente inocente.
-Hebe…
-Mirá, unas mujeres lo habían visto al presidente. Estaban muy acicaladas y cuando me vieron me empezaron a abrazar y a dar besos, y me llenaron de rouge el pañuelo. Me pareció una falta de respeto entrar con un pañuelo sucio, y me lo saqué por eso. Ahí se armó toda la bola. Se ocupan mucho de mí.
-Los gestos pueden interpretarse.
-Es como lo de los gobernadores. Todo el mundo cree que yo empecé el lío ese (por la concurrencia al acto en la ESMA, el 24 de marzo último). Yo dije lo que pensaba. Si ellos van, nosotras no. ¿Cómo vamos a ir con tipos que ahí se blanquean? ¿Los mismos que apoyaron a la dictadura ahora son luchadores de los derechos humanos?
-El mismo 24 ustedes marcharon con los demás organismos de derechos humanos, cosa que hace años no ocurría. ¿Hay algún acercamiento?
-No, lo que pasa es que los que llamaron a la marcha no fueron los organismos sino otras agrupaciones como detenidos (ex detenidos-desaparecidos) y la Liga por los Derechos del Hombre, con los que yo tengo más relación. En el documento propusimos dos correcciones, las aceptaron, y fuimos. Lo que no hice fue ir al frente. Nunca acepté participar con los otros organismos en el frente de la marcha, porque mi lugar está con las Madres. Y tampoco acepté el sorteo para ver en qué orden se organizaba la marcha. Están todos locos. Yo no hago esas cosas, y fuimos donde se nos antojó. El lugar en el que estás tiene que definirse por lo que hacés, y no porque te sortearon.
–¿Y cuál es la relación con los organismos de derechos humanos?
-La que tenemos con la Liga, con exdetenidos, pero ni con Abuelas, Familiares ni Madres Línea Fundadora. Más que nada porque han sacado solicitadas en contra mía. Yo nunca haría eso. No tenemos nada que ver. Que cada uno haga lo que quiera. Tampoco participo en ninguna comisión con el gobierno. No acepté nada de la memoria, de esto o de lo otro.
-¿Pero qué opina del museo en la ESMA?
-No estamos de acuerdo con el museo. Proponemos una escuela de arte popular, para hablar del pasado, el presente y el futuro, más que del horror. No tenemos nada que ver. Eso lo va a hacer el gobierno con los organismos. Pero yo no voy a llevar nada de mis hijos a exponer, porque te digo la verdad: no creo que vaya a ser un museo verdadero.
–¿Por qué?
-Porque ya vi otros museos de los organismos, y ahí no van a estar los FAL (fusiles) que usaban nuestros hijos, ni las estrategias que usaban cuando ellos quisieron hacer la revolución. Siempre pensé en mis hijos como guerrilleros y revolucionarios, con un gran orgullo. Si en un museo no va a estar cómo fue la organización, las luchas que hubo, los hechos que realizaron, no sirve.
-Pero la mayoría de los desaparecidos eran militantes que no usaban FAL.
-No usarían FAL, pero trabajaban para la revolución, apoyaban la revolución armada. De mis dos hijos, uno alfabetizaba, y el otro estaba en la lucha armada. Pero los dos trabajaban para la revolución, y en el mismo partido.
–¿Cuál era?
-Nunca lo dije ni lo voy a decir. Eran revolucionarios. El que alfabetizaba estaba abriéndole la cabeza a la gente para que piense, se comprometa, se haga revolucionaria. Y el que usó las armas es porque creía en la revolución. Un revolucionario nunca es terrorista. Es alguien que quiere el bien del pueblo para que otros vivan, coman y sean felices. El terrorista es el Estado que reprime, el otro es una respuesta prevista en la propia Constitución.
–¿No cree que haya habido militantes y revolucionarios que no creían en la lucha armada?
-No, porque la revolución es siempre armada.
-Las Madres, entonces, no serían revolucionarias.
-Está bien, yo me siento revolucionaria sin haber usado nunca las armas, pero creo en la revolución armada. Hacemos actos revolucionarios. Abrir una universidad, por ejemplo.
-Buen ejemplo, y no hay armas.
-Pero eso tiene que ver con lo que uno piensa de la revolución. Con el paso a paso. Yo no sé si alguna vez habrá una revolución en este país, pero tenemos que tratar por todos los medios de ser lo más rebeldes posible. Y acá a la rebeldía se la quiere aplastar. Se habla de un chico rebelde como que es un mal pibe, y es al contrario.
Tenés a Chávez, en Venezuela, que hizo una revolución sin las armas, pero están armados por si los atacan. Fidel no anda tirando tiros. ¿Cómo se defienden sin armas?
-El argumento contrario es que la guerrilla se burocratiza y termina siendo un nuevo foco de poder concentrado y autoritario.
-Habría que probar. Lo que no se puede es copiar. Ni a Marcos, que también hizo lucha armada, ni a los cubanos, ni a Chávez, que convirtió a la policía en gente como la gente. Cada uno, cada país, hace algo diferente. Para mí hay que hacer lo más parecido a lo que querían nuestros hijos: amar el saber, decirle a la gente que se tiene que preparar para defenderse. (Hebe se adelanta mirando más de cerca, más fijamente, y en voz más baja) . Porque cuando sos ignorante, es terrible. A mi me pasó. Mi ignorancia me dejó dos soledades enormes. La de la falta de mis hijos, y la propia soledad de ser ignorante. No sabés cómo defenderte. Te avergonzás.
–¿Cómo era esa ignorancia?
-Imaginate, las Madres me mandaron a un congreso en Ecuador en el 78. Yo no sabía qué era la palabra «evaluación». No sabía lo que era una «síntesis». Si escuchaba no escribía. Si escribía no escuchaba. Me habían regalado una agenda, y no sabía para qué carajo servía. Te lo juro, no te rías. Se la regalé a mi hija. En la perra vida había usado algo así. Y eso te da mucha soledad, te sentís indefenso.
-Me reía porque yo tampoco sé usar las agendas. En todo caso, usted era un ama de casa.
-Y sigo siendo. El otro día me tenían que hacer una nota por radio, querían llamarme al mediodía y yo dije: «pero si te atiendo a esa hora, se me puede quemar la comida». El tipo no entendía nada. Debía creer que yo vivo sentada en un sillón con un negro que me abanica.
-Al reivindicar la lucha armada se puede pensar que la está proponiendo como un programa para los jóvenes actuales. ¿Es así?
-No, para nada. Los chicos de hoy están lejos de eso. Y además hubo errores en aquella época. Pero como no están los que hicieron la revolución, yo no soy quién para decir que hubo cosas que no estaban bien. Había mucha ingenuidad. Qué sé yo: mi nuera andaba de acá para allá con una raqueta de tenis con un embute.

-Embute.
-Claro, volantes y papeles que llevaba escondidos en la raqueta. Y salía a cada rato. Yo le decía: «María Elena, ¿quién te va a creer que vas a jugar un partido de tenis cada dos horas? Si te están mirando, saben que estás haciendo algo. Esto que te cuento es una pavada, si querés, pero te muestra la ingenuidad.
-En las cosas cotidianas se entiende mejor la realidad que en los discursos.
-Mirá, en la casa de mi hijo estaba la imprenta para los volantes y publicaciones del partido. Hicieron un pozo para ponerla. Sacaron tierra hasta matarse. Todos los vecinos sabían que algo pasaba porque había un tolderío y un lío que ni te cuento. Después le pidieron a mi marido que sacara la tierra. Mi marido no tenía auto, y consiguió que le prestaran uno. Era anaranjado. Mi hijo decía: «Papá, ¿no conseguiste otro color?» todo el mundo veía cómo cargaban bolsones de tierra en un auto anaranjado y entraban paquetes y bolsas con los materiales para la imprenta. Bueno, esa también es la historia. Y capaz que me equivoco, pero no creo que esa historia esté en el museo. (Hebe recuerda lo del museo, y se le frunce la nariz) Además: ¿cuántas veces vas a un museo? Una, y gracias. En cambio a una escuela de arte popular vas todo el tiempo porque siempre puede haber cosas distintas, bailes, música, pintura, teatro. Para museo ya es suficiente con nosotras, que somos viejas.
-Ustedes se entusiasman con Kirchner, pero hasta hace poco planteaban que la democracia es poco menos que inservible. ¿Cambió esa noción?
-Es que no conocemos la democracia. Mirá, para mí la democracia es igualdad. Y mientras yo pase por una esquina y vea a los pibes comiendo las basuras que tiran de una casa o un restaurante, para mí la democracia no sirve para una mierda. (Hebe vuelve a adelantarse, como confesando algo) ¿Vos sabés que yo a los chicos de la calle, a los cartoneros, no les pregunto nada nunca? Pero no porque no me animo, sino porque le tengo miedo a la respuesta.
–¿Qué imagina?
-Qué sé yo. A veces, a la noche, pasaba y los saludaba. La gente los esquiva, esconden la cartera. Pero los cartoneros son más buenos que nosotros. Entonces les decía: qué tal, buenas noches. Y uno un día me dijo: «buenas noches para usted que va a dormir en una cama, para mí no, porque me voy a cagar de frío». Me quedé dura. Por eso nunca les pregunto nada. Le tengo miedo a la respuesta.
Para mí, eso es lo peor. Es mucho más preocupante que un pibe se prostituya, que si sueltan a Etchecolatz o lo condenan. Me importa un culo eso (Miguel Etchecolatz, ex comisario de la bonaerense y mano de obra barata del general Ramón Camps, recientemente condenado a siete años de prisión por violaciones a los derechos humanos).
–�Qué opina de esa condena?
-Lo que dije: me importa un culo. Pasaron muchos años, no voy a andar atrás de esos juicios. Lo que quiero es formación, trabajo, educación, he entregado lugares y apoyado a los piqueteros de Roca Negra (fábrica abandonada, en Lanús, ocupada principalmente por el MTD de Solano).
Yo no tengo que ir a esos juicios. Los juicios de la verdad son una mentira. Se burlan. Todo el mundo quedó deprimido con la condena a Etchecolatz porque fueron nada más que siete años. Yo entonces ni voy, porque lo que querría es agarrar un palo y pegarle en la cabeza. Los tipos encima te miran con sorna.
–¿Pero decir que son una mentira?
-Son mentiras. Por eso se llaman de la verdad. Porque si fueran juicios de verdad, tendrían castigo. ¿Eso qué es? ¿Que el tipo que torturó a mi hijo diga «sí, lo torturé» y después se vaya a su casa, yo a la mía y el juez a la suya? ¡Por favor! No se puede hacer eso. Capaz que soy muy rígida, muy dura, por eso no me quieren.
-Salvo en el gobierno.
-Es que hay que reconocer la valentía del presidente cuando dijo «proceda» a Bendini (jefe del Ejército) para que descuelgue los cuadros de Videla y Bignogne en el Colegio Militar.
-Otra vez los símbolos.
-Pero ese es u símbolo de grandeza. No me da vergüenza decirlo.
–¿Cuáles era sus ideas políticas, de joven?
-Nada. Mi papá era radical. Mi hermano peronista. Imaginate los almuerzos en casa, una masacre. Papá decía: ¡Callate y no me discutas! Tenía un primo montonero (guerrilla que se declaraba peronista), que mató la Triple A (grupo parapolicial peronista, gestado por el ex ministro de Juan Perón, José López Rega).
Pobre papá, cuando fuimos a ver a Balbín (Ricardo Balbín, jefe de la Unión Cívica Radical) con Azucena Villaflor (fundadora de Madres de Plaza de Mayo, luego desaparecida) por el tema de nuestros hijos desaparecidos, Balbín nos dijo: «Yo no voy a permitir que unas mujeres de mierda me digan qué es lo que tengo que hacer. Cuando se lo conté a mi papá, decía: «No hija, es un buen hombre, vos seguramente lo trataste mal». ¡Me lo defendía a Balbín! Mi marido no tenía partido y yo me casé muy jovencita, en una época donde las mujeres hablaban de cocina. Cuando había golpes de Estado, sabías que había que salir corriendo a comprar fideos y leche para los chicos. Los hombres hablaban de política, fútbol y básquet. Y las mujeres en otra mesa, hablando de otra cosa.
-Volvamos a la actualidad: ¿este es un gobierno fuerte, o débil?
-El presidente está todos los días diciendo «ayúdenme, ayúdenme». Lo necesita. Creo que tendría que abrirse más todavía para que toda la gente que lo quiere apoyar pueda hacerlo.
-Los editoriales llaman a eso «transversalidad».
-Ah, no sé qué es eso.
-Que Kirchner se alíe a no peronistas.
-Pero son palabrejas. Es como cuando hablaban de «transparencia». Te choreaban, te afanaban, y todos hablaban de transparencia, empezando por el Frente Grande. No sé qué es transversal, esas palabras no me interesan.
–¿Vota?
-Nunca. Voté de jovencita, y nunca más.
–¿Ahora votaría?
-(Se queda mirando la imagen de Salvador Allende) Por ahora no. Porque no voto esas listas sábanas. Son como las redes de los pescadores. Las tirás al agua para pescar pejerreyes, truchas, pescados ricos, y después te salen sábalos, pirañas que te comen la red. Las listas sábanas son así, llenas de pirañas que te comen la red y te comen a vos. Les tengo terror.
-Usted dice que defiende la idea del socialismo.
-Sí, es una forma de vida extraordinaria.
-Pero en muchos países fracasó. ¿qué opina de ese fracaso?
-Cuando me dicen eso yo planteo bueno, se hizo mal, pero hagámoslo bien.
En ese momento se cierra la charla. Es mediodía. En la vereda de Madres se escucha un grito:
-¡María, María!
María Gutman, una de las Madres, se había desplomado sobre la vereda. Otra Madre, Elisa Landín gritaba llamando a sus compañeras. Levantaron a María, le acercaron una silla y una sombrilla para cubrirla del sol, aplastante aún a fines de marzo.
-Veníamos de hacer gimnasia acuática -cuenta Elisa.
La gimnasia sirve para reponerse de dolores y achaques diversos.
-Es hermosa la libertad que te da el agua -dice Elisa, mientras a María le traen jamón crudo para restituirle la presión. Otra Madre se acerca y dice:
-¡María, si vos estás así, qué nos queda a las de 89!
María comienza a reponerse. Hebe le arrima un trípode para apoyarse. Entra al edificio y camina muy lentamente y rodeada, hasta llegar a otra puerta tras la cual hay una cocina y una gran mesa. Ahí sientan a María.
Otras seis Madres ordenan vasos y cubiertos sobre el mantel. Hebe está preparando una ensalada. Elisa, más tranquila, cuenta:
-Acá almorzamos todos los días, nos desquitamos, hablamos, despotricamos. ¿Qué va a hacer? -dice con una sonrisa acuática-. Es nuestra vida.

Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
- Revista MuHace 2 semanas
Mu 207: Crear lo que viene
- NotaHace 3 semanas
Julio López, 19 años desaparecido en democracia: sus testimonios contra la Bonaerense
- #NiUnaMásHace 2 semanas
Triple narcofemicidio: la respuesta al horror
- #NiUnaMásHace 2 semanas
Femicidios territoriales: las tramas de la violencia
- NotaHace 3 días
Entrevista a Celeste Fierro, tras ser detenida en la flotilla de ayuda humanitaria a Gaza