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Los últimos días de Santiago: cuatro testimonios que desmienten la hipótesis del gobierno

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Tres personas vieron a Santiago Maldonado en dos eventos distintos el 27 y el 29 de julio en El Bolsón. Otra cuenta en exclusiva que llevó al joven en auto a la Pu Lof en Resistencia en la mañana del 31, un día antes de ser visto por última vez. lavaca reconstruyó estos testimonios que desmontan la operación del Estado respecto a las hipótesis que difunden los medios comerciales sobre que Santiago no estuvo en la comunidad o que fue herido días antes, para desviar el eje: la desaparición forzada en manos de Gendarmería. En tanto, la CIDH otorgó una medida cautelar para que el Estado adopte “las medidas necesarias para determinar la situación y el paradero” del joven y estableció un plazo de 10 días para que informe periódicamente qué está haciendo para buscar a Santiago. La familia exigió a través de un comunicado su participación activa y el control en la investigación.
Luego de negar que Santiago Maldonado fuera víctima de una desaparición forzada, difundir los datos personales de un testigo protegido y defender el accionar de Gendarmería del 1 de agosto diciendo que “no iba a tirar ningún gendarme por la ventana”, la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, sugirió la posibilidad de que el joven de 28 años haya sido herido el 21 de julio en un ataque atribuido a la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) a un puestero de Benetton de la localidad chubutense de Epuyén. La versión tomó impulso en los medios comerciales que, lejos de apoyarse en los testimonios de la comunidad, la familia, la Defensoría Federal y los organismos de derechos humanos, propagaron que Maldonado podría haber sido herido – hasta de muerte- a cuchillazos. Incluso, el periodista de La Nación, Francisco Olivera, llegó a preguntarse al aire en el programa Odisea Política del 21 de agosto “qué pasa si a Santiago Maldonado no lo mató la Gendarmería, sino un mapuche”.
Sergio Maldonado y Andrea Antico -hermano y cuñada de Santiago- dijeron a lavaca que esa hipótesis busca desviar el eje de la participación de Gendarmería en la desaparición forzada: “¿Qué van a hacer? ¿Decir que estuvo ahí y que la sangre es de él? Si van a hacer eso, ya está: ya sabemos cómo es. Que inventen otra cosa”.
El director ejecutivo del CELS, Gastón Chillier, dijo en otra entrevista que la desaparición forzada funciona, en general, para encubrir otro delito. “Si vos no manejás esa hipótesis y la rechazás de plano, estás favoreciendo la impunidad. Eso es grave y más grave aún que esté sucediendo cuando los hechos están siendo investigados. Nos parece gravísimo cómo se está manejando el caso de Santiago Maldonado desde el Gobierno. A esta altura podríamos decir que desplegó una campaña de desinformación para desviar la investigación”.
lavaca habló con tres personas que confirmaron haber visto y estado con Santiago en dos fiestas distintas el 27 y el 29 de julio en El Bolsón. Una cuarta revela que fue quien llevó a Santiago hasta la Pu Lof el 31 de julio por la mañana.

“Estaba impecable”

Una de las personas que vio a Santiago es María Eva Babarini, del Colectivo FM Alas.
“A Santiago lo conocí en un folklombe, una noche de folklore y candombe que hicimos en la Estación de Cerveza de El Bolsón. Fue el 27 de julio. Es una estación que se hizo en el predio de la Feria Franca donde todos los jueves de la no temporada se hacen eventos para compartir música regional y que se extienden viernes y sábado. Son espacios muy lindos, donde va gente grande, chiquitos, adolescentes, de mediana edad. Ese jueves nos juntamos a las 9 de la noche y estuvimos hasta las 2 de la mañana. Es un lugarcito reducido y Santiago estaba sentado en uno de los banquitos sobre el piso, tratando de ver de qué se trataba la chacarera. De hecho, se sumó con una de las chicas para tratar de aprender a bailar unos pasos. Una persona muy agradable, muy dulce, muy amorosa. Y cuando empezaron las marchas por la aparición de Santiago, que ahí nos enteramos que era el mismo chico que habíamos visto, me entero que el 13 de julio él le había hecho un tatuaje a uno de mis hijos y a otros amigos. Él tatuaba a domicilio en El Bolsón. Pasaron un día hermoso, diez horas juntos. Ese es Santiago”.
-¿Vos lo viste el 27 de julio?
-Sí. Estaba impecable, perfecto, caminaba muy bien, se relacionaba con la gente maravillosamente, no tenía ningún tipo de rasgo de haber tenido algún encuentro desagradable con nadie y, mucho menos, que lo hayan lastimado en el cuerpo.
-¿Y vos te enteraste en la marcha que era el joven que estaba desaparecido?
-Cuando sale la primera foto de Santiago, que se hace viral y pública, se lo ve con muchas rastas, la barba larga. No era el Santiago que vimos ese jueves. Estaba con el pelo recogido, bastante menos barba, otra mirada. Yo me di cuenta en la primera marcha. Estábamos en la calle, todos mal, angustiados. Se acerca una amiga y me dice: “¿Viste quién es Santiago? Estuvimos con él, el 27”. Ahí me cae la ficha. A la tarde me llama mi hijo, llorando: “Ma, ¿viste el chico que te conté? Es Santiago”.

El pibe de los tatuajes

La amiga de Eva que le avisa en la marcha es Yanina Aleuy, docente. Había visto a Santiago en una feria en junio: “Es muy sociable. Me habló de sus tatuajes. Hay mucha información que por ahí sale y es grave: dicen que Santiago había ido a apoyar a la RAM. Y no es cierto: es una más de las mentiras que están armando”.
¿Qué recordás del 27?
-Estábamos escuchando música. Alguien me toca el hombro, me doy vuelta y lo saludo: era Santiago. Charlamos un ratito, de cómo andábamos, qué estábamos haciendo, de la vida, de los viajes, que había llegado hacía poco. Lo vi un rato largo en el lugar. Él estaba con un grupo de chicos. Estaba ahí: entero. Yo no sabía que él era Santiago Maldonado: me doy cuenta cuando llega su foto. Él era El Brujo acá. Ese día (el 1 de agosto) llega un mensaje diciendo que en la Lof estaban reprimiendo, que había un desaparecido, pero nos llegaba un mensaje con un dato, después con otro, porque al principio lo buscaban con el apellido de la madre: Peloso. Hasta que llegó la foto. Y ahí dije: “Ese es el pibe que yo vi, el pibe que hace los tatuajes”.

Los últimos días de Santiago: cuatro testimonios que desmienten la hipótesis del gobierno

Los conocidos reconocieron a Santiago gracias a las fotos. Recuerdan sus últimos días con un aspecto similar a esta imagen, más que a la foto con el pañuelo.

“Estuvimos tomando unas cervezas”

Facundo Herrera Aquino conoció a Santiago en junio en la casa de unas amigas. “Nos juntamos una noche y ellas se iban a tatuar. Él viajaba de esa manera: tatuando y compartiendo con la gente. Ahí nos vimos por primera vez. Entre charla y charla quedamos buena onda y me pasó su número porque me quería tatuar. Cuando le dije que no tenía plata, me dijo que él no siempre aceptaba: hacía trueque. Me dijo: ´Si tenés algo para darme yo te lo acepto y hablamos´. Le pregunté qué necesitaba y me dijo que una campera. Yo tenía, así que se la pasé y empezamos”.
-¿Cómo siguió la relación?
-Nos empezamos a cruzar bastante seguido, en FM Alas, en la plaza del centro. Nos quedábamos charlando. Me contó que tenía ganas de irse de El Bolsón, que estaba juntado plata. Siempre decía: “En un mes ya me voy”. Fines de julio, principios de agosto. Su idea era irse a su casa en Buenos Aires para visitar a su mamá y a su abuela que andaban diciendo que lo extrañaban mucho. La última vez que lo vi fue el finde antes que desaparezca.  Lo vi el sábado y todo esto salió el martes.
-El sábado era 29 de julio. ¿Dónde lo viste?
-En un evento en Alas de rap femenino. Estuvimos charlando un rato, tomando unas cervezas. Siempre muy sonriente, de hacer chistes. Muy buena onda. Sabía mucho de geometrías sagradas y, cuando hablaba de tatuajes, decía que a unos amigos les tatuaba cosas que no tenían que ver con la otra, pero todas unidas armaban sistemas de protección. Para las malas energías y la vida en general.
-¿Sabías que iba a ir a la comunidad?
-No. Me enteré el martes con la primera imagen que vi que compartían todos: Santiago Maldonado, su DNI, la historia de represión, Gendarmería, última vez que se lo vio, difundir. Me quedé: “Esto es mentira”, pensé. Lo compartí. Veía comentarios y todos ponían lo mismo: “¿Apareció? ¿Apareció?”. De repente, se empezó a correr más la bola. Empezó a ser más serio. Me dejó medio shockeado: lo había visto dos días atrás.
-¿Cómo lo viste?
-Te juro que lo vi saltando, agitando. Estaba disfrutando, cantando, bailando. Como siempre. Es súper energético: el chabón no se quedaba quieto ni un segundo. Si lo hubieran apuñalado no habría podido hacer las cosas de esa manera.

“Vamos para la Lof”

L.T no se llama L.T. Prefiere mantener su nombre bajo reserva. Su testimonio permite unir las voces que ubicaban a Santiago en El Bolsón con los hechos que sucedieron el 1 de agosto: es la persona que llevó en auto al joven hasta la recuperación el 31 de julio. Dentro de la desinformación del Estado y las operaciones de prensa, su relato es uno más que se ajusta a lo que desde el minuto uno ha denunciado la familia, la comunidad, los abogados, los organismos de derechos humanos y la Defensoría Federal.
Esto es: a Santiago lo vieron por última vez el 1 de agosto en medio de una violenta irrupción de Gendarmería sin orden judicial a la comunidad de Vuelta del Río. La principal hipótesis sigue siendo la misma: desaparición forzada.
Dice en exclusiva a lavaca:
“Al Brujo lo conocí en el verano. En marzo. Justamente lo conocí cuando por la zona había problemas de tierras y se hizo una movilización a Viedma de comunidades mapuche. Recién estaba llegando de viaje de Chile. Era amigo de uno de mis hijos. Estaba parando en la Bilio (la Bilioteca del Río, el espacio que allanó el juez Otranto en El Bolsón). Nos vimos un par de veces más porque iba para allá, le dejaba algo, nos quedábamos charlando y entonces empecé a conocerlo un poco más. Que contara las vivencias que había tenido. Te contaba historias que te hacían morir de risa. Él siempre me decía: ´Cuando tengas un pedacito vamos para la Lof´. Yo sabía que era vegetariano, entonces bromeaba: ´Estás loco, te vas a espantar: son todos carnívoros´. Siempre que él quería ir estábamos muy llenos por una cosa o por la otra. Unos días antes de todo el despiole, fuimos para Esquel y vio el campo de pasada. En Esquel conoció a algunos de los que iban y quedó mucho más enganchado de conocer el lugar. A la vuelta, lo dejamos en la Biblioteca. Quedamos en que el lunes iba a haber una movida y que yo iba a salir temprano para el campo. Entonces pasé a buscarlo a él y a un amigo”.
-¿La primera vez que ingresó a la comunidad fue el 31?
-Sí.
-¿Cómo fue ese día?
-Lo paso a buscar a la mañana. En el camino levantamos a más gente. Alguna gente que tenía ganas de ir porque se estaba pidiendo la liberación de Facundo (Jones Huala, en ese momento hacía poco más de un mes que estaba preso). Llegamos al campo.
-¿A qué hora?
-Entre 9:30 y 10 habrá sido. Él estaba con su amigo. Se lo presenta.
A partir de aquí el relato de L.T coincide con lo que la comunidad describió a lavaca en su visita a la Pu Lof: comenzaron los cortes de ruta parciales, mientras desde Bariloche llegaba la información de nueve personas detenidas en la represión a la protesta que exigía la liberación del lonko frente al Juzgado Federal de esa ciudad. “A la tarde llegó Gendarmería: leyeron por megáfono que teníamos que despejar la ruta”.
L.T cuenta que Santiago pasó la noche en la guardia de la comunidad. Es una casita de madera. Al no ser mapuche, no podía adentrarse en el territorio. No estaba solo.
A la mañana, comenzó la represión.
“Vimos que la Gendarmería avanzaba por toda la ruta. Todos los lamienes (hermanos y hermanas) estaban del lado de adentro”. La comunidad relató a lavaca que los gendarmes siguieron disparando a pesar de que ya estaban dentro del campo
-¿Qué pasó después?
-Empezaron a hacer autodefensa con hondas de revoleo. Busco a mis hijos, al Brujo, a otro chico más, y cuando quiero ver si están bien por si necesitan algo, baja una balacera. Me cubrí con una capucha para que no me diera en la cabeza. No sé cómo no me dio, pero al lado mío cayeron dos piedras que tiraron desde la ruta. De pronto escucho que gritan “la tranquera”. Fueron segundos. Los veo a todos los gendarmes en fila. Veo el Unimog y escucho un ruido como que chocan algo. Veo que entra y no vi nada más porque lo único que hice fue correr para la guardia porque estaban mis nenes afuera. Cuando voy me cruzo al Brujo que agarró su mochila y salió corriendo para abajo. Nos metimos con mi hija a la guardia. Llegó un gendarme re sacado, empezó a revolear todo preguntando dónde los teníamos escondido. No había nadie. Salió afuera y empezó a dar directivas para todos lados. Alcanzo a ver que sale un Unimog y veo que se estaciona con la culata para el lado del río. Llega una camioneta después, hacen un cordón de gendarmes. Todo esto mirando de lejos. Veo que suben algo y la camioneta arranca. No supe que faltaba el Brujo hasta las 6 de la tarde.

Los últimos días de Santiago: cuatro testimonios que desmienten la hipótesis del gobierno

Una de las últimas fotos de Santiago, antes de ser visto por última vez el 1 de agosto en Chusamen.

El derecho a saber la verdad

La familia de Santiago emitió un comunicado junto a su abogada Verónica Heredia.

  • “Santiago es víctima de desaparición forzada desde el 1 de agosto de 2017 en la Provincia del Chubut, Argentina;
  • La desaparición forzada es un delito que comienza con la privación de la libertad de Santiago por personas del Estado –Gendarmería- seguida de la falta de información de su paradero y la negativa a reconocer su privación de la libertad por parte de las autoridades;
  • La desaparición forzada es un delito que solo lo comete el Estado;
  • Es un delito continuado: todos los días se comete desaparición forzada hasta que aparezca Santiago;
  • Por eso la causa penal no puede archivarse hasta que se encuentre a Santiago, se esclarezcan las circunstancias de su desaparición, se identifiquen a los responsables materiales y a los autores intelectuales, y se determinen las responsabilidades penales, administrativas y políticas;
  • Tenemos el derecho a que no se presuma el fallecimiento de Santiago y exigimos que las autoridades respeten nuestro derecho;
  • Hasta la fecha la única hipótesis sustentada en elementos objetivos es la desaparición forzada. Por ser un delito de Estado la carga de la prueba se invierte y debe el Estado corroborar que tal hipótesis es falsa para recién luego avanzar en otras hipótesis;
  • Al despejar todas las dudas sobre la hipótesis mayor se llegará a cualquiera menor. Por el contrario el paso del tiempo garantiza la impunidad;
  • La impunidad garantiza la repetición de los hechos, como los de Iván Eladio Torres Millacura, Sergio Avalos, Julio López, Luciano Arruga, Facundo Rivera, Daniel Solano, César Monsalvez, entre otros;
  • La familia y la sociedad tenemos el derecho absoluto a conocer la verdad”.

En ese sentido, exigen a las autoridades judiciales y políticas que se tomen todas las medidas necesarias para garantizar:

  • “La inmediata aparición con vida de Santiago;
  • Se inicie una investigación imparcial, seria, eficaz y pronta que establezcan las circunstancias de la desaparición de Santiago y a los responsables materiales e intelectuales y determinen las responsabilidades penales, administrativas y políticas;
  • Se requiera la colaboración del Dr. Mario Coriolano a fin que se conforme un equipo de investigación a cargo del Dr. Alejandro Mejías Fonrouge;
  • Se garantice a la familia la participación activa en la investigación y su control;
  • Garantice seguridad física y psicológica a los familiares, amigos y a todas las personas que colaboran con la investigación en calidad de testigos”.

Diez días

Horas después que la ministra Bullrich, el ministro de Justicia, Germán Garavano, y el secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural, Claudio Avruj, se levantaran de una reunión con organismos de derechos humanos que exigían una respuesta clara ante la desaparición forzada de Santiago, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) otorgó una medida cautelar para la protección de los derechos del joven. Fue en respuesta a la solicitud que la organización Naturaleza de Derechos presentó ante el organismo el 7 de agosto. La CIDH “tomó en cuenta las denuncias de los solicitantes”, que sostienen que el joven “fue objeto de una desaparición forzada”.
La CIDH solicitó al Estado que:

  • “Adopte las medidas necesarias para determinar la situación y paradero de Santiago Maldonado, con el fin de proteger sus derechos a la vida e integridad personal”.
  • “Informe sobre las acciones adoptadas a fin de investigar los presuntos hechos que dieron lugar a la adopción de la presente medida cautelar”.

Naturaleza de Derechos calificó de “paupérrimo y vergonzoso” el informe presentado por el Estado argentino en respuesta al requerimiento elevado por la CIDH.

  • “En primer término, con el ardid de eludir responsabilidades y la obligación de responder ante el organismo interamericano -demostrando un desconocimiento del derecho internacional publico y del reglamento de la CIDH-, el Estado Argentino planteó burdamente la existencia de una litispendencia internacional (es decir, un “juicio pendiente”), pretendiéndola basar en la coexistencia de una petición de acción urgente del Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU, como si esta última con el sistema interamericano de derechos humanos fueran procesos ordinarios de contiendas judiciales”.
  • “En segundo término, el Estado Argentino argumentó que la medida cautelar de la CIDH no era necesaria porque las autoridades locales ya habían adoptado diligencias para determinar la situación de Santiago. Sin embargo pesó mas, para la CIDH, las pruebas y las alegaciones de los peticionantes, en cuanto a que las diligencias a las que refiere el Estado Argentino, fueron durante las dos primeras semanas, no investigar a la fuerza (Gendarmería Nacional) que había intervenido en los hechos represivos del 1 de Agosto de 2017 y que está involucrada directamente con la desaparición de Santiago”.

Por esa razón -subraya la organización-, para la CIDH “el Estado argentino no cumplió con la carga de demostrar que la persona afectada -Santiago Maldonado- no se encuentra en una situación de gravedad, urgencia e irreparabilidad”. Los hechos del 1 de agosto se sumaron a un expediente en curso que la CIDH abrió luego de la violenta represión de Gendarmería a la Pu Lof el 10 de enero.
Ahora, el organismo le otorgó al Estado un plazo de 10 días al Estado para que informe de forma periódica qué acciones está tomando para buscar a Santiago Maldonado.

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La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Séptima entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa de lavaca Lina Etchesuri.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Ese jueves hacía 38 grados de calor pero parecían 43. El calor quemaba y picaba.

Faltaba el aire, el que había estaba caliente y la humedad pegoteaba.

El día que acompañé a la Ronda haciendo fotos para este proyecto, fui descubriendo imágenes a medida que los pasos y las sillas de ruedas daban vuelta como siempre, hace 2392 jueves.
La ronda siempre me emociona. Mucho. Las miro a las madres y veo proyectada las fotos de sus hijxs en su mirada, hacia delante, repitiendo Presente como un mantra de presencia y resistencia. Lxs veo a ellxs en imagen, mirando de frente en su juventud detenida. Veía a Elia, que ronda en silla de ruedas, con la foto de su hijo Hugo Meidan, desaparecido el 18 de febrero de 1977, hace 47 años, y pensaba si ese día hizo tanto calor, si la luz tenía esta misma inclemencia.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

En las rondas transcurre un tiempo extraño, persistente y atemporal. Las hermanas abrazan las fotos de sus desaparecidxs, gritan sus nombres con contundencia, caminan junto a las madres, junto a nosotrxs.

Transforman el tiempo y la imagen en un futuro posible.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Sobre Lina

Soy Lina Etchesuri. Fotógrafa, editora y docente

Soy parte de la cooperativa Lavaca desde hace más de 12 años donde hago todo lo que me describe y más. Me hace sentir muy orgullosa y feliz.

Estudié con Filiberto Muganini en el Rojas durante los 90s. Hice la carrera de fotógrafa en la Escuela de foto y artes visuales de Avellaneda, durante el 2001 y los años siguientes. 

Me seguí formando en talleres visuales con mi querida Julieta Escardó y muchxs más.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Viajé haciendo fotos durante algunos años: conocí al subcomandante Marcos y le saqué una foto en la que se está riendo. Estuve en Cisjordania, Palestina, durante 3 meses, viviendo retratando la vida bajo la ocupación. 

Junto con algunas personas y amigxs fundamos MAFIA en 2012, un colectivo de fotógrafxs que sigue hasta hoy.

Coordino talleres de foto e imagen.

Soy mamá de Fermin.

Y me encanta hacer todo lo que hago.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Melo y Ricardo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

Un abrazo contra la motosierra

La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

Un abrazo contra la motosierra

Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

Un abrazo contra la motosierra

Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

Un abrazo contra la motosierra

La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de $150 mil por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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Nota

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo: -No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

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Una muela, zapatos blancos y un charco. Un edificio llamado Máquina de escribir. Flores amarillas frente al mar, un dibujo de puño y letra. Lo narco las drogas. Su paso por Buenos Aires y la señora que venía de la verdulería. La memoria, lo real, las mujeres, el ambiente, el fin de la humanidad. El Nobel, los diluvios, las pestes, las guerras eternas. Las respuestas de la vida frente a los sordos poderes de la muerte. La cordialidad, la generosidad, el humor. Hace diez años murió Gabriel García Márquez, dicen. Lavaca publicó esta nota -estos recuerdos- aquel día, cuando se conoció la última noticia sobre ese escritor que nunca dejó de sentirse cronista, y decía que el periodismo es el mejor oficio del mundo.

Texto: Sergio Ciancaglini, lavaca.org
El señor Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo:
-No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

Yo sabía que García Márquez había rechazado contactos con un enviado de Times, con periodistas de la televisión japonesa, y con suecos indescifrables. Un humilde cronista argentino quedaba naturalmente fuera de juego. Le respondí que lo compadecía, y que frente a un dolor de muelas no había argumento, clemencia, ni ruego que esgrimir de mi parte. Cuando me estaba despidiendo desolado, me detuvo:
-Pero a las 3 de la tarde puede ser. Voy antes al dentista, a ver si lo soluciona.
Esa historia revolotea en mi cabeza desde hoy, cuando estaba con Osvaldo Bayer grabando el programa de radio Decí Mu, y nos interrumpió el teléfono. Osvaldo atendió, dio media vuelta, anunció: “Murió García Márquez”, y me dejó alborotados los ojos, las neuronas y el corazón.
Revolotea la historia porque aquella tarde me encontré con un escritor que cambió la historia de la literatura, que había ganado el Nobel, pero que fue capaz de decirme: “Todo eso está muy bien, pero yo me siento periodista”. Quisiera contar lo que aún no he olvidado de aquel encuentro para mí inolvidable.
García Márquez volvió efectivamente a las 3 de la tarde, bajó de su Mercedes, y miró preocupado el charco oceánico que un aguacero de Cartagena de Indias, Colombia, le había instalado en la playa de estacionamiento. Llevaba zapatos blancos, pantalones blancos y guayabera blanca, como cantante de sábado televisivo. Cruzó el charco apoyándose en los tacos. Al llegar a la otra orilla nos dijo “pasen por favor” a mí y al fotógrafo, enviados por una de las autodenominadas “revistas de actualidad” a cubrir las noticias sobre un asunto entonces llamativo, letal para los colombianos e incomprensible para nosotros: el narcotráfico.
No existían los celulares ni Internet, o sea que todo esto se ubica en la prehistoria de 1984, con la carambola de estar en el charco correcto, y de que un dentista providencial había rescatado del dolor a su paciente. García Márquez nos hizo subir. El edificio tenía balcones escalonados hacia la playa: lo llamaban Máquina de escribir. El departamento tenía dos ambientes, con vista al mar, una verdadera máquina de escribir (¿Olivetti, Remington, dónde estará la revista donde publiqué la nota?). El escritorio miraba al mar. Y había flores amarillas que siempre conviene tener a mano, explicó, para ahuyentar a la mala suerte.
Me planteó que no aceptaba hablar si lo grababa o si tomaba notas. Me dijo algo más o menos así: “No me gustan los grabadores, prefiero que conversemos con libertad, y que todo dependa de tu atención. Luego tú escribirás lo que te parezca, y eso es un beneficio para mí: los periodistas me mejoran. La memoria mejora a la realidad”.

Gabo en Argentina
La publicación original de Cien años de soledad ocurrió en Argentina gracias a una editorial llamada Sudamericana, que ya no existe. Fue en mayo de 1967, plena dictadura de Juan Carlos Onganía, y el lanzamiento fue acompañado por una entrevista realizada por Ernesto Schóo, editada por Tomás Eloy Martínez y publicada en tapa por la revista Primera Plana que dirigía Jacobo Timerman.
García Márquez me contó que el éxito del libro fue inmediato. “Ahí, en Buenos Aires, empezó todo”, me dijo. Sudamericana había dispuesto editar 5.000 ejemplares, lo que para Gabo era un despropósito y el augurio de un fracaso para el libro de un desconocido escritor colombiano. Pero esa primera edición se vendió en 15 días, y la segunda fue de 10.000 ejemplares. En junio Gabo llegó a Buenos Aires. Me contó que viajó con Mercedes Barcha, su esposa: “Estábamos en un café y vimos pasar a una mujer que llevaba la bolsa de sus compras, con lechugas y tomates y Cien años de soledad”. La pareja fue al Instituto Di Tella a ver una obra de Griselda Gambaro, y el público los ovacionó de pie. Mientras él me lo contaba, todavía asombrado, yo recordaba que eran tiempos de The Beatles, revolución cubana, hippies, peronismo clandestino, rebeliones nacientes y todos los embriones de cambio, desventuras y utopías que se desplegarían en los años siguientes.
Cien años de soledad fue el libro de la época, y de varias generaciones. Tengo las dos ediciones que mis padres compraron para poder leerlo en simultáneo. Macondo era una patria. Entre la feria y la intelectualidad, miles de libros seguían vendiéndose y además se exportaban. El éxito se contagió en Europa, esto avivó el interés por otros autores (Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa) y estalló el llamado boom de la literatura latinoamericana. “Buenos Aires fue generosa conmigo. Nunca volví. No sé por qué. Tal vez por una superstición: a un lugar donde todo fue tan perfecto, quizás convenga no volver” me dijo, o creo que me dijo, mirando el Caribe.

Periodismo, droga y entusiasmo
Aquel día de 1984 García Márquez me contó una novela que estaba intentando escribir. No tenía título. Al año siguiente la reconocí ya publicada: me había anticipado El amor en los tiempos del cólera. Pero me dijo que pese a todo se seguía sintiendo fundamentalmente un periodista. “Escribo literatura como periodismo, con método. Todos los días intento tener dos páginas listas” me dijo sobre algo que hoy habría que traducir a unos 5.000 caracteres. “Tienen que estar impecables, sin tachaduras. Y tengo un truco: siempre dejo escrito el comienzo de lo que pienso escribir al día siguiente, para que me resulte más fácil comenzar”. Pero varias veces explicó esa idea de no diferenciar ambos oficios. “La crónica es como un cuento o una novela sobre algo real”. Algo más: “Tanto en la literatura como en el periodismo hay que ganarse al lector, capturarle el interés para que se quede leyendo”.
Planteó una teoría sobre las redacciones de periódicos y revistas: para él están puestas de cabeza, invertidas. El staff de las publicaciones ubica en el rol principal a directores y jefes que engordan junto a un escritorio y editorialistas que monologan desde su propia jaula.
“Pero ese esquema debería ser exactamente a la inversa. Los cronistas son quienes cumplen la labor principal porque son los que están afuera, donde las cosas ocurren”. En vista del contexto colombiano le pregunté si alguna vez se había drogado para escribir y me contestó: “No me hace falta. Yo nací drogado”.
Un detalle: fue la única vez en mi vida que pedí un autógrafo. En Cartagena sólo conseguí un ejemplar de El coronel no tiene quien le escriba. Le expliqué que no era para mí sino para mi novia. “¿Se llama la señorita?” Se lo dije. Dibujó un tallo, cinco pétalos, y escribió: “Para Claudia, con una flor. Gabo 84”.

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Aquel día, además, me regaló los seis tomos de su obra periodística, publicados por la editorial Oveja Negra. Y organizó todo para que, una vez en Bogotá, un auto con su chofer fuera a buscarnos al hotel para llevarnos al aeropuerto. “Así van más tranquilos” dijo, y nunca supe si se le había cruzado alguna sombra para disponer ese viaje. Nunca pude evitar recordarlo como una persona amable, entusiasta, alegre, generosa.
Con el tiempo entendí que esa cordialidad, ese entusiasmo, ese interés por el otro, era un modo ético y hasta político de pararse frente a la vida.

Ideas
En sus obras periodísticas pude leer las primeras crónicas que publicó en El Universal, de mayo de 1948, cuando era un chiquilín de 21 años. La primera celebra que se suspendió el toque de queda militar, al que define como símbolo de una decadencia. “Con este mundo materializado donde los peces de colores tienen que abrirle agua a los submarinos, con esta civilización de pólvora y clarines, ¿cómo se nos puede pedir que seamos hombres de buena voluntad?” y plantea que quizás ahora la gente pueda ir a dormir mansamente “antes de que los relojes doblen la esquina de la medianoche”. Luego escribe sobre indios, negras, retratos de la ciudad y de la época. Escribió sobre cine, sobre deportes, sobre todo. La pasión por conocer y por contar lo que el mundo estaba desplegando ante sus ojos.
A fines de los 50 García Márquez participó en Cuba con los argentinos Jorge Massetti, Rodolfo Walsh y Rogelio García Lupo en los primeros pasos de Prensa Latina, idea que puso en marcha Ernesto Guevara, hasta que el lado soviético de la vida isleña desplazó a este elenco por otro más dócil.
García Márquez nunca perdió la afinidad con el propio Fidel Castro. El director argentino Eduardo Mignogna contaba que cierta vez, invitado a La Habana, estaba comiendo con García Márquez cuando el propio Fidel cayó de improviso y comenzó a hablar con sabiduría de crítico sobre la historia del cine argentino, mientras Gabo se quedaba irremediablemente dormido en un rincón. Pero más allá del sueño o de los discursos de Fidel, García Márquez se plantó en defensa de Cuba como una cuestión cultural y estratégica frente a los Estados Unidos y la densa idea de controlar vida y obra del resto del continente.

Las ventajas de la vida
Cuando me contó la noticia, le pregunté al propio Osvaldo Bayer sobre Gabo: “Tenía mi edad, pero yo aprendí de él. Es el mejor escritor que ha tenido Latinoamérica. Aprendí con él a amar la literatura, ver las cosas que se pueden hacer y crear. Para mí fue un hombre que luchó por la libertad, o sea un libertario, y cumplió la misión que tiene un intelectual: escribir para todos, para mejorar la sociedad, y para seguir soñando”.
De todas las ideas y escritos de Gabo, frecuentemente abominados por las academias, no resulta demasiado conocida su exposición al recibir el Nobel de Literatura en 1982, llamado La soledad de América Latina, que resulta un manifiesto por la descolonialidad, para usar términos actuales. “La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia” dijo ante la academia sueca. Repasa los golpes de Estado, crímenes y matanzas ocurridos en el continente. “Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”.
Al recibir el Nobel de Literatura, García Márquez hacía periodismo sobre la realidad del continente, incluyendo la situación argentina: “Ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto, 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi 120 mil, que es como si hoy no se supiera donde están todos los habitantes de la cuidad de Upsala. Numerosas mujeres encintas fueron arrestadas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aun se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 muertes violentas en cuatro años”.
Otro concepto: “La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios”.
Y otro: “Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte”.
Se preguntó por qué le habrían dado a él semejante distinción, y postuló que se trató de un homenaje a la poesía: “En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte”.

Mujeres, aborto y ambiente
Cuando le preguntaron sobre las prioridades de la humanidad para las próximas décadas, propuso que las mujeres asuman el manejo del mundo. “Alguien dijo: ‘si los hombres pudieran embarazarse, el aborto sería casi un sacramento’. Ese aforismo genial revela toda una moral, y es esa moral lo que tenemos que invertir. Sería, por primera vez en la historia, una mutación esencial del género humano, que haga prevalecer el sentido común –que los hombres hemos menospreciado y ridiculizado con el nombre de intuición femenina- sobre la razón –que es el comodín con que los hombres hemos legitimado nuestras ideologías, casi todas absurdas o abominables”.
Y luego plantea: “La humanidad está condenada a desaparecer en el siglo XXI por la degradación del medio ambiente. El poder masculino ha demostrado que no podrá impedirlo por su incapacidad de sobreponerse a sus intereses. Para la mujer, en cambio, la preservación del medio ambiente es una vocación genética. Es apenas un ejemplo. Pero aunque sólo fuera por eso la inversión de poderes es de vida o muerte”.
Son solo ideas sueltas para pensar, discutir, y leer, ahora que el reloj dobló no sé qué esquina, tras la malparida noticia sobre la muerte de Gabriel José de la Concordia García Márquez, hace unas cuantas horas de soledad.  

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