Nota
Bayer-Monsanto paga 10 mil millones para cerrar los juicios contra Roundup por producir cáncer
La empresa celebró hoy un acuerdo para desembolsar cerca de 10 mil millones de dólares para cancelar el 95% de las demandas presentadas en Estados Unidos que estaban por llegar a juicio y relacionaban el producto estrella de la companía con distintas enfermedades, particularmente cáncer. Monsanto ya fue condenado en tres oportunidades en cortes norteamericanas, pero con este acuerdo busca «ponerle fin al litigio Roundup», según reveló el mediador del juicio a lavaca. Por su parte, el bufet de abogados de los demandantes explica que el acuerdo llega para dar una respuesta a las personas enfermas – «muchos de nuestros clientes continúan sufriendo las consecuencias del cáncer y este acuerdo es para ayudarlos en sus tratamientos»- pero asegura: «La historia del glifosato no ha terminado, es probable que haya muchas peleas relacionadas con el cáncer, la seguridad alimentaria y los Organismos Genéticamente Modificados». La presión ante la pandemia, las cuentas que convienen a la empresa y las pruebas contundentes que contrastan con la impunidad de Bayer-Monsanto en todo el mundo.
Por Anabel Pomar
TW: @anabelpomar
Bayerm, la actual propietaria de Monsanto, anunció oficialmente que se logró un acuerdo extrajudicial que estima pondrá fin al 75% de las demandas en curso y futuras contra el Roundup por cancerígeno.
El acuerdo establece el pago de $ 10.1 mil millones a $ 10.9 mil millones de dólares y alcanzaría a 125.000 demandas, entre presentadas y por presentar. El acuerdo incluye a todas las grandes firmas de abogados de demandantes que lideran los juicios federales, los cuales representan aproximadamente el 95% de los casos ya programados para llegar juicio, situación que cancela este acuerdo económico. También establece un parámetro guía de resolución para el resto de las demandas o negociaciones venideras.
El acuerdo no contiene admisión de responsabilidad o irregularidades por parte de Monsanto/Bayer. Tampoco alcanzan a los tres casos que ya fueron a juicio – Johnson, Hardeman y Pilliod-, en los cuales Monsanto fue condenado por actuar con negligencia y malicia y el Roundup sustancial para provocar cáncer. Estos casos continuarán con sus procesos de apelaciones ya en curso.
Las conversaciones para lograr este acuerdo se dan desde mediados del año pasado. Fueron ordenadas por el juez Vince Chhabria y estuvieron a cargo del mediador designado por el tribunal, Kenneth R. Feinberg, el mismo que ofició de mediador de las víctimas del los ataques del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas.
En comunicación con lavaca.org, tras conocerse el acuerdo, el mediador Feinberg expresó: “Creo que el acuerdo logrado es de mutuo beneficio tanto para Bayer como para los abogados demandantes. La pandemia y la incertidumbre de futuros juicios en los Estados Unidos propiciaron la certeza de la importancia de lograr este acuerdo. Bayer tomó una sabia decisión y creo que este acuerdo pondrá fin al litigio Roundup».
También en declaraciones a lavaca.org. desde Baum, Hedlund, Aristei & Goldman,uno de los bufetes de abogados más representativos en número de casos y demandas y líder de los procesos unificados, manifestaron estar satisfechos con el acuerdo. “Es un gran primer paso para corregir los cuarenta años de daño causado por el glifosato. El linfoma no Hodgkin es devastador. En los últimos cuatro años, a medida que avanzamos en este litigio a pesar de los innumerables obstáculos, hemos tenido un éxito tremendo en algunos casos importantes. Pero, esos éxitos se han atenuado con el hecho de que muchos de nuestros clientes continúan sufriendo las consecuencias del cáncer. Este acuerdo es para todos y debería ayudar a nuestros clientes a reconstruir y avanzar de manera significativa. Los montos reales de liquidación aún no se han determinado, y cada uno de nuestros clientes recibirá una oferta individual basada en los hechos de su caso. Por ahora, sin embargo, este es un día importante e histórico en la lucha para proteger a los consumidores de los pesticidas dañinos. Y, aunque la historia del glifosato no ha terminado, es probable que haya muchas peleas relacionadas con el cáncer, la seguridad alimentaria y los Organismos Genéticamente Modificados: este capítulo del litigio sobre el glifosato ha terminado”.
Por su parte, en el comunicado oficial, Bayer sigue reafirmando que su producto es seguro, contrario a lo que revelan sus propias comunicaciones y correos parte de los Papeles de Monsanto, y a la conclusión de la IARC, el máximo organismo del cáncer que concluyó el Glifosato, principio activo del herbicida Roundup, es cancerígeno para animales, probable cancerígeno para humanos y genotóxico. El acuerdo dice, se decidió por mayoría de miembros de la junta directiva y teniendo en cuenta “el curso alternativo de continuar litigando casos Roundup ™. En la evaluación de riesgos de la compañía, los potenciales resultados negativos de más litigios, incluida más publicidad y un número creciente de demandantes, más de veinte juicios por año y resultados inciertos del jurado, y asociados impactos en la reputación y en el negocio, que probablemente excederían sustancialmente el acuerdo y costos relacionados”.
En los anuncios del acuerdo para evitar nuevos juicios contra el Roundup, la compañía Bayer también oficializó otros para terminar con juicios contra el Dicamba y daños producidos por la deriva – pagará unos $ 400 millones de dólares- y por contaminación de aguas de otro producto tóxico de Monsanto, el PCB, por unos $ 820 millones de dólares.
¿Sabías que lavaca tiene una página especial dedicada a los Monsanto Papers, una serie de documentos declasificados que prueban que los productos de la empresa enferman y matan? Traducimos colaborativamente esos papalesy las noticias que los usan como pruebas de investigaciones y juicios en todo el mundo.
Te invitamos a ingresar a monsantopapers.lavaca.org y a suscribirte a MU para que podamos seguir sosteniendo este proyecto.

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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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