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Femicidio de Julieta: el pedido de justicia que recorre a todo un pueblo santafecino

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Julieta Del Pino tenía 19 años y vivía en Beravebú, un pueblo a 150 km de Rosario. Su familia la buscaba desde el viernes a la noche, cuando le mandó un mensaje a su mamá para que le pusiera a calentar la comida luego de salir de trabajar. Nunca llegó. Según las cámaras de seguridad, fue interceptada por un auto camino a su casa. Su cuerpo fue encontrado el sábado a la noche, enterrado en el patio de la casa de Cristian Romero, que trabajaba con el hermano de Julieta en una obra de construcción. La mamá de la joven desmintió que tuviera una relación y dijo sobre el día del hallazgo: “Se fue a trabajar con mi hijo teniendo a mi hija muerta en la casa”. Romero quedó detenido, procesado por el femicidio. El Observatorio Lucía Pérez registró 14 femicidios durante la cuarentena. Las movilizaciones por pedido de justicia que no paran pese a los anuncios oficiales. En esta nota, compartimos el relato en primera persona de la madre y el padre de Julieta a un medio local. Y el diálogo de lavaca con el jefe comunal: “El pueblo está en shock”.

Femicidio de Julieta: el pedido de justicia que recorre a todo un pueblo santafecino

Por Lucrecia Raimondi

Julieta Del Pino nació en Berabevú, se crió en esas calles, jugó en esa plaza donde la mayoría de sus vecinas y vecinos se juntaron a pedir justicia por ella cuando confirmaron su femicidio. La violencia machista pateó las puertas del pueblo: Julieta fue encontrada asesinada en el patio de la casa de uno de los suyos. La comunidad quedó en estado de shock.

Julieta atendía un kiosco, vivía en casa de sus padres. El viernes a la noche salió de trabajar y pedaleó su bici por el camino que hacía casi todos los días. Vestía jean, zapatillas negras con detalles fucsia y un camperón rojo con peluche en la capucha. A las 23.20 le pidió a la mamá que le caliente la comida. A las 23.30 no contestó más los mensajes ni el teléfono. El último rastro lo registró una cámara municipal de video vigilancia: a tres cuadras de su casa la increpó un auto al doblar la esquina. La secuencia quedó fuera del registro de la cámara que no pudo captar qué pasó ni cómo desapareció.

La familia radicó la denuncia en la comisaría local el sábado a la mañana y desde el mediodía todo el pueblo se comprometió con la búsqueda de Julieta. El fin de semana buscaron por cada rincón, junto a las autoridades de la Comuna de Berabevú y la fiscalía a cargo de Susana Pepino. Jonathan, el hermano mayor de Julieta, identificó el auto de su compañero de trabajo y así llegaron a quien está acusado por su femicidio: Cristian “Chorizo” Romero, de 28 años, albañil, la tenía enterrada en el patio de su casa y encontraron la ropa de Julieta en su auto.

La Justicia entregó el cuerpo de la joven en la tarde del lunes, después de hacer la autopsia. Afuera de la sala de velatorio se concentraron algunos vecinos y vecinas, la familia pidió que haya poca gente. A las 15.30 hicieron una responso en la parroquia y luego el entierro en el cementerio del pueblo. En los Tribunales de Melincué, donde se lleva la instrucción a cargo de la jueza Silvina Marinuchi, Cristian Romero fue imputado por el delito de “homicidio agravado por el vínculo y por ser cometido en un contexto de violencia de género” y quedará detenido con prisión preventiva. En Berabevú continúan los allanamientos porque la bicicleta de Julieta no apareció y sospechan que puede haber más involucrados en el femicidio.

Un vecino le cuenta a la cronista de El Tres TV que están en shock y destrozados, que nunca se imaginaron que podía pasar algo así en el pueblo, que es el primer caso en su localidad, que desde el sábado no pueden dormir ni encontrar la tranquilidad que tenían como comunidad. Que eran de esos pueblos donde más de una vez las puertas quedan abiertas y los chicos salen a divertirse sin problemas. “Dejaron una familia muerta en vida”, lamenta Eduardo frente a la cámara. Tiene 41 años, es nacido y criado en el pueblo, trabaja de conserje del Club Deportivo Berabevú. Comenta que para él “tuvo que haber sido algo bien planeado por parte del asesino”, porque le parece raro que nadie vio nada a pesar de que la Policía local patrulló toda la noche junto a personal de la Comuna para controlar que se cumplan las medidas de aislamiento por la pandemia de coronavirus.

Fabiana y Adrián son la mamá y el papá de Julieta. En la mañana del lunes dieron el siguiente testimonio a Agustina Pugliese, cronista del canal de televisión local El Tres de Rosario. Sentados en la cocina de su casa en Berabevú relataron el peor hecho que les pasó en la vida: un vecino del pueblo golpeó y asesinó a su hija de 19 años. La entrevista es desoladora.

Femicidio de Julieta: el pedido de justicia que recorre a todo un pueblo santafecino
Vecinas y vecinos de Beravebú, pueblo a 150 km de Rosario, se movilizaron para exigir justicia.

En primera persona

Quiero dejar en claro que ella nunca fue novia de esta persona, que nunca tuvo una relación. Nos conocíamos del pueblo, ella lo conocía porque él venía a casa porque era compañero de trabajo de mi hijo. Ella tenía una relación de conocerlo del pueblo. Y él le mandaba mensajes, le mandaba, le mandaba.

“Ay mami, es tan cargoso”, decía ella.

“Bueno Juli, tené cuidado, mandalo a la mierda”.

“Sí mami, lo bloqueo y listo”.

Nunca, nunca, tuvo relación ni fue pareja. Él ha venido a casa, estuvo en esta mesa tomando mate con ella, con mi hijo, conmigo inclusive. Mi hijo ha salido un montón de veces a dar vueltas con él porque eran compañeros de trabajo. Pero él se sacó las ganas y me la mató. Nos destrozó la vida. Yo la busqué durante toda la noche a Julieta, toda la madrugada. La estuvimos llamando, fui de mi hijo que me decía:

“Mamá se fue con las chicas seguro”.

“Pero no, Jony, porque ella me dijo que le caliente la comida, que ya salía del trabajo, que ya venía. Le calenté la comida y nunca llegó, Jony”.

“Pero se debe haber ido con las chicas, mami”.

“Pero ella me avisa cuando se va con las chicas”.

Ella me pone ‘mamá no calientes’ o ‘me calentaste la comida al cuete mami porque me voy con las chicas, quedáte tranquila’. A los diez minutos que le pongo ‘¿no venís Juli?’, no contestó, no leyó nunca el último WhatsApp. La empezamos a llamar, el teléfono daba apagado. Bueno, pensamos, se fue de las chicas, se quedó sin batería, cuando llegue de las chicas lo va a cargar. Y nunca más contestó.

En tres cuadras me la hizo desaparecer, no sé cómo, no sé dónde la agarró. La última cámara que a ella la registra es a las once y media de la noche, a tres cuadras de acá, doblando para mi domicilio. Ella venía a comer la comida y a estar conmigo. Pero nunca llegó. Yo la busqué tanto, tanto. Todo el pueblo estuvo buscándola. En el último mensaje decía: “Llevo una coquita, unos chocolates y los caramelos para la garganta de papi”. Venía para comer y estar todos juntos. No la pudimos ver más.

Yo esa mañana la busqué, mi hijo se fue a trabajar. Él no vive con nosotros porque ya está casado, tiene su bebé de dos meses, que Juli iba a ser la madrina. Nunca llegamos a bautizarlo, Luca se quedó sin su madrina. Ella tanto esperó ese día, ese sobrino para tener su ahijado. Lo esperó tanto y no va a poder ser. Esa mañana mi hijo se fue a trabajar, yo llegué de noche a su casa en plena madrugada.

“Mami qué haces buscándola, debe estar con las chicas, mira cómo estás toda helada, anda a casa mami que ya va a volver”.

Se hizo de día, yo seguí golpeando puertas, seguí despertando gente, porque un día sábado en el pueblo la gente duerme más. Pero no aparecía, ninguno de sus amigos la había visto en toda la noche, nadie la había visto. Nadie. Se hicieron las 10 de la mañana, me voy al trabajo de mi hijo.

“Jony, no aparece’.

“Mami, estoy comentando en todos los grupos, nadie la vio”.

Esta lacra estaba trabajando con mi hijo.

“Chori, ¿vos no sabes dónde está mi hermana? ¿No la viste anoche? ¿Vos no saliste? ¿No la viste por ahí?’”.

“Qué se yo, man, dónde está tu hermana, no sé dónde se pudo haber ido”.

Y la había enterrado en el patio de la casa, la tuvo durante toda la noche. Y él se levantó, se fue a trabajar al lado del hermano de ella, de mi hijo. Todavía le dijo a mi hijo:

“Le voy a decir al patrón que me deje salir antes así te ayudo a buscarla Jony”, con tanta frialdad lo decía.

“Bueno, mejor así somos más”, le contestó Jony.

Cerca del mediodía ya estaba todo el pueblo buscándola. Todo el pueblo. Por los campos, por la entrada de otros pueblos. Y nada. Las horas iban pasando, era cada vez más desesperante. Yo fui a la comisaría, les dije lo que estaba pasando, me dijeron que iban a empezar a buscarla. Acá no hubo protocolo de esperar las 24 horas por si se había ido con alguno. No, la policía se portó de diez, enseguida salieron a buscarla.

“Quédese tranquila señora, ya mismo le aviso a mi superior que la vamos a buscar”, el chico que me atendió lo veo en el almacén todos los días, la Policía de acá es como familia nuestra.

Yo seguí buscándola. Pasé por el taller, agarré el auto y me fui con mi cuñado para un monte grandísimo que hay acá en la punta del pueblo. Anduvimos por los caminos de tierra, por el monte, nos recorrimos cada árbol, caminamos hectáreas buscándola. Yo ya sentía algo.

Ahí se me ocurrió mandarle un audio al grupo de mamás que quedamos de cuando terminaron el secundario, pidiéndoles ayuda para buscarla. Ya era mucha la desesperación, eran muchas horas. La Pupi no aparecía. Así le decíamos nosotros, sus primos, muchos de sus amigos también. Entonces estas mamás empezaron a viralizar ese audio y al mediodía ya teníamos a medio pueblo en frente de mi casa con caballos, con chatas, motos, drones. Recorrieron cada pastizal, se dividieron en grupos, recorrieron estas tres cuadras, casa por casa, baldío por baldío, taperas, casas deshabitadas. Todo el pueblo buscándola hasta que se hizo de noche.

A media tarde llegaron los perros, el despliegue de la fiscal, la comisaría y los bomberos. Todos actuaron rapidísimo, se los agradezco de corazón. La fiscal me dijo: “Yo te la voy a encontrar, la vamos a encontrar, quedáte tranquila que te voy a ayudar”. Vinieron acá, se llevaron sus pertenencias para que los perros la encuentren. Todo fue muy rápido. Después me pidieron que me quede acá en mi casa. A las diez y media de la noche llegó la peor noticia. “Están haciendo allanamientos en el centro, en la casa del Chori”, nos llega por comentarios de un vecino. Oficial, nada.

Nosotros nos habíamos puesto como una condición de escuchar lo oficial, porque el comisario nos aconsejó eso: “Ustedes básense siempre en lo que nosotros les decimos y no se dejen llevar por lo que les dicen los demás”. Pero me quedé con la duda, porque el allanamiento era en la casa de Chori.

Lo descubrió su hermano. Le dijeron a mi hijo Jony que volviera a mirar las cámaras, entonces él reconoce el auto y ahí lo agarraron. “Ese es el auto del Chori”, dijo por unas luces especiales que tiene. Mi hijo lo llama a él.

“Chori, vení a ver las cámaras”.

“Bueno, ahí voy”.

Y fue como si nada.

“Pero ese no es mi auto”, tuvo la caradurez de decir y la tenía enterrada en el patio.

Ahí se desenlazó todo. A las diez y media llega la fiscal, golpean la puerta con el comisario. Se sentó y me dijo: “Encontramos el cuerpo de Julieta. No lo vas a poder ver mamá, no te conviene verla. Quedáte con su mejor recuerdo”. Y así fue, así quedamos destrozados. No la voy a poder ver más.

Hoy me entregan el cuerpo de mi hija, hoy la voy a recibir pero no la voy a poder ver. Quiero recordarla como el día que se fue a trabajar, que la acompañé hasta el kiosco, después más tarde había pasado para hablar con ella. Y así la voy a recordar. Pero nunca esperamos esto en un pueblo, nunca esperamos que esta persona haga esto con tanta frialdad. Nunca, nunca, nunca pensamos esto. Andaba dando vueltas con el auto mientras la policía hacía los operativos, se fue a trabajar con mi hijo teniendo a mi hija muerta en la casa. Una mente siniestra.

El pueblo está en shock”

Berabevú es un pueblo al sur de la provincia de Santa Fe, a 150 kilómetros de Rosario, que se llega por la ruta provincial 15. Fundado a principios del Siglo XX con la expansión del ferrocarril, su principal actividad económica está relacionada a la producción agropecuaria y la industria del agro. Viven 2.300 personas en 60 manzanas rodeadas de campos: hileras de árboles jóvenes y centenarios dan sombra a las veredas; las casas son bajas con jardines delanteros o tienen portones de cocheras; las calles están asfaltadas, en las afueras son de tierra. Tiene una plaza principal, una parroquia, un club social. Todos se conocen con todos.

El jefe comunal, Tomás Sorribas, que cumple el rol de un intendente, asumió en diciembre tras las elecciones. Acompañó a la familia de cerca y la búsqueda en contacto estrecho con la fiscalía. En diálogo con lavaca, cuenta que tomó conocimiento al mediodía cuando le llegaron los mensajes, después de que por la mañana la mamá hiciera la denuncia en la comisaría local, y que enseguida fue a la casa de Julieta. “La policía actuó rápido, recabó datos, no es que se dilató la situación. Lo tomó con la urgencia que correspondía, igual que la fiscalía. Buscaron con el escuadrón canino y todo el conjunto de la fuerza”.

-¿Qué pasó en Berabevú con este femicidio?

-Es terrible, yo estoy en shock, el pueblo está en shock. La marcha de ayer lo reflejó, que nos reunimos en la plaza a pedir justicia. La familia que está destrozada. Somos una comunidad chica, yo tengo 31 años, los vi crecer a todos, crecieron a la par mío también, son todos jóvenes criados en nuestra comunidad, nadie que vino de afuera. Lo que nos rompe más es eso, que haya sido dentro de la comunidad. Somos más chicos que cualquier barrio de Buenos Aires. El muchacho es nacido y criado acá, de una familia con muchos años en la comunidad.

-Cuando empezaron la búsqueda, ¿suponían que le podía haber pasado algo en relación a la violencia machista?

-No, nunca. La verdad, cuando empezó la búsqueda uno trató de encontrarla a ella. Yo nunca pensé la situación. Después cuando vas recabando datos, tomamos conocimiento, vimos las cámaras de seguridad que registró el recorrido de Julieta hasta la última donde se perdió el contacto. Con las pruebas de los investigadores procedimos a la detención de él y el posterior allanamiento de la casa.

¿Cómo trabajaban en la comunidad la violencia machista?

Es una paradoja de la vida que me consterna, porque cuando asumo creo la secretaría de desarrollo social con una trabajadora social y una psicóloga. En los únicos 20 días de clases que hubo antes de la pandemia, la única actividad que hicimos desde la Comuna para los jóvenes de nuestra comunidad fueron talleres en las escuelas sobre la temática violencia de género y el festival por el día de la mujer. Me shockea porque es lo primero que toqué a penas asumí.

¿Cuál es la sensación que queda ahora en la comunidad?

Es una ruptura total, un quiebre en la comunidad. Una herida que hay que ver cómo se cierra, si es que algún día cierra. Desde mi lugar acompañar en el pedido de justicia, poner a disposición de la familia a la trabajadora social y la psicóloga de la Comuna. Ver a mis vecinos reunidos por esto es terrible. Tenemos que trabajar en conjunto para calmar el dolor.

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91 femicidios y ninguna respuesta

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“Nosotras, familias sobrevivientes de femicidios nos dirigimos a usted para solicitar con respeto y esperanza una audiencia” dice la 2ª carta del colectivo que nuclea a familiares de todo el país, dirigida a Javier Milei. Este 8 de abril las Familias Sobrevivientes de Femicidios se reunieron en Plaza de Mayo, como todos los primeros lunes de cada mes, mientras el mundo seguía el eclipse de sol. Denunciaron en un documento –también presentado en la Casa Rosada– que hasta el domingo 7 se produjeron 91 femicidios en el año, que dejaron además 9 víctimas menores asesinadas y 52 huérfanos. Hay, en lo que va de 2024, 18 mujeres desaparecidas. Luego las Familias hablaron sobre las causas, el factor narco y la responsabilidad del Estado.

91 femicidios y ninguna respuesta

Marta, madre de Lucía Pérez y Facundo, el papá de Luna Ortiz. La lectura del documento que exhibe el nivel de violencia contra las mujeres en el país.

En sintonía con el eclipse de sol de este lunes, la Plaza de Mayo presentó de pronto un clima desapacible, frío, ventoso, mientras las Familias Sobrevivientes de Femicidios volvieron a presentarse allí para visibilizar el reclamo sobre las mujeres asesinadas y para solicitar por carta (la 2ª en el año) que el presidente Javier Milei las reciba.

El grupo, alineado en sillas negras de espaldas a la Casa Rosada, aguantó la ventolera y leyó un documento del que se desprenden distintos datos:

  • º Hubo 91 femicidios en los 98 días del año hasta el domingo 7 de abril, registrados por el Observatorio Lucía Pérez.
  • º Además, 9 víctimas menores fueron asesinadas en el transcurso de esos femicidios.
  • º Otro saldo: 52 huérefanxs.
  • º Se contabilizaron otros 62 intentos de femicidios.
  • º Hay en el país 18 mujeres desaparecidas en lo que va de 2024.
91 femicidios y ninguna respuesta

Mariela, y el reclamo por su hija.

Genocidio por goteo

Sobre estas cifras –que revelan lo que Marta Montero (madre de Lucía Pérez) define como “genocidio por goteo”– no ha habido respuesta alguna por parte del Estado.

El texto de la misiva fue presentado por la propia Marta, su esposo Guillermo Pérez, Susana Reyes (madre de Cecilia Basaldúa), Mariela Quintanilla (madre de Iara Nardelli), Facundo Ortiz y Marisa Rodríguez (padres de Luna Ortiz) en nombre del colectivo.  

El texto: “Señor Presidente de la Nación Argentina. Nosotras, familias sobrevivientes de femicidios nos dirigimos a usted para solicitar con respeto y esperanza una audiencia. Creemos necesario y urgente ser escuchados por usted. Desde ya, muchas gracias”. En marzo se había presentado la primera carta en la Casa Rosada y les dijeron que sería derivada a Karina Milei, secretaria general de la Presidencia.

91 femicidios y ninguna respuesta

Susana con imágenes de su hija, Cecilia Basaldúa.

Asesinadas en democracia

Susana Reyes, con una foto de su hija y las palabras “Verdad y justicia”,   recordó que hace cuatro años desaparecía Cecilia Basaldúa en Córdoba, cuyo cuerpo apareció el 25 de abril de 2020. “Y todavía estamos luchando para tener un fiscal en la causa por el crimen de mi hija, porque hubo un primer juicio en el que metieron preso a un inocente. Hay muchas causas armadas en Córdoba. Ahora estamos esperando que nos nombren nuevo fiscal, porque el que nos habían designado se jubiló el año pasado en agosto. Y no salió el decreto del nuevo.  Nosotros vamos a seguir siempre. Estamos luchando no solo por Cecilia sino por todas y todos los asesinados en democracia”.

Susana agrega: “Queremos que nos reciban para ver si nos pueden escuchar, si pueden hacer algo. Cada vez son más muertes que se siguen sumando. Hay niños huérfanos y las madres también quedamos huérfanas por la muerte de nuestras hijas. Así que vamos a seguir peleando hasta las últimas consecuencias”.

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Marisa y Facundo, los padres de Luna Ortiz. El caso de su hija (drogada y muerta por sus captores) fue calificado como “homicidio imprudente”. Las familias reclaman justicia.

Homicidios imprudentes

Facundo suma sobre la historia de su hija, Luna Ortiz (19 años cuando fue asesinada el 2 de junio de 2017): “Hace ya siete años que asesinaron a Luna y todavía no podemos llegar a conseguir justicia, es una lucha interminable. La causa está en Casación, la Sala I. Es algo muy importante. Necesitamos que estos jueces nos escuchen y tomen una buena decisión condenando a Villarreal por femicidio”.

Para comprender: Luna fue contactada por Isaías Villarreal el 2 de junio de 2017 mediante Facebook. Se encontraron y él la llevó a su casa, donde la esperaban otros dos hombres: ahí la drogaron, la alcoholizaron y la trasladaron en un raid en el que la intercambiaban como mercancía. Un día después, el 3 de junio de 2017, encontraron el cuerpo de Luna sin vida en la casa del propio Villarreal. Los jueces Ariel Introzzi Truglia y Sebastián Hipólito Urquijo y la jueza Verónica Mara Di Tommaso lo condenaron finalmente al máximo posible solicitado por un delito menor: 4 años y 11 meses por “suministro gratuito de estupefacientes destinado al consumo personal en concurso real con homicidio imprudente”.

Marisa, la madre de Luna, agrega: “El femicidio sigue impune, nos encontramos en la etapa de Casación otra vez planteando un femicidio. Apelando lo después de siete años de impunidad porque los jueces liberaron a uno de los femicidas de Luna. Vamos a seguir luchando porque queremos justicia por Luna y por todas nuestras hijas”.

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Lucía Pérez y Carla Soggiu. “Luchamos por justicia para todas”.

¿Cuál es la responsabilidad del Estado?

Guillermo (el padre de Lucía Pérez): “Hace 8 años que venimos buscando justicia por nuestra hija (el femicidio ocurrió el 8 de octubre de 2016 y provocó el Primer Paro Nacional de Mujeres). Ahora el 29 de abril tenemos el recurso de Casación”. En el caso de Lucía, en marzo de 2023 hubo sentencia a perpetua en un caso (Matías Farías), y el otro acusado (Juan Pablo Offidani) terminó con una condena menor, 15 años en total, como “partícipe secundario” del crimen, que incluye la condena a ambos por la venta de drogas en la puerta de una escuela secundaria, lo que desencadenó toda la tragedia. La familia apeló la sentencia a Offidani, y las defensas de los acusados apelaron sus condenas. Es lo que comenzará a debatirse en el tribunal de Casación bonaerense.

“Queremos justicia” dice Guillermo, “y que nuestras hijas puedan descansar”.

En el documento presentado el mes pasado al gobierno junto a la solicitud de audiencia, se planteaba una mirada amplia y a la vez profunda de lo que ocurre: “No podemos hablar de femicidios y travesticidios sin hablar de narcotráfico, como no podemos hablar, sin nombrarlo, de ningún otro tema de esta emergencia social que estamos padeciendo hoy: hambre, desocupación, destrucción de la educación y salud pública. Todos fuegos que alimentan el incendio de nuestro futuro y paz social”.

Marta Montero habla sobre el rol estatal: “El Estado es responsable, por eso hablamos de genocidio, con un Estado que no hizo ni hace nada por evitarlo. Y decimos que son narcofemicidios, porque muchísimas veces tienen que ver con esa cuestión de lo narco, donde el Estado no solo está ausente sino que muchas veces está presente, porque ¿quién es el que no hace nada cuando venden droga en la puerta de una escuela? La policía, que es parte del Estado. ¿Y quién deja impunes muchos de estos crímenes? El Poder Judicial, que es parte del Estado”.

¿Y en los casos en que el origen es la violencia dentro de una pareja? “El Estado también es responsable al no avanzar en las investigaciones, al ocultar pruebas muchas veces, al dejar impune al asesino, al no atender a las víctimas, a los huérfanos, a las familias. Pero además, muchas veces esa violencia se genera por lo que hablábamos antes: el tema de la droga, la violencia que se genera territorialmente y en la gente que está en eso, que termina golpeando y matando a las mujeres”.

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Marta y Guillermo, los padres de Lucía.

El caso de Lucía implica una ruptura y un precedente, porque la familia logró que se anule el primer y vergonzoso juicio que absolvió a Farías y Offidani por el femicidio, acusándolos solamente de vender droga en vereda de la escuela marplatense a la que iba Lucía, que tenía 16 años cuando la mataron. Esa anulación permitió el segundo juicio (el que ahora irá a Casación por las respectivas apelaciones) y motivó además un jury: un juicio a los jueces de aquel primer proceso. “Estamos esperando que se concrete, porque ya está todo listo” explica Marta.

El rol de Marta Montero en Mar del Plata generó la invitación a participar con una ponencia en la 5º Asamblea Mundial por la Salud de los Pueblos que se está llevando a cabo en esa ciudad hasta el 11 de abril. Marta intervendrá este martes 9 en una sesión que tratará “Justicia de género en salud. Praxis feminists por la justicia en salud”. En el panel coordinado por Melanie Alperstein (Sudáfrica) intervendrá Marta (Femicidio, luchas por la justicia de género y rendición de cuentas), Julie Dale, de Brasil (Violencia y discriminación contra LGBTQI+), Zahira Bouhabra (en conexión desde Marruecos), y hablará sobre Resistencia a los sistemas violentos y respuesta a las crisis de violencia de género Rawia Mahmoud (en conexión desde Sudán).

Lo crucial del trabajo de la familia continúa en Mar del Plata con La Casa de Lucía, punto de encuentro, de conferencias, recitales, eventos culturales y lugar además de acompañamiento para otras familias víctimas de violencia o de femicidios.

O sea que allí se reúne lo académico con lo barrial y la solidaridad concreta, no discursiva. Sostiene Marta: “Para nosotros es una alegría, porque hay un enorme movimiento alrededor de las cosas que se hacen allí. Vienen mujeres, familias, también estudiantes, abogados, de todo. Estamos empezando un curso de huerta, pero también va a ser lugar para que terminen la secundaria quienes no pudieron hacerlo. Y el acompañamiento a otras familias es fundamental, porque a todos nos pasa que ante la justicia estamos desorientados, te hablan de modos que no entendés muchas veces. Con la experiencia que lamentablemente hemos tenido, ahora podeos ayudar a otra gente que pasa por lo mismo para que conozca y entienda sus derechos, y cómo llevar adelante las causas”.

Vuelve a hablar sobre la casa, y la cantidad y calidad de eventos que allí suceden: “Eso sorprendió incluso a los vecinos. Nos decían que era una casa que había estado siempre cerrada, oscura, abandonada (había pertenecido a un grupo narco, según puede verse en MU 190). Y la gente del barrio nos dice que hoy pudimos transformar esa oscuridad en una luz muy linda, que les da entusiasmo. Imaginate la alegría que es para nosotros” dice Marta, cuando se iban de Plaza de Mayo habiendo presentado la carta y el informe y –sorprendentemente- el lunes frío, ventoso, desapacible y eclipsado se transformaba en un día de otoño cálido y luminoso.

El próximo encuentro está previsto para el 6 de mayo.  

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En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

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Nuevo informe mensual del primer padrón autogestionado y público de violencia patriarcal.

En lo que va del año el Observatorio Lucía Pérez registró  85 femicidios y travesticidios en todo el país. Solo durante marzo ocurrieron 18, con el agregado de 3 infancias asesinadas: Alma, de 11 años; Mateo, de 2; y Zamir, de 9. El total en lo que va del año es de 9.

En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

Otro dato que surge del relevamiento es que, como resultado de estos crímenes de mujeres, se registraron 47 huérfanxs.

En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

En este 2024, se llevan registradas 53 tentativas de femicidios.

Hay 18 mujeres desaparecidas.

Y llevamos 1.144 días preguntándonos ¿dónde está Tehuel de la Torre?

En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

Por otra parte, se realizaron 105 marchas y movilizaciones contra la violencia patriarcal que exigen justicia ante los crímenes que no cesan. 

En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

El número de funcionarios denunciados que ha registrado el Observatorio asciende a 482.

En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

Esos datos, esos crímenes, no son solamente cifras: por eso en nuestros padrones se visualiza cada nombre, la edad, el lugar donde vivían las víctimas y cómo sucedió cada femicidio, entre otros muchos datos que permiten dimensionar la violencia.

El Observatorio Lucía Pérez es una herramienta de análisis, debate y acción creada por Cooperativa lavaca. Se elaboran una serie de padrones que compartimos en la web de manera libre, los cuales comenzaron a confeccionarse en talleres que realizamos con víctimas de violencia, familias sobrevivientes de femicidios, organizaciones sociales y activistas del movimiento trans. Los datos así reunidos, sumados al seguimiento de lo publicado en medios de todo el país, son luego chequeados y precisados con fuentes judiciales y periodísticas.

Todo la información que producimos es de público y libre acceso en en www.observatorioluciaperez.org

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8M: Estamos

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En otro Día Internacional de la Mujer el movimiento feminista volvió a llenar las calles de Buenos Aires, frente al Congreso, como supo hacer durante las movilizaciones a favor del aborto, en medio de algunas novedades: un gobierno que ataca al feminismo, que cree que lo puede contener con un protocolo antipiquetes y que enfrenta la agenda de derechos que las mujeres y disidencias volvieron a poner hoy en la calle. La desigualdad como eje. Las principales reinvindicaciones y palabras de hoy. Los testimonios que hablan de emergencias de hambre (con comedores sin comida y con el triple de gente), a la conexión con las banderas de derechos humanos. Les Nietes de personas desaparecidxs, y el lema de la bandera que salió hoy por primera vez a la calle: “Soy feminista porque tengo memoria”.

Texto: Anabella Arrascaeta

Fotos: Lina M. Etchesuri

“Soy feminista porque tengo memoria”, dice la bandera que Ana, nieta de detenidos desaparecidos en la última dictadura cívico militar, pintó para marchar junto a sus compañeres de Nietes. Es la primera vez que esta frase sale a la calle, en este 8M, a días del 24, el primer marzo de la era de Javier Milei. 

8M: Estamos
Les Nietes en la puerta de Mu Trinchera Boutique. Foto: Lina Etchesuri

Argentina, 2024. Sobre Callao la Policía Federal intenta mantener cortada la Avenida para la foto que da cumplimiento al protocolo de la ministra Patricia Bullrich. No pueden. Los autos circulan solo esa cuadra y doblan a la izquierda por Avenida Rivadavia. Hacia la plaza Congreso las calles están cortadas porque el músculo de los feminismos está entrenado y volvió a llenarla. Partidos políticos, organizaciones sociales, sindicales, culturales, asambleas, deportistas, músicas, periodistas, y miles de grupitos de amigas, madres, abuelas, hijas, vecinas, nietes, en un largo y cada vez más inabarcable etcétera.  

A las cuatro de la tarde el hit sacude el pasto: “El que no salta votó a Milei”. 

La Plaza, una vez más, está llena.

¿Por qué?  

Límites

Cristina, 80 años, abre los ojos grandes desde abajo de la gorra que la protege del sol y dirige la mirada hacia sus amigas (otra Cristina de 72 años, y dos Lilianas, 67 y 70 años). Dice: “Peleamos mucho por este momento, y lo tenemos que defender”. Llegaron temprano, con sus remeras del grupo de teatro comunitario al que pertenecen y con el que en el último tiempo hicieron una obra sobre la Semana Trágica, y otra que es un homenaje a Azucena Villaflor, Madre de Plaza de Mayo desaparecida. “Tenemos una edad donde vivimos a full el patriarcado, y vemos en nuestras hijas ese cambio de paradigma: no son las mismas mujeres y yo me alegro profundamente por eso. Y aprendo todos los días de las generaciones nuevas, necesitamos acompañarlas porque debemos lograr ese cambio que de a poco se va modificando. No es que se haya logrado todo, nos falta, pero tenemos que estar unidas”. 

“Estar” y “juntas” son de las palabras que más se repiten hoy en Congreso. Y que se sienten: todas las generaciones, de los centros a los bordes. Dice una de las Cristinas: “Te voy a decir una frase peronista: unidos o dominados. En este momento, con este gobierno estamos en un retroceso, y nosotras tenemos que poner un límite: hoy, todas en las calles, estamos poniendo ese límite concreto en la calle”. 

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Comedores

Claudia, 54 años, vino de San Miguel y señala a una compañera: “Ella trae una papa”, y después apunta a otra: “Ella trae una cebolla”. Después mira a otra: “Ella trae fideos”. Así explica cómo están sosteniendo en los barrios las ollas desde que no reciben alimentos tras la asunción del nuevo gobierno.

Dice que lo hacen porque, cuando hay una emergencia, “el pueblo es solidario”. Y porque saben cómo hacerlo. “Nosotras echamos a los ingleses: las mujeres. Hicimos la bandera para Belgrano, organizamos la campaña para San Martín, y ahora tenemos que organizar la campaña para sacar a este loco. Las compañeras muchas son de programas sociales, todas trabajan, sirvieron cuando estaba la pandemia pero ahora las quieren descartar”. 

Según su termómetro, la gente que asiste a los comedores se triplicó. No son solo niñes: ahora son familias enteras. 

8M: Estamos

Fotos: Lina Etchesuri

“El barrio ahora se está dando cuenta que la casta somos nosotros” dice a lavaca. “La gente estaba cansada de los políticos comunes corrientes, pero ahora las mujeres del barrio están preocupadas porque no les alcanza para comer. Muchas no pudieron comprar útiles de sus hijos, y en los comedores no hay mercadería”. 

Claudia, que es militante del Movimiento Evita, dice que la organización está haciendo una autocrítica interna, pero ella ya tiene clara una posición: “Aunque sea un gobierno nuestro, si hay que hacer un reclamo, hay que hacerlo. No hay que esperar. Aprendimos que si un funcionario o compañero no está haciendo las cosas como corresponde, hay que protestar”. 

8M: Estamos

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

En los comedores de La Boca que tiene el MST también se triplicó la demanda. “Muchos vecinos que no iban, ahora van. En diciembre ya teníamos escasez de variedad pero ahora la situación está cada vez peor. No tenemos alimentos, hace varios meses no llegan”, dice Susana. Para sostener la olla organizan actividades: rifas, hay quienes arreglan cosas, otras que hacen las uñas: “Nos la rebuscamos”. Ese es el reclamo que llegó hoy hasta el Congreso. 

Susana explica: “Los comedores están compuestos por mujeres: somos las que los mantenemos. Pero hoy hay muchas compañeras grandes que no pudieron venir; son mayores y hace mucho calor; otras tienen muchos chicos. Antes podíamos venir, pero ahora no, porque se reprime. Es una decisión que muchas compañeras que tienen muchos hijos se quedan cuidando los comedores y las demás que podemos venir, venimos”.

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Aguante

Paula está con un cartel que clama: “Nuestros derechos no se negocian”. Del otro lado sentencia: “Milei nunca”. Llegó sola a Plaza Congreso, pero se encontró con amigas en el camino. Tiene 52 años, y dice: “Viví muchas crisis, pero hoy veo que estamos cada vez peor, tenemos un gobierno que no tiene idea de lo que es la empatía, de cómo se lleva adelante un país con todos los sufrimientos que hemos tenido, con una dictadura todavía reciente, con cosas nefastas que nos han pasado. Y en ese contexto, las mujeres somos las que hemos luchado”. 

Paula afirma que así como hubo y hay crisis, hay salidas: “Salimos primero organizándonos; somos las que podemos sacar este país adelante, porque somos empáticas. Hoy tenía miedo que no haya gente pero para sorpresa y alegría veo que todavía hay mucho aguante. Seguimos acá”.

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Tensión

Cuando los bombos de ATE dejan de tocar, Marina, a quien llaman “La capitana”, descansa. Están al frente de la masiva columna de trabajadoras del Estado, aún cuando se anunció que se les iba a descontar el día a quienes pararan. El efecto fue el contrario: “Estamos acá justamente por eso, a pesar que nos quieren guardadas en nuestros lugares y casas, aunque estén avasallándonos con que nos van a descontar el paro, con tomar represalia, venimos a poner el cuerpo más que nunca porque no vamos a permitir que se retroceda en ninguno de los derechos que hemos conquistado y están tratando de poner en riesgo”. 

¿Cómo los resguardamos? “Con esto”, dice y mira alrededor una marea de gente. “Animándonos entre nosotras a salir a la calle, fortaleciéndonos entre nosotras en los lugares que ya habíamos conquistado, perdiendo el miedo, entendiendo que si estamos juntas vamos conseguir la fuerza para defendernos, que ninguna se va a salvar sola, que es muy necesario que los feminismos puedan poner una voz en lo que está sucediendo y poder decir cómo impacta sobre nosotras el hambre que está generando este gobierno. Las voces están, las compañeras estamos: hay que animarse a levantarlas porque los lugares están todavía en tensión”. 

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa, joven asesinada en Capilla del Monte. Foto: Lina Etchesuri

Transversal

Las integrantes de Nietes posan con su bandera que lleva la insignia con la que comienza esta nota. Ana cuenta que escribió esa frase para recuperar “las luchas que hacen a las libertades que tenemos hoy y la memoria de los derechos que tenemos: esa es la conciencia que hoy reivindicamos”. 

¿Cómo se conectan el movimiento feminista y el de derechos humanos?

Lucía: No lo hemos charlado con tal profundidad en el organismo, podemos darte nuestras perspectivas; yo considero que empezaron a tener puntos de conciliación a partir del 2017-2018, con todo el movimiento que generamos las feministas jóvenes junto con las feministas históricas, contra la violencia hacia las mujeres que después se pudo darle muchísima fuerza a lo que fue la legalización del aborto. Solemos tener mucho vínculo con sobrevivientes, construcción política fraternal y compañerismo; hablando con una compañera de la Asociación de Detenidos Desaparecidos, de Tucumán, nos contaba cómo le influyó el movimiento desde el 2017 en adelante, para tener el valor de poner en palabras la violencia sexual como parte de las torturas. A partir del 2017 se pudo retomar de otra manera porque también había más herramientas para problematizar un montón de cosas y para que también las nuevas generaciones acompañen procesos de históricas luchadoras.

8M: Estamos

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

¿Por qué les parece que esas dos banderas, la de feminismos y derechos humanos, son las más atacadas hoy? 

Ana: Creo que son los dos movimientos que han tenido la masividad, que han logrado interpelar al conjunto de la sociedad; tanto el movimiento de derechos humanos como el movimiento feminista ha logrado ser transversal a todas las tendencias. Y esa fuerza constituye una amenaza muy fuerte y ellos lo saben. Yo creo que los esfuerzos en desarmar todo esto es por la potencia que tiene en términos de transformación social, económica, subjetiva; por la fuerza y la potencia que tiene de interpelar al conjunto de sociedad, que se involucren personas que por ahí en la política no se meten tanto y en temas como derechos humanos y feminismos, sí. Eso es una fuerza muy grande. 

Después de marchar, les Nietes tocan en el piano de nuestra trinchera “Los dinosaurios” de Charly García. Y cuando terminan, aplauden y brindan por lo que están haciendo juntes. Historia, futuro, y presente.

Fotos: Lina Etchesuri

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