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Los gremios en la calle: los alertas meteorológicos de una marcha

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Miles de trabajadores de todas las centrales sindicales (CGT, Frente Sindical y las dos CTA) junto a los movimientos sociales inundaron las calles porteñas en rechazo a las políticas económicas del Gobierno bajo la consigna: “Por la Unidad, la Producción y el Trabajo Argentino”.  Las voces que cuentan la realidad a partir del precio del colectivo. Las teorías políticas, los diagnósticos, las hipótesis y las evidencias. Cómo pensar con el bolsillo y reflexiones sobre la burocracia. Nuestra crónica y reportaje fotógrafico.
La ciudad de nombre extraño, Buenos Aires, amaneció con dos noticias:

  • Alerta meteorológica por fuertes tormentas y vendavales.
  • Pronóstico de caos vehicular en el centro por marchas y manifestaciones.

Los autopercibidos “medios de comunicación” aman convertir las expresiones de la sociedad en problemas de tránsito.
Pero la ciudad tiene otros tránsitos, coros que cantan contra  el Presidente y su familia y entonaciones peronistas. Desde Once, sentado en la fuente, a la espera del comienzo de la marcha, está el Sindicato de Industrias Químicas y Petroquímicas de Zárate. Néstor Carrizo, tesorero del gremio, grafica a lavaca: “En la zona industiral de Zárate estamos trabajando con una capacidad instalada del 50 por ciento paralizada. Es decir, estamos laburando a la mitad. Históricamente, a Zárate tardaban en llegar crisis así, era en cierto modo una isla. Hoy está muy afectado, te diría como nunca en la historia”.
A unos pasos está Néstor Villarroel, quien hace cuarenta y cinco años vende golosinas en el ferrocarril Mitre. Tiene 51, por lo que desde los seis años transita el tren que une Retiro con Tigre. Hombre con varios vacíos dentales y una enorme cordialidad. En 2017 tomó una decisión: junto a compañeros y compañeras creó la Agrupación de Vendedores, que da cobijo a 75 trabajadoras y trabajadores del tren bajo la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). Villarroel, el actual presidente de la flamante organización, está parado bajo un diluvio que confirma los pronósticos y que algunos de sus compañeros interpretan con una lectura didáctica: “La CGT se mueve, y mirá lo que provocó”.
A su alrededor hay banderas de Barrios de Pie, del Frente de Organizaciones de Lucha (FOL), del Movimiento Territorial de Liberación (MTL), mezcladas con las de los sindicatos de la televisión (SATSAID), de Molineros, Camioneros y una enorme columna que a las 12 partió desde Once en dirección a 9 de Julio. Además del reclamo por los tarifazos, la falta de trabajo y los pedidos cada vez más insistentes de un paro general, los movimientos sociales también están en las inmediaciones del Congreso para exigir la votación de la Ley de Emergencia Alimentaria en Diputados.

Los gremios en la calle: los alertas meteorológicos de una marcha

Foto: Nacho Yuchark


Sin molestarse por la lluvia, Villarroel hace una síntesis económica de la actualidad:

  • “Las ventas en el tren bajaron un 60 por ciento. En el colectivo, un 80 por ciento. ¿Por qué? Porque la gente tiene que pagar el boleto y entonces no compra nada. Hoy sale más barato el tren. Y los que laburan en colectivo, están ganando por día 150 o 200 pesos. ¿Qué se puede vivir con eso?”.
  • “En el 2002 la pasamos parecido ahora. No hay venta porque la gente no tiene plata. Mi consumo también bajó: antes, comíamos un pollo por día, pero hoy me dura seis comidas. Con mi esposa lo hacemos durar porque los dos trabajamos en el tren y la estamos pasando mal. Una pechuga la estiramos cuatro días, cortándole a poquito, vio”.
  • “Con las tarifas, sólo sé que con Cristina pagaba 50 pesos la luz y ahora pago 1200”.
  • “Algunos sindicalistas de los que vemos acá votaron contra el gobierno anterior. Macri ganó por algunos de ellos. Y ahora vienen a hacerse que está todo mal. Hay que acordarse”.

Villaroel se acuerda, lo dice y así fija una agenda de conversación.
Por Avenida Rivadavia, mientras, asoma la cabecera de la movilización con una bandera de color celeste y letras blancas que postulan:

  • «Por la Unidad, la Producción y el Trabajo argentino».
Los gremios en la calle: los alertas meteorológicos de una marcha

Foto: Nacho Yuchark

El país como kiosco garaje

Entre banderas de los gremios agrupados en las dos CTA, la CGT y el Frente Sindical, unas veinte personas intentan que los remolinos de viento no vuelen la bandera de la Unión de Kioscos de la República Argentina (UKRA), una organización que forma parte de la CGT y de Ni una Pyme Menos. Su presidente, Adrián Palacios, rondando los 40 y con gesto de preocupación, cuenta que la cámara se creó el 31 de mayo de 1947 cuando el entonces presidente Juan Domingo Perón les otorgó la personería. Ante la crisis, hace cinco años, comenzaron a organizar a los dueños de los kioscos.
Palacios resume: “Somos 120 mil a nivel nacional, pero desde hace tres años tenemos 28 mil kioscos cerrados. Vemos cierres en todas las avenidas, con boletas de luz a 27 mil pesos”.
Apunta que la crisis es doble porque muchos kioscos se abren como consecuencia de una pérdida laboral anterior. “En barrios periféricos están surgiendo kioscos ventana o garaje, que son los trabajadores despedidos de alguna fábrica y que se pusieron un almacén con la indemnización. Eso genera mayores kioscos, pero en un país sin consumo, cierran a los seis meses. Lamentable”.
La UKRA lanzó un comunicado a nivel nacional subrayando que “no hay que votar” a ningún candidato de Cambiemos. “Sus políticas son solamente para los grandes supermercados. Tenemos que votar a algún candidado que priorice las pymes argentinas, el consumo interno, los puestos de trabajo. Hoy tenemos compañeros que llegan al día 20 y tienen que pedir fiado el resto del mes”.
Palacios dice que hay que llamar urgente a un paro nacional.
Y avisa: “Se lo haremos entender hoy”.

Los gremios en la calle: los alertas meteorológicos de una marcha

Foto: Nacho Yuchark

Trabajar al 50 por ciento

Carrizo, del sindicato de Químicos, reitera que Zárate está paralizada al 50% y agrega: “Tengo casi 40 años de trabajo en la industria. Ni en dictadura vi esta pérdida de puestos de trabajo: son más de 600 puestos en estos cuatro años”.
Con la lluvia mojándoles los guardapolvos, por Rivadavia marchan docentes de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE). Son de las pocas trabajadoras en una movilización con mayor presencia masculina, a pesar de que el primer paro obrero al gobierno Cambiemos fue el de mujeres.
Irene Garbus, secretaria de Primaria del sindicato: “Venimos de una pelea de desgaste salarial al que sumamos el empobrecimiento de las escuelas. En la Ciudad estamos en un proceso en el que Gobierno está reduciendo la comida que llega a los comedores escolares. En ese contexto, la escuela, que siempre funcionó como un lugar de amparo, está siendo destruída: no se puede aprender con hambre”.

Los gremios en la calle: los alertas meteorológicos de una marcha

Foto: Nacho Yuchark

A quién parar

En el peor momento de la lluvia, algunos trabajadores se refugian bajo los techos de los negocios. “¿Trabajador que huye sirve para otra marcha?”, le pregunta un químico a otro, que despliega un paraguas. Por allí también espera el secretario adjunto de la Asociación Obrera Textil, José Listo.
-Un vendedor de golosinas me dijo que el diluvio lo ocasionó la CGT por la marcha.
(Risas) A nosotros no nos para la lluvia ni las piedras.
-¿Y al país?
-Un país sin industria no es un país. No crece. Toda la actividad y todos los gremios hermanos que estamos hoy acá nos estamos quedando sin trabajo. En los últimos tres años, sólo en el rubro textil hubo 8200 despidos, 200 fábricas cerradas, más de 5000 suspendidos. Esa es la situación actual. No exagero si digo que es peor a la época de Menem.
-Para usted, ¿para general sí o paro general no?
Nosotros entendemos que un paro no sirve porque la industra ya está parada. Lo que hace ruido y llega a la gente son estas manifestaciones de fuerza, aun con muchos trabajadores que luego retornan a sus puestos. Es que está todo parado: si parás 24 horas, no hacés nada porque al otro día sigue todo igual. La salida es reactivar el aparato productivo, la industria, terminar con el dólar, la tasa de interés y darle participación al trabajo. Entre todas las organizaciones textiles, agrupamos a más de 200 mil trabajadores. Si todo esto no se toma en cuenta, en dos meses vamos a tener todo roto.

Los gremios en la calle: los alertas meteorológicos de una marcha

Foto: Nacho Yuchark

Dialéctica de bolsillo

Cuando todas las columnas confluyen en Congreso, hay un dato que emerge: la marcha es multitudinaria. Por allí también camina la Federación de Obreros y Empleados de la Industria del Papel, Cartón y Químicos, pertenecientes a la CGT, que agrupa a 20 mil trabajadores siete ramas de producción y reciclado de papel. “La situación está delicada porque la empresa Arcor compró Cartocor, una empresa que recicla cartón corrugado, y están acaparando todo mientras las pymes comienzas a desaparecer”, explica Pablo Ayala, secretario de Medio Ambiente del gremio.
Ayala cuenta que muchos compañeros votaron a Cambiemos en 2015. “Hoy tomamos otra perspectiva: no hacer política, para que cada trabajar vea la realidad desde su perspectiva del trabajo. Esto quiere decir que, cuando vayas a votar, tengas conciencia. Estamos viendo desaparecer grupos de trabajadores en toda la República, desde Jujuy a Neuquén. Entonces: ¿cómo está tu bolsillo? Bueno, votá con eso”.
-Para usted, si todo está tan mal, ¿por qué cuesta tanto salir a la calle?
-Es un tema delicado. Lo que hizo este Gobierno, de manera inteligente, fue dividir sectores. Hay varios sectores del gremialismo con intereses políticos que se han olvidado que están para defender los derechos de los trabajadores y no de aquellos a quienes les dicen que tienen que votar. Los trabajadores tienen que pensarse para ellos, y ellos organizarse para decirle a los dirigentes lo que tienen que hacer. Allí, los dirigentes tienen que tener la coherencia de llevarnos por el buen camino.
-¿Y qué pasa hoy?
-El Gobierno sectorizó y hoy cada uno está defendiendo su industria ante un golpe terrible. Entonces encontrás a cada uno discutiendo sus paritarias en situaciones nefastas. Después dicen que salir a la calle es culpa nuestra. No, es un culpa de ellos.

Los gremios en la calle: los alertas meteorológicos de una marcha

Foto: Nacho Yuchark

La teoría del huevo

Son miles.
Desbordan.
Por Once, por Congreso, por Rivadavia, por Entre Ríos, por Yrigoyen, por 9 de Julio. Todas las centrales obreras (CGT, Frente Nacional, las dos CTA) y los movimientos sociales están en la calle.
La multitud sigue. Y discute. Algunos exigen paro general. Otros dicen que la industria ya está parada. Algunos contestan que la marcha debería seguir hasta Plaza de Mayo. Otros murmuran que en 9 de Julio no habrá lectura de documento para evitar que haya un desplante a tono con el “Poné la fecha”. A la vez, es un dato de la realidad que movilizaciones de este tipo son una rareza en el neoliberalismo global, en el cual Argentina todavía logra signos de no aceptar pasivamente las políticas de precarización que inundan el planeta.
Juan Alberto, un camionero de 63 años, con 25 como repartidor de agua, parece entenderlo todo: “Estamos pésimo. Mirá que viví gobiernos, pero no te puedo nombrar ni un año como este. Muchos compañeros sin laburo. ¿Y sabés por qué? Porque no hay laburo. No hay ventas. Y si no hay ventas, no hay trabajo. Tuvimos gobiernos malos, eh, pero nunca uno así”.
-En 2015, Moyano hizo campaña por Macri y muchos camioneros votaron a Cambiemos. ¿Qué piensa?
-El voto es relativo. Vos votás a quien se antoje. Yo no lo voté, eh. Yo soy peronista. No lo votaría nunca. Tampoco a un radical. Pero sí, es como vos decís: pasó. Y lo discutimos.
-¿Y cuál es la síntesis?
-Los que lo votaron, hoy se quieren agarrar los huevos. Ahora hay que esperar que pase.
-¿Y frente a un posible paro?
-Obvio que hay que hacerlo. Pero un-paro-bien-hecho, amigo: tres días sin laburar hasta que no haya nada. Si parás un día, a nadie le importa, porque todo está parado y no se vende nada. Pero si parás tres, es otra cosa. Un paro en el que no haya comercios, no haya nafa, no haya transporte, no haya nada.

Los gremios en la calle: los alertas meteorológicos de una marcha

Foto: Nacho Yuchark


Le pregunto entonces a José Alberto, que no es trotskista, por qué piensa que cuesta tanto que la CGT tome una medida concreta ante esta situación de crisis compartida, bajo diluvio bíblico, por un vendedor de golosinas en trenes, un textil, un papelero, una docente, un químico, un kiosquero.
El camionero abre los brazos bajo la lluvia.
Y con un dedo apuntando al cielo, que en realidad señala a una cúpula sindical imaginaria, contesta:
-Vos y yo estamos acá, mojándonos, mientras ellos, mañana, van a estar comiendo asado.
No se sabe cuándo se anunciarán los próximos alertas meteorológicas. 
Los gremios en la calle: los alertas meteorológicos de una marcha

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4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

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La familia de la joven asesinada en Capilla del Monte volvió a viajar de Buenos Aires a Córdoba para reclamar que se asigne urgentemente un fiscal en la causa y que se investigue su femicidio. Hace 4 años el cuerpo de Cecilia fue encontrado luego de estar 20 días desaparecido; su familia denuncia una trama local que involucra a la última persona que la vio con vida, el ex boxeador Mario Mainardi, jamás investigado, y la complicidad de la justicia de Cruz del Eje, representada por Paula Kelm, que buscó inculpar a un perejil. Gracias a la lucha familiar se logró anular esa línea de investigación, que culminó en un juicio nulo, pero desde entonces no se retomó la instrucción; y pese a que en diciembre se anunció que un nuevo fiscal tomaría la causa, eso no sucedió, y las dilaciones siguen. Crónica de una nueva reunión con promesas y sin hechos, cuando la impunidad se hace cada vez más grande y el reclamo, también: “Verdad y justicia para Cecilia Basaldúa”.

Por Bernardina Rosini

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa ya perdieron la cuenta de las veces que han viajado desde la ciudad de Buenos Aires a Córdoba con el único objetivo de lograr justicia por su hija. Han perdido esa cuenta pero no la cantidad de días que contabiliza la impunidad: 1460, es decir, cuatro años. 

En efecto, hace cuatro años (el 25 de abril de 2020) encontraron el cuerpo de Cecilia Gisela Basaldúa en un codo del Río Calabalumba en Capilla del Monte, luego de veinte días de estar desaparecida. Cuando Daniel y Susana llegaron ayer a los Tribunales en Córdoba Capital, se los ve invadidos por la bronca y el hartazgo. Son cuatro años sin Cecilia y a la par sostienen que las líneas de investigación han sido deliberadamente manipuladas y el material probatorio  de contundencia, ignorado

La última vez que estuvieron parados sobre esa vereda fue el pasado 7 de diciembre, tras reunirse con el Fiscal General Juan Manuel Delgado. Celebraban la noticia: “Tenemos fiscal, vinimos con 3.000 firmas de apoyo pidiendo fiscal y lo tenemos. Es el Nelson Lingua y comienza el 1° de febrero, después de la feria judicial”. Cinco meses después, otra vez viajan 700 kilómetros para golpear la puerta del Palacio de Justicia pues tal designación no sucedió y la causa acumula once meses sin fiscal a cargo de la instrucción.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas
Daniel Basaldúa y Susana Reyes, papá y mamá de Cecilia: viajaron desde Buenos Aires para mantener una reunión y reclamar justicia por su hija.

El baile del fiscal

Mientras los Basaldúa llegaban el 25 de abril nuevamente a Córdoba para pararse frente a Tribunales y exigir justicia, fueron notificados que la Fiscal General Adjunta Bettina Croppi los convocaría a una reunión. 

Antes de ingresar al edificio Daniel comparte la situación actual de la causa “Nos vienen diciendo que no designan fiscal porque falta una firma: me cuesta creerlo. No puedo hacer nada más que venir y reclamar. Hasta ahora la única justicia que logramos fue que no metan preso a un inocente”. 

Hoy le cuesta hablar; tiene un nudo en la garganta y el rostro de su hija estampado sobre el pecho. “Sólo espero que esta investigación vaya tras los verdaderos sospechosos, tras Mario Mainardi, última persona que vio a Cecilia con vida, quien tenía pertenencias de ella y las regaló; la policía y la fiscal Paula Kelm contaban con ésta y más información y nunca lo investigaron. No podemos creer que Mainardi, que dijo trabajar en Uber porque no podía acreditar ingresos, tenga más poder que Diego Concha, quien fue durante décadas Director de Defensa Civil de la provincia y sin embargo hoy está preso”. 

Daniel pasa lista de todos los uniformados que participaron del caso y que hoy se encuentran desplazados, procesados o presos por distintas causas: el común denominador es la violencia de género. 

Mientras las abogadas ingresan junto a los padres de Cecilia a la reunión, afuera les esperan periodistas, agrupaciones feministas, trabajadores de la Secretaría de Derechos Humanos y familiares víctimas de violencia institucional. Repiten el colgado de banderas, los carteles con rostros de otras víctimas, y los cantos que se recitan como mantras: “¡¡Queremos fiscal, queremos fiscal, queremos fiscal!!” y “¡¡Justicia, justicia, justicia!!”.

Al salir, Giselle Videla -una de las abogadas de la familia- comparte lo conversado en la reunión: “Para iniciar nos han pedido disculpas puesto que en noviembre nos dieron la seguridad que tendríamos fiscal apenas finalizada la feria judicial. Como hoy no hay fiscal, y están subrogando fiscales de otros territorios que toman la causa por un plazo corto de tiempo, el avance es mínimo. Nos informaron en relación a esta situación que la designación de Nelson Lingua espera la firma del gobernador, Martín Llaryora. Ahora bien, nos enteramos que será designado como Fiscal reemplazante, y no como Fiscal titular puesto que Lingua no ha rendido el concurso que lo habilita para ese cargo; debe rendirlo ahora y recién en julio- agosto podremos saber si será finalmente el fiscal titular de la causa”. 

Para que se entienda: desde que el tribunal absolviera a Lucas Bustos en julio del 2022 reconociendo su inocencia y su no vinculación al crimen, y ordenara una nueva instrucción para dar con los responsables del femicidio, la causa demoró meses en ser asignada a un fiscal. Luego recaería en el Dr Raymundo Barrera de Cruz del Eje, fiscal que, hábil con el calendario, entre feria judicial y licencias llegó a junio del 2023, mes en el que se jubiló. 

Por la presión de la familia Basaldúa, en diciembre el mismísimo Fiscal General anunció la designación del Lingua el 3 de febrero; eso no sucedió y no hay certeza de que Lingua resulte el fiscal que definitivamente dirigirá la instrucción, puesto que no cumple con los requisitos.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

Preguntas sin respuesta

Es mediodía y el cielo se refleja en las ventanas del edificio neoclásico de la calle Caseros; da la impresión que adentro estuviera vacío, que sólo es una fachada. “Hoy, 25 de abril se cumplen cuatro años de la aparición del cuerpo sin vida de Cecilia Gisela Basaldúa” lee Susana de la pantalla de su celular; ella también lleva una remera con el rostro sonriente de su hija. Sigue:

Cuatro años de impunidad y de violencia sistemática por parte del Poder Judicial a quienes pedimos y exigimos justicia por ella. La causa volvió a foja cero en el 2022 luego de pasar por un juicio vergonzoso.

El tiempo pasa y los asesinos de Cecilia siguen libres e impunes. No tenemos fiscal ni respuestas” y continúa “¿Cómo vamos a llegar a la verdad? ¿Qué fue lo que pasó con Cecilia? ¿Por qué tardó tanto en aparecer? ¿Dónde está Mario Mainardi? ¿Por qué la fiscal Paula Kelm ordenó tan rápidamente detener a un joven sin tener pruebas? Todas estas preguntas nos conducen una y otra vez a un círculo cerrado de impunidad entre funcionarios judiciales que se jactan en demostrar un abuso de poder constante”. 

La carta leída en la vereda, casi sobre la calle, concentra todas las preguntas que la investigación del femicidio debiera responder. 

Y la carta también cierra como se espera que cierre la investigación: “Verdad y Justicia para Cecilia Basaldúa”.

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La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Séptima entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa de lavaca Lina Etchesuri.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Ese jueves hacía 38 grados de calor pero parecían 43. El calor quemaba y picaba.

Faltaba el aire, el que había estaba caliente y la humedad pegoteaba.

El día que acompañé a la Ronda haciendo fotos para este proyecto, fui descubriendo imágenes a medida que los pasos y las sillas de ruedas daban vuelta como siempre, hace 2392 jueves.
La ronda siempre me emociona. Mucho. Las miro a las madres y veo proyectada las fotos de sus hijxs en su mirada, hacia delante, repitiendo Presente como un mantra de presencia y resistencia. Lxs veo a ellxs en imagen, mirando de frente en su juventud detenida. Veía a Elia, que ronda en silla de ruedas, con la foto de su hijo Hugo Meidan, desaparecido el 18 de febrero de 1977, hace 47 años, y pensaba si ese día hizo tanto calor, si la luz tenía esta misma inclemencia.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

En las rondas transcurre un tiempo extraño, persistente y atemporal. Las hermanas abrazan las fotos de sus desaparecidxs, gritan sus nombres con contundencia, caminan junto a las madres, junto a nosotrxs.

Transforman el tiempo y la imagen en un futuro posible.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Sobre Lina

Soy Lina Etchesuri. Fotógrafa, editora y docente

Soy parte de la cooperativa Lavaca desde hace más de 12 años donde hago todo lo que me describe y más. Me hace sentir muy orgullosa y feliz.

Estudié con Filiberto Muganini en el Rojas durante los 90s. Hice la carrera de fotógrafa en la Escuela de foto y artes visuales de Avellaneda, durante el 2001 y los años siguientes. 

Me seguí formando en talleres visuales con mi querida Julieta Escardó y muchxs más.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Viajé haciendo fotos durante algunos años: conocí al subcomandante Marcos y le saqué una foto en la que se está riendo. Estuve en Cisjordania, Palestina, durante 3 meses, viviendo retratando la vida bajo la ocupación. 

Junto con algunas personas y amigxs fundamos MAFIA en 2012, un colectivo de fotógrafxs que sigue hasta hoy.

Coordino talleres de foto e imagen.

Soy mamá de Fermin.

Y me encanta hacer todo lo que hago.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Melo y Ricardo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

Un abrazo contra la motosierra

La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

Un abrazo contra la motosierra

Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

Un abrazo contra la motosierra

Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

Un abrazo contra la motosierra

La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de $150 mil por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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