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Ni héroes ni heroínas: trabajadorxs

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Un grupo de concurrentes y residentes de la Capital Federal realizó ayer una conferencia de prensa en el frente del Hospital Durand para reclamar medidas que les permitan trabajar de manera segura, un reclamo histórico ahora en contexto de pandemia. Calculan que al menos 1400 concurrentes trabajan en distintos hospitales y centros de salud de la Ciudad sin cobrar, mientras que los residentes denuncian contratos precarizados, turnos maratónicos, falta de rotación y de elementos de seguridad personal. “Ahora que quedó clara la necesidad de tener un sistema de salud público y eficiente es el momento de tomar las decisiones postergadas tantos años” dice el residente Fabián Lang a lavaca, con la idea de que los aplausos se transformen en recursos antes del esperado pico de mayo: capacitación, equipos de protección, jornadas rotativas y testeos, algunas de las urgencias que se suman a los reclamos históricos de salarios dignos, aumento del personal y pase a planta.

Ni héroes ni heroínas: trabajadorxs
Una de las residentes de CABA, en lucha y bajo las medidas de protección. Foto: Nacho Yuchark

A pesar del apoyo social al personal médico que parece resonar en cada aplauso, la vereda está casi vacía; convocar medios y personas en medio del aislamiento no parece ser una tarea sencilla. Encima, la policía motorizada de la Ciudad pasa y hace sonar las sirenas como si estuviese intimidando, pero nada le dice al grupo de jóvenes de ambo que comienza a armar el sonido y a colgar banderas en las cuales se lee:

-Concurrentes: salario y ART paga

-Sistema centralizado de salud ya!

-Más recursos en salud.

Estamos en el Hospital Durand, Parque Centenario, donde existe un caso confirmado de coronavirus y uno en observación; varios en estudio; todavía más médicos en cuarentena, la mayoría preventiva ante casos de contacto con personas sospechadas de tener Covid; y donde la asamblea de Concurrentes y Residentes organizados de Capital Federal llamó a una conferencia.

Para entender: los concurrentes no son considerados trabajadores pero pueden realizar las mismas tareas, durante la misma carga horaria; se les computa asistencia, llegadas tarde, pero no cobran salario, no realizan aportes ni tienen ART. Según el perverso sistema que los gobierna, están realizando una «capacitación en servicio” en el sistema público.

Los residentes, por su parte, son quienes sostienen largas horas la atención en distintos hospitales y centros de salud pero, pese a ser graduados y haber logrado la residencia, se encuentran bajo un régimen académico que permite distintos tipos de flexibilización laboral. Tampoco reconoce su condición de trabajadores.

Riesgos & medidas

Según el Ministerio de Salud, al 19 de abril existían 431 trabajadorxs de la salud infectados, de los cuales al menos 130 contrajeron Covid en establecimientos de salud. La Sociedad Argentina de Infectología publicó las mismas cifras, bajas en comparación con el resto del mundo pero lo suficientemente cercanas para alertar a quienes trabajan con pacientes.

Entre los contagiados, muchos son jóvenes concurrentes y residentes (se estima que el número es alto también porque los testeos se encuentran para ellxs más a mano). Precisamente el mismo día en que empujan el reclamo falleció el primer médico por coronavirus en la provincia de Buenos Aires: el doctor Héctor Bornes, de 56 años, trabajaba en Hospital Municipal Ángel Marzetti de Cañuelas. Antes del fallecimiento el Hospital emitió un comunicado que decía: «El último día que asistió al Hospital fue el martes 14 de abril. Posteriormente presentó síntomas y dejó de concurrir».

Los jóvenes concurrentes y residentes aseguran que este tipo de contagios no son casualidad. Y aunque ponen el eje en la Ciudad de Buenos Aires, consideran que tanto los últimos 4 años de desfinanciamiento del Ministerio de Salud como la falta de reacción actual combinan un panorama que los pone en riesgo.

«No hay recursos para practicar la puesta y la quita de los equipos de protección personal», plantea un ejemplo Lain Bullentini, residente del Hospital Argerich. «Eso hace poco efectiva la autogestión -porque no existe capacitación- sobre cómo ponerte y sacar el camisolín, el barbijo, haciendo que esos elementos no cumplan su función». La Asamblea denuncia situaciones puntuales de distintos hospitales que configuran un mapa que mezcla discrecionalidad con privilegios y desidia. En muchos establecimientos ni siquiera llegó lo básico barbijos, camisolines y máscaras; tres jóvenes de ambo violeta que participaron de la conferencia y vuelven rápido a su trabajo en el Durand confirman que ellas mismas se hicieron unos coloridos tapabocas de tela. Y dicen que la mayoría de estos elementos de protección provienen en la Ciudad de donaciones privadas.

Señalan otras deficiencias, peligrosas por lo básicas: camisolines que no repelen el agua, son cortos y/o se rompen; escasez de máscaras de protección facial («tenemos 4 para 14 personas», área de Salud Mental del Durand»); y un largo etcétera que se va completando testimonio a testminio.

El rompecabezas confluye para la Asamblea en estos puntos de reclamo:

a) Centralización inmediata del sistema de salud argentino, público, privado, de universidades y de obras sociales bajo la tutela del Estado Nacional, con un comité de sanitaristas y representantes de trabajadores.
b) Capacitación inmediata de todo el personal sanitario.
c) Dotación de equipos de protección personal, insumos y equipamiento necesario, en cantidad suficiente y de calidad.
d) Aumento del personal sanitario.
e) Establecimiento de jornadas rotativas para prevenir contagios en todos los efectores .
f) Testeo masivo periódico al personal sanitario.

Reclamos con historia

Fabián Lang, miembro del área de Seguridad e Higiene de la asamblea de concurrentes y residentes de CABA, un grupo de médicos organizado desde hace años, dice a lavaca: “La asamblea tuvo su pico en el conflicto de noviembre el año pasado, cuando se intentó votar la Ley que blanqueaba la precarización a la actividad. Hubo asambleas callejeras de 3 mil personas. La Ley fue aprobada, pero tras la lucha se vetó».

La ley que pretendió aprobar el gobierno porteño estipulaba una jornada laboral de 64 horas semanales para los residentes a cambio de un salario por debajo de la línea de pobreza, esquema que se mantiene en la práctica al día de hoy. Algunas dinámicas laborales insalubres: “La mayoría brindamos atención durante 12 horas todos los días, ya sea en guardia externa, sala de internación general o terapia intensiva, ocupándonos de temas médicos y, muchas veces, no médicos, pero siempre con responsabilidad”. Además, tienen entre ocho y cuatro guardias obligatorias por mes, cuyo pago está incluido dentro del sueldo básico y no tienen un descanso posterior al finalizar la guardia, con lo cual terminan uniendo dos jornadas laborales consecutivas: no son pocas las veces que trabajan hasta 36 horas seguidas.

«Este año se volvió a sentir la falta de canalizar los mismos reclamos históricos con el contexto de pandemia», resume Lang. Hoy calcula que unos 50 concurrentes y residentes participan de las asambleas vía Zoom, número que representa a los hospitales de Capital, con entre 1 y 2 delegados por cada uno.

Ahora que sí nos ven

Fabián Lang es resdidente de un hospital porteño, pero prefiere no decir de cuál. Más que relatar estos reclamos como algo histórico, elige conectarlos con la urgencia de la pandemia.

¿Qué sentís cuando se habla del reconocimiento al personal de salud a nivel social y mediático, pero en la práctica esto no se traduce en el día a día de ustedes?

Es un gran tema para charlar. Los aplausos son para nosotros el reflejo de una población que está atravesando una situación de cuarentena con mucho miedo, por la posibilidad del contagio o preocupada por la situación social en general. Y que también esta abonada por discursos de que somos héroes y heroínas que llevamos ad lente esta tarea, pero ese no es un lugar que decidimos querer ocupar. No somos héroes ni heroínas, somos trabajadores de la salud como un montón de otros trabajadores que también están trabajando en este contexto. Obviamente reconocemos y agradecemos ese apoyo social, pero creemos que también tiene que ser parte de un aprendizaje para que los gobiernos asuman la responsabilidad que les corresponde para que esos aplausos se traduzcan en más presupuesto, más personal, mejores condiciones de trabajo: eso es lo que garantiza una mejor atención para esas personas que aplauden.

¿Ahora es la oportunidad?

Tenemos un compañero concurrente en el Hospital Belgrano en terapia intensiva, hoy falleció un médico en la zona sur de la Provincia, falleció un enfermero hace unos días: eso no puede pasar. Si no se toman decisiones ya ante estas primeras situaciones, se van a repetir mucho mas. Podemos ver lo que viene pasando en Europa y cómo los trabajadores de salud están desbordados. Acá tenemos la oportunidad de brindarle al sistema todos los recursos para no llegar a esa situación. Queremos trabajo seguro, queremos un plan integral para el abordaje de la pandemia que no solo hable de la cuarentena y aislamiento social, sino que también esté centrado en el personal de la salud. Somos, junto a las personas mayores, uno de los sectores más afectados. Ahora quedó claro que el único que te salva es el sistema de salud público: es el momento de tomar las decisiones postergadas tantos años.

Ni héroes ni heroínas: trabajadorxs
El comunicado con los pedidos concretos a las autoridades. Y la convocatoria al aplausazo del martes 28.

El martes 28 a las 10 de la mañana, distintos grupos organizados del personal de salud invitan a sumarse al aplausazo que se hará en la puerta de los hospitales de la Ciudad para reclamar más recursos, antes de que llegue el invierno.

CABA

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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