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¿El fin de la Argentina Saudita?

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El sueño (o pesadilla) de una Argentina Saudita o petrolera se evapora. El Observatorio Petrolero Sur –OPSur– preparó este trabajo para lavaca.org en el que Martín Álvarez Mullally y Hernán Scandizzo analizan la vida de Vaca Muerta (que venía agonizando antes de la pandemia), el fracking, su incidencia política y las contradicciones que genera en el mundo y en el gobierno, en medio de una crisis sin precedentes.

El mundo fósil languidece en su vertiginosa lógica de llevar todo a límites de altos riesgos. Estas energías extremas tienen su correlato local en Vaca Muerta, la joya que iba a poner a la Argentina en el mapa energético mundial con el fracking. El sueño del polo exportador prácticamente ha muerto. Las provincias petroleras están ante una crisis sin precedentes en un mundo donde las oportunidades se desvanecen en el aire por más sólidas que hayan sido publicitadas. Por Martín Álvarez Mullally y Hernán Scandizzo / OPSur

Alberto Fernández se ríe, se lo nota cómodo, lleva un mes como presidente y tiene enfrente al periodista Horacio Verbitsky, ese mismo al que su antecesor deseó enviarlo en un cohete a la luna. “La Argentina en un momento se enamoró de Vaca Muerta, puso todos los incentivos y los esfuerzos allí y desincentivó el resto de la producción convencional”, declaró Fernández ante una interpelación que puso en duda la marketinera explotación de hidrocarburos no convencionales que se realiza en el norte de la Patagonia. Rápidamente las casillas de los jerarcas del sector se llenaron de clipping con alertas y el teléfono rojo de la gobernación de Neuquén no paró de sonar. Cuatro días después el mandatario tuvo que recibir a los principales empresarios y CEOs petroleros en Casa Rosada. En la delegación estaba todo el dream team del fracking, Exxon, Vista, Pluspetrol, Chevron, Compañía General de Combustibles, Wintershall, Pan American Energy, Shell, Total, Tecpetrol e YPF. Las empresas buscaban, por un lado, una salida al congelamiento de precio en los combustibles impuesta por el ex presidente Mauricio Macri, y por otro, garantías de incentivos. Ambas quedaron en agenda.

El megaproyecto Vaca Muerta como vía para transformar a Argentina en un polo exportador de hidrocarburos agonizaba antes de la pandemia: paralización de las inversiones en infraestructuras destinadas a reducir costos y agilizar la comercialización, dependencia de transferencias y subsidios estatales, empresas con rojos financieros, cientos de trabajadores suspendidos o al borde de ser despedidos, y un conjunto de conflictos sociales, ambientales, culturales en provincias endeudadas y también dependientes de la renta petrolera y de la inyección de recursos desde Nación. La irrupción de la pandemia tensó más los límites, a la alta dependencia de los combustibles fósiles -el gas representa el

53.1% de la matriz y un 31% de crudo, según el Balance Energético nacional de 2018- se sumó que el los últimos seis años los no convencionales fueron la apuesta única. Con el precio del barril de crudo que se mantiene bajo y la economía en cuarentena, la posibilidad de implementar un barril criollo, una cotización interna superior a la internacional, aparece como un salvataje no solo a las empresas del sector, para que no dejen de perforar y bombear hidrocarburos, sino también para las provincias petroleras, que si no se incendiaron ya, como Chubut, están al borde del incendio.

La situación internacional también parece atentar contra los sueños de los fracturadores argentinos, la combinación de la crisis de sobreproducción y la financiera en el mundo frackers norteamericano, más la caída brusca de la demanda -consecuencia de las políticas implementadas en la mayoría de los Estados frente a la pandemia-, dió por tierra los proyectos exportadores de energía. En Estados Unidos preparan un salvataje cinco veces más grande que el implementado durante la crisis de las subprime de 2008 y en buena medida será destinado al sector petrolero.

La vaca polisémica

Vaca Muerta es un megaproyecto de extracción de hidrocarburos no convencionales que comenzó explorarse a fines de 2011 en Argentina. Justamente por ser un megaproyecto, es multidimensional y polisémico. Desde lo estríctamente geológico, es una formación de roca madre (lutitas o shale) de 30.000 km² que se extiende por el subsuelo de las provincias de Neuquén, Mendoza, Río Negro y La Pampa. Sin embargo, no siempre cuando se habla de Vaca Muerta se hace referencia a esa formación, si no que con ese nombre se alude también a un conjunto de formaciones no convencionales, tanto de tight sand -arenas compactas- como de shale de la cuenca neuquina que alojan hidrocarburos extraíbles con el paquete tecnológico del fracking.

La polisemia llega a la superficie, Vaca Muerta requiere insumos que provienen de distintas provincias y países, como las arenas de sílice que se extraen de Entre Ríos y Chubut; algo similar sucede con los químicos, los tubos de acero, etc. Para el transporte ocupa trazados ferroviarios, rutas nacionales y provinciales, también puertos y barcos que llegan desde otros países. Y otra trama de infraestructuras y actores necesita para colocar la producción en el mercado: rutas, refinerías, ductos, petroquímicas, plantas de licuefacción y gasoductos de exportación; también de empresas operadoras y servicios nacionales e multinacionales, bancos y paraísos fiscales; y de mano de obra calificada que proviene de distintos países (EEUU, Canadá, Venezuela, entre otros). En síntesis, Vaca Muerta es un megaproyecto extractivo que demanda complejos entramados territoriales, económicos, sociales, con impactos ambientales y culturales, que se articulan con la llegada del paquete tecnológico del fracking. Vaca Muerta es entonces más que una formación que se extiende en el subsuelo de cuatro provincias.

La puesta en marcha del primer desarrollo masivo fue en 2013, tras el acuerdo YPF-Chevron, en el área Loma Campana, en territorio de la comunidad mapuche Campo Maripe. Antes de la caída del precio del crudo y del parate pandémico, de allí, a través de 470 pozos perforados, se extrajo el 57% del petróleo producido hasta el momento de la formación Vaca Muerta, una marca que fue posible alcanzar por la inyección de subsidios del Estado. Tan solo en el período 2014-2015 ese proyecto captó el 42% de los recursos que se destinaron al sector, según el informe “Vaca Muerta y el desarrollo argentino”, elaborado por el equipo de economistas del Enlace por la Justicia Energética y Socioambiental (EJES).

En la actualidad Vaca Muerta tiene más de una treintena de áreas concesionadas en las que están presentes compañías que integran el big oil, Shell, Exxon, Chevron, Total, Wintershall y Equinor. Sin embargo, los principales desarrollos fueron traccionados por empresas que tienen en Argentina sus principal foco de negocios: YPF, Tecpetrol, Pampa Energía, Pluspetrol, Pan American Energy y Vista Oil & Gas.

La llegada del gobierno de Mauricio Macri significó el desembarco de las empresas al Ministerio de Energía, ex ceos de distintas empresas fueron los nuevos encargados del devenir vacamuerteano. Llegaron los tarifazos con un aumento de más del 3000% en la energía eléctrica, más del 1800% en gas y un combustible dolarizado que se disparó. El crecimiento de la pobreza energética fue combinada con una pérdida del salario real, mientras en Vaca Muerta YPF perdió protagonismo como actor, en la medida en que los subsidios fueron reorientados hacia el sector privado. Tecpetrol, la empresa de Paolo Rocca, recibió entre 2016 y 2018, el 50% de los subsidios otorgados para estimular la producción de gas de yacimientos no convencionales. Un monto de muchos ceros, equivalente al 51% de las inversiones realizadas por esa firma y al 30% de sus ingresos, según destaca el informe anual del 2019 la Fundación Ambiente y Recursos Naturales realizado por María Marta Di Paola. Con las presiones del FMI sobre el ajuste fiscal, el gobierno de Macri ajustó los subsidios, por ésto y por diferencias en el monto que debían liquidar en ese concepto, Tecpetrol demandó al Estado por $2500 millones.

¿El fin de la Argentina Saudita?

Recortes a la ilusión

En medio de la pandemia los medios de la norpatagonia destacaron que en marzo tanto YPF como otras operadoras habían incrementado su producción de crudo. Una noticia tras

la cual parecía que se intentaba esconder la situación de ralentización que arrastra el sector por el no cobro de subsidios y el congelamiento de los combustibles, que se tradujo en la baja de equipos de perforación y suspensiones masivas. El 2019 terminó con la amenaza de 600 telegramas de despido listos a ser enviados y la negociación de un nuevo marco regulatorio, una nueva ley de Hidrocarburos. Las cartas del 2020 no son mejores, más trabajadores suspendidos por la paralización del sector en el marco de la pandemia que cobrarán entre el 40% y el 60% de sus salarios por el acuerdo arribado entre los sindicatos y las empresas del sector con el remanido argumento de preservar las fuentes de trabajo.

Tampoco son buenas las cartas de la provincia, Neuquén proyectó recaudar, según el presupuesto 2020, 50.478,5 millones de pesos en concepto de regalías, de un total de ingresos 158.802,9 millones de pesos, tomando como precio de referencia un barril de petróleo en 50 dólares. Casi un cuento fantástico leyéndolo con el diario del lunes. Las regalías, en ese presupuesto, representan el 32% de los ingresos de la provincia. En Neuquén el pago de salarios de la Administración Pública tiene un peso relevante en las finanzas, el Estado es el principal generador de empleos. En el presupuesto de este año el monto asignado a Personal es de 87.764,1 millones de pesos, lo que representa un 62% de los gastos corrientes y el 56% de los gastos totales. En otras coyunturas de caída de la recaudación por la merma en las regalías, la respuesta fue el endeudamiento, principalmente para pagar sueldos y reducir los riesgos de un incremento de la conflictividad social. El Estado neuquino tiene la mayor deuda per cápita de las provincias argentinas: 108.869 $/hab al 30 de setiembre de 2019, cuando el promedio entre las 24 jurisdicciones era de 33.934 $/hab.

Ante un escenario como el actual, en el que además las operadoras petroleras recortarán un 65% las inversiones proyectadas para este año, en la agenda política neuquina reaparece la palabra clave: diversificación de la matriz productiva. Un mantra ideal para coyunturas como esta. En la década de 1990, en que la provincia se consolidó como productora de hidrocarburos, el gobierno neuquino, entonces encabezado por el patriarca Felipe Sapag, presentó el plan Neuquén 2020. Eran tiempos de bolsillos flacos por baja en la producción, que se combinaban con despidos en el marco de la privatización de YPF, Gas del Estado y Agua y Energía y el recorte salarial a los empleados provinciales por el ajuste fiscal. La provincia ya se había incendiado en las puebladas de Cutral Có y Plaza Huincul cuando el plan Neuquén 2020 fue presentado como una alternativa, la renta petrolera sería invertida en la promoción de la agroindustria, el turismo y el desarrollo forestal, así, en 2020 la provincia tendría una economía diversificada.

Sin embargo la propuesta nació muerta. Don Felipe poco después terminó su último mandato, lo sucedió Jorge Sobisch, del mismo partido pero de otra corriente interna. La situación económica de la provincia se revirtió por el aumento del precio del crudo y años más tarde la irrupción de los no convencionales y el comienzo de la era Vaca Muerta confirmaron el rumbo: I love crude.

La diversificación de la matriz productiva volvió al ruedo 2014, en el marco de la brusca caída del precio del barril, pero apenas las aguas se calmaron, la guardaron en la caja de conceptos en desuso. Neuquén en 2020 es una provincia que, como antes, depende de la renta petrolera, la coparticipación federal y los impuestos que recauda. Incluso en las dos décadas que transcurrieron desde la presentación de aquel plan, el sector ceramista, que representaba un atisbo de industrialización, fue desmantelado y hoy sobrevive por el esfuerzo titánico de los trabajadores y trabajadoras que recuperaron las tres fábricas existentes. El único avance hacia la diversificación son un puñado de bodegas, algunas creadas a fin de cobrar créditos otorgados por la provincia que no fueron devueltos y devinieron subsidios.

En 2020 la empresa petrolera de la provincia, Gas y Petróleo del Neuquén, que en 2013 anunció que se asociaba a la alemana Wintershall para explotar el área Aguada Federal y así captar más renta de Vaca Muerta, vende su participación, embolsa diecisiete millones de dólares, de los cuales se le descuentan unos doce por deudas no muy claras, cobra cinco y deja planteado el interrogante de si esa será la salida elegida, una privatización sui generis, para los tiempos de crisis y fuerte endeudamiento en dólares. La versión oficial sostiene que la operación estaba en carpeta desde antes de la pandemia.

En tanto Río Negro, provincia que tiene la matriz productiva más diversificada, también siente la caída de los ingresos, dado que en los últimos años el gobierno apostó la explotación de hidrocarburos no convencionales en el Alto Valle, lo que se tradujo en un incremento de la incidencia del sector en el presupuesto y, por ende, de la dependencia. Según una reciente nota publicada en el diario Río Negro, en el presupuesto 2020 la provincia estimó que recuadaría 9.000 millones de pesos en concepto de regalías, un promedio de 750 millones de pesos por mes. Sin embargo, durante el primer trimestre, es decir, antes de la pandemia, el promedio mensual fue de 534 millones de pesos, y el futuro no parece muy promisorio.

En un contexto mundial de sobrestock de hidrocarburos y paralización de buena parte de la economía mundial y un incierto futuro de crisis pospandemia, el sueño exportador de Vaca

Muerta se desvanece y en el horizonte solo asoma un barril criollo para rescatar del naufragio a las economías regionales.

Fuentes:

Contexto (07/01/2019) Los aumentos de tarifas llegarán al 3.600% desde 2015 y a un 20% del salario.

El Cohete a la Luna (12/01/2020) El despegue de Alberto. Entrevista con el Presidente Alberto Fernández, al mes de gobierno.

Enlace por la Justicia Energética y Socioambiental. Megaproyecto Vaca Muerta. Informe de externalidades. Marzo 2017.

(En)clave Comahue. Revista Patagónica de Estudios Sociales. Abordajes socio-territoriales de la extracción de hidrocarburos no convencionales en Vaca Muerta. 2019.

Fundación Ambiente y Recursos Naturales.Los subsidios a los combustibles fósiles en el proyecto de presupuesto 2019.

Observatorio Petrolero Sur. Infraestructuras del fracking en el Cono Sur. 2017.

Mesa de transición productiva y energética de Río Negro. Más allá de la renta petrolera: Una propuesta para la diversificación productiva y la democratización energética. 2019.

Observatorio Petrolero Sur (13/05/2020) Neuquén 2020: el futuro ya llegó, la diversificación no

Río Negro (Fabricio Alvarez), 9/05/2020. La caída en la renta petrolera se siente en Río Negro.

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Romo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Romo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Romo y Ricargo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

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La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

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Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

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Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

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La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

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Diego cobra menos de 150$ por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo: -No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

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Una muela, zapatos blancos y un charco. Un edificio llamado Máquina de escribir. Flores amarillas frente al mar, un dibujo de puño y letra. Lo narco las drogas. Su paso por Buenos Aires y la señora que venía de la verdulería. La memoria, lo real, las mujeres, el ambiente, el fin de la humanidad. El Nobel, los diluvios, las pestes, las guerras eternas. Las respuestas de la vida frente a los sordos poderes de la muerte. La cordialidad, la generosidad, el humor. Hace diez años murió Gabriel García Márquez, dicen. Lavaca publicó esta nota -estos recuerdos- aquel día, cuando se conoció la última noticia sobre ese escritor que nunca dejó de sentirse cronista, y decía que el periodismo es el mejor oficio del mundo.

Texto: Sergio Ciancaglini, lavaca.org
El señor Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo:
-No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

Yo sabía que García Márquez había rechazado contactos con un enviado de Times, con periodistas de la televisión japonesa, y con suecos indescifrables. Un humilde cronista argentino quedaba naturalmente fuera de juego. Le respondí que lo compadecía, y que frente a un dolor de muelas no había argumento, clemencia, ni ruego que esgrimir de mi parte. Cuando me estaba despidiendo desolado, me detuvo:
-Pero a las 3 de la tarde puede ser. Voy antes al dentista, a ver si lo soluciona.
Esa historia revolotea en mi cabeza desde hoy, cuando estaba con Osvaldo Bayer grabando el programa de radio Decí Mu, y nos interrumpió el teléfono. Osvaldo atendió, dio media vuelta, anunció: “Murió García Márquez”, y me dejó alborotados los ojos, las neuronas y el corazón.
Revolotea la historia porque aquella tarde me encontré con un escritor que cambió la historia de la literatura, que había ganado el Nobel, pero que fue capaz de decirme: “Todo eso está muy bien, pero yo me siento periodista”. Quisiera contar lo que aún no he olvidado de aquel encuentro para mí inolvidable.
García Márquez volvió efectivamente a las 3 de la tarde, bajó de su Mercedes, y miró preocupado el charco oceánico que un aguacero de Cartagena de Indias, Colombia, le había instalado en la playa de estacionamiento. Llevaba zapatos blancos, pantalones blancos y guayabera blanca, como cantante de sábado televisivo. Cruzó el charco apoyándose en los tacos. Al llegar a la otra orilla nos dijo “pasen por favor” a mí y al fotógrafo, enviados por una de las autodenominadas “revistas de actualidad” a cubrir las noticias sobre un asunto entonces llamativo, letal para los colombianos e incomprensible para nosotros: el narcotráfico.
No existían los celulares ni Internet, o sea que todo esto se ubica en la prehistoria de 1984, con la carambola de estar en el charco correcto, y de que un dentista providencial había rescatado del dolor a su paciente. García Márquez nos hizo subir. El edificio tenía balcones escalonados hacia la playa: lo llamaban Máquina de escribir. El departamento tenía dos ambientes, con vista al mar, una verdadera máquina de escribir (¿Olivetti, Remington, dónde estará la revista donde publiqué la nota?). El escritorio miraba al mar. Y había flores amarillas que siempre conviene tener a mano, explicó, para ahuyentar a la mala suerte.
Me planteó que no aceptaba hablar si lo grababa o si tomaba notas. Me dijo algo más o menos así: “No me gustan los grabadores, prefiero que conversemos con libertad, y que todo dependa de tu atención. Luego tú escribirás lo que te parezca, y eso es un beneficio para mí: los periodistas me mejoran. La memoria mejora a la realidad”.

Gabo en Argentina
La publicación original de Cien años de soledad ocurrió en Argentina gracias a una editorial llamada Sudamericana, que ya no existe. Fue en mayo de 1967, plena dictadura de Juan Carlos Onganía, y el lanzamiento fue acompañado por una entrevista realizada por Ernesto Schóo, editada por Tomás Eloy Martínez y publicada en tapa por la revista Primera Plana que dirigía Jacobo Timerman.
García Márquez me contó que el éxito del libro fue inmediato. “Ahí, en Buenos Aires, empezó todo”, me dijo. Sudamericana había dispuesto editar 5.000 ejemplares, lo que para Gabo era un despropósito y el augurio de un fracaso para el libro de un desconocido escritor colombiano. Pero esa primera edición se vendió en 15 días, y la segunda fue de 10.000 ejemplares. En junio Gabo llegó a Buenos Aires. Me contó que viajó con Mercedes Barcha, su esposa: “Estábamos en un café y vimos pasar a una mujer que llevaba la bolsa de sus compras, con lechugas y tomates y Cien años de soledad”. La pareja fue al Instituto Di Tella a ver una obra de Griselda Gambaro, y el público los ovacionó de pie. Mientras él me lo contaba, todavía asombrado, yo recordaba que eran tiempos de The Beatles, revolución cubana, hippies, peronismo clandestino, rebeliones nacientes y todos los embriones de cambio, desventuras y utopías que se desplegarían en los años siguientes.
Cien años de soledad fue el libro de la época, y de varias generaciones. Tengo las dos ediciones que mis padres compraron para poder leerlo en simultáneo. Macondo era una patria. Entre la feria y la intelectualidad, miles de libros seguían vendiéndose y además se exportaban. El éxito se contagió en Europa, esto avivó el interés por otros autores (Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa) y estalló el llamado boom de la literatura latinoamericana. “Buenos Aires fue generosa conmigo. Nunca volví. No sé por qué. Tal vez por una superstición: a un lugar donde todo fue tan perfecto, quizás convenga no volver” me dijo, o creo que me dijo, mirando el Caribe.

Periodismo, droga y entusiasmo
Aquel día de 1984 García Márquez me contó una novela que estaba intentando escribir. No tenía título. Al año siguiente la reconocí ya publicada: me había anticipado El amor en los tiempos del cólera. Pero me dijo que pese a todo se seguía sintiendo fundamentalmente un periodista. “Escribo literatura como periodismo, con método. Todos los días intento tener dos páginas listas” me dijo sobre algo que hoy habría que traducir a unos 5.000 caracteres. “Tienen que estar impecables, sin tachaduras. Y tengo un truco: siempre dejo escrito el comienzo de lo que pienso escribir al día siguiente, para que me resulte más fácil comenzar”. Pero varias veces explicó esa idea de no diferenciar ambos oficios. “La crónica es como un cuento o una novela sobre algo real”. Algo más: “Tanto en la literatura como en el periodismo hay que ganarse al lector, capturarle el interés para que se quede leyendo”.
Planteó una teoría sobre las redacciones de periódicos y revistas: para él están puestas de cabeza, invertidas. El staff de las publicaciones ubica en el rol principal a directores y jefes que engordan junto a un escritorio y editorialistas que monologan desde su propia jaula.
“Pero ese esquema debería ser exactamente a la inversa. Los cronistas son quienes cumplen la labor principal porque son los que están afuera, donde las cosas ocurren”. En vista del contexto colombiano le pregunté si alguna vez se había drogado para escribir y me contestó: “No me hace falta. Yo nací drogado”.
Un detalle: fue la única vez en mi vida que pedí un autógrafo. En Cartagena sólo conseguí un ejemplar de El coronel no tiene quien le escriba. Le expliqué que no era para mí sino para mi novia. “¿Se llama la señorita?” Se lo dije. Dibujó un tallo, cinco pétalos, y escribió: “Para Claudia, con una flor. Gabo 84”.

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Aquel día, además, me regaló los seis tomos de su obra periodística, publicados por la editorial Oveja Negra. Y organizó todo para que, una vez en Bogotá, un auto con su chofer fuera a buscarnos al hotel para llevarnos al aeropuerto. “Así van más tranquilos” dijo, y nunca supe si se le había cruzado alguna sombra para disponer ese viaje. Nunca pude evitar recordarlo como una persona amable, entusiasta, alegre, generosa.
Con el tiempo entendí que esa cordialidad, ese entusiasmo, ese interés por el otro, era un modo ético y hasta político de pararse frente a la vida.

Ideas
En sus obras periodísticas pude leer las primeras crónicas que publicó en El Universal, de mayo de 1948, cuando era un chiquilín de 21 años. La primera celebra que se suspendió el toque de queda militar, al que define como símbolo de una decadencia. “Con este mundo materializado donde los peces de colores tienen que abrirle agua a los submarinos, con esta civilización de pólvora y clarines, ¿cómo se nos puede pedir que seamos hombres de buena voluntad?” y plantea que quizás ahora la gente pueda ir a dormir mansamente “antes de que los relojes doblen la esquina de la medianoche”. Luego escribe sobre indios, negras, retratos de la ciudad y de la época. Escribió sobre cine, sobre deportes, sobre todo. La pasión por conocer y por contar lo que el mundo estaba desplegando ante sus ojos.
A fines de los 50 García Márquez participó en Cuba con los argentinos Jorge Massetti, Rodolfo Walsh y Rogelio García Lupo en los primeros pasos de Prensa Latina, idea que puso en marcha Ernesto Guevara, hasta que el lado soviético de la vida isleña desplazó a este elenco por otro más dócil.
García Márquez nunca perdió la afinidad con el propio Fidel Castro. El director argentino Eduardo Mignogna contaba que cierta vez, invitado a La Habana, estaba comiendo con García Márquez cuando el propio Fidel cayó de improviso y comenzó a hablar con sabiduría de crítico sobre la historia del cine argentino, mientras Gabo se quedaba irremediablemente dormido en un rincón. Pero más allá del sueño o de los discursos de Fidel, García Márquez se plantó en defensa de Cuba como una cuestión cultural y estratégica frente a los Estados Unidos y la densa idea de controlar vida y obra del resto del continente.

Las ventajas de la vida
Cuando me contó la noticia, le pregunté al propio Osvaldo Bayer sobre Gabo: “Tenía mi edad, pero yo aprendí de él. Es el mejor escritor que ha tenido Latinoamérica. Aprendí con él a amar la literatura, ver las cosas que se pueden hacer y crear. Para mí fue un hombre que luchó por la libertad, o sea un libertario, y cumplió la misión que tiene un intelectual: escribir para todos, para mejorar la sociedad, y para seguir soñando”.
De todas las ideas y escritos de Gabo, frecuentemente abominados por las academias, no resulta demasiado conocida su exposición al recibir el Nobel de Literatura en 1982, llamado La soledad de América Latina, que resulta un manifiesto por la descolonialidad, para usar términos actuales. “La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia” dijo ante la academia sueca. Repasa los golpes de Estado, crímenes y matanzas ocurridos en el continente. “Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”.
Al recibir el Nobel de Literatura, García Márquez hacía periodismo sobre la realidad del continente, incluyendo la situación argentina: “Ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto, 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi 120 mil, que es como si hoy no se supiera donde están todos los habitantes de la cuidad de Upsala. Numerosas mujeres encintas fueron arrestadas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aun se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 muertes violentas en cuatro años”.
Otro concepto: “La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios”.
Y otro: “Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte”.
Se preguntó por qué le habrían dado a él semejante distinción, y postuló que se trató de un homenaje a la poesía: “En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte”.

Mujeres, aborto y ambiente
Cuando le preguntaron sobre las prioridades de la humanidad para las próximas décadas, propuso que las mujeres asuman el manejo del mundo. “Alguien dijo: ‘si los hombres pudieran embarazarse, el aborto sería casi un sacramento’. Ese aforismo genial revela toda una moral, y es esa moral lo que tenemos que invertir. Sería, por primera vez en la historia, una mutación esencial del género humano, que haga prevalecer el sentido común –que los hombres hemos menospreciado y ridiculizado con el nombre de intuición femenina- sobre la razón –que es el comodín con que los hombres hemos legitimado nuestras ideologías, casi todas absurdas o abominables”.
Y luego plantea: “La humanidad está condenada a desaparecer en el siglo XXI por la degradación del medio ambiente. El poder masculino ha demostrado que no podrá impedirlo por su incapacidad de sobreponerse a sus intereses. Para la mujer, en cambio, la preservación del medio ambiente es una vocación genética. Es apenas un ejemplo. Pero aunque sólo fuera por eso la inversión de poderes es de vida o muerte”.
Son solo ideas sueltas para pensar, discutir, y leer, ahora que el reloj dobló no sé qué esquina, tras la malparida noticia sobre la muerte de Gabriel José de la Concordia García Márquez, hace unas cuantas horas de soledad.  

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Nota

La Ronda en la mirada de Lucía Prieto

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Sexta entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa Lucía Prieto. Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Cuando Alejandra López y Claudia Acuña me propusieron hacer este registro pensé  en el concepto de ronda, en la perfección del circulo, en lo mandálico de la continuidad, que no se distingue dónde termina y dónde comienza otra vez. Pensé en los jueves a lo largo de los años, en lo infinito, en la necesidad de lo grupal para que su movimiento sea fluido, en la potencia de lo colectivo. Las madres convirtieron la orden de circular en una astuta rebeldía infinita, que como todo lo que conlleva movimiento, es también transformadora. 

Fue, entonces, la idea de continuidad y de legado la que me hizo construir mi relato en el diálogo entre la juventud y las madres.

Entre esxs jóvenes están NIETES que así ,en inclusivo, se definen cómo la tercera generación en lucha: “Somos nietes de los 70 e hijes de la lucha de los 90“. Nacieron desde la necesidad de mantener viva la memoria y como las madres, entendieron que la fuerza de la resistencia reside en lo colectivo.

La Ronda en la mirada de Lucía Prieto

Sobre Lucía Prieto

Nací en 1984 en la ciudad de Buenos Aires, pero crecí y me crié en el Oeste del conurbano

bonaerense. Desde 2004 resido y trabajo en CABA. Me dedico a la fotografía hace más de 12

años y, aunque mi formación fue primariamente autodidacta, tuve la suerte de encontrarme con muchxs  maestrxs en el camino. Mis ejes de trabajo y mis intereses se centran en los feminismos, los derechos humanos y las problemáticas socioambientales.

La Ronda en la mirada de Lucía Prieto
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LA NUEVA MU. La vanguardia

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